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La Propuesta por sue

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Notas del fanfic:

 

La vida esta llena de situaciones que de presentarse - y si tenemos el suficiente humor - pueden provocarnos risa xD

 

 

Notas del capitulo:

 

Konnichi wa mis amores! ^o^0 ¿Cómo están? Desde hace rato quería empezar a escribir fics con personajes originales, así que mejor empezar desde ya je je espero que sea de su agrado n.n nos leemos abajo!!

 

 

 

Cuando se es joven la mayoría piensa en estar metido en fiestas y salir con los amigos. Pero para Ángel, el inicio de la edad adulta esta llena del acogimiento de responsabilidades. El muchacho a pesar de tener veinte primaveras, tenía una apariencia sumamente infantil. De cabellos castaños rojizos y unos ojos grandes azulados que capturaban a cualquiera que los mirase; la piel blanca cual copo de nieve, de apenas 1.60 cm de estatura, manos y pies pequeños; y para colmo con el rostro más limpio y libre de barba que muy difícilmente se hallase en alguien de su edad. Todo esto le había causado: Burlas por parte de los demás hombres y rechazo por parte de las mujeres.

 

 

 

Y es que por su aspecto de chico indefenso sería difícil imaginar que detrás de esa imagen se ocultaba un animal fiero. Ángel no era para nada una persona indefensa, sabía lo que quería y era capaz de pelearse por ello. Pero en las relaciones amorosas, el muchacho se quebraba como una galleta.

 

 

 

Había intentado mantener una relación estable, ya que para él, el amor era algo muy importante, siendo adecuado catalogarlo como un romántico empedernido. Sin embargo, hasta la fecha aún se hallaba soltero y eso en cierto modo, lo deprimía.

 

 

 

Una de sus novias había terminado compitiendo con él - por muy extraño que pareciera - en cuanto a apariencia física. Ya que por más que la muchacha se arreglara, no lograba competir con el aura angelical del pobre Ángel. No hubiese querido terminar con Carla, pero estaba harto de que ella se quejase de que los hombres le coquetearan a él y no a ella, como era lo más normal.

 

 

 

Ese era otro problema. Con sólo verlo y sin conocerlo, podías asegurar que Ángel era homosexual. Esto lo ponía en verdad furioso. No es que detestara el hecho de ser gay, de hecho él se consideraba bisexual y tenía muchos amigos con aquellos gustos... El problema era que siempre lo tildaban como el pasivo de la relación.

 

 

 

Para Ángel esto era peor que un insulto, él no era ningún "muerde almohadas", sentía su virilidad ser acribillada cada vez que hacían estas suposiciones sin base. Y es que por su temple, el hombre tenía toda la personalidad del activo. Así le gustaba, le encantaba satisfacer a su pareja, protegerla, celarla, de vez en cuando tratarle con rudeza... Pero no, por su apariencia el debía de ser el pasivo ¡Cuán error! Y no era que eso le pareciera algo denigrante, sólo que no le "nacía" ser el de abajo... Por más que anteriormente lo hubiese intentado. 

 

 

 

Había tenido una pareja: Víctor. Más alto que él, musculoso y con todas las características de un activo promedio. La frase que pone “las apariencias engañan”  les quedaba a la perfección. Sometía al joven de la manera más brutal. Nadie se imaginaría las cosas que hizo con Víctor y todo el mundo siempre tuvo una concepción errónea de los papeles que ellos jugaron en la cama.

 

 

 

Como fuese, esos eran sus problemas amorosos y sexuales. Ahora, él también tenía otros problemas que lo tenían mordiéndose las uñas. Era un estudiante que tenía que mantenerse solo.

 

 

 

El que lo hubiesen despedido de su último trabajo le ponía peor las cosas.

 

 

 

- ¿Qué haré?

 

 

 

El muchacho se recostó de una de las paredes del local en el que había dejado sus papeles.

 

 

 

- Espero que ésta vez si me llamen.

