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Las vueltas de la vida por Tokiro_Okashi

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Notas del fanfic:

Bueno esta historia esta basada en ciertos sucesos de mi vida ya que un día estaba en el gimnasio y veo al amor de mi vida conversando muy amigablemente con un chico y una día perversa cruzo por mi cabeza (por que en ese entonces yo no tenia la mente tan corrompida como ahora) luego en el colegio estaba sentada en mi puesto y vi a dos de mis compañeros abrazados tiernamente y otra idea perversa se me ocurrió, no lo pude evitar, los encontré tan tiernos... y bueno así nació esta historia después de que dije muchas veces "¡No, no voy a escribir yaoi!" pero las ideas comenzaron a invadir mi mente y no pude contenerme e.e y así comienza esta historia, realmente espero que les guste :P

Notas del capitulo:

Estas son mis primeras ideas fujioshis así que en verdad no se que decir... espero que les guste 

Era otro día más en el instituto de hombres, cuando Javier llegaba, tarde otra vez, a la clase. Saludó con rapidez a sus amigos Alan y Thomas y se sentó:

-        ¡Profesora! – gritó riendo Thomas, alcanzando a esquivar un golpe de Javier- ¡Roberto me está molestando!

-        ¿Roberto? - alcanzó a decir Alan

-        ¿Quién es Roberto? - preguntó la maestra enojada.

-        Él, él - dijo Thomas apuntando a Javier.

-        Llegas tarde y encima molestando,- lo retó- hay que ver cómo está la juventud creen que pueden hacer lo que se les plazca a ellos y todos tienen que soportar sus estupideces…- se volteó, refunfuñando.

-        ¿Por qué “Roberto”?- preguntó Alan riendo.

-        Porque se parece al de la película de “los increíbles”, el papá…- respondió Tom

-        ¡Verdad! - dijo Alan riendo con más ganas que antes.

-        ¡Ya cállate!- dijo Javier golpeando en la nuca al joven.

-        No le pegues o te acuso a la profesora… - le amenazó riendo Thomas, cuidando a su “hermanito”

-        Hijo de… - le dijo Javier.

Así eran todos los días.

Javier era un chico de pelo rubio medianamente largo que le daba un aspecto principesco, tenía un cuerpo marcado y grande sin ser deportista,  y sin contar su metro ochenta que lo hacia el más alto de los tres. Al contrario de Alan que era el más pequeño, de pelo negro y corto que peinaba hacia arriba con gel, era muy delgado, desordenado, y alegre, parecía un niño. Por su parte Thomas era ancho de espalda, el pelo castaño, muy sonriente y molestoso, le gustaba mucho hacer deportes y ejercicios que hicieran lucir bien su aproximado metro setenta y seis; a diferencia de los otros dos, a Thomas no le gustaba hablar mucho de sus cosas, normalmente tiraba una broma para escapar de cualquier pregunta que se refiriera al tema

Los tres eran muy desordenados y en su mayoría el foco de los problemas en el salón, por ello los profesores  siempre los estaban regañando aunque tuvieran buenas calificaciones exceptuando a Javier que no era tan bueno como los otro dos.

Al finalizar el día, Javier y Alan se iban a sus casas y Thomas al gimnasio a hacer sus ejercicios diarios.

-        ¿Javier? – preguntó Alan

-        Dime.

-        Tú vas a tu casa ¿verdad?

-        Sí, ¿por qué?

-        No nada es que tengo que ir a ver a una amiga que vive por ahí cerca

-        ¡Hey! ¿Qué es eso? ¿El pequeño tiene una cita?- molestó Thomas que había estado demasiado rato en silencio.

-        No…-dijo Alan avergonzado.

-        Ah ya, entonces ¿por qué te pusiste rojo?- rió el adolescente

-        Ya Tom, basta, si al fin y al cabo ¿quién va a querer a este enano?- dijo Javier

-         Oohh, Alan ¿escuchaste lo que te dijo? ¡Oohh, que feo, que feo!

-        ¡Ya, cállate tú…!- dijo Javier golpeando a Thomas en la cabeza con su inmensa mano.

-        Ok, ok, ya entendí, calma… ¡auch!- dijo sobándose el castaño.

