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Fantasy. por Elle Trancy

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Notas del fanfic:

Si los personajes me pertenecieran, Sakura no existiera. Pero le pertenece a Kishimoto... u.u 

 

 

 

http://0069-sumisworld.blogspot.com/

Fantasy

 

 

 

 

Tras el molesto sonar de las campanas, una oscuridad fúnebre tinto un paisaje de colores convirtiéndolo en un espacio demasiado aterrador para andar por allí. Sin embargo, la brillante luz de la luna llena, las tintineantes estrellitas y las farolas de la calle, menguaban la oscuridad dos tonos.

 

El viendo sopló con fuerza, trayendo con él, arena y basura, alborotando a su vez, unas hebras carmesí que su poseedor no cubría, a pesar del frío que allí azotaba.

 

 

Había pasado al menos cuatro horas en aquel parque, inmóvil, sentado en aquella banca, tan solo contemplando la nada. Porque sus cavilaciones decoloradas no le permitían siquiera inmutarse de la situación a su alrededor. ¿En que podría pensar? No había mucho en que pensar, porque las respuestas estaban allí, en colores fluorescentes; Pero él no quería verlas.

 

 

Prefería seguir haciendo lo que mas odiaba; Hacer la cola de los imbéciles que le buscaban respuestas a todo, y aunque aquello podría ser la grieta del problema, no paraba de repetirse que simplemente, no podía mandar todo a la reverenda mierda –Como lo hacia todo el tiempo – porque su “felicidad” residía en la comida, un buen libro, o una tarde silenciosa.

 

 

Sin personas a su alrededor revoloteando.

 

 

Sin pensamientos molestos...

 

 

Sin él,  dando vueltas en su cabeza todo el día.

 

 

Él no era así. Él no quería esto. Jamás había podido comprender los sentimientos, aquellos que la gente estúpida aseguraba se encontraban en el corazón, sin reparar en la realidad, que se encuentran en el cerebro. En un lugar llamado “sistema Límbico”. O al menos eso aseguraba su profesor de biología, Hatake Kakashi.

 

 

“El corazón es sólo un órgano que bombea sangre al cuerpo, manteniéndote existente en este mundo...” – Había dicho en una ocasión, causando bullicio entre los alumnos.

 

 

Pero él pelirrojo sabía que era verdad. Se abrazó las piernas y escondió su rostro. – Ya, déjalo – Se dijo a si mismo.

 

 

Tal vez estaba exagerando un poco, o mucho... quien sabe. Y la verdad sería que sí, su reacción por algo que muchos podrían considerar pequeño, para él era un gran paso.

 

Agregándole que, si aquello le estuviese pasando con un zorrito idiota como lo era Naruto, o un pollito como Rock Lee (Solía referirse a sus compañeros de clases como una “Banda de animales”) , la situación menguase un poco.

 

 

Pero Naruto y Rock Lee eran sólo eso, compañeros de clase, ni amigos ni nada más, y no había más nada que discutir. Sin embargo, su problema abarcaba niveles superiores – Literalmente, niveles superiores – y si no encontraba una solución pronto, acabaría matando a mucha gente...

 

 

 

Pasó una mano por su cabello, soltando un silencioso suspiro – Tengo que estar loco – Aseguro para sí.

 

 

El reloj marco las ocho cuando se decidió a levantarse de allí, repitiéndose una y otra vez a si mismo “Tengo que estar loco, muy loco”

 

 

Su caminata paso de ser amena y despreocupada a frenética y desesperada. Como si correr, no, como si hacer esfuerzo físico fuera muy típico de él.

 

 

Paso frente al lago, atravesando el caminito de piedras, casi tropezando en el proceso; llego hasta la colina que separaba el parque de la civilización. Fue allí que pudo observar con mayor claridad, gracias a los grandes faroles, y los pocos locales abiertos un día como ese, a una hora como esa.

 

 

 

Cruzo la calle trotando con el semáforo en verde, no había personas ni autos transitando, todo estaba silencioso y solo. Siguió corriendo hasta llegar a un edificio decolorado por el paso del tiempo en medio de un bar y una pizzería, ambos cerrados.

 

 

Ya conocía bien ese camino...

 

 

 

Siguió los pisos a pie al no tener la suficiente paciencia para esperar al ascensor. Fue en el piso seis donde, jadeando y empapado, se detuvo. Llevaba el suéter de capucha y mangas largas , mojadas, y las trenzas de sus botines desamarradas. Su cabello había pasado de estar alborotado a caerle en el rostro pegado a su piel por la humedad.

