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LET'S FOUND ASGARD IN MIDGARD por kannon_g

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Notas del fanfic:

Hyvää!!!

Vamos con mis descargos de conciencia, digo, ¡¡¡autor!!!:

Tanto los personajes y la trama original son propiedad intelectual de los autores y editorial correspondientes. Este es como muchos otros un trabajo de una aficionada mal intencionada pero no lejos de la realidad latente (más bien distorsionada xD).

¡A su disfrute! (le colocaría) pero yo sigo diciendo: ¡A su malestar general! (y no, no es por la resaca)

 

Advertencias:

Thor x FemLoki

Thorki (mención)

Banner x Clint (¿mención?)

 

Alter U: nos encontramos con la interacción (mención) amena tanto de los ‘desterrados’ como los Dark Avengers. Y no, no sigue la trama (entera) de Dark Reign  o The Siege (si es que solo las menciono un poco). Veremos cosas que jamás se lograrían ver si no es en una versión super-extra-hiper-mega extraordinaria. Es decir… en las cabezas de l@s fans. O puede que pase como con Superman y Batman. O puede que pase como con Linterna Verde. O puede… La DC tiene fujoshis, ¿no es así? Jajajajaja

P.D.: Y no, no se asusten que solo estos dos capítulos primeros y únicos (en temporada) se avocan a la pseudo relación heterosexual entre el par. Soy capaz de meter un bonus pero eso sería SÍ y solo SÍ me lo permiten… 

¿Sí?

Notas del capitulo:

PRELIMINARES


 


¿La (lo) aguantarás por el resto de tu eternidad?” ─ Lo haremos, lo haremos. ─ Le hablas en voz baja a pesar de que el cuarto está todavía en completo silencio y a obscuras; no dormiste bien las últimas noches. ─ “En eso estás equivocado, mi buen amigo.” ─ Escuchas que la masa gris se arma de aires revolucionarios. ─  “El día en que te enlaces a la ‘mujer’ (hombre) esta (este), yo me suicido…”─ Marica. ─  “Simple prudencia, Thor, simple prudencia.” ─ ¿Prudencia? No me hagas reír ─ acomodas mejor la cabeza en la almohada ─ lo que siempre has hecho es huir o echarle la culpa a otros. No piensas más que en ti… ─  “No me provoques. Si lo deseo, puedo abandonarte, y lo sabes.”  ─ Mejor si te largas y no vuelves. Harías mi vida más simple…


─ ¿Quieres que me largue? ─ Aquella voz gélida que se deja oír como el golpe de los vientos en los riscos te llama y esos malignos ojos penetrantes que sientes en el cráneo de la nuca te perforan a discreción. Tragas saliva con un tremendo esfuerzo y se te entumecen las cuatro extremidades, incluso el corazón. No quieres voltearte, no quieres hablar… solo te limitas a esperar que la persona que reposa a tus espaldas se mueva. Tus manos crispadas apenas cogen la funda de tu almohada desaliñada y tu rostro asalmonado va hundiéndose por debajo de las sábanas. ─ Responde. ─ No ─ ¿A quién estabas botando, grandísimo animal? ─ “¡¡NO!!” Tan solo cierras los ojos y te muerdes la lengua esperando, esperando la golpiza que nunca llegó.─ 


“Lo has jodido todo…” ─ ¡Fuiste tú!


─ ¡¡¿QUÉ?!!


─ ¡¡NO!! ¡Espera, Loki!

TALVI

 

 

 

 

 

Están en ese restaurante familiar que muy bien conoces. Si, el que queda en la calle sin nombre donde trabajaba la ex de alguien, o eso crees. Y no, no te importa si estás sentado cerca a la ventana y la gente neoyorkina pasa y repasa afanosa por la acera; no, tú estás ahí porque Loki te citó. Sí, fue ella quien dejó el mensaje a JARVIS una noche antes. Sin embargo, ha pasado más de media hora y la cuenta se alarga mas la charla no arranca. Tu ‘cita’ está mirando el periódico como si algo interesante le fuera a saltar: “¿Qué encuentra relevante en la sección ‘clasificados’? Vaya a saber alguien”. Desganado observas por el cristal y luego a esos ojos verdes sin pensar. «¿Qué?» su mirada glacial te intimida con experiencia y recurres a lo más simple: retirar la vista. Comienzas a tabalear en la mesa buscando paciencia y hallas interesante ponerte a pensar en qué endemoniado momento fuiste a parar a los pies de tan vanidosa deidad.

