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Dame tus ojos por Syarehn

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Notas del fanfic:

Sólo puedo decir que está inspirado en “Gib mir deine Augen” de Rammstein, de hecho mi primera idea era más fuerte pero decidí no arrancarle los ojos a nadie jajaja (?) 

DAME TUS OJOS

. »« .

.

 

«Dame tus ojos, dame tu luz, cédeme tus lágrimas. Sin embargo, no debes llorar.»

Gib mir deine Augen de Rammstein

 

 

—¿A qué debo el honorde su vista? —preguntó Loki, sentado en la celda que Fury le había asignado hasta que partieran a Asgard.

 

—Te debo un trago —dijo Stark sin más, mostrándole la botella de whisky y un par de vasos con hielo.

 

—Estoy esposado, por si no lo has notado —ironizó el pelinegro.

 

—Sí, como debe ser. —Fue la irónica respuesta de Tony mientras servía el whisky. Loki observó al mortal frente a él, tenía carácter y eso le agradaba. Tony se acercó con los vasos llenos y los colocó en la barra donde Loki estaba sentado, después le soltó las manos—. Si intentas algo, Hulk vendrá y te golpeará.

 

—¡Esa estúpida bestia…! —se quejó Loki, indignado y molesto.

 

—Te pateó el trasero hace un par de horas. Si fuera tú no me expresaría así de él —se burló Tony.  El dios del engaño resopló. El castaño le acercó el vaso y Loki bebió todo de una sola vez por lo que Stark le pasó la botella y el dios se sirvió un par de veces más—. Pepper estaría orgullosa al ver que no soy yo el del problema con el alcohol —bromeó, aunque a Loki no le hizo gracia, en primera porque no sabía quién o qué era “Pepper”, y segunda, porque él no tenía ningún problema con él alcohol, así que se limitó a mirarlo indignado, con toda la arrogancia y superioridad que las circunstancias le permitían.

 

—¿Por qué mi cetro no funcionó en ti? —soltó Loki después de un rato.

 

—Ya te lo había dicho, fallas técnicas. Suelen pasar de vez en cuando. —Loki enarcó una ceja mirando los ojos avellana del mortal, había tantaseguridad en él que comenzaba a creer que su lugar no era Midgard sino el palacio de Asgard. Odiaba admitirlo pero esos ojos castaños tan arrogantes le gustaban.

 

—Mi magia no falla. —Fue su respuesta esperando que con ello obtuviera una contestación que aclarara sus dudas.  

 

Tony lo miró. El hermano de Thor tenía clase, elegancia y un toque seductor que no le pasaba desapercibido. Sonrió.

 

—Digamos que no soy fácilmente manipulable. Principalmente porque dudo que tu linternita conozca algo acerca de reactores —declaró el castaño. Y era cierto, Loki no tenía idea  de lo que el mortal estaba diciéndole así que se limitó a sonreírle de vuelta.

 

—Eres interesante, mortal. Más de lo que me gustaría reconocer.

 

—Lo sé —contestó arrogante—. Un millón de sexys modelos me lo han dicho.

 

«¡Por Odín! Es más engreído que Thor.» Se dijo Loki con un gesto de apatía.

 

—Espero que hayas traído más de una botella —comentó Loki, a lo que Tony asintió.

 

—Y yo espero que no llegues ebrio a tu juicio.

 

Por favor. El Padre de Todo gritará, se decepcionará y me arrojará a algún recóndito lugar del universo del cual seguramente podré escapar —dijo saboreando el alcohol en sus labios, deleitándose y observando como el moreno frente a él bebía también y no pudo evitar reparar en aquellos labios carnosos y esos penetrantes ojos que no le quitaban la vista de encima, alertas de cualquier movimiento sospechoso—. No importa si estoy ebrio o no, el resultado será el mismo.

