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En la puta vida... por eggy33

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Notas del fanfic:

Bueno, en primer lugar debo aclarar que soy nueva en esto y todavia desconozco el funcionaiento de la pagina. Digo todo esto porque no supe cómo poner más de una advertencia así que aquí especifico que este fic contiene:mpreg, lemon y violacion.

Si alguno de ustedes sabe cómo puedo poner más de una advertencia, por favor que me deje un review para explicarmelo de forma que esto no vuelva a pasar.

Bueno, gracias por leer.

Notas del capitulo:

bueno, este es mi segundo fic así que espero que disfruten leyendolo tnto como yo disfruto escribiendolo.

Bill entró en su destartalada camioneta azul tirando la caja de herramientas en el asiento del acompañante, había sido un día de trabajo agotador, no entendía por qué la gente insistía en intentar arreglar las cosas por su cuenta solo para cagarla y darle más trabajo a él. Como la señora Connors que había creído que parchar las tuberías rotas con cinta aislante era equivalente a repararlas. Lo único que Bill Warren deseaba en ese momento era ir a casa y beber una cerveza en paz, normalmente después del trabajo solía reunirse con el resto de los hombres del pueblo en uno de los cuatro bares de la calle principal, pero ese día estaba hastiado y sin ganas de nada.

Condujo su confiable camioneta que lo llevaba acompañando desde hacía quince años y atravesó los grises barrios del pueblo sin prestarle demasiada atención a nada. Había llegado a Hammond, Nueva York hacía unos seis años, era un pueblo industrial ubicado en una zona fría donde siempre estaba nublado, la rodeaban espesos bosques y habían más remolques, pensiones, moteles y viviendas sociales suplementarias que casas propiamente dichas. Bill era una de las pocas personas en Hammond que vivía en una casa de verdad, una especie de granja pequeña y destartalada que el antiguo propietario le había legado.

En Hammond vivía lo que la gente llamaba “basura blanca”, gente pobre, ignorante y rabiosa que, pese a vivir como ratas, seguían creyéndose superiores a las minorías por ser orgullosos estadounidenses blancos. A Bill no le venían los prejuicios raciales, pero fuera de eso era un habitante promedio de aquella ciudad: un trabajo mediocre, una casa en mal estado y un ritual de ahogarse en cerveza después del trabajo. 

Nadie sabía gran cosa sobre Bill, no sabían porque el viejo señor Gordon, con quien no parecía tener lazos de sangre, le había dejado la casa al morir, o dónde había vivido antes, ni qué había hecho. Bill era un misterio.

Bill siguió conduciendo como en piloto automático hasta que se topó con una escena que le hizo para la camioneta.  Un adolescente  tenía atrapado a otro de los brazos mientras otros dos apaleaban al chico atrapado con palos de hockey. Cuando los chicos vieron a  Bill saliendo del auto se largaron a correr al instante, probablemente porque Bill presentaba una visión amenazante con sus 187 centímetros y sus 82 kilos bien distribuidos entre sus solidos músculos.

-¿Estás bien?-inquirió Bill más curioso que preocupado.

-Piérdete-le dijo el chico con voz venenosa mientras se apretaba el estómago herido a golpes.-Pude habérmelos sacado de encima yo solo.

Bill miró al chico intrigado, era bastante bajo y de una piel de palidez cadavérica;  tenía el cabello de un rubio casi blanco lo suficientemente largo para que unos mechones rebeldes cayeran ocultando parte de su cara. Su cara habría sido bonita si no hubiera tenido los ojos demasiado abiertos (como un animal salvaje, siempre alerta) ni los rasgos crispados en una mueca de dolor y fastidio.

Bill se sentó en una piedra cercana y encendió un cigarrillo mientras contemplaba como el chico luchaba por recuperar un ritmo normal de respiración.

-¿Por qué te golpearon?-preguntó Bill cuando el chico ya parecía haber recuperado la respiración.

-No es de tu puta incumbencia-le soltó el chico todavía jadeante.

-¿Preferirías hablar con la policía?-le amenazó Bill arqueando una ceja. Al escuchar la palabra “policía” los ojos grises del chico se abrieron aún más mientras una expresión de terror teñía su rostro. Aunque el chico no había hecho nada malo, era normal esa clase de reacción ante la idea de visitar la comisaría, los policías de Hammond usaban cualquier excusa para mandarte al reformatorio con tal de limpiar el pueblo de “adolescentes problema” de forma que ellos tuvieran más tiempo para dormir en el trabajo.

