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Cada noche por PrincessIce

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Su aroma aun vivía en sus recuerdos, su rostro seguía dibujándose cada que cerraba los ojos, sus besos eran algo que aún se rehusaba a olvidar… ya había pasado casi un año de que había partido para jamás volver, pero esos recuerdos seguían vivos en su alma cada minuto de su vida.

Noches incontables ocultando el dolor de sus lágrimas sobre la almohada, acallando sus lamentos para no perturbar a su pequeño hijo, que día a día le costaba asimilar que no volvería a ver a su Papi y a su hermana.

El pequeño Cédric había sobrevivido aquel fatal accidente automovilístico que había sufrido a lado de su hermana y su papi, aquel día se dirigían al vivero que acababa de regalarle Camus como obsequio del 14 de Febrero, iban tan contentos hasta que en un segundo comenzaron a discutir los niños, en ese momento, en ese parpadeo, Didrik perdió el control del automóvil, los paramédicos no pudieron hacer nada, solo ese angelito, fruto de su amor con Camus sobrevivió.

Tal noticia partió el alma del francés, pero lo único que pudo hacer es mantenerse firme y no verse derrotado frente al pequeño, ahora que solo lo tenía a él.

-Cédric, ¿ya dejaste listo tus útiles escolares? – como todo padre responsable pregunta al pequeño mientras lo ayuda a colocarse la pijama.

-Si papá ya tengo todo  - responde el pequeñito con una sonrisa cariñosa metiéndose a la cama.

-Muy bien, que pases buenas noches hijo – se dirigió a la puerta de la habitación y desde el marco se despidió.

-Papá espera, ¿te quedas un momento? – sus ojitos melancólicos rogaban a su padre para que volviera a su lado.

-¿Qué pasa Cédric? – se acerca acariciar su mejilla acomodándose a su lado.

-Solo hasta que me duerma – se colocó sobre el pecho de su padre cerrando los ojos, aquel latido lo tranquilizaba, al menos sabía que no estaba solo en este mundo, que aun tenía a su padre que lo amaba tanto, aquella melodía del palpitar del corazón terminó por arrullarle.

Cuando notó al pequeño completamente dormido se levantó con sumo cuidado para no despertarle, besó su frente y se retiró a su habitación, emparejó la puerta para colocar la llave, a paso lento llego al armario abriéndolo de par en par.

Aún mantenía intactas sus ropas, las acarició por un momento llevándose a la cara una camisa aspirando aquel aroma impregnado – Aun huele a rosas mi amor, el aroma se ha prendado de tus ropas para que no te olvide – susurraba Camus intentando controlar sus emociones, aquel ritual lo repetía noche tras noche, para sentirse cerca de su Afrodita.

Volvió a guardar aquellas prendas para caminar hacia su fría cama, respetando todavía aquel lugar que le gustaba ocupar a Afrodita, dejó caer su cabeza sobre la almohada escapando algunas lágrimas que no permitían asomarse frente a su hijo.

-¿Por qué me dejaste mi amor? – se preguntaba una vez más sin obtener respuesta alguna, y sabía que no la habría.

Reblandeció su cuerpo para dejarlo presa  de Morfeo, aunque sabía que era una tarea bastante difícil, la mayor parte del tiempo ahora permanecía despierto, parecería que la vida le impedía tener tranquilidad, tan solo anhelaba poder dormir plácidamente para poder soñar con el…

Pero cada que lo intentaba, sentía que debía esperarlo a que se acostara para darse el beso de las buenas noches, algunas ocasiones sentía que su imaginación jugaba con el, pues al estar acostado pensaba escuchar las pisadas de el que se acercaban a su cama, pero al final jamás llegaba.

Esta noche algo diferente ocurrió, un cierto frío le invadió al tiempo que comenzaba a imaginar aquellas pisadas, deseaba tanto que esta vez si fuera cierto, pero el miedo le invadía de intentar abrir los ojos y no encontrar nada.

Claramente sintió el colchón hundir sobre su lado derecho, mas pensó que era Cédric.. – Pequeño ¿no puedes dormir? – preguntó bajito, pero nadie respondió en cambio aquel aire frío lo sintió más cerca cada vez.

Con el corazón latir aceleradamente se atrevió a decir aquello que estaba atravesado en su ser – Eres tu mi vida… Didrik.. – su voz apenas fue audible deslizándose una pequeña lágrima de sus ojos color rubí.

-Amor.. yo también te extraño~ - se escuchó como un leve susurro.

-No puedo verte pero sé que estas aquí mi vida – intentó una vez comunicarse el pelirrojo.