 

 

 

Estaba cansado de que las entrevistas no pasaran del "nosotros lo llamaremos" del cual ya se estaba acostumbrando.

 

 

 

Ángel se colocó los audífonos y dio marcha. Quería pasear y admirar los adornos navideños que ya se estaban adueñando de las vidrieras. Miró su reloj. Hoy tenía una cita con un chico al que le habían presentado hacía un par de días, compró algo dulce para regalárselo. Estaba demasiado acostumbrado a los detalles. Calculó el tiempo, tenía aún una hora y media antes de ir al encuentro. No le gustaba hacer esperar a sus citas.

 

 

 

La canción que escuchaba lo llenaba de cierto ánimo, se la hubo dedicado aquella muchacha que lo había confundido con una chica y con la que salió unos meses.

 

 

 

- "Oh Andreina ¿Que estarás haciendo?"

 

 

 

Su mente se apartó cuando notó una presencia a su diestra, al parecer alguien caminaba muy pegado a él. Temiendo que se tratase de un carterista, el joven se retiró uno de los audífonos y se giró rápidamente. Un hombre alto y de cabellos oscuros,  caminaba a su lado.

 

 

 

- Veo que no escuchaste ni una palabra de lo que dije - Mencionó con una sonrisa.

 

 

Ángel se retiró el otro audífono. Al parecer le había estado hablando y ni cuenta se hubo dado. Empezaron una conversación sin dejar de caminar, ésta vez más despacio.

 

 

 

- Disculpe. No me di cuenta - Se excusó. Pensando que quizás el hombre necesitase ayuda con una dirección.

 

 

 

Eso esperaba. Detestaba a los vendedores que detenían a la gente en plena calle para llenarles la cabeza del porqué debían comprarle un inútil producto.

 

 

 

- Je je no hay problema.

 

 

 

- "Es apuesto" - No pudo evitar reparar en ello, cuando el hombre sonreía era lo primero en lo que se podía pensar - Así que... ¿Me decía?

 

 

 

- Te decía o más bien te estaba preguntando que si no te interesaría posar para una revista.

 

 

 

¿Él? ¿Modelo? Algo dentro de Ángel se iluminó. Nunca hubiese pensado en esa posibilidad, bueno, si lo había hecho pero sólo en sus fantasías.

 

 

 

Aún así y aunque su ego estuviera hinchado por la propuesta, el sentido común del muchacho lo aguijoneó de golpe.

 

 

 

- No lo sé. Tendría que investigar y conocer primero sobre ésta revista suya. Además ¿Por qué yo?

 

 

 

- Porque tienes lo que estamos buscando.

 

 

 

El muchacho guardó silencio. Todo parecía como sacado de una peli en donde se le resuelven los problemas al protagonista con sólo dar un sí, llevándolo a un cambio de vida de 180 grados e involucrándolo en nuevas y excitantes situaciones.

 

 

 

- ¿Qué clase de revista? - Su razón lo instaba a preguntar.

 

 

 

No tenía la más remota idea de para qué iba a posar. De repente la imagen de él ante las cámaras posando ropa cara y a la moda, lo sedujo. Pensar en la posibilidad de volverse alguien famoso y poder presumir ante sus amistades, lo llenó de ese sentimiento egoísta de querer sentirse superior a otros.

 

 

 

- Te hablaré claro: Se trata de una revista porno.

 

 

 

La ilusión de Ángel se fue en picada. El absurdo mundo que creo en tan sólo unos segundos se derrumbó sin misericordia. En cierto modo, al aceptarla, si estaría envuelto en excitantes situaciones.

 

 

 

Nadie se ganaba una buena fama tomándose fotos porno. Mucho menos si tenía pensado en volverse alguien respetable en el futuro. Tenía que cuidar muy bien lo que se volvería su pasado, después de todo eso sería lo que lo marcaría en lo que sea que terminara convirtiéndose. No podía darse el lujo de tener un secreto de esa índole. Entre cielo y tierra nunca había nada oculto.

