Se encontraba sentado en su mismo banco de siempre aburrido, fingiendo que escuchaba a la maestra de cabellos blancos que parecía que en cualquier momento moriría de un infarto de lo octogenaria que era, era ya 24 de diciembre y para su mala suerte ese día habían decido que si habría clases en el instituto, a pesar de la gran nevazón de esa noche tuvo se vio obligado a interrumpir sus sueños y pereza y levantarse temprano al igual que todos los días, miraba aquel reloj de pared a cada minuto y sentía que el tiempo pasaba demasiado lento al menos para su gusto, no hallaba la hora de que terminaran aquellas tediosas clases y para su suerte solo estaba a solo cinco minutos de salir de aquel confinamiento.
Tenia demasiadas cosas para ese día y el solo pensarlo le causaba cierta pesadez y presión a su cabeza , debía crear toda una cena de navidad para él y su familia en lo que quedaba de día y mas aun debía comprar regalos y todo lo necesario par realizar dicha cena, era mucho para él solo pero tenia claro que no podía pedir ayuda, era su trabajo y responsabilidad quería darle esta pequeña sorpresa a su pequeña hermana, a su padre y madre, agachó la cabeza y suspiró pesadamente e intento relajarse quería descansar al menos por algunos minutos antes de que aquella travesía de atravesar la ciudad la cual estaba cubierta de nieve, rápidamente sonó el timbre y los sacó de sus cavilaciones estropeando su segundo de tranquilidad, aquella sonora alerta de libertad provocó una estampida de alumnos que corrían a toda prisa para salir de aquella cárcel.
-Vendrás con nosotros Joey - Su mejor amigo lo miraba suplicante, hace algunas semanas que el de ambarinos ojos había cambiado un poco,realmente le preocupaba el semblante que le estaba mostrando Joey, estaba mas distraído de lo normal y ya no salia con ellos como antes, en un principio pensó que se trataba de un mal día pero día a día se alejaba mas de ellos, pensó que dado que acercaba navidad quizás esta vez seria diferente y se acercaría a ellos y volvería ser el mismo Joey de siempre, lo miraba suplicante abriendo sus ojos violetas como un cachorro apenado.
- Lo siento chicos me encantaría pero debo ir de compras- Les dirigió una enorme sonrisa se sentía realmente feliz por la preocupación de sus amigos pero esta vez no podía y lamentaba profundamente no poder hacerlo.
El grupo de muchachos suspiraron y miraron la sonrisa del rubio, a todos les molestaba que aquel chico comenzara a ser tan introvertido y se alejara de ellos sus mejor amigos sin razón alguna, pero sabían que mas allá de acercarse a él e intentar comprenderlo no podían hacer nada mas.
Vio como sus amigos le sonreían de vuelta y se despedían de él, guardó todas sus cosas dentro de su mochila y notó que alguien aun se encontraba dentro del aula, podía percibir unos ojos posándose en su espalda mirándolo fijamente y dada la sensación que le provocaba sabia muy bien que ojos lo miraba, mas bien dicho que azulinos ojos se posaban en él, giró lentamente su cuerpo para verificar su sospecha y al mirar no pudo contener aquella aceleración en su corazón, aquel sonrojo, aquel nerviosismo, era Seto Kaiba quien lo miraba con esas añiles lagunas.
Lo recordaba tan claramente y con gran cariño ese día en que sus sentimientos y toda la relación por el castaño había comenzado a cambiar, desde aquel día en el que creyó que ya no tenia razón para vivir, aquel día en el que no pudo aguantado mas la pena y el dolor que inundaba su corazón, comenzó a llorar dentro de la sala cuando creyó que todos sus compañeros ya se habían marchado, sus lagrimas corrían por sus mejillas sin control alguno, esas cristalinas gotas de dolor no deseaban parar quería expulsar todo aquello de su cuerpo le costaba tanto mantenerse vivo que aveces pensaba que era mejor no estarlo, el tibio y salado saber de esas lagrimas rozaban con su nariz y se adentraban a su boca pasando por sus labios, daba pequeños sollozos apenas audibles tratando de ahogar gritos de desesperación, sintió una descarga eléctrica por toda su espina dorsal al sentir el calor de una mano que se poso sobre su cabeza acariciándola.