-Son del equipo de hockey de Devon Springs, el pueblo que está al lado-dijo el chico receloso.-El otro día tuvimos un partido y le rompí la nariz a su guardameta así que ahora han venido a cobrar venganza.

-Ósea-dijo Bill apagando el cigarrillo en el piso.-Que te lo merecías.

-Es un modo de verlo-masculló el chico apartando la mirada.

-Sube a la camioneta-ordenó Bill en tono cansado preguntándose por qué mierda ayudaba a aquel chico. Sin embargo el chico no se movió ni un centímetro, era un chico desconfiado e incapaz de creer en la amabilidad desinteresada, mas que nada porque nunca la había experimentado antes.-¡Te dije que te subieres!-bramó Bill impacientándose. Como si se tratara de un reflejo condicionado, el chico se subió a la camioneta. No estaba acostumbrado a la amabilidad, pero si lo estaba a los gritos fuertes y había aprendido (de la peor manera) que era mucho mejor obedecerlos.

Ninguno de los dos habló durante el camino a casa de Bill, el chico estaba demasiado preocupado intentando averiguar qué clase de putada planeaba hacerle el mayor y Bill solo se maldecía a sí mismo por haber echado por la borda lo que parecía ser una tarde de descanso. Cuando Bill aparcó la camioneta frente a la granja el chico evaluó sus posibilidades de escapar, pero se dio cuenta de que, alejados de la ciudad como lo estaban, estas eran prácticamente nulas.

-Entra-dijo Bill guiando al chico dentro de su casa, lo llevó hasta la cocina, no demasiado limpia, y le indicó que se sentara en una vieja silla de lona plegable mientras iba por el botiquín. Cuando volvió se puso a curar las heridas con una habilidad que dejó pasmado al chico, como si se pasase la vida haciéndolo.

-¿Eres médico?-preguntó el chico mientras contemplaba como las habilidosas manos de Bill desinfectaban una de las heridas en su vientre.

-¿Te parece la casa de un médico?-replicó Bill con sorna sin despegar la vista de su labor. Cuando la camiseta del chico comenzó a ser molesta sencillamente se la arrancó y siguió esparciendo alcohol para desinfectar las heridas.-Por cierto…¿cómo te llamas?

-Jamie Turner-dijo el chico con timidez.

-Ah, supongo que entonces eres el hijo de Lars-Jamie asintió sin inmutarse, era bastante común que todos se conocieran en un pueblo como Hammond, además de que Lars Turner era famoso en el pueblo por sus gallos de pelea y sus trampas en el póker.-Yo soy Bill, a veces bebo con tu padre-Jamie no respondió. Bill siguió subiendo hasta toparse con una herida en el pecho que le llamó la atención, era mucho más grave que las otras como si alguien hubiera desgarrado la carne y tenía unos dos o tres días de antigüedad.-¿Qué te pasó aquí?-preguntó Bill pasando los dedos por la herida a punto de infectarse al no ser curada cuando se debía. Jamie no dijo nada y se limitó a apartar la mirada con obstinación.-¡Dímelo!-exigió Bill levantando la voz.

-Tuve una pelea en la escuela hace un par de días, eso es todo-dijo el chico echándose hacia atrás asustado por el vozarrón de Bill. El mayor le fulminó con una mirada que parecía atravesarlo y leerlo como un libro abierto, sabía que Jamie le estaba mintiendo descaradamente pero no podía hacer nada para probarlo. Se limitó a terminar de curar las heridas metódica y cuidadosamente.

-¿Cuántas años tienes?-preguntó Jamie poniéndose la camiseta una vez que el mayor terminó de curarlo.

-Treinta y cuatro-dijo Bill sacando una lata de cerveza del refrigerador.

-Yo tengo quince-dijo Jamie.-Pareces de treinta.

-Y tú de doce-dijo Bill con malicia mientras se iba hacia el sofá de la sala y encendía la televisión. Jamie le miró indignado pero no dijo nada ya que aquel tipo le intimidaba en sobremanera. Y no era para menos tomando en cuenta que Bill era un tipo altísimo con un cuerpo tonificado y musculoso, una piel tostada por el sol y el cabello castaño oscuro cortado a lo mohicano y el tatuaje de una calavera espeluznante en el hombro.