 

—Te ves muy convencido. —Tony era plenamente consciente de que Loki también lo miraba y eso le gustaba, así que sonrió de esa forma tan cínica y galante que volvía locas a las multitudes  y se complació al ver que el dios también reaccionaba aunque de manera sutil y recatada—. Pero no entiendo por qué alguien como tú se interesaría en la Tierra. Es linda, sí, muy azul…, pero supongo que hay sociedades mejores. Menos caóticas.

 

Loki pasó su lengua por sus labios, acariciándolos y humedeciéndolos, degustando una estrambótica idea. Tony se estremeció. El hermano del fortachón era un chico bastante sensual y sabía bien lo que hacía.

 

—El caos me divierte —declaró Loki. Tony enarcó una ceja—. ¿Sabes? Desde que te vi en Alemania supe que había algo curioso en ti, así que te contaré un secreto —afirmó acercando su rostro al del moreno, ladeándolo un poco para poder susurrarle al oído—: Lo hago para fastidiarle la vida a mi hermano, para verlo de rodillas, llorando por lo que más ama.

 

La carcajada del millonario lo descolocó, no había esperado asustarlo con algo como eso pero si causarle algo que no fuera risa. De un momento a otro, Loki vio aquel atractivo rostro acercándose al suyo y pronto sintió contra sus labios el aliento a menta y alcohol.

 

—Para eso, mi querido, extraterrestre, tendrías que suicidarte o autoflagelarte —le aseguró Stark sarcástico. El ojiverde aparentó no estar confundido pero tampoco puso distancia ante aquel coqueto gesto porque no iba a perder un duelo que él mismo había comenzado.

 

—¿Insinúas que soy lo que Thor más ama? —Su tono era insinuante y a decir verdad, ahora en lo último que pensaba era en Thor, estaba más concentrado en el peculiar brillo de aquellos chocolatosos ojos.

 

—No estoy insinuándolo, pero lo dejo a tu criterio. —Tony rozó con sus labios la boca ajena y apartó un mechón ébano del pálido rostro, sonriendo interiormente ante la sedosidad del tacto—. Se te ve nervioso, chico de la linterna —se burló.

 

—Y a ti ansioso, mortal.

 

Tony se apartó de él con elegancia y se sirvió otra copa, luego le pasó la botella a Loki.

 

—Disfruta de los placeres de la vida ahora que puedes, quizá después no encuentres a alguien tan amable como yo.

 

Después de dos botellas de whisky y un par de hamburguesas Loki comenzaba a pensar que su estancia en-donde-fuera-que-lo-enviarán sería más entretenida con Anthony Stark allí. Y es que era tan excéntrico y sarcástico que incluso le recordaba a sí mismo. También estaba su personalidad seductora,  su sonrisa ladina, sus labios y sus ojos. ¡Sus ojos! Tan  expresivos, tan grandes, tan diferentes aun en su normalidad.

 

Él estaba acostumbrado a los ojos de colores raros o extravagantes, como los orbes azules brillante de Thor u Odín, verde intenso como los propios, grises e incluso violetas en diferentes guerreros, rojos como los de los gigantes de hielo, naranjas como los de Heimdall. De modo que los ojos cafés no tenían gracia alguna para él. Sin embargo, justamente los de Tony Stark lo atraían. ¡Y es que le decían mil cosas y nada a la vez! Lo confundían pero al mismo tiempo le daban respuesta a sus preguntas. ¿Qué clase de magia extraña era esa?

 

Aquel mortal le resultaba tentadoramente sugerente. Hacía años que no se sentía de esa forma y sabía bien que el moreno sentía una atracción similar hacia él. ¡Y lo sabía porque sus malditos ojos se lo decían! Lo escrutaban y desvestían con la mirada pero a la vez lo trataban con indiferencia.

 

Tony por su parte, también sentía cierta fascinación por el hombre frente a él. Era ciertamente atractivo, embelesante; su piel blanca y cremosa, su insolencia que competía únicamente con la suya, aquel par de esmeraldas que lo fulminaban de diferentes y deliciosas formas y sobre todo su voz aterciopelada y venenosa.

