Creí que sólo yo conocía esos ojos centellantes, y esa sonrisa.
La gran ventana de la habitación se encontraba abierta, dejando entrar un aire fresco común en los últimos días de octubre. La hermosa luna llena iluminaba el espacio entre el sofá y un pequeño estante colocado en un rincón del cuarto. Y allí, en el sofá, se encontraba sentado.
Usui Shusei. Un joven de unos 20 años aproximadamente, con un cabello corto de un café más claro que la arena de mar, ojos miel y una piel clara, suave y siempre amable, solo para sus seres queridos, o más bien dicho, su ser querido.
Aún recordaba aquella noche en la que él había corrido las cortinas y le había confesado, con una hermosa mirada, que amaba aquella vista. Un cielo despejado, sin nube aparente surcando el firmamento, adornado de un millar de pequeñitas luces parpadeantes, las cuales tenían el simple nombre de estrellas.
Había pasado mucho tiempo desde aquel día, tres días desde que había abandonado a Hotsuma, y en los cuales no había hecho otra cosa que pensar en él.
Aunque se sentía derrotado, enojado, triste y confuso, no podía permitirse, de ningún modo, provocarle más molestias con su presencia. Eso solo lograría que se distanciaran más, y entonces, si eso sucedía… No quería ni siquiera pensarlo.
Jamás dejaría que viera a la persona en la que confiaba ciegamente de esta manera.
¡Pero que ganas de alejar a Yuki de Hotsuma le habían entrado! Luego abrazarlo, llevarlo arrastrando a la habitación y ponerlo a elegir entre los dos. Pero jamás podría. Nunca lo haría. Sería demasiado egoísta, demasiado infantil, y no se permitiría perder los estribos por algo así. Nunca había tenido problemas para mantenerse cuerdo, incluso en vidas pasadas, Hotsuma permanecía a su lado.
Se levantó del sofá con pasos lentos y se metió al cuarto de baño. Giro el grifo del lavabo y se mojó la cara.
Entonces, al verse reflejado en el espejo, se preguntó qué demonios estaba haciendo.
/////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////
Renjo Hotsuma, abrió los ojos con un fuerte dolor en la parte trasera de la cabeza. Al parecer aquellos malditos habían hecho lo posible para que no fuera tras Shusei.
Giro rápido su cabeza para buscar el reloj que se encontraba sobre su estante, y al localizarlo, su vista se nubló. Al parecer ese golpe le afecto más de lo que creía, pero algo que ese golpe no podía afectar, sin duda, era el tiempo. Las manecillas indicaban que eran las tres de la tarde.
¿Cuánto tiempo había permanecido dormido? ¿Qué maldito día era? Y lo más importante, ¿qué había sido de Shusei?
Bajó corriendo las escaleras, aún llevaba puesta la ropa de hace tres días, eso lo descubrió al pasar frente a los cristales oscuros de la puerta del comedor. Su cabello amarillo paja, estaba un poco alborotado. Abrió la puerta de par en par y observó a los presentes con una furia ciega que jamás había mostrado.
-Hotsuma, ¿te encuentras bien?- claramente la respuesta era obvia, y Yuki apartó la mirada cuando lo descubrió. Luka le toco un hombro como diciéndole, está bien, pero Hotsuma no estaba nada bien.
-¡Por supuesto que no lo estoy!- iba a decir algo más, pero se contuvo. Yuki no tenía la culpa de su enfado.- ¿Cómo podría estarlo cuando no sé nada de Shusei? Y, Tsukumo, no te creo nada de eso, de que no tienes idea de dónde demonios se encuentra. Vamos, ¡dímelo!
-Hotsuma, te juro que si supiera algo te lo hubiera dicho en seguida. Nosotros también estamos preocupados, por Shusei y por ti.
-Es una verdadera lástima que hayamos perdido “los ojos de Dios”- entró a la habitación un hombre de cabello largo, claro, que vestía con un elegante traje negro y unas gafas modernas.- Pero no podemos precipitarnos a hacer cualquier movimiento estúpido que podamos lamentar.
-¿Cómo que es una lástima y no haremos nada? ¡Él siempre te ayudó en lo que le pediste y tú te niegas a hacerlo!- tomó con fuerza el cuello de su camisa almidonada, dificultándole la respiración y obligándolo a retroceder.- Si tienes miedo, está bien. No te estoy pidiendo que me ayudes, ni a ellos tampoco, ¡sólo quiero que me dejes ir por él!
