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DESTINO por MayoM

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Notas del fanfic:

Los personajes NO me pertenecen, solo los uso para mi diversión y la diversión de ustedes, todos ellos están presentes en el Manga-Anime de Inoue Takehiko, SLAM~DUNK y sus derechos le pertenecen a él y nada más que a él. 

Notas del capitulo:

Los comienzos de una amistad que también servirá para definir la vida de dos muchachos conflicto. 

Fan Fic Basada en el Anime/Manga Slam Dunk derechos de autor al mangaca Inoue Takehiko.

 

DESTINO.

Capítulo 1 “El Pendiente”

 

Aquel día el sol amenazaba por ser el manto de los japoneses por varias horas, la fuerza de sus rayos se hacía presente en las miradas cansadas y fatigadas de los transeúntes. Y no era diferente para el menor de los Miyagi, quien miraba por la ventana de su casa hacia la costa, añorando que las olas del mar le bañaran y quitaran de encima ese calor que lo sofocaba para esas fechas. Su nombre era Ryota Miyagi, un muchacho extravagante, pero que a su vez mantenía una personalidad bastante retraída cuando se trataba de entablar relaciones con sus pares. Jamás se llevó bien con sus primos que estaban del otro lado de la calle, ni con sus primas menores a él, se encerraba en casa y no hacía otra cosa más que meterse con sus aviones a escala que él mismo hacía, en especial para su diversión personal cuando estaba aburrido.

 

- ¡Ryota! Busca tus shorts, iremos a la playa, tu tío nos invita… apresúrate… - La madre del joven Miyagi tocaba insistentemente la puerta, escuchándose luego unos pasos apresurados que bajaban por las escaleras. Nuestro joven, contento ante la idea y a su vez, malumorado por tener que compartir algo de su espacio con los maleantes de sus primos, hizo lo que su madre le pidió, en no más de cinco minutos estaba listo, para esas fechas llevaba un cabello corto, tanto así que se veía su nuca.

 

La furgoneta daba espacio para ocho personas, los Miyagi por un lado, que eran tres; por otro estaban los Jukota, que eran cuatro en total, siendo la esposa del señor Jukota hermana de la madre de Ryota. Sus primos eran dos muchachos de 15 y 17 años, enormes chicos problemas que tenían por hobbie molestar al joven Miyagi, si bien Ryota los despreciaba con su completa indiferencia, ellos buscaban la manera de hacer enojar al menor, en ese momento Ryota tenía 9 años.

 

Nuestro chico iba sentado en el último asiento, allí también iban algunas toallas, la pelota enorme de playa, quitasoles y uno que otro bolso con ropa. Su madre de vez en cuando se giraba para verlo, este le sonreía con suavidad, abrió una de las ventanas, recibiendo contra el rostro esa brisa marina cargada de un aroma a costa, apoyó su codo y mantuvo su vista durante el trayecto en toda persona que por allí pasara, en ese momento fue cuando vio a un joven quizás mayor que él por la altura, corriendo tan desesperadamente que parecía ser perseguido por perros, notó que el chico sonreía enormemente, Ryota incluso se giró un tanto para ver, el muchacho seguía corriendo por esas calles hacia la costa, saltando calles. Levantó un poco la mirada y captó que sí era perseguido, solo que por un hombre de terno, bastante mayor. Ryota acabó sonriendo por aquel cuadro que divisó. 

 

En la playa, las olas se presentaban suaves, las oleadas no eran tan fuertes para esas fechas y el viento se mantenía calmo. Aun así, había personas ya internalizadas en las aguas, divirtiéndose a más no poder. Los jóvenes Jukota corrieron directo al agua, riendo y jugando, Miyagi por otro lado se quedó sentado en la orilla, observando a su alrededor luego de haber ayudado a su madre a bajar gran parte de las cosas de esa furgoneta.

 

- ¿Por qué no vas a jugar con tus primos? Pocas veces podemos salir, ve a divertirte hijo…- Su padre alentaba al menor, pero este hizo un gesto de no querer, el señor Miyagi no insistió. Fue entonces que Ryota avanzó por ese lugar, no muy lejos de allí había una pequeña tienda de comida rápida, a sus cortos nueve años era un chico bastante vivaz, pidió un helado y lo pagó, saliendo de allí con calma, en esos sus primos llegaron, arrebatándole su compra.