 

 

 

El dios mentiroso escapó de la grandiosa prisión de Asgard hace mucho y no te importa. Es más, no ves la hora de que cometa o influencie cualesquiera desmanes en la tierra, haciéndote al de la vista gorda hasta que se te cruce por un lado como quien va coqueteando. Es en el fragor de esas batallas extrañas donde interpretarán magistralmente el papel del héroe y villano por un buen rato y disfrazarán su modesta retirada cuando te lo lleves a rastras por el brazo o los cabellos para uno de los cuartos de algún edificio evacuado. Despotricas a los cuatro vientos que le darás su ‘merecido’ con o sin motivo; y te la creen. Claro, al principio los aliados de ambas partes escucharán un griterío, destrozos de inmuebles, truenos y explosiones, un necrótico y perturbador silencio, y luego la sinfonía de algo parecido a quejidos. A la mañana siguiente y solo, aparecerás con los cabellos alborotados y tu sonrisa de oreja a oreja sintiendo el cuerpo sumamente relajado. Halla tú que no te miraste en algún espejo y no ves lo que los otros sí: la ropa echa trizas, los arañazos en la cara, marcas de dientes en toda la piel de tu bronceado cuello y, según Banner diagnostique, en lugares mucho más recónditos y ocultos.

 

 

 

Sí, tu gran (y único) amor es tu única (y gran) perdición. Sonríes todo zote y le miras nuevamente a pasar de recibir otra puñalada con la mirada y una patada por debajo del mantel amarillo del mueble. Engatusado estás, y te divierte; embrujado andas, y te complace. Tienes a toda una mujer (y hombre) al frente que con solo verle se te derrite hasta el legendario Mjolnir. Coges una servilleta suspirando y vuelves a perderte por el cristal; estás recordando, ya te encuentras cerca a las primeras eras de Mannaheim cuando tú y Loki eran apenas dos adolescentes jugando con cosas de adultos.

 

 

 

Papi Óðinn no lo sabe, “¡y mejor así!” que no quieres que te castre por andarte propasando con tu hermano en lo oscuro de cualquier parte. Loki comparte tu idea; a él no le conviene que seas mutilado sádicamente sin, por lo menos, haber jugado antes con tu juguete. Y miras el cielo por un ventanal sintiendo el corazón palpitar de repente: “hoy es conveniente, hoy el sol brilla y el puente resplandece.” Observas el paso elegante que tu hermano lleva hacia los jardines con un montón de libros en las manos e investigas el silencioso espacio a tus espaldas y costados. Eufórico, corres a tomarlo del brazo sin pensarlo, menospreciando el tremendo ruido que provocan los libros al caer en el piso y disimulando muy bien el nerviosismo de ser vistos ambos. Y se van corriendo por los senderos adoquinados de azulejos cruzando al Glassil; Loki ríe dejándote guiarlo mientras van sintiendo la adrenalina recorrer por la sangre adolescente. Papi no mira, sus cuervos se ‘pisan’ y Heimdall dormita.

 

“Te quiero” se lo dices con sus rostros uno cerca al otro. Están recostados en un claro, un valle hermoso repleto de flores y hierba suave. Te sonríe y sus ojos esmeraldas se empañan de algarabía. Andan bien juntos y sientes que el sol te cuece el cerebro pues vez a Loki más radiante, mítico y despampanante. Le tomas de la mano y se la besas devoto. Los dos son uno para el otro: ambos viven el amor.