 

 

 

- ¿Qué? Ja ja - No pudo ahogar esa risa, a pesar de todo la propuesta sonaba graciosa - No, gracias - Tal vez esperaba que apareciera una chica sexy con un micrófono, informándole que todo se trataba de una cámara oculta.

 

 

 

- Yo sé lo que piensan cuando se les habla de estos temas. Pero te pido que me dejes explicarte con más detalle.

 

 

 

El hombre se veía sumamente interesado. Ángel ya no lo estaba tanto. Más al mirar al frente se dio cuenta de que la tienda ha la que tenía pensado asomarse, tenía las puertas cerradas. Se detuvieron.

 

 

 

- Déjame que te invite algo y así hablamos con más calma ¿Te parece?

 

 

 

Ángel suspiró con levedad.

 

 

 

 

- En verdad nunca te rindes ¿Cierto?

 

 

 

 

- No cuando algo me interesa - Volvió a mostrar una de sus encantadoras sonrisas.

 

 

 

 

- Bien. Te lo acepto porque está cerrado - Señaló el local.

 

 

 

 

- Ok, ok - Emitió divertido - Vayamos.

 

 

 

 

El lugar estaba vacío. Le pareció bien, lo menos que quería era que alguien lo viese con aquel sujeto de dudosa reputación. El hombre le indicó que podía pedir lo que quisiese, y estaba seguro de qué era posible, ya que el sujeto pagaba con un billete de elevada denominación, obviamente para impresionarlo, pero Ángel no caía ante esa banalidades, a él no le gustaba mucho que le invitaran las cosas. Pensó en su bolsillo casi desértico, no estaba en condiciones de invitar, ni siquiera de pagarse algo para sí mismo. Pidió un jugo para calmar la sed y de paso aceptar la cortesía del hombre.

 

 

 

 

Se sentaron en una de las mesas más apartadas. Al lado de una cascada decorativa que le daba al lugar un toque agradable.

 

 

 

 

- Me encanta éste lugar, por esto...

 

 

 

 

Hizo silencio para que el menor escuchase el ruido de la cascadita falsa.

 

 

 

 

- Me gusta escuchar ese sonido - Sacó una de las sillas y le indicó al joven que se sentara.

 

 

 

 

- Gracias... Ya veo... Eso y porque así nadie nos escuchará - Se sentó.

 

 

 

 

- ¿? Ja ja ja ja

 

 

 

 

Al hombre no pudo evitar parecerle cómico el comentario. El tema que iba a tratarle sería considerado tabú, pero él no buscaba de esconderse.

 

 

 

- Vayamos al grano.

 

 

 

- Se lo agradecería - El muchacho se acomodó en su silla.

 

 

 

- Me llamo Eduard Paolinini.

 

 

 

- ¿Qué? ¿Paolique? - Se rió. Se le había trabado la lengua al tratar de repetirlo.

 

 

 

- Ja ja Es italiano.

 

 

 

- Ya... - Se atrevió a tomar de su jugo. Con aquello sabía que la conversación no sería tan seria.

 

 

 

- ¿Cómo te llamas?

 

 

 

- Ángel Ilcasa.

 

 

 

- ¡Vaya! Un apellido extraño también.

 

 

 

Había pensado en utilizar su nombre falso. Lo tenía para utilizarlo en caso de que alguien quisiera saber su nombre y él no quisiese darlo. No sabiendo porqué, había terminado usando su nombre real. Ya no había marcha atrás.

 

 

 

- ¿Qué edad tienes Ángel?

 

 

 

- Veinte años.

 

 

 

- ¿Eres casado? ¿Tienes pareja?

 

 

 

- No y no - Se sentía como en una especie de interrogatorio.

 

 

 

- ¿En serio? - Se sorprendió ante la mención de aquello - ¿Por qué no Ángel?

 

 

 

 

- Estamos aquí para hablar de su revista, no de mi vida privada – Espetó.