-        ¿Javier, vas?- preguntó el  más pequeño, ignorando olímpicamente las bromas.

-        Sí, ya voy.

-        Claro, vayan donde quieran, mientras yo hago ejercicio – sonrió Tom.

-        ¡Ya, ándate entonces!- Javier le intentó pegar en el trasero a Thomas alcanzando este a eludir.

-        Adiós Alan.- se despidió riendo el deportista.

-        Chao- respondió el aludido.

-        Y adiós… - Tom sonrió con maldad- Roberto…- dijo y corrió por su vida.

 

Luego de un rato, los dos jóvenes se fueron en el bus. Y mientras Thomas esperaba el suyo, pensaba en chicas… bueno más bien en “La Chica”: Denisse, la última con la que estuvo, que finalmente lo había dejado por un joven “más tierno” y un año mayor que él, se había enfadado tanto con ella al enterarse de cosas que ella hacía y decía a sus espaldas… desde ahí que no confiaba en nadie más que en sí mismo y por supuesto en sus amigos. El bus paró haciéndole pensar en otra cosa: “¡El gimnasio! ¡Sí! Hoy llegaré temprano…”

*            *             *

Nicholas estaba ansioso, a pesar de sus 23 años de edad, desde que había entrado a trabajar no había estado en ningún lugar “social”,  y ahora iría a un gimnasio ¡vaya cosa! Él, quien dijo que jamás pisaría uno… en fin, las vueltas de la vida. Miró la hora, su horario era de  5 a 6 de la tarde para coordinar bien con su trabajo de media tarde.

Al llegar pagó su día en seguida y se fue a cambiar, cuando salió chocó con alguien:

-        ¡Hey, mira por dónde vas!- gritó Thomas, encontrándose con un joven delgado y muy pálido, casi de la misma altura que él, con los ojos muy abiertos tal vez por el susto.

-        Yo… ¡lo siento ¿sí?! – respondió Nicholas, que no se iba a dejar pasar a llevar por un adolescente engreído, que andaba sin polera… musculoso… bañando en sudor…  Luego de este “pequeño” detalle, bajó la vista un poco avergonzado, y se retiró con rapidez.

A lo largo del día Nick no pudo quitarle los ojos de encima a Tom, “niñito mimado, que cree poder gritarle a cualquiera a su antojo, todo porque él es grande y fuerte y ¿sexy?… ¿Qué rayos te pasa, Nick? ¡Agh, estúpido niñito!”

De pronto, Thomas comenzó a buscar algo que, finalmente, no lograba encontrar, miró hacia todos lados y vio en la pared, sobre la cabeza del joven de pelo negro y delgado, lo que buscaba, se acercó:

-        Oye… ¿me podrías pasar las pesas que están ahí arriba?- Nicholas miró hacia arriba, sobre él, apoyada en la pared, se notaba una pesa de unos 10 kilos.

-        ¿Eso?

-        Sí y la otra igual, ¿puedes?- Thomas sonrió y se le hicieron hoyuelos.

-        ¿Seguro?- dijo Nick, incrédulo. “eres solo un niño ¿cómo planeas levantarlas?”

-        Claro- “¡Este imbécil no me cree capaz! Te lo demostraré…” sonrió satisfecho.

Nicholas se volteó resignado, se subió a los cajones que estaban apilados y al intentar tomar las pesas se desequilibró y cayó hacia atrás.

-        Cuidado – le dijo Thomas sonriente, afirmándolo. “Es más débil de lo que se ve” pensó el adolescente.

-        Sí, ehmm… creo que no las alcanzo. Permiso- pasó por debajo de los brazos del adolescente y se fue a otro lado, avergonzado.

Desde un poco más lejos vio a Tom sacar las pesas: sin esfuerzo se subió a un banquillo, tomó una pesa con cada mano y se bajó sin necesidad de afirmarse de algo, luego caminó hacia un fierro vacío, las unió y comenzó sus ejercicios; podía verse los músculos tensarse y relajarse… “es tan fuerte, y sonriente y… ¡es un niño Nick, ni siquiera lo pienses! Estúpido bebito mimado ¿qué tendría que estar haciendo en un gimnasio…? Bueno, mejor dejaré de pensar en esas cosas y me iré a cambiar”. Y eso hizo.

