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Yo soy su dueño por darkmiss

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Yo soy su dueño

En una mesa de un sencilla café, un joven de cabellos azules y piel morena que vestía una camisa blanca perfectamente planchada y arreglada, un pantalón negro estaba en espera a alguien, tomando tranquilamente su café, mirando la hora de reloj que estaba colgando en una de las paredes.

Su rostro ya mostraba como el tiempo ya estaba cobrando deudas, poseía unas finas arrugas en sus ojos, su cuerpo ya no poseía l agitada de sus años de juventud pero aun así, lograba sacar suspiros a cualquier persona que lo viera, esa persona que aunque su apariencia de apariencia jovial pero mu en el fondo sabia que los años ya habían pasado y que  estaba esperando alguien se llama Milo Noel.

Solo tuvo que esperar unos minutos hasta que el reloj dio a los 4 de la tarde hasta que vio como un joven que apenas estaba en la flor de su juventud de unos cabellos dorados y unos hermosos ojos azules, y a pesar de que todo el mundo se quedo boquiabierto por la presencia del joven este no se intimido por un momento solo frunció el ceño, lo miraba determinadamente comparando todo lo que aquel joven tenía y el no poseía, pero aun así la lista nunca se presento.

Con una seña llamo al camarero,este se acerco trapidamente

-que se le ofrece señor

- me gustaría que- susurrándole unas indicaciones al oído, el camarero solo asistió y acercándose a aquella nueva persona que se presento, dictandole todo lo que Milo le había dicho lo guio hasta donde estaba sentado; su larga melena ya no tenía el mismo brillo de hace tiempo la hizo hacia atrás despejando un pocos sus oídos pero a la vez dejando ver un pequeño tatuaje que se escondía por la zona del cuello y que se había hecho hace años como muestra de amor hacia lo que estaba defendiendo, amablemente su camarero le trajo a aquel joven hasta su mesa

-buenas tardes-

-buenas tardes-

-por favor siéntate, no te quedes parado ahí- sus manos aunque tenían una apariencia jovial, estas tenían la experiencia de toda una vida, trabajos arduos, el cuidado de toda una familia y de sus hijos que los llevo en su vientre, señalando el asiento.

-muchas gracias señor…- mientras el mesero, le ayudaba a sentarse quedando frente a frente

-Milo, y ¿tu tienes que ser Hyoga o me equivoco?, pero bueno no estoy aquí para hablar de mi sino de mi marido, tal vez lo conozca, se llama Camus Noel, o como te ha dicho Camus Valmes-

Cuando el menor escucho aquel nombre todo su cuerpo se tenso pero aun asi no quiso mostrar ningún sentimiento

-no se a que se refiere señor Milo, la relación que tengo con el señor Camus es solo de trabajo-

-por favor Hyoga no me creas tan iluso no naci ayer, asi que vamos al grano, se que eres tu el pretendiente y  próximamente amante de mi marido, si es que logras tus cometidos - dando un sorbo a su café pero sin despejar la vista del menor- y es por eso que estas y estoy aquí, yo mismo te  cite para defender lo que me gusto años ganarme-

-pues entonces esta guerra la tiene perdida Milo, ya que mira que soy yo el que ahora logra sacarle suspiros, con mi sola presencia, soy yo el que en cualquier instante lo voy a tener comiendo en mi palma de la mano, seré yo su dueño, asi que por favor ahorrémonos palabras y dele el divorcio a Camus cuando este se lo pido- dijo Hyoga  tajantemente, Milo solo se le quedo mirando hasta que solto una carcajada, haciendo que Hyoga se enojara por el comportamiento de su rival, en cambio Milo solo pudo reírse por lo que dijo el menor hasta que este pudo tranquilizarse

-ahí mocoso, no sabes como he mas logrado sacar una risa, hacia tiempo que no me reía asi-

