Cuatro años. Cuatro malditos años habían ya transcurrido desde aquel día. Sonaba ridículo contar los días, las semanas y hasta los años desde que rompieron su única ilusión. Casarse, tener una bella familia; solo eran mentiras por parte de él, rompieron su corazón en pedazos y lo único que pudo hacer él, fue darle una sonrisa y desaparecer de su vida.
Sí, ahora tal vez Ren era “feliz”, no lo sabía con seguridad, tenía a su lado a la persona que desde un principio lo quiso sin importar las decisiones que había tomado; su tierno Kang BaekHo. Él lo salvo de su propio destino y le otorgo el mayor de los regalos, una hija, pero aun así… se sentía un tanto vacio. Las ganas de llorar cada vez se hacían más fuertes.
¡¿POR QUE DEMONIOS ARON ME TUVO QUE HACER ESTO?!
¡¿POR QUE TUVO QUE REGRESAR MINHYUN A ARRUINARLO TODO?!
–Te odio… Aron– murmuró mientras que delgadas lágrimas caían por sus mejillas; sus manos formaban puños, aquellas manos que algunas vez Aron besaba con devoción y que ahora solo quedaba como un recuerdo que el viento le quito al paso.
–De nuevo tienes que estar pensando en él– aquella voz hizo levantar la cabeza a Ren; ahí estaba él, su salvador con una mirada llena de odio, impotencia pero sobre todo… tristeza.
–Sabes bien que… Aron fue alguien importante en mi vida, BaekHo– impotencia… dolor… inseguridad. Eso y más era lo que reflejaba DongHo en su mirada y postura. Amaba a Ren, pero era él quien no quería dejar atrás el pasado vivido con Aron Kwak y por eso odiaba a aquel hombre.
– ¿Yo no soy importante en tu vida, Ren?– El rubio menor no pudo mirarle a los ojos, y nuevamente las lagrimas amenazaban con salir y esta vez sin detenerse. No hubo respuesta por parte de él y BaekHo lo tomo como una negativa. “El que calla otorga, BaekHo”, le decía su subconsciente de manera burlona.
–Si es así… ¡¿POR QUE DEMONIOS ACEPTASTE CASARTE CONMIGO, REN?! Si lo sigues amando a él. Si no lo puedes olvidar– Ren se levanto del sofá en el que estaba y se acerco al pelinegro, quiso tocar su rostro y decirle que todo estaba bien, pero… no podía; ni él mismo estaba seguro de lo que sentía en ese entonces.
–…– no pudo articular palabra, el rubio estaba nervioso.
–Yo ya no puedo seguir con esto MinKi, te amo, pero no estoy seguro si tú me amas a mi o sigues pensando en volver con él; desde que supe que te casarías con Aron, hice todo lo posible para que recapacitaras, te decía día y noche que él no te merecía; MinKi… me he cansando de esta farsa, hoy he llegado a mi límite. Perdóname pero… ya no puedo seguir a tu lado– delgadas lágrimas surcaban los pómulos de BaekHo. Por cuatro años había soportado todo esto y pensó que tal vez con la llegada de su hija todo cambiaría, solo en parte lo había hecho, pero a los ojos de BaekHo, todo había empeorado.
–BaekHo…– el mencionado se alejo del rubio tratando de ocultar sus lagrimas. Este subió escaleras arriba para empacar sus cosas; este no solo era un infierno para Ren, si no que había arrastrado a DongHo consigo. –¡BAEKHO!– Se escuchó gritar a Ren desesperado. Estaba perdiendo –o mejor dicho– perdió a la única persona que le amo, pero ¿Qué podía hacer?
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–Ren… sé que esto no era lo que yo esperaba o lo que tú esperabas, pero te juro que he hecho mi mayor esfuerzo por que fuera inolvidable– Aron se sentía un tanto nervioso, mientras que un MinKi cubierto por unas sabanas blancas y cabello alborotado lo observaba. El rubio no había comprendido bien a lo que se refería. Esa había sido la primera vez de Ren y se sentía en las nubes ya que había sido con la persona que realmente amaba. MinKi pensó que Aron se refería a las circunstancias en las que había ocurrido; en la habitación de Aron con el crepúsculo en la mira, sin nada romántico, pero perfecto a los ojos del pequeño.