 

—Espero que disfrutes el viaje —dijo Tony levantándose para no seguir mirándolo. Recogió las cosas y se encaminó a la puerta.

 

—Stark —le llamó Loki con voz suave—. Regálame algo. —Tony enarcó una ceja—. Para recordarte en mi exilio —explicó mientras se acercaba al millonario, éste sonrió más ampliamente y dejó en el suelo las botellas y el par de vasos para luego avanzar también hacia Loki—. ¿Me regalarás algo? —volvió a pedir sugerentemente el pelinegro.

 

Tony buscó entre sus ropas y sacó un billete de cien dólares, tendiéndoselo.

 

—Te lo regalo —dijo Tony sarcástico.  

 

—No te burles de mi, mortal —siseó Loki y la celda se oscureció. Tony escuchó como la puerta por la que había entrado se sellaba. No podía ver ni su propia mano y lo único en lo que podía pensar era que no haber llevado su armadura había sido un error fatal—. ¿Extrañas tu armadura? —Adivinó el pelinegro, pero Tony no pudo distinguir de qué lado provenía aquella aterciopelada voz, aunque se escuchaba peligrosamente cerca—. No debiste desatarme, Anthony Stark. 

 

El millonario sintió unas manos en sus hombros y algo parecido a una serpiente moviéndose en el piso, entre sus piernas. Notó como la enorme y gruesa víbora le envolvía los muslos, inmovilizándolo. Sentía cómo el animal lo presionaba pero no era una sensación totalmente desagradable aunque si dolorosa y asfixiante. Mientras, las manos en sus hombros se movieron por sus brazos.

 

—No vas a moverte sin que yo lo ordene —le susurró Loki al oído, empleando su magia para que así fuera. Su aliento olía a alcohol y una mordida fuerte en el lóbulo de la oreja izquierda del empresario lo hizo estremecerse. En efecto, Tony ya no tenía el control de su cuerpo—. Quiero ver tus ojos, Anthony —exigió, y una luz tenue, como la de una solitaria vela a punto de apagarse, se hizo presente, mostrando el entorno más cercano a ambos hombres.

 

Loki caminó hasta quedar frente a Stark y miró sus ojos. No había miedo en ellos, sólo enojo.

 

«Encantador.» Pensó el dios, pues los ojos castaños tenían una hermosa forma de expresarse.

 

—No vas a escapar aunque me mates —aseguró el vengador con desprecio,  causando la risa de su captor.

 

—No quiero escapar, Anthony. —Loki no había dejado de mirarlo a los ojos. Nunca había sentido una fascinación así. Las emociones y la forma en que éstas se reflejaban en las irises chocolate lo hechizaban. Y quería ver más. Quería todos los cambios posibles, cada emoción reflejada.

 

Tony ya lo había deleitado mostrándole el brillo de la arrogancia, la superioridad y la confianza. Ahora quería ver lo contrario.

 

—Jörmundgander* —llamó Loki a su serpiente y ésta subió arrastrándose por el cuerpo de Tony, oprimiendo su pecho y rasgando sus ropas a su paso. Stark quería moverse, quitarse esa cosa escamosa de encima, podía sentir su frialdad y la ligera presión que hacía en su piel al tomar impulso para arrastrarse, pero sus malditos músculos no respondían. Loki sonrió cuando Jörmundgander se enredó en el cuello de Tony y la enorme cabeza del animal quedó justo frente al rostro del millonario. —Es una linda serpiente, ¿verdad? Es única en su especie.

 

El dios acarició la cabeza negra de la serpiente que asemejaba más a la de un dragón.

 

—Si la vendieras a un circo ganarías mucho —se burló Tony, esperando que el animal no fuese a tragarlo o a romperle los huesos.

 

Jörmundgander pareció molesta y le mostró los colmillos, enormes y afilados en un siseo prolongado, al tiempo que lo estrujaba dolorosamente.