-es que acaso usted  no entiende Camus ya no lo ama sino me quiere a mi-

Pero nuevamente Milo solo se pudo reírse

-jajajaja eres muy gracioso me recuerdas a mi cuando tenia tu edad- dijo Milo mientras se secaba unas cuantas lagrimas que se había salido provocando que Hyoga se levantara de su lugar y golpeando la mesa con sus manos haciendo que

-cálmate jovencito estamos en un lugar público y no queremos hacer un escándalo aquí-

Hyoga comprendió ahora el porqué lo había citado, mirando de un lado a otro veía como todo el mundo lo miraba, avergonzado solo se sentó, aguantándose a darle una bofetada entre toda la gente, en cambio Milo con un sonrisa triunfante por haber ganado el primer round

-y suponiendo que tu me conoces y yo de conozco por fin, cual es el precio que tengo que dar para que dejes a Camus-

-niño… niño...niño- negándose resignando mientras una sonrisa adornada sus labios- eres tan iluso que no lo vez, tú has de perder ya que no pienso dejarte lo que a mí me costó años ganarme, no dejare que un mocoso con sueños de quinceañera, me quite mi lugar-

-pero si ya sabes mis propósitos entonces porque vas a seguir humillándote, ya te colocaron los cuernos entonces déjalo-

-en eso estas equivocado, con mayor razón voy a defender mi honor, porque yo soy el padre de sus hijos y de sus hijos ya no soy unas niños como para que los engañen con los ridículos discursos que se le dan a los niños en estos tiempo difíciles, soy muy inteligentes para saber lo que tendremos-

-si de hijos estamos hablando entonces te los puedes quedar, igual yo se los puedo dar, hasta mejores de los tuyos-

- todavía no comprender, porque de mi nadie se burla de mí, no voy a permitir que me roben lo que a mí me costo y me gane la familia-

-pues que importa con que se quede conmigo estoy más que satisfecho, no mi importa si su familia le niega su existencia, con la mí es más que suficiente

-y te diré que tu no serás el intruso que me lo quite- parándose de ahí, dejando unas cuantas monedas por su café- además tu solo eras ese intruso, porque la corona lo tengo yo en sus hijos y su familia, yo me lo gane, serás tu solo eres ese intruso que le llego para atarantarlo-

Eso hizo que Hyoga enfureciera y se echara contra Milo, pero antes de que pudiera reaccionar Milo se había retirado, y son pensarlo corrió afuera del establecimiento tomándolo por la espalda se encaro en su frente para darle una bofetada dejando la marca de su palma, pero Milo rápido reacciono dándole otra bofetada con mucho mayor fuerza haciendo provocando que cayera de espaldas, y dejando su palma mucha más marcada que la suya.

-mira que yo solo quería hablar pero si quieres que nos agarremos a madrazos lo podemos hacer mocoso, pero eso si me vas a respeta mi lugar, y si vas a resbalarte pero a otro rincón porque este es mi hombre- gritando con determinación mirando como Hyoga trataba de aguantarse la ganas de llorar mientras varias personas del lugar salían corriendo a ver que sucedía en el estacionamiento auxiliando al menos, sin ganas de seguir en ese lugar de dirigió rápido a su auto entrando  para luego dejar todas las lagrimas de frustración que sentía.

No le gustaba llorar pero en ese momento lo necesitaba ya que sentía una gran humillación por lo  sucedido, y apenas que con Hyoga trataba de mostrarse seguro, en su interior tenia miedo de perder a Camus porque aun lo amaba aunque lo hubiera traicionado, cuando sus nervios se tranquilizaron puso en marca para irse a su casa.