 

-¡Hey! ¡Es mío! Dámelo… ¡Compren uno ustedes! ¿O acaso no pueden el par de idiotas? ¿No saben comprar? – Un golpe certero llegó a su estómago, lo dejó sin aire. Era el puño de su primo mayor, Otoya. El joven Miyagi, que contaba con buen estado físico, no tardó en ponerse de pie y golpear al abusador también en el estómago, desatándose de esa forma una contienda dolorosa entre los primos. Cabe decir que el hermano menor de Otoya, Juko, se acabó el helado que Ryota había comprado.

 

Miyagi, enojado, molesto, cansado de tener que sonreír a su madre, a sus tíos, aburrido de siempre quedarse en silencio, se quedó sentado contra una roca que allí había, alejado de los primos que se fueron felices luego de haber “acabado” con el menor. Abrazó sus piernas, sollozando en silencio y escondiendo su cabeza entre sus rodillas.

 

-¿Por qué lloras? – La voz de un chico le sobresaltó, mirando de reojo al muchacho de 10 años que estaba curioso mirándolo. – Los hombres no lloran, eso deberías saberlo…- Acotó, subiéndose a esa piedra y sentándose allí, en su boca tenía una paleta que saboreaba a gusto.

 

-…No estoy llorando…- Mintió Ryota, limpiándose sus ojos rápidamente, poniéndose de pie para irse de aquel lugar.

 

- No, espera… mira, ¿quieres jugar basquetbol? Nos hace falta uno… ven vamos, te divertirás… - Miyagi, quién jamás había jugado básquet, negó en ese momento querer ir, pues no sabía y no serviría de nada en un equipo. – Al menos para formar a los cinco, ven… -

 

- No sé jugar basquetbol, no insistas… ¡Hey! Yo te conozco…  - Se puso de pie y se acercó un poco más al muchacho que había llegado allí, sus mechas negras se movían por el viento y su mirada se hizo sorpresiva por ese comentario del desconocido llorón.

 

- ¿Así? ¿Y de dónde? Porque yo a ti no te conozco… -

 

- Sí, bueno… ¿Llegaste corriendo aquí, no? Te seguía un anciano de terno, yo te vi… ¡Sí! Eras tú… - Miyagi se acercó un poco más, mirando con insistencia los ojos de aquel chico – Seguramente te robaste algo… - El muchacho, quien se iba inclinando cada vez más atrás por culpa de Ryota, se fue sonrojando suavemente y mucho más por lo que dijo el menor de ellos al final.

 

- Yo no me robé nada, estás inventando… Llorón. –

 

- ¡Ya te dije que no estaba llorando! Deja de mentir, yo… solamente, es la sal del mar, me hace daño a los ojos… -

 

- Sí, claro… ¡En fin! Ven conmigo… - El chico de cabello más largo, quien llevaba unos tenis blancos, y unos shorts negros, dejando su pecho desnudo por el calor, arrastró a Miyagi hacia la cancha de básquet que había a unos metros de allí, lo apretaba firme de la muñeca para que no se largara, aunque el menor hacía pelea constante por soltarse, alegando que no conocía aquel deporte y que no serviría de nada en el juego.

 

- ¡Es Hisashi! – Gritó uno de los que estaba dribleando el balón – Vaya, conseguiste… a un enano… - Ciertamente, Ryota era pequeño, no serviría ni para lanzar tiros con salto. Al menos eso dejaba ver a primera vista.

 

-… Me quiero ir, suéltame… - No había ido con él para recibir más insultos, pero entonces Mitsui, el chico que había estado con él, le golpeó suavemente en la cabeza.