-¿Tienes algo para comer?-preguntó Jamie dándose cuenta de que no había comido en todo el día y era poco probable que en su casa no hubiera nada más que whisky.

-Si tienes hambre te jodes, ya vete de una vez-dijo Bill sin apartar la vista del partido de basketball que ponían en la televisión. De todas formas Jamie abrió el refrigerador.

-¡No me jodas!-saltó el rubio hirviendo de indignación.-¡Tienes como cuarenta kilos de carne aquí dentro! ¿Qué te cuesta darme un poco, egoísta de mierda?

Bill apretó los puños y se convenció a sí mismo que el chico ya había recibido demasiadas palizas en una semana. Bill recordó que mientras le curaba las heridas se había fijado que el torso del chico era especialmente delgado, era como si no hubiera nada entre el hueso y la piel, por no hablar que  tenía los ojos y la clavícula especialmente hundidos. Probablemente e chico se alimentaba muy mal, al fin y al cabo Lars Turner no se le antojaba precisamente un buen padre.

-Cómete las sobras y vete a casa-dijo Bill de mala gana.

Jamie agarró el plato de carne y verduras al horno y lo engulló en un par de segundos, casi se había olvidado como sabía algo cocinado. Se bebió  el jugo y le pasó la lengua al plato mientras pensaba en una manera de librarse de la paliza que seguramente le darían mañana, si no lo hacía el equipo de Dover Springs entonces lo haría su propio equipo, al fin y al cabo había hecho que perdieran el juego por  superar el límite de faltas en un partido, la mayor parte de ellas cometidas por él.

-¿Lo cocinaste tú?-preguntó Jamie dejando el palto en el lavadero.

-¿Quieres la receta?-se burló Bill. Jamie no se dignó a responder y se limitó a encender un cigarrillo y sentarse en una butaca del salón junto a él.-Creí haberte dicho que te fueras-dijo Bill con frustración.

-Vale ya me largo-Bill lo observó ponerse una gastada chaqueta de cuero y pensó su palidez no era normal.

-¿Tú madre murió, cierto?-preguntó Bill en un tono más suave. Jamie asintió sin mirarlo.-Lars no debe de cocinar mucho ¿verdad?-nuevamente Jamie no dijo nada, Bill entonces comprendió que aquel chico debía estar comiendo día sí y día no.-Hay un par de salchichas que van a echarse a perder, si quieres te las puedes llevar. Lo único que tienes que hacer es cocerlas en agua.

El chico le miró y asintió agradecido mientras corría a la cocina y se guardaba las salchichas envueltas bajo la chaqueta. Pensó en cocinarlas nada mas llegar a su casa y sintió ganas de llorar, hacía mucho tiempo que no comía dos veces al día, en su casa siempre había alcohol, cigarrillos y comida para gallos pero casi nunca había comida. Su padre solía comer en los bares o en casa de sus múltiples “amiguitas”, así que Jamie había aprendido a vivir con el hambre.

Jamie salió de la cocina y se plantó junto a Bill algo indeciso, era una persona sumamente desconfiada y toda aquella amabilidad le estaba mareando. Jamie pensó que Bill era un tipo de lo más raro y que era mejor que se largara lo antes posible antes de que el tipo intentara hacer cualquier cosa.

-Gracias-dijo el chico de mala gana, no era que no le alegrara llevarse la comida, sencillamente sentía su orgullo herido al haberse visto obligado a aceptar aquella limosna. Al fin y al cabo era el jodido Jamie Turner, uno de los tipos más rudos entre en el instituto Rutherford Haytes donde se juntaba toda la escoria de los barrios bajos. Jamie  tenía fama de demonio, más que nada por las peleas que  tenía en los partidos de hockey y por su mirada: con los ojos muy abiertos, la mirada fija, siempre alerta, como si te fuera a atacar de un momento a otro.

-Solo lárgate-gruñó Bill sin siquiera mirarlo. Jamie salió apresuradamente, aliviado de poder terminar con esa extraña situación. Bill se quedó sentado en el desvencijado sofá dándose cuenta de que la casa había quedado extrañamente silenciosa, subió el volumen del televisor e ignoró aquellos pensamientos estúpidos.

 

 

 


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