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Estaba preocupado caminada como un león enjaulado y estaba preocupado, Milo no había llegado de su cita y ya estaba anocheciendo, había llegado temprano, tus hijos se había alegrado al ver a su papi llegar temprano, pero cuando esta buscando al padre de sus hijos solo encontró una nota  pegada en el refrigerador 

AHORA SALGO, LA COMIDA ESTA HECHA Y LOS NIÑOS YA COMIERON Y ESTAN CON LA VECINA VE A RECORGELO CUANDO LLEGUES

ATTE MILO

Eso le extraño ya que por lo general su escorpión le escribía que lo amaba, pero esa nota no le traída buena espina, hasta que escucho como se movía la perilla de la puerta principal, casi corre a esta hasta que vio entrar al oji-turquesa, iba a correr a abrazarlo pero un par de pequeños de unos nueve y diez años corrían a su encuentro

-papi- gritaron los pequeños para saltar sobre él y abrazándolo posesivamente

-mis niños, como se portaron con Valeria y Shura-

-muy bien papi- le respondió un pequeña princesa, de le había heredado el color de cabellos y ojos pero de Camus el tono de piel y el lacio de sus mechones

-que bueno, creo que ya es algo tarde y tienen que irse a dormir-

-pero no tengo sueño, papa- agrego su pequeño que era la vida imagen suya a excepción de sus ojos que eran sacados de su padre

-vamos a la cama pequeños-cargándolos ignorando olímpicamente a Camus que solo se había quedado a un lado, en cambio Camus solo se quedo en shock por eso, siguiéndolo por detrás  solo pudo ver como sus hijos estaban saltando en sus camas, mientras Milo con mucho esfuerzo trabaja de colocarle sus pijamas hasta que pudo.

-buenas noches mis niños, los quiero

-buenas noches mami, te quiero-dijeron los dos niños para

Milo con mucha ternura miro a su familia para luego cerrar lentamente la puerta procurando no hacer ruido, pasando a un lado de camus fue directamente hacia la comina para ir por un vaso de agua.

Eso ya no le agradaba a Camus y viendo como Milo ya se iba a retirar de la cocina, lo empujo contra la pared, mirándose a los ojos, ninguno se dejaba intimidas por las miradas, hasta que Milo solo suspiro pesadamente y liberándose del agarre del aguador-

-¿Qué te pasa Milo, donde estuviste? – tomándolo del brazo evitando se que alejara

- ah hola Camus ¿como has estado? yo muy bien-

-no me has respondido mi pregunta ¿Dónde estuviste toda la tarde?

-pues que quieres que te dija Camus si fui a ver a tu amante a colocar las cartas sobre la mesa-

Camus solo se quedo paralizado  y soltando a Milo dejándolo ir, gotas de sudor iban recorriendo por su frente hasta que pudo  despertar del susto hasta que se dirigió al cuarto donde compartía con Milo durante 10 años, se detuvo en el marco de la puerta y mirando con determinación como Milo se iba deshaciendo de su camisa dejando ver la piel morena, hay se puso a pensar cuando fue la última ver que lo vio así, recorrer esa piel bronceada con sus manos, pero en ese su mente recorrió varias imágenes de su vida vivida por él.

Milo estaba concentrado que se sobresalto al sentir como lo abrazaban por la espalda

-Milo ¿porque me haces esto?- capturando con su nariz el ahora del griego y cando sutiles besos en su cuello, provocando un ligero sonrojo en las mejillas del griego, hasta que en un momento empezó a soltar suspiros

-Pues que quieres que haga Camus que te deje ir sin dar pelea-

-entonces al final si te importo- empezando a dejar marcas en ese cuello y mirándolo a los ojos buscando algo que justificara lo sucedido

-claro que me importas- sin despegar su mirada y tomándolo del rostro para luego darle un ligero beso-te amo-

Camus respondiendo el gesto con otro beso pero mucho mas apasionado haciendo una danza de lenguas en sus cavidades bucales, hasta que ambos quedaron satisfechos, con los orbes color hielo que tenia Camus mira ruborizadas las mejillas del peli índigo, cargándolo de forma nupcial lo acomoda cómodamente en su cama, para luego subirse a sus caderas y volver a atacar con un sinfín de besos apasionados, mientras Milo enreda sus manos en el cuello galo profundizando el contacto, hasta que se liberan dando paso a que el galo recorriera por su cuello aspirando su aroma critico, hasta llegas a un par de botones rosados que suplicaban por atención, los lamio, chupo hasta dejarlos erectos.