 

Loki sonrió; allí estaba, el destello de miedo que Loki había buscado. Las pupilas levemente dilatadas y un brillo opaco. ¡Qué exquisito! Pero el gusto no le duro demasiado, Tony logró reponerse y toda expresión se borró de sus ojos. Loki exhaló molesto.

 

—Suéltalo ya —pidió el dios con otra suave caricia en su escamosa cabeza y ésta liberó al castaño de forma lenta y tortuosa.

 

Pero una vez libre, Tony se dio cuenta de que seguía siendo un títere a disposición de Loki.

 

—¿A qué estás jugando, imbécil? —La voz de Tony denotaba su enojo pero Loki continuaba mirándolo a los ojos.

 

Determinación.

 

Eso veía, un sentimiento más para su colección. Era un brillo diferente y encantador, pero que le provocaba la necesidad de doblegarlo.

 

—Si te lo dijera me llamarías enfermo —espetó Loki sonriendo.

 

—Desde que llegaste a la Tierra he sabido que estás demente —anunció Tony con desdén.

 

Furia, desafío, resistencia.

 

Eso era un maratón interminable que Loki estaba saboreando. ¿Cómo unos ojos podían decir tanto? Ahora entendía la estúpida creencia de que los ojos son puertas al alma. ¡Por Odín! De verdad quería ver qué más podían ofrecerle esas pupilas.

 

—Sigamos jugando, Anthony — Loki miró sus ahora maltrechas ropas y le ordenó que se deshiciera de ellas.

 

Sorpresa.

 

Eso había ahora, ante la propuesta y ante el hecho de que su cuerpo, a pesar de la férrea resistencia de su mente, estuviese obedeciendo.

 

Frustración.

 

Un chispazo más intenso que la sorpresa o el miedo pero más interesante y avivado… Seguramente debido a ese sentimiento había logrado superar grades cosas.

 

El dios pelinegro se acercó a él y sostuvo su mentón con una mano, una vez que Tony terminó de cumplir la orden. Paseó sus dedos por la espalda desnuda y lo sintió arquearse. Era tan firme, tan cálida. Aspiró su aroma y descubrió que le gustaba. No supo en qué momento su lengua había salido de su boca pero ahora le presentaba un sabor inexplorado del cual quería más.

 

Se vio a si mismo lamiendo con vehemencia el cuello del mortal, acariciando su cintura con escasa delicadeza, dejando un par de marcas. Se separó un poco y vio en los ojos que lo fascinaban esperando encontrar deseo, sin embargo lo único que notó en ellos fue asco.

 

¡Maldito fuera ese mortal!

 

Así que no le gustaban sus atenciones. Bien. Quizá prefiriera su desprecio, sus maltratos. 

 

Dolor.

 

Sus largas y bien cuidadas uñas se enterraron en la espalda de Tony, dejando surcos de rojos que manaban sangre. Las clavó en sus costados, enterrándolas lo más que podía. No había gritos ni queja alguna pero Loki no los necesitaba.

 

El dolor que había en la mirada ajena le satisfacía y mucho, pero quería más.

 

Volvió a llamar a Jörmundgander y una venenosa mordida bastó para que el dolor más sofocante que Tony jamás había imaginado le recorriera el cuerpo y le nublara la mente. Loki gimió bajito al ver las pupilas de chocolate dilatadas y escuchar la agitada respiración de Anthony. Era indescriptiblemente delicioso.

 

—¡No cierres los ojos! —exigió Loki al ver que el agotamiento vencía al castaño.

 

—¡Deja de darme ordenes! –Tony estaba furioso, pero cumplió el mandato sin realmente desearlo. ¿Cómo se atrevía aquel imbécil a hacerle algo así, a humillarlo de aquella manera después de que encima de todo le había llevado whisky? 

 

Odio.

