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Un día más en Roca de Guía... por chu-platanito

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Notas del fanfic:

¡Hola! Unas aclaraciones de este fic: son las reflexiones de Bast, así que todo está contado desde el pensamiento de este. Además es bastante cortito... y es mi primer fic. Así que espero que a pesar de esto lo lean y disfruten.

Y si quisieran dejar un comentario... ¡Se agradecería mucho!

Todos los personajes y lugares que aparecen en este fic no me pertenecen. Todos son propiedad de la imaginación de Patrick Rothfuss y de su serie Crónicas de un asesino de reyes.

Notas del capitulo:

Este fic estaría situado dentro de la historia de Kvothe antes del primer libro, el Nombre del viento. Es decir, antes de que Kvothe comience a narrar su historia.

De nuevo volvía a estar encerrado en aquel cuarto, a solas con sus silencios. Seguramente sentado frente aquella hoja en blanco, mirándola fijamente, esperando que las palabras fluyeran a través de su mano. Aquella rutina repetida día tras día.

Pero claro, yo no sé nada de esto, ni tampoco de cómo se queda observando el pesado baúl a los pies de su cama durante horas, como se observa a aquel que sabes es tu verdugo; o cómo repite aquellas palabras en una cadente cantinela, o mejor dicho, plegaria... aguardando que algo le responda; ni de cómo sus ojos chispean con viveza al mirar la espada que cuelga sobre la barra de la posada mientras se le escapa de entre sus labios como un suspiro un nombre: "delirio"...

Pero yo no sé de todo ello: no soy más que su ayudante, su mero aprendiz. Y cuando Reshi dice cada noche "Estoy cansado Bast, hoy ha sido un día duro. Te dejo el resto a ti." con sus ojos apagados, intentando formar una sonrisa que queda convertida en una mueca, mientras se desplaza como si toda una vida pesara sobre él, y no como el chico de 22 años que es.

Yo le muestro mi mejor sonrisa de troupe (que él mismo me ha enseñado) "Claro Reshi, ya cierro yo".

¿Qué más puedo hacer yo? ¿Cómo revivir al Edenah Ruh? ¿Al asesino de reyes? ¿al Sin Sangre?... ¿a Kvothe? Simplemente aguardo en mi habitación a que llegue la noche cerrada, y que él se deslice sigilosamente en ella, buscando el único consuelo que yo le puedo dar. Deslizo las sábanas y él se recuesta junto a mí, buscando el calor de mi cuerpo. Y yo me entrego por completo. Nuestros cuerpos se reconocen. Nuestras pieles se acarician. Las manos de Kvothe recorren mi cuerpo, explorándolo. Y yo me retuerzo de placer entre sus brazos.

Debajo de él, sintiendo el movimiento de sus caderas golpear en mi interior. Entrelazo mis piernas atrayéndolo con más fuerza y mis manos buscan su espalda, reconocen las cicatrices que la cubren: recuerdos de quién fue una vez. El ritmo se acelera. Mechones de su pelo rojo acarician mi cara. Sus ojos verdes, enturbiados por el placer, brillan con viveza. Gimo, me estremezco, lo abrazo con fuerza. Un latigazo de placer recorre todo mi cuerpo, tensándolo, acercándome más a él. Le miro... nuestros ojos se encuentra.

"Kvothe..." Y en un suspiro me dejo llevar, embriagado por la sensación de plenitud. Y lo siento derramarse en mi interior...

Pero el fugaz reencuentro con aquel que una vez fue Kvothe acaba, y sus ojos vuelven a ser opacos, cansados. El rostro del joven y locuaz Ruh vuelve a ser el de un posadero ajado. Incluso su pelo parece volverse más oscuro y apagado y su cuerpo más viejo. Reshi, el posadero, se levanta como todas las noches y se marcha de la habitación. Sin una palabra, sin una caricia o un beso. Y yo me quedo tendido en la cama, prendido por haber podido contemplar aunque tan solo por unos instantes al Kvothe de las leyendas. Con la esperanza de que un día volverá. Ansiando el día en que la llama prenderá de nuevo en él y despertará del letargo.


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