 

 

 

 

 - Ja ja Ok – Mostró las manos en señal de docilidad - Bien Ángel... Sex Guys es una revista porno Gay que se vende sólo fuera del país. El trabajo se hace aquí, se edita y se manda para afuera. El pago se hace en efectivo, no tendrías que esperar, el mismo día de la sesión se te pagará una parte y al terminar se te pagará la otra.

 

 

 

 

¿Revista gay? La idea de verse acompañado de una despampanante mujer, también se fue por el caño.

 

 

 

 

- Pero... ¿Qué clase de fotos? - Fue una pregunta inocente, pero sin embargo la hizo.

 

 

 

 

- Seré sincero…

 

 

 

- ¿Más? – No le pareció que aquello fuera posible.

 

 

 

- Je je… son fotografías al desnudo. Más específicamente de relaciones sexuales.

 

 

 

 

Vaya... Se refería a "esa clase de fotos". Ángel miró su reloj, faltaba para que su cita se desesperase. Decidió matar el tiempo hablando con Eduard. Aprovecharía de sacarle toda la información que pudiese.

 

 

 

 

- Pero... ¿Por qué yo?

 

 

 

- Eres hermoso.

 

 

 

Ángel se sonrojó. Más mantuvo la mirada en los ojos claros del Eduard. Pensó en ponerle las trabas en claro.

 

 

 

- ...Estoy estudiando, además mi familia...

 

 

 

- Eso no tiene nada que ver - Le interrumpió - Ya te dije que sólo se vende afuera.

 

 

 

Suspiró con fuerza.

 

 

 

- En serio ¿Qué viste en mí?

 

 

 

Ante la incógnita, el rostro de Eduard se iluminó.

 

 

 

- Dime una cosa Ángel... ¿Tú te has visto desnudo?

 

 

 

- ¡Pues claro! - Le pareció estúpida la pregunta.

 

 

 

- Y dime... - Se lamió los labios para humectarlos - Cuando te ves así, desnudo frente al espejo, con ese aspecto tuyo, dime... ¿Qué ves? ¿Qué aparentas?

 

 

 

El chico sabía a qué se refería… Indignado dio su respuesta:

 

 

 

- ...Alguien menor.

 

 

 

 

- ¡Exacto! - El hombre casi aplaudió ante su respuesta - Con tu aspecto luces exactamente como un menor de edad. Te haremos pasar por uno y como eres mayor, no tendremos problemas con la ley.

 

 

 

 

- ¡Hey! Eso es trampa - Le señaló.

 

 

 

 

- Pero es legal - Se encogió de hombros.

 

 

 

 

Ambos se rieron. Más luego la actitud de Ángel se ensombreció.

 

 

 

 

- Y yo... ¿Qué haría? Digo ¿Qué papel cumplo yo en esas fotos?

 

 

 

 

- Tú, mi querido Ángel serás el niño que tendrá su experiencia sexual con alguien mayor. Así que tendrás que mantener relaciones con otro hombre y nosotros te tomaremos fotos.

 

 

 

 

Más baldes de agua fría no podían tirarle ¿Se tenía que dejar coger? ¡Al diablo! Aunque Eduard le mencionó una cantidad de dinero exorbitante, el joven para nada se vio afectado ni mucho menos interesado.

 

 

 

- Así que eres un cazador de niños - Mencionó divertido - ¿A cuantos niños has cazado hoy?

 

 

 

 

- Je je No soy ningún cazador de niños.

 

 

 

 

- Para serte sincero. Necesito el dinero... Pero no estoy tan desesperado como para hacer algo así. Lo siento.

 

 

 

 

- ¿Por qué? - Casi hizo un puchero. Una razón del porqué no aceptaba apareció en su mente - ¿Te lo han hecho alguna vez?

 

 

 

- No.

 

 

 

Ángel se detestó. Tenía la mala costumbre de ser sincero cuando no debía. Había terminado soltando la palabra sin pensar en lo que provocaría con ello. Además ¿Por qué rayos tenía que pensar que fuese gay a buenas a primeras? Pudiese ser que fuese heterosexual ¡Por todos los cielos!