 

 

Descubrió que había estado corriendo bajo la lluvia; Ahora aquellos rubís cabellos goteaban frente su rostro, dándole un aspecto aún más enternecedor.

 

 

Allí, frente a la puerta, se discutía internamente si tocar o no. ¿Qué consecuencias acarearía aquella confesión? ¿Podría a aquello llamársele “Confesión”?

 

 

 

No, definitivamente no podía ser una confesión. Solo iba a plantearle su situación, en forma de problema, tal cual lo hacia con los ejercicios de Matemática. Y le pediría que le ayudase, si, eso haría.

 

 

 

El timbre sonó dos veces, luego de escasos segundos, la puerta se abrió.

 

 

 

- ¿Qué haces aquí? – Pregunto el de cabello azabache con el ceño fruncido – Se supone que nos reuniríamos mañana, no hoy, y menos a esta...

 

 

- ... ¿Está aquí? – Interrumpió  jadeando.

 

 

- Sí, pero se está bañan...

 

 

- Que pase, Sasuke... – Dijo el mayor, detrás de él.

 

 

Llevaba una toalla alrededor de la cintura y su lacio, largo y azabache cabello caía a ambos lados de sus hombros. Goteando como el cabello del Pelirrojo.

 

 

Sasuke se hizo a un lado y dejó pasar al recién llegado.

 

 

 

- Me sorprende verte aquí, Gaara. – Dijo Itachi, agachándose hasta quedar a la altura del mas pequeño.

 

 

- Necesito hablar contigo, Itachi – Respondió, mirando por un momento a Sasuke, quien no cedería hasta que se lo pidiesen.

 

 

- Por favor... –

 

 

Bufó y se retiro, dando un portazo a la puerta de su habitación.

 

 

 

Itachi tomó asiento en el sofá e hizo un ademán para que Gaara le acompañase. Pero este ultimo tan solo cambio el peso de su cuerpo a la otra pierna. Maldiciendo el momento en el que se le había ocurrido la grandiosa idea correr bajo la lluvia, ahora agradecía que Itachi tuviera la calefacción encendida.

 

 

 

- ¿Y bien? – Pregunto el mayor, escurriendo su cabello en el paño.

 

 

Allí, frente Itachi, el responsable de que su mundo dejara de ser placido y manso, las cosas se habían puesto más difíciles. Había ensayado mentalmente de camino allí, lo que iba a decir. Sin embargo, se había acobardado, y por aquella razón se había quedado en el parque, hasta que por fin su hombría decidiese enfrentar los problemas.

 

 

Como le había dicho Kankuro, su hermano mayor, los hombres debían hacerse responsable de sus actos, palabras y sentimientos. Si el no era sincero con los demás, no podría serlo consigo mismo, y eso lo convertía a su vez, en un poco hombre.

 

 

 

Pero, ¡por dios! ¿Cómo decir aquello, si ni siquiera sabia que era? No podía decirle que cuando estaba junto a él todo se hacía mas fácil, mas tranquilo; No podría decirle que siempre que lo veía dentro de si revoloteaban mariposistas  - o gusanos, no estaba seguro – y que cuando se despedían, contaba las horas –inconscientemente – hasta la próxima vez que lo vería.

 

 

¿Cómo decir aquello sin que toda la sangre se le subiera al rostro, y terminar haciendo un show demasiado bochornoso? ¡Ni hablar!

 

Además estaba aquel temblor en las piernas, y el castañar de los dientes por el frío. O los nervios. Y por si fuera poco, el menor de los Uchiha podía escuchar toda la conversación sin ningún inconveniente.

 

 

 

“Quien no es capaz de sincerarse con los demás, no es digno de hacerse llamar hombre...” – Las palabras de su hermano resonaron en su mente.

 

 

 

 

¿Cómo decir todo aquello? ¡Por dios!

 

 

 

 

Itachi se levanto del sofá sin dejar de mirarle ni un momento y, arrodillándose frente a Gaara, lo abrazó por la cintura.

 

 

 

- Puedo leer tus ojos. – Fue lo que le dijo, apresando su pequeña cintura.

 

 

- Itachi... yo... – Titubeó, sintiéndose estúpido por la escena.

 

 

- Dime, quiero que lo digas – Ordeno, mirándole a los ojos, sin dejar de abrazarlo.

 

 

Gaara lo veía desde arriba, sintiéndose por primera vez superior a su tutor.

 

 

- Me gustas... – Confesó al fin.

 

 

 

Itachi sonrío y levantándose tomo el rostro del menor y planto un dulce beso en sus labios.

