-¡¡Puppy, no te vayas!!- suplicaba el pequeño de cabello rubio y ojos irritados de tanto llorar
- bummie, me adoptaron, no puedo hacer nada – respondió el otro niño limpiando sus lagrimas para que su nueva familia no lo viese llorar
- es que, no me puedes dejar so-
- ¡¿Dónde se metió este niño?!- interrumpieron detrás de la puerta del cuarto donde estaban escondidos
- ¡no, no por favor no dejes que te lleven hyung!
- es que no puedo bummie, yo ya no puedo hacer nada, pero… pero te mandare muchas cartas, ¡Lo prometo! – el otro pequeño de cabello castaño intentaba consolar a su compañero aunque no podía ni controlarse a el mismo, pero de sorpresa la monja que buscaba a el pequeño castaño abrió la puerta de su escondite y lo jaló agresivamente
- ¡ven para aca niño!, ya llegaron tus nuevos padres
- ¡¡noo, por favor no madre!!
- ¡Quítate niño!
- bummie, espérame, yo te buscaré
- ¡Puppy! ¡Noo! – el pequeñito gritó hasta desgarrarse su garganta… se quedó sin aliento…
-¡Ah! – despertó sofocado de su pesadilla, no había noche que no soñara lo mismo, ya hacían diez años de eso y aún recordaba perfectamente ese momento tan horrible en que lo separaron de aquella persona tan especial, que por mas especial que fuera, no recordaba su nombre.
Se levantó y fue directo al baño para ducharse y prepararse para ir a buscar un trabajo y un lugar donde vivir, pues ese día era 23 de septiembre, su cumpleaños número dieciocho, lo que significaba que tenía que dejar el orfanato donde vivía desde que tuvo memoria, todavía se preguntaba porque nadie lo había adoptado, le dolía demasiado, pero no le quedaba más por hacer, vio irse a sus amigos y a esa persona tan especial.
- “puppy” – pronunció con tristeza levanto su equipaje para ir a la oficina de la madre superior para que le entregara sus documentos personales, llego y toco levemente la puerta
- Entra Kibum
- Buenos días madre
- Buenos días, ¿cómo te sientes?
- Pues… feliz, ya seré independiente
- Me alegra escucharte Kibum, espero y así sea, tienes mi bendición
- Gracias madre, ¿Me podría dar mis documentos?
- Claro, solo una cosa, ¿Ya tendiste tu cama?- bromeó la anciana a lo que Kibum respondió regalándole una sonrisa
- Como siempre, a las siete en punto
- Toma – le entregó una carpeta bien cerrada – por cierto, feliz cumpleaños Kibum – lo abrazó cálidamente dando ligeras palmaditas en su espalda – Que te vaya bien
- Igualmente madre – salió de la oficina, cerró la puerta y se aproximó a salir del edificio; Sin rumbo caminó varias cuadras hasta aproximarse a un parque donde llego y se sentó en unas bancas, luego se dispuso a abrir la carpeta que le entregó la monja
- Kim Kibum, peso “3.800” medida “48 cm” – se pasó de su certificado de nacimiento a una ficha con observaciones de todo tipo, leyó varias cosas, “solitario”…. “tendencias homosexuales” - ¡Ha! Hasta este tipo de cosas ponen, ya veo porque nunca me adoptaron, ¿Quién iba a querer un hijo gay? – siguió hurgando la carpeta y encontró un sobre medio grueso sellado, con una nota pegada al frente >>Empléalo correctamente<< - lo abrió curioso y cuando vio su contenido abrió sus ojos lo mas que pudo de la impresión, había mucho dinero, ¿De dónde? Supuso que la madre se lo dejo pues si se lo daba personalmente no lo aceptaría. Sacó uno de los billetes del sobre y compro el periódico para ponerse a buscar un trabajo, empezó de dirección en dirección preguntando por los anuncios sin obtener respuestas positivas.
Se le fue el día completo sin haber desayunado ni comido nada más que un litro de agua y galletas de arroz que compró en un puesto de por ahí, agotado y un tanto pálido por la falta de alimento llegó a una casa de la cual la dirección estaba señalada en una de sus opciones de trabajo
“se solicita sirviente, sexo masculino, de 17 a 25 años, contratación inmediata”.
La casa estaba ubicada dentro de una colonia de gente prestigiosa, grandes casas que abarcaban una sola cuadra con jardines hermosos y autos lujosos, llegó y tocó la puerta, abrió una señora de unos 65 años de edad con un semblante tranquilo e indiferente.
- ¿Qué necesitas muchacho?
- Vengo por el anuncio del periódico
- Oh, entonces pasa… -Kibum entro a la hermosa residencia y siguió a la mujer que caminaba lentamente, llegaron a una oficina que en la puerta decía “despacho” entraron, la mujer se sentó detrás de un escritorio y Kibum en frente de ella
-¿Cuántos años tienes?
- estoy cumpliendo dieciocho
- oh, y cuál es tu nombre
- Kim Kibum
- ¿Qué sabes hacer de trabajos hogareños?
- De todo señora, por eso he venido
- ¿y estas consciente de que deberás vivir aquí? - mejor no pudo haber sido, estaba a punto de conseguir trabajo y un lugar donde dormir de una sola oportunidad
- claro señora, n-no hay problema, puede confiar en mi
- estarás a prueba por un tiempo Kibum, vaya con Taemin el sabe donde están los uniformes, para que le de uno
- umm, ¿Dónde esta Taemin?
- ah de estar lavando los baños – decía la señora con los ojos cerrados dándose un masaje en las sienes
- e-esta bien, emm, por último, ¿Cómo se llama usted?
- Hyoyeon, pero no necesitarás llamarme por mi nombre, señora, esta bien, y acerca de tu paga, luego lo discutimos
- Esta bien señora, iré a buscar a…
- Taemin
- Si, Taemin… con permiso – cerró la puerta lentamente y festejo interiormente, ahora solo tenía que encontrar a “Taemin”, no sabía cómo era ni donde estaba el baño pero lo tenía que encontrar lo antes posible, empezó a merodear por ahí viendo infinidad de cuadros, para él, raros, no sabía ni por donde estaba, la casa era realmente grande, por fin llegó en frente de una habitación, la única con la puerta abierta, entro curioso a la obscuridad y lo primero que se topo fue el cuadro pintado de un niño llorando, sintió nostalgia y se quedó pasmado observando el cuadro
- yah~ ¿Por qué lloras? ¿Qué te hicieron?
-¿Quién eres tú?- escucho del otro lado de la habitación sin poder ver más que una silueta de quien le hablaba
- ¡¿Tu eres Taemin?!
- No, ¿Quién eres tu?
- K-kibum… emm, estoy buscando a Taemin para que me de mi uniforme
- ah eres el nuevo sirviente… salgamos de aquí, no puedo verte bien… - ambos chicos salieron del cuarto y por fin se vieron a los ojos… fue como un choque de miradas congeladas, latidos acelerados sin razón y recuerdos invisibles, hubo silencio, solo silencio; Kibum solo se quedó tieso, le dolía en el pecho, ¿Por qué siento esto?...