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HIPNOSIS por shunlove3

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Notas del capitulo:

No es como los que suelo escribir, es la respuesta a un reto que me hizo mi queridisima madre shun4ever.

Espero que les guste.

Ya era muy tarde en las afueras de Japón, un hombre adinerado lleno de alhajas y riquezas por doquier  se hallaba haciendo llamadas para sus supuestas diversiones lo tenía todo, mujeres, fama, atención e incluso gente súbita que cumplía sus ordenes y caprichos porque este sencillamente quería, era realmente una utopía para muchos, pero una realidad para él, que disfrutaba pocas veces, pero que a la vez desperdiciaba porque no sabía el verdadero valor de lo que era las personas que los rodeaban, su mundo era lo material, y así seguiría siendo quien sabe hasta cuándo.

 

Milo Kimura , ese era su nombre, muy simpático y atrevido, eso nadie lo negaba tenia una sonrisa matadora y unos labios carnosos digno de ser besados, pero por esa misma razón de ser súper atractivo y ricachón, se creía en el derecho de poder hacer lo que le viniera en gana con las personas que los rodeaban, muchas personas simplemente por no crearse más problemas lo consentían aun sabiendo que no era en nada justo.

 

Tenia una hermana, Miho, que era muy distinto a él intentaba por todos los medios hacerle entrar en razón para que no derrochara el dinero en la forma en cómo él lo hacía, pero todo era en vano, ese muchacho no parecía entender lo único que responder era – Soy su hijo al igual que tu, y tengo todo el derecho – ya no había remedio alguno las cosas materiales lo habían consumado y ese punto él ya era lo suficiente mayor para tomar sus propias decisiones.

 

Esa noche como tantas otras, se iría de juerga y luego a divertirse como la  ley manda dentro de los “burdeles” que había cerca de su gran vivienda, las mujeres que usualmente le traían le habían hartado y ahora quería hacer una nueva maniobra y probar del otro sexo, después de todo los hombres no se veían del todo mal, en algún momento llegaron a prenderlo, eso era lo que él decía.

 

- No sé si venga esta noche, así que no me esperen…- dijo con el tono de voz que lo caracterizaba – los súbitos se limitaron a menear la cabeza y a dejarlo partir,  él y su hermana tenía prácticamente ya el mando y todos jugaban a su voluntad, pero a diferencia que ella siempre ponía las cosas neutrales y trataba de no darle importancia a sus chucherías.

 

***

- Has tardado… - dijo Saga uno de  sus mejores amigos de toda la vida, con quien había compartido un montón de vivencias …

- Perdona, ya sabes que siempre es así…- le dijo regalándole una de esas sonrisas retadoras que siempre solía darle para picarlo.

-  Ok haber a cuantas te follas esta noche… - le dijo para retarlo nuevamente

- Dirás a cuantos… quiero cambiar, lo mismo siempre cansa

- Oh pues adelante… - lo reto con la mirada a lo que Milo todo triunfante entro para ver quién sería su próxima casería.

Al entrar vieron a una mujer muy guapa que les cedió el asiento para que pudiesen esperar…

-  Tenemos nuevas señores…- dijo la muchacha haciendo una reverencia a ambos pero viendo de reojo al Milo pues él era el de más interés.

-  Yo quiero la pelirroja de siempre – dijo Saga totalmente convencido mientras tomaba la copa que le había ofrecido como cortesía

- ¿Y usted señor?... – la anfitriona siempre andaba de coqueta con Milo, debía dar la mejor impresión pensaba, sin imaginar que solo sacaba risas sarcásticas por parte de él, la mayoría eran unas regaladas.

- ¿Tiene hombres? – pregunto bebiendo su copa con desinterés – Quiero uno que se deje…

-  Si por supuesto…..- la anfitriona chasqueó los dedos y un grupo de hombres salieron a ver con picardía al que tendrían que atender.

Milo miro detenidamente a cada una de las “opciones” con quien pasaría la noche y un muchacho de cabellos rubios y labios carnosos y brillosos llamo su atención…

- Quiero este…- lo señalo sin más tregua y la muchacha asintió con una sonrisa de satisfacción, no sin antes decirle al que le daría el servicio…

- Es un buen cliente, pon todo de ti… tú ya sabes que hacer….- el muchacho de cabelleras rubias asintió mordiéndose el labio y junto a Milo fueron rumbo a la habitación en donde se haría el servicio.

Por su parte Saga consiguió a la pelirroja y se fue a la habitación designada

**

-  ¿Cómo te llamas guapo? – preguntó Milo ya casi por llegar a la habitación

-  Misty…. tu eres Milo… ¿verdad? – Misty lo miro con suma sensualidad mientras sacaba la llave de la habitación para poder comenzar

- Si ese mismo …

- Buen cliente… - Misty se mordió el labio y le guiñó el ojo sensualmente para jalarlo del brazo y hacerlo pasar a dicha habitación, Milo se dejo encantando. Esa mirada era matadora lo cual le aseguro la lotería con ese muchacho.