 

 

 

“Jodidamente enamorado…” Suspiras y miras el vaso con el café frío entre tus fuertes manos. Prefieres la bebida pero no estás en una cantina sino en un restaurante de Brooklyn. ¿Por qué te citó para ignorarte? No te mira - y tú que te esmeraste en asearte, rasurarte, perfumarte y engalanarte con tu mejor traje (cortesía del depósito de Stark). Ya no le contemplas desenfocando la vista y más bien te pones a contar la cantidad de platos que se van amontonando a un costado ¿Y ese hábito? Tu novia (novio) ha sido siempre de gustos exigentes, de modales esmerados…

 

 

 

Andas cabreado y no estás para tragarte un capricho más que salga de la sensual boca de tu amante. Dejas que se tome su espacio, que reparta destrucción (algunas veces), que lastime gente (pero no mate), e incluso que se vaya de parranda hasta muy tarde con los miembros de su logia (¿los de La Cábala?). Más hoy había pasado el límite; tienes derecho a simular ser el metrosexual entre ambos pero ella (él) no.

 

─ Te vas a la casa a cambiarte de ropa, AHORA.

 

─ No me grites. Y no, no me da la gana. ─ Se cruza de brazos y alza el mentón toda retadora.

 

─ ¿No te da vergüenza? ─ Frunces el entrecejo y le miras de pies a cabeza. ─ ¡Es demasiado corto! ¡Demasiado escotado!

 

─ Se me antoja andar como quiera.

 

─ Estamos yendo al cine y no... ¡A un burdel!

 

─ Me la suda. Para que lo sepas no eres el único con el que puedo salir. ─ ¿Y esa forma vulgar de hablar? “Seguro y son las malas influencias de esa bola de retorcidos maniáticos” piensas alarmado.

 

─ ¿A sí?

 

─ Si

 

─ Entonces… entonces… ¡Yo igual! ─ Le muestras los dientes con los ojos entrecerrados e inyectados en cólera. Aguantas muy bien no abalanzártele encima y segundos después le das la espalda a prisa. Todo orgulloso, caminas cinco pasos y no aguantando más giras sobre tus talones de súbito y le miras.

 

─ ¿A dónde irás?

 

─ Al ‘Monumental’

 

─ ¿A qué hora?

 

─ A las siete, como siempre.

 

─ Correcto

 

─ Correcto

 

Se citaron, indirectamente, pero lo hicieron. De tu brazo, Jane anda colgada esbozando una sonrisa enamorada y llena de ilusión (un ‘instantáneo’ fue lo mejor) y delante de ti, va Loki encaramada a un conocidísimo desagraciado mal nacido. Ambos no están dispuestos a bajar las miradas; mantienen los ojos ecuánimes el uno al otro. Compran los asientos vecinos y se sientan a los costados con sus respectivas parejas ubicadas al medio. Te mueres de la rabia al notar que sigue llevando el mismo vestido verde y ajustado y los labios bien pintados de un carmesí que debiera estar vetado. Las luces se apagan y la gente, menos ustedes dos, se avocan a mirar embobados la gran pantalla. Mientras Loki se aferra al brazo fuerte de Osborn, te atreves a abrazar y apegar a Jane a tu lado. Tu desconsiderado amor cruza las piernas y va acomodándose de lado. Ves que lo besa y te mira burlándose: no te cree ser capaz. Tú tomas de la nuca a la (des)afortunada humana y le plantas un beso dispuesto a retar a tu pareja. Loki va más allá y se deja acariciar las piernas comenzando a bajar el rostro del otro hacia su cuello. “¡Maldita (maldito)! ¡Mil veces maldita (maldito)!” Sintiendo un intenso calor de repente, notas alarmado que verle con otro te enciende. No te la aguantas cuando se lo encaja en el escote, y tú tomas de los cabellos a la castaña y la empujas con fuerza hacia tu entrepierna.

 

“For Odin’s sake!!”

 

¡Por poco y revientas la cabeza de la mujer en el brazo metálico del sillón! La sangre escurre por aquel rostro en shock y su quejido alerta a todos. ¡Debes llevarla a alguna parte! (la abandonarás en el baño) ¡Debes huir de ese sitio! (irte volando) ¿¡Debes entregarte a la policía!? (¡Oh, no, no!) Y no miras, no quieres ver que Loki pone la vista en blanco y se lleva la mano a la cara seguramente pensado en lo idiota y torpe que llegas a ser si se te exige demasiado.