 

Tan ardiente, tan deslumbrante. Loki suspiró complacido, mordiéndose la lengua para no gemir. Era como ver dos hogueras encendidas, deliciosa madera quemándose, quemándolo a él. Y debía ser sincero, la idea de arder en esas llamas era muy tentadora. Hasta ahora era la emoción más intensa que había visto, y la que más lo deleitaba.

 

Pero era momento de apagar aquel fuego con su hielo.

 

—Arrodíllate ante mí —exigió Loki ufano. Stark obedeció sosteniendo la mirada de enardecido desprecio.

 

Loki sonrió ladino mientras se desabrochaba el pantalón. Tony sabía lo que seguía y la orden no tardó en dejarse escuchar. Sin embargo, lo que más molestó al moreno fue la cínica frase con la que Loki remató la orden: «Y mírame mientras lo haces».

 

El castaño trató en vano de oponerse a abrir los labios con la punta de aquella blanca erección se presionó sobre ellos, pero no lo logró y segundos después succionaba con una devoción que no nacía la piel que él mismo humedecía y sensibilizaba. Su lengua se paseaba de la base a la punta, enmarcado las venas y abriendo un poco más la boca para tomarlo entero, mientras en su cabeza sólo podía maldecir al asgardiano hasta que las palabras perdieron significado.

 

Loki posó sus manos sobre su cabeza para acelerar el ritmo y cuando sintió el orgasmo cerca embistió los sonrosados labios en un intento por llegar más profundo. La garganta de Tony se contrajo y Loki se corrió profusamente en su interior, cortándole al moreno la respiración por unos momentos.

 

Bochorno. Indignación.

 

Pero al recuperar la lucidez del orgasmo, el dios descubrió tristemente que la humillación en los orbes castaños no le era tan refrescante y encantadora como los otros sentimientos, así que decidió dar el siguiente paso.

 

—Recuéstate en el suelo —ordenó, pero antes de obedecer, Tony escupió el blanco líquido a sus pies, sonriendo orgulloso por haber logrado sacarlo de su boca. Loki tomó la acción como una afrenta y  el castaño se dio cuenta de que quizá no había sido una idea muy brillante—. ¡Limpia eso! —gritó sin terminar de entender por qué aquello le molestaba tanto—. Y hazlo con tu sucia lengua.

 

Loki apreció de nuevo la furia renovada y el brillo en el par de avellanas mientras el orgulloso Tony Stark sólo ansiaba matar al hermano de Thor. Seguía sin saber a qué estaba jugando, o si es que planeaba algo. Si pudiera estrellar su puño de hierro contra el él lo haría. ¡Eso era denigrante! Pero para Loki era como ver a un gatito hambriento y la comparación lo hizo carcajearse, sin embargo, el sonido de su risa enfureció más a Tony.

 

Ahora creía entender de qué iba su jueguito. O eso pensaba.

 

«Quiere humillarme, verme derrotado, pero no voy a darle el gusto.» Tony suspiró audiblemente.

 

Loki caminó hacia él, se inclinó y lo miró a los ojos. Stark le devolvió una mirada iracunda, cansada, casi inexpresiva. El dios bufó; no le gustaba. Él quería ver vida esas pupilas, quería que aquellos portales cafés le mostraran lo que había en su interior. Entonces el pelinegro entendió que debía hacer algo diferente si quería ver una emoción diferente, así que se deshizo de sus extravagantes ropajes y, abalanzándose sobre su presa, ambos quedaron recostados sobre el suelo.

 

El pelinegro besó los labios del empresario sabiendo que no habría respuesta. Masajeó la virilidad del hombre hierro y sonrió cuando un gemido ahogado llegó a sus oídos. Lamió dos de sus dedos y de forma un tanto brusca pero sin afán ya de lastimarlo se internaron en la entrada de Tony.