 

 

- Acompáñame... – Le susurro al oído, llevándose a Gaara de la mano.

 

 

 

El pelirrojo obedeció, embelesado por una realidad que aunque fuera palpable, no era más real que fantasía.

 

 

Porque todo aquello simplemente no podía darse tan fácil.

 

 

 

 

 

 

 

Cuando despertó aún estaba en el salón de clases, su profesor Kakashi hacia una demostración muy explicita con un pepino y un tubo de papel aluminio, de como era el movimiento sexual durante la reproducción.

 

 

Miro hacia todos lados volviendo a la realidad. ¿Qué habría sido todo eso? ¿Dormirse en clases? ¿Desde cuando?

 

 

 

Fue allí que dio con la mirada de Sasuke, quien lo miraba embelesado desde hace un buen tiempo.

 

 

 

Retiraron las miradas al momento que el timbre sonaba.

 

 

- Muy bien chicos, para la próxima clase quiero que traigan un órgano reproductor hecho con materiales reciclables ¿Vale?

 

 

 

Los jóvenes fueron saliendo como una banda de animales del laboratorio mientras Gaara guardaba sus cosas dentro del bolso.

 

 

 

Había sido un sueño muy, muy real... Pero había sido un sueño al fin. Él jamás haría las cosas de esa manera, no, él no era así.

 

 

 

Salió del laboratorio colocándose los audífonos, unos aparatos los cuales le permitían ignorar la estupidez humana y hundirse en fantasías que jamás confesaría.

 

 

 

Pero antes de que pueda continuar alguien le toco el hombro. Era Sasuke.

 

 

 

- Itachi me pidió que te dijera que estudies bien el fin de semana, te hará una prueba el lunes. –

 

 

Agradeció con un gesto con la cabeza y continuo, sin reparar en la expresión en el rostro de Sasuke.

 

 

Aún no había encendido su Mp3 cuando escucho a la rubia chismosa y a la pelirosa inútil cuchichear en su nombre.

 

 

- Pero a Sasuke le gusta Gaara – Había dicho la rubia de ojos verdes.

 

- ¿Quién te dijo eso? – Pregunto Sakura más indignada que nunca.

 

- El mismo Naruto lo grito el miércoles pasado durante la clase de gimnasia a la que Gaara falto y tú llegaste tarde.

 

- Pues a mi me dijeron que Sabaku estaba saliendo con su tutor.

 

 

-¡Eso si es extraño!

 

 

Se detuvo en seco y volteo hacia ellas.

 

 

- ¿Por qué no mejor se ponen a pensar en que las dos necesitan un marido en lugar de estar difamando a los demás?

 

 

Sakura se sonrojo y oculto su rostro bajo su bolso. Sin embargo Ino, no se intimido.

 

 

- Para nadie es un secreto que Itachi es tu tutor, y que ustedes mantienen una relación.

 

- Eso no es tu problema. – Respondió tajante.

 

- No, pero ponte a pensar en lo que le estas haciendo al pobre Sasuke.

 

- ¿Quién es “pobre”?  - Pregunto Sasuke, apareciendo por detrás de ellas.

 

 

Nadie respondió. En cambio, el azabache paso por en medio de las dos y tomo a Gaara del brazo, llevándoselo a rastras.

 

 

Este se dejo llevar, solo por no tener que rebajarse a esas niñas.

 

 

 

Fue cuando llegaron a la salida que Sasuke habló.

 

 

- ¿Es verdad? – Pregunto.

 

- ¿Qué es verdad?

 

- Que te gusta mi hermano...

 

 

Gaara desvío la mirada y se soltó del agarre de Sasuke, quien era cinco centímetros mas alto que él.

 

 

- ¿Y qué si es así? – Retó. Mirándolo directo a los ojos, esperando a que el Uchiha se intimidara y dejase el tema de una vez por todas.

 

 

En cambio su labios quedaron sellados después de un beso que le planto el menor de los Uchihas.

 

- No te hagas ilusiones, Gaara. Itachi tiene veintiocho y tú vas a cumplir trece. No te tortures más...

 

 

 

¿Era aquello una fantasía, verdad? Rogaba porque así fuera.

 

 

 

Después de todo, la realidad era contraste de una fantasía. Y de aquello era solo testigo Itachi, en las noches después de “estudiar”, en las cuales Sasuke dormía profundamente, Gaara se entregaba a Itachi. Como si su fantasía pudiese hacerse realidad con tan solo cerrar los ojos...

 

 

 

Pero eso nadie lo sabría, ni ahora, ni nunca. 

Notas finales:

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