 

 

 

“La sutileza no va conmigo.” Que conveniente que mire los anuncios y no a ti. Sientes las mejillas ardiendo y el cuerpo sudando por la bendita vergüenza. De los dos el inmaduro siempre fuiste tú, el mimado de papá y mamá obviamente tú, el imprudente innegablemente tú. Siempre tú…

 

 

 

Al fin viven bajo el mismo techo, y se lo agradeces a Stark (por haber ‘cedido’ su propiedad a la mancomunidad). Óðinn no supo mucho del asunto con el infarto que lo mando al sueño profundo y Frigg se mostró de acuerdo con que se vayan tomando un tiempo de ‘prueba’ conviviendo. En casa no hubieras estado contento con todos husmeando y observando a Loki ser más huraña, aunque esto último no aparenta tener solución. Por eso fuiste donde Banner y le hablaste durante horas de lo estresante de ser condescendiente y amable todo el día y la noche por 365 días de cada año terrestre.

 

─ ¿Hay cura? Es decir, ¿algo qué pueda suministrársele para hacerlo feliz?

 

─ El sexo

 

─ Ya no resulta…

 

─ ¿Las drogas?

 

─ Pero esas son...

 

─ Sí, peligrosas y de efectos secundarios.

 

─ Prepara una, una que no tenga riesgos. Completamente efectiva y segura. ─ Lo pensaste más de una noche de insomnio y estás dispuesto a llegar hasta el final.  

 

─ Muy difícil…

 

─ Ya no aguanto… pídeme lo que sea ¡Guardaré la mayor discreción!

 

─ ¿Lo que sea? ─ Se pone un poco nervioso y confidencial se te acerca para hablarte por lo bajo. ─ Tráeme el mejor afrodisiaco que tengan en Asgard. ─ Te muerdes la lengua, no preguntas y aceptas.

 

En poco tiempo, la ‘medicina’ reposará en tus manos temblorosas. Hoy salió temprano pero regresará a almorzar, y lo sabes. Tienes que estarte atento mirando las ventanas o el ascensor. “Por la puerta, por la puerta.”

 

─ Sin ningún efecto secundario ¿verdad?

 

─ Por supuesto, será 100% eficaz.

 

─ Bien, bien… llegará enseguida así que mejor se ocultan. ─ Los metiches se esconden detrás de la barra de la ex-licorería del multimillonario playboy y sin hacer ruido sacan las narices al notar la llegada de la hechicera mordaz.

 

─Mi amor, ya llegaste. ─ Ocultas el frasco a tus espaldas y le regalas tu mejor sonrisa en tu cara de galán. Loki te mira feo por segundos y va a sentarse en el sillón, seguramente cansada de sus ‘travesuras’ allá en las calles de Manhattan. ─ ¿No quieres algo de beber? ─Te prestas a servir dos vasos con ron y hielo mientras echas todo el polvo del frasquito azul en solo uno ignorando las señas y muecas que te hace de repente un maniático Bruce. Te le acercas por un lado y le alcanzas amoroso el recipiente. Te muestra la cara de amargada, arrebata de tu mano la copa, lo huele, mira recelosa el líquido y se lo bebe de un trago. Uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis… no pareció caérsele ni un cabello ni faltarle un dedo de los pies. Miras hacia tus camaradas sin saber que hacer y luego a tu amante para hacerle un examen de vista con la mano al frente repetidas veces. Loki te la aparta de un manotazo, se levanta y cruzando por tu lado sientes que para de abrupto, amarga el rostro y se desvanece en el piso.

 

“¡Mi amor!”

 

“¡No abre los ojos, no respira!”    

 

─ ¡¡La mataste!! ─ Se lo gritas al matasanos del proveedor. Sacudes el cuerpo supuestamente inerte de tu amada con tus fuertes manos, las lágrimas salen de tus ojos y te asfixias por la desesperación. ─ ¡Loki, mi amor! ¡Reacciona, por favor!

 

En medio del caos que armas, ves finalmente abrir esos ojos verdes; no obstante, su cuerpo se convulsiona cuando te reconoce la cara. Te asustas, piensas que se te muere de nuevo pero luego le escuchas: Loki te señala y se mata de risa. Es más, se sujeta el estómago y llora sin pausa. Sus carcajadas te lastiman los oídos y no paran. Desconcertado, volteas a buscar una explicación mas ves solamente los vestigios de la bata blanca de Banner salir por la puerta y a los demás discretamente alejarse.