-Suéltame-ahora dirigía su vista a Tsukumo, mientras Hotsuma lo soltaba- ¿No se lo has dicho?- ahora dirigiéndose a Hotsuma- Shusei se fue, porque así lo quiso. Pero, de acuerdo, te dejaré ir. Ve y búscalo.
-Hotsuma, yo… no te lo dije porque Shusei me lo pidió. Él estaba preocupado por ti, pero… bueno, supongo que él se encargara de explicarte el resto.- Hotsuma seguía de espaldas a él, volteo la vista- te diré dónde está.
El Sol vespertino sorprendió de mala manera el mal humor de Hotsuma. Si no fuera porque en verdad tenía algo importante que hacer, no hubiera salido hasta entrada la noche. Amaba el otoño pero odiaba que el Sol fuera tan fuerte incluso cuando el aire enfriaba casi todo a su paso.
El aire frio era lo que más le agradaba de aquella temporada aunque, por alguna razón ahora lo que quería era cubrirse de aquella frialdad y refugiarse en algo aún más caliente que el Sol, pero más familiar. Esta era la primera vez que se había sentido tan solo, tan triste, tan desesperado. Incluso esto superaba lo que le habían hecho sus padres, después de todo, nunca había contado con ellos para nada, con el único que había contado, y estaba seguro que contaría, seria Shusei. Lo extrañaba tanto. ¿Por qué se fue?
No importaba si no quería estar con él, lo obligaría a permanecer a su lado aun si tuviera que mantenerlo inconsciente.
Un leve sonrojo lleno su cara, ¿Qué era ese pensamiento? Y en ese momento se dio cuenta de que era amor y se lo quería decir.
//////
-¿Qué demonios estoy haciendo? En verdad… solo le deje el camino libre a Yuki.- Pero, ¿Quién curará tus heridas?- ¿Por qué no me di cuenta?
Yuki ama a Luka, lo sabía desde el principio y lo ignoré. Ignoré todo lo relacionado con nada que no fuera Hotsuma. Esta herida, nos marcó a los dos, el principio y el fin, morir y renacer, los ojos y la voz, Hotsuma y Shusei.
Solo confiaste ciegamente en mí, solo me hablaste a mí, solo a mí me mostraste tus heridas, pero yo no fui capaz de sanarlas, ni siquiera lo intente. Incluso él sabía que era mi deber, y yo le dije que fuera contigo.
Te amo Hotsuma. Pero no sé si tú también lo hagas. ¡Te extraño, quiero verte! Perdóname por abandonarte.
Perdóname. Haz lo que quieras pero, por favor, ven por mí.
El cansancio se fue apoderando poco a poco de él. Solo alcanzo a llegar a la cama y sus ojos se cerraron de golpe. Tres días y tres noches sin dormir eran demasiado, incluso para él. Y no solo habían sido tres noches, se recordó, fue desde que Yuki apareció que dejé de comer y dormir por darle vueltas al asunto. ¡Que estúpido soy! Ves lo que provocas, Hotsuma…
/////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////
Un joven apuesto le indicó a Hotsuma cuál era la habitación de Shusei. No quería molestar al chico que guiaba su paso y debido a eso estaba reteniendo sus impulsos asesinos. ¿Quién era este maldito? ¿Acaso Shusei se había encariñado con él? Maldita sea.
(Flas Back)
-Buenas tardes, ¿tiene reservación?
-La verdad, quedé de verme con un amigo y en realidad no sé si se encuentra hospedado aquí, pude haber captado mal la dirección. ¿Usted podría ayudarme? Su nombre es Usui Shusei.
-¡Ah! El chico alto, delgado de cabello castaño y ojos de almendra. Si, ¿Cómo podría olvidarme de él? En verdad es lindo.
-¿Me puedes decir en que habitación esta?
Claro que Hotsuma sabía lo lindo que era Shusei. Y el hecho de saber que él lo había visto dormir tantas veces, le hizo sentir grande, con muchas ganas de gritarle a este sujeto a la cara, lo que ellos eran, aunque de momento solo fueran amigos.