 

El moreno jadeó impactado. Es decir, sabía que eso pasaría y quejarse no le servía de nada pero le molestaba admitir que la forma en que esos dedos se movían en su interior era dolorosamente placentera, casi le gustaba, casi quería pedirle más, pero su única reacción fue echar la cabeza hacia atrás y morderse los labios para no jadear. Después de eso planeaba golpear a Loki.

 

Entonces un tercer dedo entro en él lo obligó a gemir de forma audible, deleitando a Loki.

 

—Dame tus ojos —susurró el pelinegro distraído, jugando y deleitándose con el cuerpo de Anthony. Su voz destilaba deseo pero Loki no era realmente consciente de que hablaba en voz alta, para él todo lo que decía estaba sólo en su mente—. Regálame la luz en ellos. Quiero todo, su brillo, sus lágrimas. Dámelo todo. Soy capaz de torturarte con tal que lo hagas.

 

Loki alzó el rostro para mirar de nuevo los objetos de su obsesión y se detuvo en seco. ¡Había lágrimas! ¡Por Odín, qué sublime! Anthony lo había complacido deleitándolo con el resplandor único que ofrecen las lágrimas. Pero había algo más, algo que Loki no entendió pero que le gustaba. Y ese algo era que sus lágrimas no eran por tristeza, coraje o alguna emoción negativa, pero el dios no lo sabía y no lo descubriría hasta que tuviera tiempo de meditarlo en la soledad de su exilio.

 

Las lágrimas de Tony habían sido simplemente un acto reflejo por el dolor de un tercer dedo en su interior, Tony no lloraba porque fuese una damisela en peligro y deseara ser rescatado, en realidad comenzaba a gustarle, su lado perverso estaba saliendo a flote, aunque debía admitir que le descolocaba las palabras de Loki y su cara de placer al ver sus ojos acuosos.

 

Sin embargo, el placer de Loki duró pocos segundos pues Tony suspiró después de un rato y volvió a actitud indiferente, ya sin lágrimas y sentimientos para regalarle al dios del engaño.

 

—No —susurró el asgardiano despacio, absorto—. No —repitió, y Tony parpadeó sin entender. Loki se refería a que nuevamente veía apatía en aquellas irises. ¡No! ¡No debía ser así! Él quería ver deseo otra vez, placer, incluso odio, no indiferencia ni apatía. No quería verlos así de vacíos, así de muertos—. Cierra los ojos —exigió. Se sentía incapaz de tolerar que la luz de la mirada chocolate se apagara. Pero el castaño, sin saber cómo, logró desobedecer y siguió mirándolo indiferente, casi ausente—. ¡Ciérralos! —gritó—. ¡Ciérralos y no vuelvas a abrirlos hasta que no me muestren lo que quiero ver! —declaró.  

 

Odiando a su cuerpo por hacerlo, Tony cerró los ojos más confundido que antes. ¿Qué ocurría con ese demente?

 

Por su parte, Loki respiró profundo. ¿Qué jodidos estaba pasándole? Comenzaba a ser consciente de la estúpida necesidad que acababa de adquirir por reflejarse en la mirada chocolate, así que debía terminar con lo que había empezado o no se lo sacaría de la mente nunca.

 

Aspiró de nuevo y tomó una decisión.

 

Sus labios se cerraron en la virilidad de Stark y éste suspiró, tanto por la calidez que le era brindada como por la sorpresa del acto. Tony dejaba escapar más gemidos de los que le hubiera gustado conforme Loki aumentaba el ritmo y jugueteaba con la piel que entraba en contacto con sus manos. Loki  lo miró de nueva cuenta pero Stark seguía con los ojos cerrados, de modo que reacomodó su posición y tomó con la mano el miembro erecto del multimillonario. Murmuró algo que Tony no pudo entender pero que sonaba como una queja y de un momento a otro sintió como los firmes glúteos del dios caían sobre su cadera y su virilidad entraba de lleno en la estrecha entrada de Loki.

 

Tony abrió los ojos de golpe, sorprendido y excitado.