 

 

 

“Días de modesta paz jamás llegarán. No así, NO en esta vida de…” Llevas las manos a la cara ocultando muy bien tu angustia. Es tarde para pedir disculpas y es pronto para claudicar sin lucha; hoy tiene que ser el día en que las cosas se solucionen entre los dos. Hoy debes pedirle que vuelva contigo consciente o ‘que vuelva contigo’ inconsciente (¿Hay otra opción?). No tiene que pensarlo mucho ¿verdad? Pues tú no decidiste no continuar aferrándote a una almohada todas las noches por el resto de una pseudo vida mortal.

 

 

 

Es de noche y Loki reposa al otro lado de la cama; se durmió cuando la dejaste para ir al baño. Pasaron ya dos semanas desde la primera y única medicación y esas risas no te dejan; ahora, ya te pesa el tiempo que no recibiste cariño y te duele algo más que solo el corazón. Desganado y recostado de espaldas en tu lado de la cama, miras el techo obscuro e inmutable por segundos que te sugieren revolcarte de un lado para el otro sin hallar el sueño. Hoy tuviste que complacerte solo más de dos veces (la última fue hace rato) pero de nada sirve pues anhelas como nada en el mundo asomarte y fundirte con tu otra parte. Finalmente, giras a tu derecha y ves a Loki darte la espalda y respirar con calma; las acciones vienen antes que la idea se formule en tu cabeza, y no te importa. Cual gusano, te le acercas despacio y sigiloso pasas un brazo por debajo de su cuerpo y el otro encima después de un buen rato. Llevas tu nariz a su nuca y te drogas con aquel aroma que jamás supiste encontrar en otra parte. Allá abajo existe un calor que va aumentando y que te obliga a comenzar a besarle desde la coronilla hasta sus primeras vertebras. Toqueteándole el cuerpo, notas que se remueve; llevas una mano traviesa hacia uno de sus pechos y la otra hacia sus piernas. Palpando sin recato, vas subiendo la única ropa que trae encima; alcanzas su ombligo y desciendes nuevamente arribando a su entrada apurado. No hay tiempo, no existe pizca de paciencia que frenen a algunos de tus dedos introducirse y buscar estimular su clítoris; ella empieza a despertar jadeando y tú sientes que lo tienes más que erecto. No aguantas las ganas de metérselo hasta que el sol pinte y despinte mas sus ojos se abren, te mira y se ríe. “¡MIERDA!” ¡Maldita y nefasta jodida realidad! ¡No permitirás que se escape! La vas (si es necesario) a violar para que se deje de bromas.

 

 Te montas encima y llevas sus manos arriba de su cabeza mostrando la completa seriedad del asunto que te atormenta. Salvajes, tus labios brincan a los otros metiendo la lengua y mordiendo periódicamente cualquier centímetro que este cerca. Sonríe, jadea, se retuerce y gime mientras permite que actúes tan descabelladamente. Te llama a veces pero el tono de burla se escucha de todas formas. Inicias un vaivén con las caderas juntando muy bien los cuerpos para que ‘lo’ sienta; tu excitación es incontrolable y le atribuyes la culpa cuando tu furia desgarra la ligera playera gris de Loki. Te bajas los pantalones, le abres las piernas y te acomodas para comenzar a empujar. Estás a punto de penetrarla pero su juego infame de risas te pone de mal humor. Enredando sus cabellos entre los dedos, se está mofando mientras mira tu afiebrado miembro, sin dejar de removerse de un lado para otro. Vuelves a acomodarte pero te lo aparta de un manotazo, la sujetas de las caderas en un agarre acérrimo pero te empuja por el pecho, le das vuelta poniéndola de a cuatro y le estampas la cara al colchón mas una patada certera en tu abdomen te expulsa de la cama al piso sin contemplación.    

 

─ ¡Loki! ¡Déjate de juegos! ¡Hablo en serio! ─ La ansiedad se oye en tu voz jadeante, y eso no es bueno. Todos los demás deben estar escuchando que gritas desesperado por que te haga caso (seguro, seguro). Todos esos días han sido un calvario que no piensas seguir soportando pues te convertiste en monógamo sin consentimiento y reversión (por un tiempo). Respirando profundamente para calmarte, optas por asechar alrededor de la cama. Subes finalmente y gateas al lado de la mujer que se recuesta de espaldas, se toca el cuerpo y juega con sus piernas mientras se va estudiado cada movimiento que te acerca. Te inclinas, tomas su rostro entre tus manos mientras sigue con esa sonrisa en los labios y la besas.