 

 

 

Eduard sonrió paulatinamente.

 

 

 

- Interesante...

 

 

 

- ¿Te burlas de mí? - Le molestó el modo en que lo veía.

 

 

 

- Dime Ángel... ¿Cuantos novios has tenido?

 

 

 

- Varios.

 

 

 

- ¿Cuanto es eso?

 

 

 

- Unos seis...

 

 

 

Volvió a querer morderse la lengua. Se cruzó de brazos. Ya se había delatado. Más la mirada del mayor denotaba suma extrañeza.

 

 

 

- ¿Y cómo es eso? ¿Ninguno te pidió hacerlo?

 

 

 

- No... Bueno si... Bueno, yo siempre he sido el activo. Y si insinuaban querer lo contrario, sólo tenía que mirarlos feo para que se les quitaran las ganas.

 

 

 

- Ja ja ja comprendo.

 

 

 

- Todos me dicen que mi mirada da miedo.

 

 

 

- No creo eso – Le miró fijo – Tienes una mirada penetrante, pero no aterradora.

 

 

 

Sonrió un poco. Ciertamente eso lo hacía sentirse un poco mejor ante la creencia que tenía de él mismo.

 

 

 

- Además, todo depende del modo en que te lo hayan pedido.

 

 

 

De un momento a otro. Eduard le tomó la mano y se acercó.

 

 

 

- ¿Y si dijera qué quiero hacerte el amor aquí mismo?

 

 

 

- ¿Q... Qué? - La voz sensual del hombre hizo estragos en su cuerpo - ¿Acaso tengo cara pornográfica? - Le atacó.

 

 

 

- Jo... Si que la tienes - Le acarició.

 

 

 

- A ver... Defíneme una cara pornográfica.

 

 

 

- Es la que tiene alguien que grita... Que gime, que pide... Ángel, tienes cara de qué cuando lo haces, lo haces muy bien...

 

 

 

 

Apartó su mano antes de que siguiera transmitiéndole tanto calor. El solía usar el lenguaje sensual para seducir a sus amantes. Era la primera vez que alguien le hablaba así, no sabía como reaccionar. Soltó una sonrisa divertida. Él era muy silencioso a la hora de tener sexo, se había programado de ese modo ya que siempre terminaba teniendo relaciones en lugares inadecuados ¿De verdad siendo pasivo se desataría de ese modo? No lo sabía. Tampoco sabía que su rostro fuera "pornográfico".

 

 

 

 

Había que ver que Eduard era persistente. Para evitar que se negase, le mencionó una suma tan alta que los ojos de Ángel casi se desorbitan. Toda esa suma de dinero sería suya si aceptaba y resultaba que fuera virgen por detrás.

 

 

 

 

- Ahora, si no quieres ser penetrado podemos llegar a un acuerdo...

 

 

 

 

¿Cual? Sabía que algo tenía que hacer. De eso estaba seguro.

 

 

 

 

- Tendrías que practicar sexo oral. Lo haremos ver lo más grotesco que se pueda, después de todo se trata de un niño...

 

 

 

 

- "No puedo creerlo. Esto es... Detestable"

 

 

 

 

Ángel sacudió su cabeza de un lado a otro.

 

 

 

 

- Creo que podemos dar por terminada esta conversación. Lo lamento señor Eduard, pero no estoy interesado.

 

 

 

 

Iba a marcharse, más el hombre le impidió que se levantase de la silla. Le tomaba la mano, con fuerza.

 

 

 

 

- Hagamos algo Ángel... Sé mi novio.

 

 

 

 

- ¿Qué? - La cara del joven estaba de colores - Pero... ¿Qué dices? Si te acabo de conocer... ¡Si ni me conoces!

 

 

 

 

- Para eso hay tiempo. Quedé completamente cautivado cuando te vi. Eres precioso y lo mejor de todo: No eres interesado. Si lo fueras habrías dicho que si al trabajo sin pensarlo.