 

Deseo, placer. Hambre.

 

El pelinegro gimió al mirarlo, todas esas emociones de ansiedad y satisfacción inundando aquellas hermosas irises. Placer en su más pura forma, avivando el fuego en la mirada chocolate y Loki grabó aquel brillo en su memoria  sin realmente proponérselo soltando un gemido delirante.

 

Loki sentía el miembro de Tony palpitando en su interior, grueso y erguido, delicioso. Sin pensar comenzó a moverse buscando más de esa desbordante sensación de sentirse lleno

 

Tony estaba confundido, pero la situación era increíblemente erótica: ver al que había sido su captor cabalgar sobre él y recitar su nombre de manera obsesiva y casi obscena sin dejar de mirarlo a los ojos. El moreno también comenzó a moverse yendo más profundo y más rápido.

 

Loki acarició el pecho del empresario, inclinó el rostro y lo besó con los ojos abiertos, pendientes de las pupilas avellana. Se vio gratamente sorprendido cuando el beso fue correspondido con pasión y notó una mano firme posándose sobre su cuello para profundizarlo; la otra le acariciaba la espalda de forma tan sensual que Loki deseó sentir aquella caricia por siempre.

 

El dios estaba distraído, tan perdido en su propio placer y en el que se reflejaba en los pozos de chocolate que no notó en qué momento había perdido efecto el hechizo de control que había usado para manipular a Tony, sólo fue consciente de ello cuanto el moreno invirtió las posiciones y quedó sobre un Loki jadeante, con las piernas bien abiertas y la mirada perdida en la suya.

 

El empresario entró de nuevo, esta vez con más fuerza, pudo haberse vengado por las humillaciones anteriores pero ya encontraría otro momento, ahora deseaba ese cuerpo más que a nada. Quería besarlo, acariciarlo, deseaba poder hacerlo hasta que ya no tuviera fuerzas. Enfocó la mirada en el ojiverde, su rostro contorsionado hermosamente por el placer y sus sensuales jadeos. Entonces Tony comprendió que lo que ese hombre necesitaba era cariño, eran emociones; entendió su soledad y sus ganas de hacerse notar, de vengarse.

 

—Di mi nombre — exigió Loki. Tony le sonrió pero no lo hizo.

 

El hombre de hierro se inclinó sin dejar de moverse y esta vez fue él quien besó al pelinegro. Sus lenguas combatían ansiosas pero Loki se dejó arrastrar, enredó sus manos en el cuello del moreno y sólo separó sus labios de los de Stark cuando se eyaculó por segunda vez, y no reconoció su voz cuando gimió al sentir a Tony terminar en su interior. Pero justo mientras lo hacía, Stark se acercó hasta rozar con sus labios el oído del asgardiano.

 

—Loki —gimió su nombre extasiado, lleno de pasión y deseo, incluso con cariño.

 

Y el dios jadeó incrédulo y complacido, con una sonrisa amplia de la que no fue consciente. Esa era la primera vez que Stark lo llamaba por su nombre y también era la primera vez que su nombre en labios ajenos le llenaba de tantas sensaciones cálidas. Miró a Tony para corroborar en los ojos chocolate que lo que su voz le había transmitido era verdad, y para su grata sorpresa lo que halló fue aún mejor.

 

Entonces Loki cayó en la cuenta de que los quería. Quería que esas pupilas siguieran diciéndole cosas así cada día del resto de su vida. Quería ser el único con acceso aquellos portales. Sonrió. Una sonrisa de verdad, sincera, perdido en sus pensamientos.

 

—¿Q-qué demonios hiciste? —La voz confusa de Tony lo hizo regresar a la realidad y se vio forzado a repensar lo que había ocurrido y ocultar su decepción en lo más profundo de sí.