 

─ Thor, Thor, Thor… ─ Su voz sale a penas en un susurro suave y pausado llamándote como en reproche ─ Ahora que me doy cuenta: tienes los ojos de ratón mojado, los dientes amarillos, las axilas recontrapobladas, y… ─Sigues la trayectoria de esos ojos esmeralda y te avergüenzas sin saber (allá abajo todo es perfecto, todo es topten) ─ ¿No la tenías más grande? ─ Disimula bien la risa que va saliendo de su boca mientras coge tu falo indiscriminadamente. 

 

─ ¡E-está igual!

 

─…

 

─ Por lo menos pon tu mayor esfuerzo esta vez ¿vale?

 

─ Yo siempre pongo… ¡¡JAMÁS TE HAS QUEJADO DE MI DESEMPEÑO!!

 

─ Y entonces porque…

 

─ ¡Ay, no!

 

¿Impotencia? “NO” Nunca experimentaste la incomodidad, jamás consentiste (admitiste) las críticas y ni por todo el poder de Orlog vas a volverte senil. Te apartas indeciso intentando simular que no te afectan, que no te molestan. Y tu tremendo orgullo se retira inseguro, ocultando la cabeza y entrando a un adormecimiento profundo. “NO, NO, NO” Alarmado y sin pensártelo por completo, le jalas de las piernas para llevarla al medio de la cama y volver a montarte. Ahora, tu adormilada hombría oscila entre sus labios y le obligas a que se la engulla comenzando la marcha de atrás a delante sin dejar de mirarle. Es tal vez una forma extravagante de mostrarte el dominante, pero ya es bastante contemplación. Aumentas el ritmo, apoyas las palmas a los costados de su rostro y cierras los ojos. Estás a punto de venirte con tremenda abstinencia acumulada pero aquella conocida fuerza te avienta lejos nuevamente. Abres los ojos sorprendido, alcanzas a distinguir el techo obscuro en el horizonte y sientes de repente que el peso de otro cuerpo se asoma en tu pecho. La poca luz que entra por la ventana se extingue por un velo negro, unas gemas verdes te escudriñan el rostro y unas delgadas manos van atrapándote los brazos. Su aliento te acaricia los labios y su lengua ronda por sus dientes insinuándose. Ya comienzas a sentirte vigoroso otra vez y te sumas al juego húmedo; fuera de sus bocas, sus lenguas van entrelazándose en una pelea candente digna de los dos. Loki pasa los dedos fríos por tu pecho, roza tus pezones erectos y delinea tus pectorales. Demandante, la atraes por la cintura recorriendo con las manos la piel suave de su espalda hasta llegar a sus nalgas. ¡Por los dioses! ¡Pediste por un milagro y lo obtuviste! Ahora, el comienzo de tu dicha está a las puertas. En ese instante, reflexionas jamás confiarte de soluciones fáciles sin, por lo menos, pensar en los contras antes.

 

Lo que te enciende no es el ‘carisma’ de Loki; no, lo que te excita es su malicia y trato inicuo dedicado en nuestro honor. ─ fuege shel…  ─ “¿A que sí?”

 

Y poco después lo sientes; aquel inmenso dolor en lo más profundo de tu honor. Dedos largos y temerarios están entrando sin zozobra. Atónito, abres los ojos encontrándote con la maquiavélica faz femenina y dejas de elevar las caderas en busca de acción. El escaso segundo es suficiente para tocar la alarma general.

