Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Zapatos nuevos Tenis viejos por MissJinki

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Es una "adaptación" o no se cómo se le podría llamar xDU de un relato que encontre por ahi. Espero les guste ^^

No tenía idea hacia dónde ir, a quien acudir o que hacer. Sólo caminábamos, yo pensaba en el maltrato que había sufrido en estos años de matrimonio de parte de mi esposo Suho.

En esos pocos años me había golpeado, fracturado, disparado, apuñalado y ultrajado.

Finalmente, un día reuní el suficiente valor para salir de aquella casa y dejar a aquel hombre que atormentaba mi vida. Me lleve conmigo a mis dos pequeños hijos, un niño y una niña: Sun Hee y July.

Ya era nuestra tercera semana en la calle. Aunque busque trabajo, no podía pagar una guardería o alguien que cuidara a mis bebés, Sun Hee tenía dos años y July tenía cuatro. Estaba desesperado.

Recurrí a un par de locales, pero nos rechazaron. No saque las actas de nacimiento de mis hijos cuando abandone la casa, y no pensaba volver a ese asqueroso lugar ¡ni en mis sueños!

En un Domino’s Pizza de la localidad iban a desechar sobras de pizza que había estado algo más de lo normal en el horno. Hablé con el administrador y le pregunte si podía  tomarlo para mis hijos. Respondió que tenía que esperar hasta que la pizza se llevase hasta el bote de desechos. El hambre no tiene orgullo. Una cajera nos escuchó y me ofreció que lo dejarían encima del bote, cosa que le agradecí muchísimo. Así nos alimentamos por unas semanas.

Un día caminando con los niños, me detuve en un Kentucky Friend Chicken para pedir un vaso de agua para mi pequeño Sun Hee. Entonces lo vi, alto, rubio, de piel clara y al parecer era chino igual que yo. Era el hombre más guapo y divino sobre quien había puesto mis ojos. Sabía que yo me veía terrible, pero aun así sus labios nos dedicaron una sonrisa. Le pedí un vaso de agua y me indico que me sentará mientras la traía.

Trajo 3 vasos de agua, uno para mí y para mis hijos, comenzó a hablar sobre lo duro que era levantar una familia en esta ciudad. Se retiró un momento para contestar el teléfono  y, cuando regresó, trajo mucha comida. Más de la que había visto en todo el mes, me sentía muy avergonzado y le hice ver que no tenía con que pagarla.

-Es a cuenta de la casa –respondió– sólo chicos tan lindos cómo tú reciben este tipo de trato.

Pensé que debía estar loco. Nos quedamos ahí sentados un rato, platicando un poco. Luego comenzó a hacer preguntas que me hacían sentir algo incómodo. “Cómo te hiciste esas contusiones en la cara? ¿Por qué no llevas un abrigo puesto?” cosas así. Respondí con la mayor calma posible y él escucho muy pensativo. Luego, envolvió la comida y la colocó en la bolsa del carrito de Sun Hee. Lave a los niños en el tocador y trate de asearme un poco. Me veía fatal. No es que estuviésemos sucios, sólo desaliñados. Al salir le dimos las gracias y él con su bella sonrisa insistió en que regresáramos cuando quisiéramos. Su nombre era Kris.

El invierno estaba a la vuelta de la esquina y yo, o daba una solución para trabajar, o imaginaba cómo irme a Changsha para estar con mi familia. Nos alejamos y comencé a buscar un lugar para pasar la noche.

Un poco más tarde, caminando sin rumbo, el bebé escupió. Yo había visto que Kris había puesto algunas servilletas con la comida, cuando quise tomar una, encontré 400 Wons envueltos en un fajo. Tal vez por accidente colocó el dinero ahí cuando me dio la comida, pensé. Pero yo sabía que no podía aceptarlo. Así que me volví y regrese al lugar.

Ahí estaba de nuevo, le explique que había encontrado ese dinero y que quería regresárselo.

-Yo lo puse ahí a propósito –respondió amable-. Siento no haber tenido más.

¿Por qué hacía esto? ¿Un ángel acaso es lo que es? Todo lo que pude hacer fue balbucear otro avergonzado agradecimiento.

-Puedes traer mañana a los niños a almorzar –manifestó. Me dejó mudo. ¿Por qué se comportaba tan amable con nosotros? Pero sin ninguna otra esperanza, acepté, dije adiós y nos retiramos otra vez.

Más o menos a media cuada sentí que alguien nos estaba siguiendo. Me puse muy nervioso por mis bebés, así que de inmediato me oculté en un callejón con los bebés y traté de calmarlos. No obstante, July insistía en hacer ruido y no hubo forma de callarla. Sentí que alguien se acercaba y me quedé sin aliento. Era Kris.

-Sé que no tienes donde quedarte –manifestó.

-¿Cómo lo sabes? –mi corazón latía cada vez más con fuerza. ¿Me estaré enamorando de él?

-Lo puedo saber por tús tenis.

Mire hacia abajo, hacia mis pies. Mis zapatos tenis tenían caritas felices por todos lados, pero estaban un poco desgastados por el uso, tenían hoyos y se mantenían atados por hilachos.

-Bueno –tartamudeé con el rostro sonrojado-, me gusta usar zapatos cómodos.

-Mira –comenzó- ¿quieres un lugar caliente para asearte y pasar la noche?

Vacilé.Yo no conocía a Kris cómo tal. Si me gustaba cómo su mirada cautivara mi corazón, pero eso no era suficiente para tomar la decisión de “ir a la casa de un extraño”.

-Gracias –murmuré-, pero no.

Señaló el departamento arriba de donde estábamos.

-Si cambias de opinión, todo lo que tienes que hacer es subir y tocar a la puerta.

Le di de nuevo las gracias y lo vi retirarse.

Era hora de acomodar a los bebés para que pasaran una noche confortable, tanto como se puede estar cuando se duerme en la calle. Al sentarme junto al carrito vi una sombra en la ventana arriba de nosotros. Era el. Se sentó ahí por horas. Sólo atento a nosotros.

De pronto caí en un sueño intranquilo. Exhausto por penosa experiencia, ni siquiera noté que comenzó a llover, así que al principio ni siquiera me percaté de que él estaba parado junto a mi viéndome. Eran las tres de la mañana.

-Por favor –pidió-, sube a los niños. No quiero que nadie se enferme, XingXing.

¿Ah? ¿Desde cuándo se le ocurrió decirme así?...

-No puedo –respondí.

-Está bien –contestó-. Creo que tendré que pasar la noche aquí con ustedes –acto seguido se sentó a mi lado en el suelo.

Me di por vencido y murmuré:

-No tiene sentido que todos nos mojemos –lo dejé que subiera el carrito por las escaleras, con Sun Hee dentro. Nos ofreció a mí y a mis pequeños su cama y él se acomodó en el sofá.

-¿Estas…seguro de lo que haces? –pregunte avergonzado.

-Sólo trata de dormir un poco, ¿está bien? –entonces se acercó a mi robándome un beso en los labios para después con su magnífica sonrisa murmurar un Buenas Noches. Pero no pude dormir. Ya no tenía miedo de aquel chic. Estaba…nervioso.

Al día siguiente él salió y compró ropa nueva y juguetes para los pequeños, y a mí me trajo unos tenis nuevos. Eso fue hace unos seis años. Todavía estamos juntos y tenemos dos pequeños. Doy gracias al cielo que nos haya enviado a Wu Fan. Ahora tenemos un hogar estable y amoroso, me volví a enamorar, todo gracias a él. Ya no hay más dolor.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).