-No llores así cachorro, no te sienta muy bien - Su cuerpo se estremeció al escuchar aquella voz, levanto su empapado rostro y vio unos hermosos ojos azules que lo miraban llenos de afecto, esa cálida mano que tocaba suavemente sus cabellos era casi adictivo, una sensación sublime y onírica la cual hasta le hacia sentir no merecedor de haber sentido por un segundo aquel divino tacto, un tacto que tanto necesitaba, un tacto lo traía devuelta a la realidad, una realidad mas hermosa, cálida y palpable.
El castaño sonrió para sus adentros al ver como el semblante del rubio cambiaba y al observar el arrebol que se formaba en las mejillas del de ojos color ámbar, con su dedo indice secó los rastros de las cristalina tristeza y se marcho del salón sin emitir ninguna palabra dejando al rubio un tanto ensimismado por la escena de la que había sido participe; Y ahora nuevamente ahí estaba con aquellos hermosos ojos azules con aquella imponente figura mirándolo pero ya no de la misma forma, ahora lo miraba con aprecio y hasta cariño se podía decir, se acercó lentamente al rubio hasta que estuvo frente a él y acerco su rostro para darle un tierno beso a los rosados labios de Joey, un calor que lo inundo para su adentros haciendo erizar toda su blanca piel dejándolo inmóvil y petrificado.
-Feliz víspera de navidad cachorro - Vio nuevamente aquella sonrisa marcharse del aula dejándolo con sus pulsaciones a mil, con sus piernas tiritando, con un nudo en el estomago. con una paralizáis cerebral y un delicioso sabor en sus labios, ahora podía estar completamente seguro que ese cariño era reciproco, ya no necesitaba mas pruebas había recibido el mejor regalo de toda su vida antes de navidad y solo lograba sonreír de felicidad mientra palpaba sus labios tratando de memorizar cada momento y sensación para guardarlo para siempre en su memoria como uno de los recuerdos mas preciados.
Aun con la felicidad en sus labios comenzó la ardua tarea de comprar todo lo necesario, ingresó a las diferentes tiendas del centro de Domino donde comenzó a comprar los regalos para sus padres y sus amigos, ya terminada la tarea se dirigió a comprar las cosas para la cena, atravesó una galería y en una esquina divisó una tienda la cual estaba apunto de cerrar vio el regalo perfecto para alguien que le debía la vida y su reciente felicidad, un dragón blanco de ojos azules la figura que mas caracterizaba al castaño, lo quería poseer costara lo que costara así que corrió y le rogó al encargado que le vendiera aquel preciado objeto y después de unos minutos de ruegos el vendedor acepto al ver la desesperada mirada del rubio y se fue con el regalo ya envuelto para su amado Seto, luego del supermercado y terminar con todas sus compras y se dirigió a su casa.
Era una perfecta noche de víspera de navidad las calles se encontraban nevadas cubiertas de un hermoso y frío manto blanco, Joey llego a su casa y sacudió la nieve de su ropa, dejo todos los regalos que había comprado bajo el árbol de navidad y encendió sus luces.
- No me molesten estaré en la cocina preparando todo ustedes espérenme ¿De acuerdo? - Joey tomó las bolsas de la comida y se dirigió a la cocina a preparar toda al cena, un delicioso pavo relleno y un dulce Pana cotta de dulce de leche digno de cualquier aristócrata había logrado cocinar con sus habilidosas manos, dejo todo listo y se fue a cambiar ropa, aviso a toda su familia que era hora de sentarse a comer pero ellos ya lo estaban esperando sentados en la mesa con las mismas expresiones de siempre.
El rubio comenzó a servir los platos a su Padre, a su madre y a su querida hermana, ninguno de los presentes tocaba su plato solo él comía de aquella exquisita preparación, aveces el mismo se preguntaba como era capaz de resistir todo aquello debió habérseles unido hace mucho tiempo, pero el recuerdo del castaño lo hacia desistir de sus acciones el no quería ser igual que su familia, el no quería ser un frío, sin salvación y rígido cadáver el no quería verse como las personas que se encontraban a su alrededor, no quería tener esos cortes que adornaban el cuello de su madre y hermana, ni esos sucios tonos carmín que aun conservaba la ropa de su padre, miró con detenimiento la escena de la comida familiar y dio un largo suspiro.
- Mamá, Papá quiero decirles que quizás muy pronto lograré presentarles a mi futuro novio, espero que lo acepten ¿Si?- Les dio una sonrisa a los inertes cuerpos de los que antes pertenecían a su familia y siguió comiendo su delicioso pavo de navidad.
Fin.