 

─ ¡WWWAAAHHH! ─ Tienes que escapar, debes fugar con presteza de aquel cuarto en donde tu masculinidad es asediada, es ultrajada ─ ¡¡¡Quita, quita, quita!!! ─ Retrocedes por entre las sábanas revueltas arrastrándote de espaldas. Espantado, logras zafarte de los dedos que entraron a tu orificio (ahora) desvirgado y abandonas el trabajo que traías con esmero al haberte acomodado seguro en el piso y pensado tener una buena noche de sexo desmedido. Y tú que te comediste a tender las sábanas en el piso y adornar el recorrido con velas y sandeces…

 

─ No seas ‘marica’… ─ Y saltas; brincas en la cama tomando una almohada como única arma contra el enemigo de tu inmaculada integridad. Esa sonrisa maligna se que se mantiene en su rostro y la mirada fija no te dejan. Loki se asoma al borde de la cama y asciende con calma. 

 

─ Estás loca… estás loco…¡¡Mi honor!!¡Mi hombría!

 

Cuarto de minuto después…

 

La jaqueca en tu cabeza y el dolor de AHÍ abajo (sí, fue traumático) son implacables; sentarte en el suelo duro y taparte los oídos mientras Loki se mata de risa no va a cambiar las cosas, y lo sabes (no escapaste, lo que pasa es que te retiraste. La retirada y escape son términos distantes). Tienes que aferrar esa almohada en la retaguardia y caminar de espaldas hasta la salida del cuarto. Dormirás afuera a un lado de la puerta, pero seguro y en paz. Ya en la mañana, derribarás las paredes del laboratorio donde el ‘doctorcito de cuarta’ se refugia, le amenazarás con delatarlo (sobre aquella misteriosa petición de días atrás) para que trabaje en una solución y recapacitarás más tarde si mantendrás tu silencio o no.

 

─ Déjalo. ─ De repente, Barton aparece y te apunta a la cabeza con su siempre eficaz saeta. Dejas al hombre de la bata en el piso y te defiendes sin chistar. ─ Solo quiero una solución. ─ Tus ojos arden y la cabeza te da vueltas. Tu nariz moquea y tu voz es más tosca que de costumbre. Aquellas palabras que jamás de los jamases te gustaron quieren salir.  

 

─ Te dije que pasará, que se repondrá. ─ Tienes a tu soberbia mendigando, tienes a tu seguridad en manos de los mortales que una vez menospreciaste: “Por favor” ─ ¿Y QUÉ hiciste? ¡Se la diste toda!

 

─ ¿Y no que era inmune? ¿Ambos? ─ Baja el arma sin dejar de vigilarte.

 

─ Al veneno… ─ “Por favor.” ¡Vamos! ¡Que no es tan fácil decirlo, carajo!

 

Y algo no te gusto en ese brillo repentino que invadió los ojos Clint. No le caes o más bien te odia, eso ni lo sabes. Pero “¿por qué?” Tú ni le debes nada y ni siquiera le hablas (mucho). Solo te lo encuentras de vez en cuando por alguno que otro corredor de la (ex)Avengers Towel, el (ex)laboratorio de Banner o la sala de juntas que ahora ya no es suya sino de ‘otros’. Y pues… Tú y Loki andan más metidos en su cuarto convenientemente aislado, con baño doble y yacusi, vista a la ciudad y al mar, de roperos amplios y…

 

“¡Ooops!” 

 

No pensante con cuidado que aquel bellaco implantaría la idea de la mudanza a tu hermano y que desde el principio el Hood de ese siglo tenía planeado deshacerse de ti y  Loki lo más pronto posible, y vamos que los dos se interponían en sus ‘intereses’ privados.

 

 

 

─ Te amo. ─ Esa frase melosa sale de tu boca de repente como un suspiro sin disimulo; tu corazón está flotando en las nubes; todo lo demás es superfluo, todos los demás son esporas de un viento de invierno. Quien se sienta al frente es el centro de todo tu universo. Sufriste y sufres por ella (él), y lo seguirás haciendo el resto de tu vida. No importa el qué dirán o cómo vivirán (No tienes ni dinero midgariano ni casa propia o alquilada, eso es cierto) pues tú tienes algo que los demás no pueden ofrecerle.

 

─ Que lindo… ─ Baja el periódico, te mira a los ojos como nunca nadie logró hacerlo y te muestra esa sonrisa de la que te enamoraste desde siempre. ─ No sabes lo feliz que me haces…

 

Y sí; estás más que dispuesto a entregarle el sol y la luna (inclusive el trono). Porque Loki es tu vida, tu reino y tu dicha. ¿Quién pudiera sacrificarse sin atisbo de duda a tan magnánimo ser celestial (infernal)?