 

La noche dio su paso luego de haber presenciado esa excitante y placentera noche entre ambos, tanto como con Milo y Saga con sus respectivas parejas. A la mañana siguiente Milo se levantó y se dio cuenta de donde se hallaba, estaba aun desnudo por la noche anterior y Misty bien cobijado en sus brazos, este solo sonrió y comenzó a vestirse sin duda no habría mejor noche que esa. Ya cuando estuvo vestido y arreglado, quiso llamar a Saga para ver en donde se hallaba o si lo iba a esperar, pero lo mando directo al buzón de voz, este solo suspiro exasperado y viéndose de nuevo en el pequeño espejo se dispuso a marchar dándole un beso cortó en los labios a Misty…

 

- Gracias por la noche…- pudo notar que Misty había escuchado, pues sonrió apenas entre sueño cuando le dijo esto. Salió del burdel con una sonrisa y la encargada le sonrió con picardía… - Vuelva cuando quiera…- le dijo toda coqueta y este prosiguió con su camino.

 

Pasaron los días y Milo seguía con sus aventuras,  nadie daba control ni cuentas por sus acciones él hacia lo que quería y el mismo se las asumía con el dinero que tenia, todo le sobraba, era realmente una vida muy fácil y cómoda después de todo tenían todo el dinero que este quería.

 

Su padre era lo único que tenia después que su madre falleciera y con el paso de los años el destino le cobro cuentas, dándole todo a ese muchacho y a su hermana menor , sin contar lo que haría realmente con la herencia, contaba a lo mucho con un representante que lo acompañaba en sus juntas y las cosas que este tenía que asumir por ser la única cabeza de la familia. Sin pensar que quizá todo eso cambiaria en algún momento…

 

Los días pasaban normales, hacia su vida como se le venía en gana pero una tarde comenzó a sentir malestares, dolores de cabeza, garganta y del mismo cuerpo, su peso corporal comenzó a bajar y no era algo que él necesariamente se lo esperase. Se fue al médico luego de que esos malestares comenzasen a avanzar pues ya no eran inofensivos, por ser quien era tuvo atención personalizada y le sacaron los exámenes necesarios para poder detectar su mal, aunque claro, para él nada era grave, siempre pensaba que con dinero todo se lograba. Luego de que fuera citado para tal día en recoger los resultados llego a dicha clínica y los presentes allí no dejaban de mirarlo con sorpresa como la primera vez, no se esperaron ver a dicho hombre de tal nivel en las clínicas.

 

-  ¿Milo Kiruma verdad? – pregunto una enfermera al ver su historial médico.

- Así es…- Asintió el peli azul mientras era dirigido a la sala de atención, pocos minutos después el doctor del consultorio entro con unos documentos en la mano y meneo la cabeza un tanto ofuscado, el representante que se hallaba con él quería romper con la mirada el documento, pero fue entonces que lo sacó del laboratorio, pues esa noticia le concernía al dueño en si.

-  ¿Puedo hablar con usted a solas señor? – dijo el doctor con su misma seriedad de antes.

- Que tengo, y porque me mira de esa manera…- Milo arqueo una ceja queriendo ocultar la curiosidad que le causaba, aunque era un tanto imposible ahora, el doctor en verdad necesitaba hablar con él a solas…

-  Es serio señor – fue lo último que dijo a lo que Milo  con la mirada dejo a su representante afuera.

- ¿Qué ocurre? – a esas alturas Milo lo único que quería era saber por qué tanta incertidumbre, lo entendía…

- Usted a contraído el virus VIH, se ha ido desarrollando semana tras semana, según muestran los resultados…- el médico seguía con su mismo tono serio de antes, era ahora o nunca la vida de aquel brillante muchacho se había ido al caño.

- Pero que dice! – no pudo evitar notarse sorprendido,  y arrancharle los papeles al encargado, vió los papeles desesperado y aun sin poder creerlo – esto debe ser un error, yo no puedo tener esa estupidez, no yo… - hablaba desesperado intentando poder justificarse, pero a esas alturas ya todo era demasiado tarde.

-  El Sida no mide a las personas, no interesa quien sea usted ya está con eso y punto, lo que le queda es poder controlarlo que si es posible…

-  ¿Y que?, joderme mi vida… si ya – ofusco volteándose de lado haciendo caso omiso a lo que le había dicho  el médico.