Cuando salió de la ducha, había otra persona bañándose también, quien empezó a hablarle:

-        ¿Eres nuevo aquí en el gimnasio?

-        ¿Me hablas a mí?- preguntó Nick.

-        Eres el único aparte de mí en el camarín ¿verdad?

-        Eso creo…- dijo Nicholas luego de mirar para todos lados

-        ¿Te gustó el gimnasio?

-        Sí… es bueno…- dijo Nick sin darle mayor importancia.

-        ¿Eso significa que volverás?

-        Supongo…

-        ¿Cómo te llamas?- la voz grave y seria cambió a una casi juguetona voz de niño curioso.

-        ¿Para qué quieres saber?- desconfió el joven

-        Curiosidad.- le sonó simpático. Se escuchó cerrar la llave.

-        Soy Nicholas ¿y tú?- dijo mientras ordenaba sus cosas, oyó a esa persona salir de las duchas.

-        Me llamo Thomas. Un gusto- Nicholas se volteó, encontrándose con el adolescente (que por cierto había mirado todo el día), con la mano estirada y solo la toalla amarraba a la cintura. “¡¿e-él es Thomas?!”

-         Sí…-  respondió Nick apretando la mano del menor y sonriendo nervioso- igualmente…

 

Lejos de ahí, Alan y Javier, en un viaje que debía demorarse 10 minutos, se estaba tardando ya más de una hora, todo porque el chofer había tenido algunos problemas, se bajó revisó que el bus no hubiera quedado sin gas, luego revisó cualquier otra cosa, después se fue a velocidad de tortuga, y así se tardó el tiempo que quiso en buscar más pasajeros, y todos, pero absolutamente todos los semáforos que había, en rojo. Era en uno de ellos que Alan y Javier comenzaron a platicar:

-        ¿Alan?

-        Dime…

-        ¿Quién es esa amiga que vas a ver? ¿La conozco? – Javier no estaba molestando al pequeño, aunque sonreía para disimular los celos que de  pronto habían surgido en él cuando la había mencionado antes.

-        No. No la conoces, era una amiga de infancia- Alan sonrió pensando en el pasado.

-        Ah, ¿nada más que eso?- dijo Javier.

-        No…- Alan se sonrojó y miró hacia un lado- no te preocupes. –sonrió y lo volvió a mirar ya más tranquilo.

La luz dio verde, y Alan se apoyó de espaldas a la ventana. Entonces Javier vio todo: un camión  a toda velocidad no respetó el semáforo impactando con el bus casi partiéndolo a la mitad…

 

En el camarín del gimnasio, sonó un celular. Nicholas buscó el suyo, no era.

-        Ehmm creo que suena tu ce…

-        Sí, es el mío gracias- dijo el adolescente solo con el pantalón puesto. Se lo abrochó y miró “¿Javier? ¿para qué me llamará?”- ¿Qué pasa?... – su sonrisa desapareció y se tensó- ¡¿qué?!... Sí pero ¿dónde fue eso?... sí, sí… ¿y dónde están ellos ahora?-- ¡iba con otra persona! ¿Dónde se los llevaron?... Está bien, yo voy para allá en seguida. –colgó

-        ¿Qué  ocurrió?...- preguntó Nick preocupado.

-        Nada,- respondió el adolescente mientras se terminaba de vestir con prisa-  nos vemos otro día ¿está bien? - se puso el bolso al hombro mirando al mayor por dos segundos.

-        Claro…

-        Bueno, adiós.- alcanzo a decir antes de cerrar la puerta apurado.

 Nicholas se quedó muy sorprendido: “¿Qué paso? ¿Por qué se fue tan rápido? ¿Qué le habrán dicho?... ah, ya Nick, ¡¿Qué te importa?! Es su vida… olvídalo y ya”. Tomó su bolso y se marchó...

 

 

Notas finales:

Bueno eso, esa es mi primera idea espero que les haya gustado, esto es, así comienza todo... espero con ansias sus review para saber si continuo o no, todas las criticas son bien recibidas :)

Hasta pronto :P


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