 

─ No habrá nada que nos pueda separar, te lo aseguro. ─ Aguantarás; resistirás cualquier cosa, cualquier obstáculo. Tu amor será bastante para soportar toda cuanta catástrofe desate tu idilio loado. Solo a ella (él) te someterás por completo; solo a ella (él) soportarás en secreto. ─ Compraré ese apartamento que quieres (exiges) tanto… viviremos los dos solos y muy lejos (ni tanto) ─ Loki no aparta los ojos verdes y brillantes de tu rostro, se levanta de su asiento con parsimonia y deslizando las yemas de los dedos delgados por la mesa llega a una de tus manos y te la toma. Reposa la mayor parte de su torso en el mueble y su rostro está más cerca del tuyo que el mismo aire expulsado del oxidado ventilador sobre sus cabezas.

 

─ Eso no va a ser posible, Thor…

 

─ ¿Por qué? ─ Decodificas aquellas palabras en tu cabeza lerda, buscas y asocias la semántica apropiada, y cuando encuentras la connotación más obvia (para ti), te alarmas. “No es posible…No…¡¡No es factible!!” Tu cabeza está dando vueltas: ¿Y si te citó para terminar? ¿Si lo que te quiso decir desde un principio resultaba en la confesión de una infidelidad? O ¿Simplemente la perdida del interés? “¡NO!” Ella (él) no tiene ningún derecho a abandonarte; tú eres el único que dirá cuando se iría todo al carajo (es decir, jamás). Los ojos te empiezan a escocer, la boca se te pone amarga y en el corazón sientes un agudo dolor que va subiendo hasta tu garganta. Raudo, te levantas de la silla y vas a parar de rodillas a los pies de Loki. ─ ¡CAMBIARÉ! ─ Sí, estás dispuesto a más sacrificios, a más humillaciones (si las sigue habiendo) ─ ¡Dejaré de limpiarme la boca con las manos! ─ Es uno de los muchos malos hábitos innatos con que naciste (¿?) ─ ¡Dejaré de beber! ─ Las noches de juerga desaparecerán (¿hurra?) ─ ¡No miraré a otra (otro) más que a ti! ─ Las revistas de Stark, esas que tienes bien ocultas debajo del colchón, pararán esa misma noche en el basurero o la chimenea. Lo juras. ─ ¡Ayudaré en casa! ─ No es imposible poner el plato en el fregadero o llevar las medias y calzoncillos al cesto de ropa sucia. ─ Aquello que quieras que cambie… ¡lo haré! ─ El aliento se te escapa, tu voz es apenas un murmullo en el aire y tu vista es borrosa por las lágrimas escurridizas que corren por las mejillas de tu rostro sumamente descompuesto.

 

─ Bueno…

 

─ ¿Sí? ─ Cual garrapata, te aferras a su vestido blanco, estampado de rosas rojas y perfumando de fragancia extranjera ─ pídeme lo que sea. ─ Alzas los ojos angustiados con la faz empapada en llanto buscando a los de Loki. Y él sonríe cálidamente tomando tu rostro entre sus delicadas manos.       

 

─ Sólo quiero…

Notas finales:

─ ¿Cafetería ‘Ma que Donna’? ¿Si come aquí, es que no conoce la zonaaa?

─ Con el presi, por favor

─  Ajá, sí, sí…

─ Señorrr, que lo buscan…

─ Chao cariño.─  le guiñe el ojo izquierdo y la despacha ─  Páseme la llamada a la oficina.

─ Claro ─ Aprieta el botón para redirigir la llamada y cuelga. 

─ ¿Aló? ¿Mr. Presi?

─ Sí, niña ¿qué desea? No tengo tiempo

─ ¿Por qué será que Loki citó a Thor en esa cafetería de cuarta?

─ ¿?

 

Bien, mientras espero a que me atienda (entienda) me vuelvo vieja TwT. ¡Nos vemos en el próximo y último (¿Tan pronto?) capítulo!   

Sugerencias o críticas son aceptadas pero no respondidas o consideradas...

Jajajaja... pues no, ¡mentía!

 

¿Le sigo?


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