 

 

 

 

Habían muchas razones para decir que no. Ángel se respetaba ¿Cómo podía volver a verse al espejo sabiendo que en alguna parte, un pedófilo se masturbaba con su fotografía? La llana idea lo hizo querer vomitar. Si lo hacía, estaría a favor de la pornografía infantil y definitivamente eso lo hacía enojar. Aborrecía a los que se aprovechaban de niños indefensos para satisfacer sus estúpidas necesidades.

 

 

 

 

- Empecemos una loca relación ¿Qué dices? – Volvió a insistirle Eduard.

 

 

 

 

- Tengo que pensarlo. Eso y el trabajo que me ofreces, es algo que...

 

 

 

 

- Ya no tienes que pensarlo. Si te vuelves mi novio ya no podrás trabajar, al menos no de eso. Dime ¿Dejarías a tu novio hacer esa clase de cosas?

 

 

 

 

Ángel negó con la cabeza. Si aquel hombre que reclutaba personas para hacer ese trabajo decía eso, era porque estaba consiente de que no era algo bueno... Al menos no moralmente bueno.

 

 

 

- No te faltará nada, Ángel... Te trataré como a un rey... - Le acariciaba la mano como si fuese un tesoro - ...Y si te portas bien, tendrás todo lo que quieras... Podrás trabajar o estudiar si quieres. Te daré tu espacio. Saldremos a comer a los mejores sitios...

 

 

 

Era demasiado. La cabeza del muchacho estaba abarrotada de miles y miles de ideas. Nunca nadie le había propuesto tantas y maravillosas cosas. Él siempre había esperado más de sus pretendientes.

 

 

 

Su mirada cayó en Eduard. Era un hombre mayor y apuesto, de esos que parecen sacado de un catalogo de perfumes para caballeros. También se dio cuenta de que tampoco nunca un hombre tan sexy le hubo cortejado.

 

 

 

Le ofrecía de todo. Una vida esplendorosa y llena de lujos pero ¿A qué costo? Eduard sabía ahora que era virgen ¿Acaso lo hacía sólo para ser el primero en estrenarlo?

 

 

 

 

La vida perfecta que se le hubo presentado en bandeja de plata, se esfumó. Todo tenía un porqué. Además nada le aseguraba que estuviera diciendo la verdad. Las palabras eran eso, sólo palabras. Ángel había perdido la cuenta de las veces en que le hubieron prometido el cielo y las estrellas ¿Y qué le daban al final? Sólo desilusión. Mentiras y más mentiras.

 

 

 

 

Decidió que no volvería a hacer el papel de estúpido. No podía quedarse mal a sí mismo.

 

 

 

 

- Se me hace tarde, Eduard. En verdad tengo que irme. Pensaré en lo que me has dicho.

 

 

 

 

- Claro. Inclusive podríamos ir a comer o a pasear. Lo que gustes... ¿Me das tu número?

 

 

 

- Tú dame el tuyo. Yo me comunico.

 

 

 

El hombre le escribió su número en la agenda que Ángel le pasó. El joven la guardó en su bolso.

 

 

 

Salieron del lugar. El río de gente se explayaba de nuevo ante ellos, pero ahora el joven lo veía todo de una manera diferente.

 

 

 

 

- Bien. Nos vemos Ángel - Le abrazó y besó desprevenidamente.

 

 

 

 

- ... Nos vemos Eduard - Se llevó las manos a los labios, el beso no había estado tan mal.

 

 

 

 

- Me escribes más tarde ¿Si?

 

 

 

 

- Tranquilo - Se despidió.

 

 

 

 

Cuando el hombre estuvo fuera de su rango de visión, Ángel suspiró. Miró su reloj. Se suponía que a esa hora debía estar con su cita. El chico le reclamaba por mensajes el porqué de su tardanza.