 

Por su parte, Tony miró sus ropas; todo bien. Miró en su mano el billete de 100 dólares aún extendido y lo guardó sintiéndose como un imbécil. Examinó el lugar, consternado de que todo se hallara en orden, y eso era bueno pero ¿entonces qué había ocurrido? No había rastro de una serpiente, la luz había vuelto ¡Y todo en un parpadeo! ¿Acaso había fantaseado? Entendía que Loki fuese su coprotagonista, pues el hombre era realmente hermoso ¡Pero él jamás fantasearía a costa de su propia dignidad!

 

—No hice nada —contestó Loki sereno—. ¿De qué estás hablando, Anthony? Te ves agitado —dijo con burla, sonriendo, porque todo había sido una ilusión creada por él para deleitarse con las emociones de Stark. Y le había gustado, quizá más de lo que se consideraría sano.

 

—¿Qué fue lo que hiciste? —insistió Tony. Sin embargo, comenzaba a dudar. Todo aquello había sido tan real, las sensaciones, la serpiente, todo, pero no había rastro de nada y odiaba admitir que a una parte de él le había encantado. A su parte más enferma, claro—. Regresa a tu trono, te esposaré de nuevo —anunció Tony señalando el asiento en el que había encontrado a Loki cuando llegó.  

 

El moreno lo esposó y Loki permaneció sentado mirándolo.

 

—Gracias por el trago —murmuró sin dejar de sonreírle. Tony asintió restándole importancia y ambos guardaron silencio un momento pero cuando Stark se disponía a marcharse Loki volvió a llamar su atención—. Dame tus ojos, Anthonypidió de nuevo con un tono tan dulce y sincero que estremeció el castaño, sobre todo porque entendió a lo que se refería: quería sus miradas, quería que lo mirara sólo a él.

 

¿Eso significaba que todo había ocurrido?

 

—Stark, está todo listo, debemos llevar al prisionero. —La voz de Steve Rogers se escuchó y cuando el capitán abrió la puerta. Y Tony dejó de pensar.

 

Ilusión. Felicidad. 

 

Loki, que seguía de cerca los cambios en la mirada castaña, notó que los ojos de Iron Man resplandecían y el dios podía jurar que brillaban más que las lámparas que se hallaban allí dentro. Cerró los puños mirando con desprecio al rubio soldado por haber logrado ese destello de felicidad en los ojos castaños. Lo odió por haber opacado todas las demás tonalidades que él había descubierto, por haberle arrebatado la emoción más intensa. ¡Y Loki quería esa mirada para él! ¡Quería que se la dedicara a él! ¡Esos ojos eran suyos! ¡¡Suyos!!

 

Y mientras caminaba custodiado por el Capitán, se maldijo a sí mismo por ser tan débil y haber permitido que un mortal controlara algo en él. No podía creer que había sido embrujado por un par de ojos bonitos. Era patético, pero se sentía tan jodidamente bien…

 

Antes de irse le dirigió una última mirada a Anthony.

 

—Entonces, ¿me los regalas? —Volvió a preguntarle a Tony con ese cinismo tan suyo. El castaño le sonrió y ésta vez Loki no pudo descifrar qué le decían las pupilas avellana.

 

De hecho siguió tratando de entender esa mirada cuando el Tesseracto hizo lo suyo y ambos asgardianos desaparecieron antes de que alguno de los dos pudiese hacer o decir algo más.

 

—¿Qué quería que le regalaras? —inquirió Steve curioso e internamente molesto por la extraña familiaridad entre Tony y el hermano de Thor. Tony se encogió de hombros.

 

—Nada importante. —Steve enarcó una ceja sin creerle—. Olvídalo, Rogers. De cualquier manera se lo robó —le aseguró Tony pensativo, dejando a Steve confundido y receloso.

 

Notas finales:

Jörmundgander, en la mitología nórdica, es una serpiente hija de Loki y fue arrojada a los mares de Midgard, dónde habita. 

 

Gracias por leer y mi gratitud infinita para los que me dan un aliento de inspiración comentando.

Besos a todos.


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