 

- No seas idiota, mejor posiciónate en este lugar… Bien equipo, ¡Comencemos! – No demoraron en seguir las palabras del muchacho, quien parecía llevar la batuta en ese lugar, solamente jugarían diez minutos por lado, iban quince minutos y Ryota no hacía más que mirar. - ¡Tómala y corre! –

 

-… ¡NO! – Pero antes que se negara por completo, en sus manos estaba el balón, uno de los jóvenes intentó quitárselo, pero no se puso, pues Miyagi, demostrando su rapidez por primera vez en ese lugar, la cancha de baloncesto, retiró del alcance la pelota, y dribleando apenas llegó hasta el tablero, tiró el balón hacia Mitsui y este anotó una canasta, los siguientes minutos se repitieron jugadas como esa y se dio por término al partido. -¡Eres excelente! Si bien un principiante, serías un gran defensa si entrenaras…

 

- … N-no lo sé… me cuesta un poco.

 

- A todos, a mí también me costó al comienzo.

Ryota, quien jamás había recibido halagos o alientos de esa forma, pues en ese instante los ojos de Hisashi denotaban confianza y esperanzas en ese muchacho de quien ni siquiera sabía el nombre, se sintió regocijado, feliz de poder ayudar y sobre todo, contento al ver la sonrisa de quien sería su nuevo amigo.

 

Iban a ser las seis de la tarde, aun no anochecía, pero poco a poco se iba acercando la noche, Ryota y Mitsui estaban bebiendo unas cajas de jugo a las orillas del mar, en un silencio amistoso que era acompañado por una que otra sonrisa alegre.

 

- Quiero darte algo…

 

- ¿Eh? ¿A mí? Pero yo no tengo nada para darte, no sería bueno… es… no.

 

- Cálmate...  – Comenzó a reír, divertido por ver la reacción de Miyagi, negó un poco y luego sacó del bolsillo de su pantalón. – Quizás sea apresurado, pero siento que congenié contigo bastante bien… y bueno, quiero darte esto… - Mostró su palma, en ella habían dos pendientes dorados, bastante hermosos. – No es edad de usar, pero… quiero que te quedes con uno, prométeme que jugarás conmigo basquetbol… ¡vamos! Podemos ir a la misma secundaria, podemos incluso ser una dupla estupenda en el baloncesto… ¿Qué dices? Sé que también disfrutaste jugando, se notaba en tu mirada Ryota. – Al escuchar su nombre el menor alzó su mirada, un poco sorprendido, parecía notar que Hisashi se tomaba muy en serio todo aquello que tenga que ver con el básquet, y bueno, no negaba que se sentía bien jugar… en un deporte donde destacan los altos, pero que por su capacidad veloz también podía imponerse, eso le gustaba.

 

- Lo usaré, gracias… claro que… será a escondidas de mis padres, por ahora… - Sonrió, tomando uno y mirándolo, en ese instante la voz de su madre se escuchó, Miyagi alzó la vista. – Debo irme, mi madre me llama… ¿sabes? Me gustó jugar basquetbol.

 

- ¡Es un deporte genial! Te darás cuenta que si prácticas, te irás puliendo como buen defensa, promete que nos volveremos a ver… ¿te parece? ¿Qué dices mañana?

 

- ¡Claro! Estaré en este mismo lugar, podremos jugar los dos al menos y tú me enseñas… ¿bien? –

 

- ¡¡RYOTA!! Apresura, no te podemos esperar toda la tarde… - La madre del joven se acercaba más a ellos, Mitsui se puso de pie y ayudó al menor, le tomó de la mano y la apretó, sentía que un gran amigo y jugador tenía en frente, estaba feliz.

 

- Entonces es una promesa…

 

- Exacto amigo Mitsui, mañana nos vemos aquí…

 

La noche llegó a Kanagawa, Ryota tenía sobre su velador cerca de la cama, el pendiente que ese chico le había regalado, apagó la luz y se durmió con una suave sonrisa: tenía un gran amigo.

 

Sin embargo, la junta del día siguiente nunca llegó. 

Notas finales:

¡Hoooola!


Sí, mi tercer fanfics de Slam~Dunk, pero es que tengo muchas ideas, y bueno, ésta era una de ellas. Está terminada, y cuenta de pocos capítulos, sin embargo iré subiendo los viernes. 


Es algo diferente, ¿no? Quise inmiscuirme en la vida de Miyagi y Mitsui, ambos personajes igual de importantes que Rukawa y Hanamichi, espero les agrade leer algo nuevo~ 


¡Felice Fiestas!


 


~Mayo. 


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