 

 

 

 

Se subió al transporte público y meditó sobre lo que acababa de suceder mientras llegaba al lugar de encuentro. Había pasado por una situación que jamás se imaginó. La proposición de romance de Eduard se mantenía en pie, pero la del supuesto trabajo se tambaleaba. El hombre le había dicho que si al final decidía trabajar en la revista, ya no tendrían contacto, trabajaría con otras personas.

 

 

 

 

Se dio cuenta de la extrañeza de todo. Se le revolvió el estomago ante la idea de participar en las fantasías pedófilas de aquellos seres. Sintió un enorme pesar por aquellos jóvenes que por los problemas financieros en los que estaban envueltos o por simple avaricia, terminaban aceptando esa clase de trabajos.

 

 

 

 

Pensó en la posibilidad de que el universo le estuviera haciendo un regalo. Después de todo, si estaba diciendo la verdad, Eduard le estaba ofreciendo una relación amorosa estable, cosa que nunca había logrado con los amores inmaduros que tuvo...

 

 

 

 

- ¡Hola! Tardaste bastante. De haberlo sabido me hubiese ido a casa a cambiarme de ropa - Un chico bastante menor le recibía muy cálidamente.

 

 

 

 

- Discúlpame Robert. Se me presentó un imprevisto.

 

 

 

 

- Je je tranquilo - Le regaló una amplia sonrisa.

 

 

 

 

- Te traje algo.

 

 

 

 

- Oh... Gracias. No debiste molestarte - Aceptó la bolsa con los pastelillos - ¿Me acompañas a casa a cambiarme?

 

 

 

 

- De acuerdo.

 

 

 

 

***

 

 

 

El resto de la tarde fue agradable. Ángel pudo conversar con Robert para conocerlo mejor. Era bastante agradable. Si decidían entablar una relación, estaba seguro de que sería muy bonita.

 

 

 

Cuando Ángel llegó a su casa fue directamente a arrojarse en su cama. Tomó su mochila y sacó algunas cosas. La agenda en su mano lo hizo reflexionar...

 

 

 

"Te tratare como a un rey. Tendrás todo lo que quieras"

 

 

 

Ángel sonrió. Tomó un marcador y tachó el nombre y el número de teléfono. Si él tendría todo lo que quisiese sería porque el mismo lo obtuviese. Sabía que nada en el mundo se consigue tomando el camino fácil ni volviéndose el parásito de otro.

 

 

 

 

A su corta edad, Ángel sabía que cada una de las dificultades que se presentaban, eran para ser superadas, y en ocasiones, se presentaban pruebas que tenían que superarse para mejorar como individuos.

 

 

 

Su celular sonó. Leyó el mensaje:

 

 

 

"En verdad me divertí mucho hoy. Volvamos a salir ¿Si?"

 

 

 

El mensaje de Robert  le alegró.

 

 

 

Le daba algo de pena por Eduard, pero el amor verdadero no se manifestaba de aquella forma. Brindándole sin pena tentaciones a granel. No estaba dispuesto a dejarse engañar. Por más maravilloso que sonara todo. Ángel estaba seguro de que él mismo era capaz de lograr y obtener lo que quisiera. Sólo debía ser constante y persevero en su camino.

 Además los problemas mundanos no duran para siempre, pero lo que hacemos con nosotros mismos permanece.

 

 

 

 

Su celular sonó de nuevo, esta vez una llamada. Lo contestó. Su sonrisa se volvió aún más amplia al colgarlo...

 

 

 

 

Lo habían contratado para el trabajo que quería.

 

 

 

 

*Fin*

 

 

 

 

Notas finales:

 

 ... Y la moraleja es que no debemos dejarnos llevar por el camino fácil, ya que muchas veces la vida nos pone pequeñas o grandes situaciones que pondrán a prueba nuestro carácter ¿Cómo actuaremos ante la tentación? Eso sólo está en cada uno de nosotros, y sabremos si obramos bien ante las recompensas que nos da el universo  n.n... Bien! espero que les haya gustado y que sea merecedor de algún comentario ;) les mando besos y abrazos a todos!! Cuídense!! Bye Bye!!

 

 

 


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