Los suspiros y jadeos iban saliendo por la boca griega, suplicando por mayor contacto y Camus se lo daba,  las manos de Camus empezaron a cobrar vida y acariciando esa piel bronceada fue bajando hasta las cadenas deshaciéndose de cualquier prenda que impida llegar a su objetivo pero aun consintiéndolo acariciando, y besando cada parte del cuerpo del oji turquesa, pero Milo no se queda atrás ya que él ya había colado sus manos por debajo de la camisa que portaba, desabotonando con sensualidad la prendas del galo fueron quedando regabas por el piso de la habitación, hasta quedar con cueros, Camus se separa por un momento viendo la envidiable silueta griega, y con movimientos lentos fue acariciando a un excitado Milo  que en ese momento estaba sonrojado, mirando esas turquesas que le fascinaban, hasta que su conciencia empezó a atormentarle, le dio mucha lástima porque Milo siempre estuvo a su lado y él le pagaba con esa traición.

-Camus, te amo, y te necesito- susurro Milo y tomándolo del cuello lo atrajo hacia el  para continuar con la sensual danza, Camus dejando marca por el cuello mientras lamia su lóbulo y acariciaba y arañaba de placer la espada nívea de Camus, formando un camino de pequeños besos y mordisco, fue bajando hasta la palpitante miembro que ya exigía un poco de atención, posando sus labios sobre el miembro del griego empezó dando un beso logrando que Milo soltara un gemido de placer, y lentamente fue saboreando logrando sacar gemidos de clases, mientras Milo solo estaba jugando con los mechones aguamarinas de Camus , hasta que en un movimiento por la lengua de Camus tocando un punto de éxtasis de Milo, haciendo que soltara su semilla en la boca de Camus,  saboreando la semilla del moreno se la tomo como su fuera el mejor vino y volviendo a invadiendo la cavidad fue moviendo sus cadenas, rozando sus miembros contra sus vientres y obstruyendo sus gemidos en sus labios, Milo por instinto abrió sus piernas dejando de Camus se acomodara en ellas

-Ca…Camus, ahhh!! por …favor… continua-

Sin hacerse de rogar, le lleva tres dígitos a la boca de Milo o iba a voltearlo, pero este se negó asi que llevándose las piernas sobre sus hombros, fue introduciendo el primer digito lentamente mientras los anillos de carne lo iban aprisionado y que Milo soltara un gemido ahogado en su garganta con movimientos lentos fue preparándolo hasta que introduce el segundo y tercer digito, logrando que nuevamente Milo volviera a correrse, de arriba abajo fue moviendo los tres dígitos hasta que supo que era suficiente y los saco y colocando su miembro sobre la entrada de Milo y lentamente fue penetrándolo, Milo al sentir la invasión en su entrada, sintió un pequeño dolor, que al instante enterró sus uñas sobre los hombros de Camus, pero poco a poco se fue transformando de placer, se tuvo que quedar quieto pero le era imposible el calor del cuerpo de Milo era una droga

-ya …Camus- suplicaba Milo con que continuara

Los movimientos fueron lentos al principio pero por como iba pasando el tiempo, la razón perdió contra la locura y los movimientos fueron mas rápido, que era necesarios para los amantes de esta noche, la mano de Camus iban masturbando el miembro de Milo, mientras volvían sus cadenas fundiéndose en uno solo, los gemidos, suplicas se iban ahogando en los besos apasionados en  sus gargantas, hasta que finalmente llegaron al clímax, Camus corriéndose en el interior de Milo y él entre sus vientres soltando ambos un gemido dando final  al acto, Camus se dejo caer sobre el pecho del griego escuchando los latidos de él.