- Lo siento mucho señor… ya le dije lo que es factible en estos casos, depende de usted si lo toma o lo deja…

- Aun no logro entender como… - Su desconcierto era tremendo

- ¿Ha tenido relaciones últimamente? –

- Si…- dijo en un susurro casi bajo

- Pues ahí está la respuesta – el medicó suspiro cansado y le entrego los documentos, fue ahí donde Milo tiro esos documentos de manera brusca no quería saber nada de la gente, se hallaba ofuscado pero más que nada con rabia pues muy bien sabia quienes habían sido los culpables.

 

Salió de la clínica con el corazón latiéndole con fuerza y con ganas de mandar todo a la mierda,  subió a su limosina junto a su representante que aun se hallaba desconcertado, su primer objetivo fue mandar a volar ese burdel al cual el solia asistir y luego denunciarlo. Por el dinero que este se manejaba fue sumamente fácil hacer quebrantar el negocio y embargarlo.

 

Pero ya nada le podía quitar ese virus que poco a poco iba desarrollándose en su interior, su desesperación se hizo cada vez mas grande  y por insistencia de su representante y el dinero que se manejaba, comenzó a ir a los tratamientos que se les imponía, siempre a regañadientes y de mala gana, sus cuidados se hicieron mas y mas fuertes, pero las enfermedades comenzaron a atacarle, hasta una simple gripe era fatal para él en esas condiciones ya no tenía defensas y la vida que alguna vez pudo disfrutar se le truncó a cambio de quedarse casi todos sus días en la camilla de un hospital, cada día de mal en peor.

 

Los pocos que conocía lo venían a visitar y su hermana muy a pesar de sus acciones siempre estuvo ahí para velarlo nunca se separó de él, su vida se iba por los trastos pero esa necedad aun la conservaba, aun pensaba que por ser quien era no se merecía ese destino, que él debía vivir, pero que equivocado estaba…

 

Ya nadie podía abrirle los ojos y hacerle ver su pobre realidad, su capricho y su carácter era difícil de poder lidiar, claro que aun disponía de ese dinero, eso decía en el escrito de su padre, que hasta las ultimas el llevaría el mando junto a su hermana, pero claro, siempre el machismo de por medio, algo que ni su padre ni el hermano podían haber cambiado.

 

 Una de sus tardes en el hospital después de haber estado con su hermana entre todas sus discusiones típicas, decidió llamar al médico que solía atender a su padre antes de su muerte, le habían dicho que era muy buen médico y que aparte de ello había practicado la hipnosis, solia hacer esos trucos con la familia, pues solia decir que su pasado se habia rodeado antes de ese tipo de espectáculos, a las cuales la gente siempre asistia verlo.

 

 Siempre tuvo curiosidad de cómo hacia ese tipo de cosas, y recordó que en algún momento le había explicado la posibilidad de mantener viva a la persona luego de pasar a la otra vida claro que en esos momentos el aun era un niño y lo tomaba como una historia misteriosa sin final, se habia compenetrado tanto con la familia que hasta esos momentos habia llegado, se habia vuelto el mejor amigo de aquel muchacho, pero ahora todo era muy diferente.

 

 Aun asi, con todo y el misterio  era muy arriesgado, pero a esas alturas ya nada le parecía mejor opción, los médicos lo ayudaban en lo posible pero Milo no cooperaba, su carácter necio no lo permitía, eso lo conllevo a quedarse sus últimos días postrado en esa cama. Cada día se hacía más débil por más medicina que le daban y eso le terminó por sentar en cuenta que ya no tendría más que hacer en ese mundo.

 

Y fue una de las razones que mas lo impulso para hacer ese “intento”  de al menos poder quedarse un tiempo más, su hermana lo había intentado frenar, pues le decía que era peligroso, pero los caprichos de ese hombre eran irreversibles, ya nadie podía frenarle.

 

Llamo a dicho medico, y este al oírlo de nuevo se sorprendió gratamente, llegó hacia la clínica en donde este estaba internado y su rostro cambio a uno de sorpresa y pena, no espero ver al hijo de su paciente en esas condiciones.

 

- Cuanto tiempo…- dijo Aioria, intentando mostrar su mejor sonrisa - ¿Cómo estás? – se sentó a su lado, y Milo no pudo evitar reírse sarcásticamente…

-  ¿No me ves? – se incorporo un poco para poder verlo mejor al rostro.

