El problema del asombroso Gilbert
Simplemente no lo entendía, aquel chico de ojos violetas, cabello rubio y de tímida sonrisa lo dejaba embobado, paralizado, no sabia como describir aquella sensación en esos momentos en los que lo veía o le dirigía una que otra frase. Curiosamente, era la única persona con la que no había mostrado al cien porciento su “awesome” forma de hablar de él mismo.
Sin ninguna explicación a lo que le ocurría a su grandiosa persona comenzó a pensar en las posibilidades que lo harían actuar de esa forma con aquel chico rubio que corresponde al nombre de Mathew Williams, el primo canadiense de su amigo Francis.
1.- Que sea tan asombrosamente genial como el.
Si lo pensaba seriamente, el pequeño rubio no era muy notable para la demás gente, de hecho lo vio varias veces intentando comunicarse con uno que otro de los alumnos de la institución a la que asistía para pedir información, tal vez se debía a su poca fuerza al decir las palabras, o su falta de exigir un poco más para que le hicieran caso, pero no, simplemente Mathew era invisible para las demás personas, era algo así como la compensación a su medio hermano, Alfred F. Jones, quien era difícil no notarlo si hacia un escandalo enorme a donde quiera que iba.
Así que la teoría numero uno fue descartada.
2.- Que es fácil de molestar
Si había algo que a Gilbert le gustara más (además de su asombrosa persona y su genial pollito Gilbird) era molestar al prójimo, sin duda era unos de sus pasatiempos favoritos.
Se burlaba a diestra y siniestra de todo lo que él encontrara divertido, le recordaba a Yao sobre la “tubería” rusa, le decía sin cesar a Elizabetha marimacha (aunque esta le contestara y casi lo mate con su poderoso sartén), a Arthur por sus pobladas cejas, a Alfred le recordaba lo loquito que lo trae el “sexi cejudo ingles” (que… de una forma rara le contestaba que era mentira y le sacaba más información valiosa para un chantaje profesional), a Alejandro le recordaba lo borracho que se ponía y todo lo que hiso la noche anterior (como el hacerle un “solo para mujeres” a una escoba pensando que era cierto ruso).
Y si eso fuera poco, también lo hacia con sus dos mejores amigos, Francis y Antonio, al primero le decía lo gofo que era y que (por si fuera poco) las veces que en su “pasada de copas” había casi violado a medio bar al decir: “el hermano Francis les dará amor” y las veces que se ha intentado ligar a Arthur (pregunta: ¡¿Qué tiene de bueno ese cejudo?!) por que se negaba a una noche de placer inigualable.
Si bien, Mathew era una de esas personas que ves y piensas “es fácil de molestar”, Gilbert no lo hacia, al contrario, una que otra vez lo había defendido de uno que otro aprovechado (incluido el mismo Francis), simplemente, a él no podía molestarlo por mas que se lo propusiera, era extraño… pero al mismo tiempo le alegraba saber que podía mostrar su genial persona al rubio.
Así que tenía que haber otro factor…
3.- Que cocinaba delicioso.
Si, el gran Gilbert sabia como cocinaba el pequeño Canadiense, y era una delicia cada platillo que el menor lo hacía en muestra de agradecimiento por interceder por él y obviamente Gilbert no rechazaba aquel símbolo que, según él, era muestra de la admiración el rubio por el albino. Pero aquel pensamiento cabio cuando su “querido amigo” Francis le dijo que: “el pequeño Mattie lo hace para agradecerte lo que has hecho por él”.
Aquellas palabras colorearon de rojo el rostro del albino que no sabía cómo tomar aquello, por un lado le gustaba aquel detalle y por otro se sentía mal que el de ojos violeta lo hiciera por “compromiso” hacia su persona.
No sabía el por qué… pero descartaba esa opción.
Entonces, ¿Qué era?... ¿Por qué veía a Mathew diferente?... ¿Qué era lo que le ocurría a su grandiosa persona?
_te enamoraste – le contesto su “pequeño” hermano Ludwig.
Si… pudiera ser que el joven Williams despertara no solo las hormonas de Gilbert, sino también los sentimientos de su corazón.
_ ¡¿Qué?! – aunque… no lo acepte tan fácilmente.
FIN