Un suave roce sintió en sus labios acallándolo lentamente, era algo indescriptible para el francés, pensó por un momento que se trataba de un sueño, ese sueño que tanto había deseado…

-Dejame sentirte cariño – suplicó Camus estirando su mano para intentar palparlo.

Aquella fuerza se sintió sobre el cuerpo de Camus, el solo mantuvo los ojos completamente cerrados, pero sobre el estaba aquella silueta perfectamente marcada de Afrodita, paseando su mano sobre el rostro de su marido, besando una vez mas aquellos labios que tanto amor le dieron.

Sus suaves labios podía sentirlos como cuando estaba vivo, su lengua buscando la suya enredados en aquel juego armonioso tocándose, explorándose como nunca.

Con la mano temblorosa busco palpar el cuerpo del que en vida fue su esposo, sintiendo aquella suavidad de su piel, acaricio ese cabello que comenzaba a desprender el aroma a rosas, roces de amor que tanto había guardado salieron a flote desgarrando la ropa, aquella sensación fría ahora era una tibieza total que embriagaban sus almas…

Los tersos labios abandonaron su boca recorriendo un camino de besos su cuello centrándose en aquella piel que era succionada lentamente, su entrepierna comenzaba a reaccionar por esas caricias, una vez mas la delicada mano lo exploró llegando hasta ese órgano que fue masajeado suavemente.

Pudo percibir claramente como su hombría era totalmente aprisionada en una cálida cavidad, soltando algunos suspiros de felicidad – Dita mi vida… extrañe tanto hacerte el amor – susurra el francés sintiendo suaves vaivenes sobre el.

Sus manos buscaron acariciar aquellas piernas subiendo a la caderas iniciando el también con el ritmo impuesto por su esposo, cada vez que deslizaba al interior era respondido con una succión hacia aquella cavidad – ah ~ amor – los jadeos comenzaban a fluir de sus bocas, era tan real que podría perder la razón de la realidad.

Se levantó un poco solo para buscar sentir aquel cálido pecho que besó con devoción probando cada centímetro de la piel dulce, concentrándose en los pequeños botoncitos que recordaba eran color rosa, con delicadeza y dulzura deslizaba su lengua por toda la circunferencia haciéndolo temblar de placer.

-Camus~  te amo~ - se escuchaba suavemente el susurro.

Con los sentimientos desbordándose rodeo su cuerpo buscando entrar con una profundidad mejor para prendarse de el sintiendo que así no lo volvería a dejar, los labios del rubio se centraban en los hombros del pelirrojo besándolo, mordiéndolo suavemente.

-ooh~ mi amor quédate a mi lado, sin ti me estoy muriendo – pidió Camus envuelto en lágrimas disfrutando cada segundo de sus besos de calor de su cuerpo, necesitaba grabar nuevamente cada parte de su hermoso cuerpo aunque no pudiese verlo, bajó su mano por todo su abdomen hasta llegar a la entrepierna humedecida del éxtasis que le provocaba al extinto Afrodita.

-ahh ~ Camus mi vida a donde yo estoy tu no puedes venir – respondía aquella dulce voz  - tu debes cuidar a nuestro hijo, no te des por vencido – la dulzura de la voz se volvía jadeante ante las caricias hambrientas de su marido.

-Dita… no me abandones – insistió poco antes de comenzar a llegar a la cumbre del placer, sobre su abdomen sintió una húmeda calidez ya conocida, las cargas eléctricas recorrieron su espinal dorsal acumulándose en su vientre explotando así en aquella cavidad que se contraían en esos momentos –aah~ Didrik… -

-Te prometo venir todas las noches a amarte hasta que sea la hora de que te vayas conmigo – aquella promesa fue sellada en un suave y dulce besos en los labios, para después desaparecer esa presencia, Camus al fin había logrado conciliar el sueño descansando así con una agradable sonrisa dibujada en su rostro.

El reloj despertador comenzó a sonar, de un manazo lo apago Camus, levantándose con ligera pereza.

-¡Que hermoso sueño tuve!, tú me has iluminado mi sueño amor – le dedicaba aquellas palabras al portarretrato que tenía frente al buró. Entro a la regadera a darse un descansado baño, comenzando a frotar su cuerpo notando parte de la sustancia viscosa, solo sonrió para si recordando el “sueño”.

Se paró frente al espejo limpiando lo empañado para cepillarse los dientes, su mirada se centró en unas marcas sobre sus hombros, pequeños hematomas marcados por unos labios, los acarició cerrando sus ojos – Si estuviste aquí mi amor – susurro sonriendo feliz -Te amo Didrik y te voy  a esperar cada noche… - 

Notas finales:

Espero haya sido de su agrado...


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