- No tienes porque actuar así… solo…-

- Bueno ya, ya…- en ese momento no pudo evitar toser, aquella enfermedad le estaba matando poco a poco -  Quiero que me hagas ese servicio – Miro de reojo a su hermana para que saliera pero ella se negó rotundamente

-No puedes hacer eso, es muy peligroso…- su hermana no hacía  más que frenarlo –

- Déjame que tu no eres quien para meterte en mis decisiones – Milo se zafó rotundamente y miró al doctor profundamente  - Usted me hablo cuando era niño… - Hizó una pausa  - De un tipo de hipnosis que no la solia practicar porque según usted no se solia hace mucho porque sencillamente era un misterio en ese momento era niño pero ahora estoy dispuesto a pagarle lo que sea con tal que lo ejecute conmigo en estas condiciones – sus palabras fueron muy duras y frias y ante todo se notaba muy decidido.

 

El doctor penso por segundos cada uno de sus trucos y solo habia un tipo de hipnosis que solo se podía practicar en esos casos y en esas condiciones. Abrió los ojos enormemente y le dijo con voz baja..

 

- Te estás arriesgando muchacho, no se si vaya a funcionar…. – Dijo el doctor preocupado

- Es mi decisión….- dijo un con el mismo tono de voz - ¿No entendió bien acaso? – arqueo una ceja

- ¿Qué pretendes conseguir con eso? – su hermana abrió los ojos ya con las lagrimas en ellos.

- Alargarme la vida, y poder ser recordado ya que ahora no me queda ni mierda, aparte porque usted bien claro me dijo en esos tiempos que no lo había hecho nunca antes, entonces podre ser el primero. – Su hermana cayó en cuenta de sus caprichos y rompió en llanto en ese momento,  conociéndolo bien ya nada lo cambiaria.

-  No sé si deba…- dudo un poco el doctor.

-  Es mi decisión, por dios! – se alteró y las enfermeras fueron a calmarlo

-  No sé cómo termine esto no quiero arriesgarme de esta manera…-

-  Mi hermana queda como testigo y usted ya cállese y prosiga con su trabajo – se acomodó mejor en la camilla esperando al doctor, y de la chaqueta que se hallaba colgada en una de las sillas de visita saco 10 billetes dándoselo sin reparo.

- Puede comenzar… - el médico quedo atónito y dudo varias veces pero la mirada insistente de aquel muchacho lo rebajo de una sola, enfermo o no, podía mover el mundo solo con una llamada telefónica y eso no le convenía. En su hermana también habia despertado ese temor, prácticamente se hallaba entre cumplirle o no. Cuando finalmente tomo su decisión…

 

  Fue poco los segundos en los que el doctor se acercó a él aun con pesar en lo que iba a hacer, todo lo el muchacho quería se cumplía, y esta no sería la excepción…

 

Se acercó a él  y fueron segundos en los que toco su frente, Milo se inmuto a hablar y a seguir sus indicaciones - ¿Qué sientes?.. – le preguntó el castaño al sentirlo estremecido…

- Dócil… muy dócil…- dijo apenas mientras se dejaba hacer, sus pupilas se dilataron y su piel comenzó a tensarse poco a poco, la respiración le seguía, pero cada vez a paso lento muy lento….

 

Aioria cerró sus ojos y apretó su frente mientras se concentraba Milo quedo adormecido por completo y su cuerpo mas quieto que una roca, llegó un momento en el que las preguntas que le hacia ya no eran respondidas con coherencia, esa era señal de que realmente se hallaba adormecido…

 

Fue un proceso largo pues era una hipnosis nunca antes practicada, pasaron los meses y su tope de quedar con vida ya habia pasado los limites, definitivamente se estaba volviendo cada vez mas y mas intrigante. Se hallaba prácticamente en un estado de coma, y solo respondía “si” y “No” a las preguntas que el médico lo hacia. Su respiración se volvió descompasada y su cuerpo se hallaba mas blanco que la nieve, su cuerpo ya carecia de relleno y se hallaba totalmente paralizado, la hipnosis daba su marcha, hasta que una noche antes de irse oyeron sus últimas palabras  - Déjame ir en paz… no lo soporto…- apenas si dijo eso cayó en el mismo cuadro de antes, y fue la clave que el médico necesitaba para poder darle fin a esa hipnosis, pues ya habían transcurrido 8 meses desde la primera visita que le hizo, se habia vuelto el caso mas extraño visto nunca antes….

 

Se sentó nuevamente a su lado ahora con temor en el rostro, pues ese Milo ya no era nada comparado con el que tenia en frente, viendo la suplica en su rostro, Aioria toco levemente su frente e hizo el mismo proceso que había hecho antes cuando la hipnosis comenzó y cuando logro sacarlo de ese trance, solo noto sus cenizas caer por toda la camilla, solo había quedado cenizas de ese hombre….

 

Nada más que solo eso, y claro, sin duda había conseguido lo que este quería, lo malo es que ya no estaría para disfrutarlo….

Notas finales:

Espero hayan podido entenderlo, pues como ya dije no es como los que suelo escribir.

Saludos y vemos por otros fic.


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