–De que estás hablando, fue maravilloso, todo esto… fue inolvidable– una sonrisa apareció en el rostro de Aron.
–No me refería a lo que ocurrió, princesa– Ren se sentía morir y un sonrojo apareció en su cara haciéndolo ver adorable.
–Eh… y-yo–
–Necesitaba este maravillo momento para decirte algo importante, Ren– Aron se levanto del lado del rubio, con los pantalones ya puestos y se acerco hasta la mesita de noche que estaba junto a su “princesa”; sacó una pequeña cajita de terciopelo azul y la puso en la palma de su mano mientras se sentaba frente a MinKi.
–H-Hyung…–
–Esta vez es mi turno de hablar– le sonrió de manera cálida. –Ren, te amo con todo mi ser, y el no estar a tu lado me hace sentir mal de todas las formas posibles. Quiero que estés a mi lado por siempre, que me pertenezcas en cuerpo y en alma, solo a mí; así como también yo te quiero pertenecer– el mayor abrió la cajita dando a relucir un muy costoso –por la pinta que tenía– anillo de compromiso.
–Y-yo…–
–Aun no te he hecho la pregunta– le regaño Aron con una sonrisa.
–Lo- lo siento–
–Ren… ¿Te casarías conmigo?– Notó que el rubio estaba absorto. –Ya puedes contestar–
–S-sí, si me quiero casar contigo– Ren se lanzo encima de Aron abrazándolo y dándole un sinfín de besos. Le colocó el anillo de compromiso y Aron beso con delicadeza los nudillos de Ren.
Ese era un momento que no quería olvidar, pero de se le vino a la mente Minhyun, ¿Qué pensaría él de su compromiso? Después de todo, Minhyun estaba esperando un bebé de Aron, SU Aron. Era la situación más extraña en la que se había metido; amaba a Aron y era lo único que podía importar en ese momento, pensaba el rubio.
Las circunstancias en las que había conocido a Aron fue un tanto extraño, ya que la hermana de MinKi los había presentado a ambos; Aron había quedado mudo ante la belleza que desbordaba Ren y lo hacía ver mucho más deseable el hecho de que ponía aquella mirada penetrante.
Minhyun y Ren solo se habían visto las caras unas cuantas veces, pero el odio que se notaba en los ojos del más alto era atemorizante; Minhyun no quería que ningún chico con pinta de chica se acercara a Aron, aunque su relación ya estaba por los suelos cuando Ren había aparecido en la vida de ambos. Aron vio lo incómodo que se ponía él y Ren cuando se encontraban con Minhyun; lo único que podía hacer era alejarse del lugar y pasar un momento juntos, lejos de todos aquellos que veían su relación con malos ojos.
Complicado. Sí.
Extraño. Sí.
Imposible. No
Era lo que se planteaba Aron cada vez que con Ren compartían unas cuantas horas ellos dos solos.
Aron había encontrado en MinKi a una persona en la que estaba seguro y podría confiar y contarle todo; de igual forma pensó Ren. Aron era diferente a todos los chicos que conoció, no solo veía su cuerpo, veía sobre todo su alma y corazón. Su amor fue creciendo con el pasar de los días y las semanas. Pero había una persona que no estaba del todo feliz; Minhyun.
Los planes de la boda estaban más que bien, pero una noticia hizo que Minki se sintiera feliz, pero también y sobre todo triste a más no poder.
El hijo de Aron y Minhyun había nacido.
Nació una niña.
Ni si quiera el rubio se había enterado por boca de su hyung; si no gracias a la hermana de este. Su corazón dolió como nunca antes, era el simple hecho de que Minhyun estaba ganando territorio, aunque el alto castaño no lo veía de esa forma, tendría algo de Aron para recordarlo por siempre; su idea de separa a MinKi de Aron habían caído al ver el rostro de su pequeño milagro. Aron también tiene derecho a ser feliz, pensaba Min.
La boda había sido postergada para unos meses mas ya que Aron hyung quería pasar tiempo con su hija; fue una decisión fatal para el corazón del rubio; quería decirle a su hyung que odiaba aquella decisión tomada por él. Quería oponerse, pero algo dentro de él no le dejaba.