El galo lo abrazo besando la frente y sus mejillas mientras Milo solo se acurruco entre sus brazos, con cuidado  salió de su interior hasta que se coloco a un lado y abrazándolo lo pego a su pecho, retirando algunos mechones de su rostro que estaban pegados de su frente, en cambio Milo solo acariciaba sus sonrojadas mejillas y retirando cualquier  cabellos que obstruyera la vista de su Camus

-te amo Milo-

El griego solo sonrió y correspondiendo el abrazo se recargo en el pecho de Camus escuchando como su corazón se iba tranquilizando, hasta que volvió a la normalidad

-estas perdonado Camus-

-gracias Milo- pero poco fue su alivio cuando vio como Milo se levanto de la cama buscando algo con que cubrirse

-¿a donde vas Milo?- extrañado dijo Camus al ver como Milo solo se colocaba su ropa interior y sobre puesta su camisa.

- a dormir a la sala-

-¿Por qué se suponía que ya me  habías perdonado?-

-claro que te perdone pero esto solo por la humillación que me hiciste pasar por tener que ver a ese mocoso y la bofetada que me dio-señalando la mejilla ligeramente hinchada por el golpe-, que eso de que tengas que escogen entre él o yo es tu decisión, buenas noches Camus- cerrando la puerta detrás él, dejando solo al galo con una sonrisa en sus labios recordando a ese infantil carácter

 Meses después

En la oficina donde trabajaba Camus e Hyoga el rubio estaba tocando la puerta de su jefe, que lo había citado ente su presencia, tratando de verse tranquilo pero su corazón estaba muy acelerado toco ligeramente la puerta para que detrás de esta escuchara la voz de Camus pidiéndole que pasara.

-Hola Camus- dijo entusiasmado el menor

-siéntate por favor Hyoga- señalándole el lugar, el rubio se le acerco pero en lugar de sentarse a donde había señalado el galo, se acerco hasta que se sentó a sus piernas

-y bien Camus que se lo que se te antoja ahora- capturando sus labios en un beso, pero este no le correspondió el gesto, algo que le extraño y cuando lo miro a los ojos solo pudo percatarse de un seño fruncido

-Hyoga por favor aléjate de mi-

Que dices Camus

-Lo que escuchaste jovencito, además  solo te llame por los registros de contaduría, pero no te preocupes no diré nada por lo que hiciste ahora-

-que te pasa Camus, hace tres meses que no me hablas y ahora que por fin podemos hablar me rechazas-

-sobre eso pues se acabo Hyoga, no puedo hacerles esto a mi marido y a mi familia, lo que tuvimos solo pues un pequeño resbalón además el triangulo que estamos formando no me gusta -

-Pero que estás diciendo Camus se suponía que íbamos a hacer nuestra familia

-en eso te equivocas Hyoga yo ya tengo a mi marido, a mi familia y la quiero mucho, así que olvídate de esto y la única relación que vamos a tener será nada mas laboras- dijo Camus secamente mirando al menor que estaba llorando de rabia hasta que escucho al alguien tocaba la puerta y sin pedir permiso entro dejando ver al oji-turquesa con una sonrisa en los labios, mirando a su esposo y a si compañero de trabajo

-Hola Camus, hola jovencito- con una sonrisa triunfante en sus labios mientras veía como Hyoga se secaba bruscamente las lagrimas- mi amor ya es hora de la cita al doctor-

-ahí voy Milo- colocándose a un lado de él y dándole un beso pequeño en sus labios y frotando su apenas abultado vientre-

-te deseo suerte en buscarte a alguien más Hyoga pero Camus es mi hombre y yo soy su dueño- dejando al rubio humillado.

Ya afuera Camus le ayudo a Milo a sentarse en el lugar del copiloto

-no crees que fuiste un poco duro Milo-

-que acaso creías que me iba a dejar humillas y que cualquiera que trate de arrebatarme lo que más amo se iba a burlas de mi-

-no entiendo cómo fue que me enamore de ti-

-pues esa clase de cosas no se piensan se sientes por el corazón- acariciándole la mejilla- te amo mi Camus y ahora si estas perdonado- besando la frente del aguador-

Camus solo sonrió y solo pudo poner en marca el auto para ir a su cita con el doctor para ver a su tercer hijo con la persona que volvió a reconquistas su corazón.

Fin


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