Era un día soleado, en un gran departamento se veían detalles para un día muy especial.
“Ah, esto me trae recuerdos tan tristes” pensaba Misaki con nostalgia.
–Misaki –lo llamó Akihiko – ¿Crees que esto le quede bien a Sakura? –preguntó –Sí, Akihiko –respondió triste –¿Te sucede algo? Te vez triste –preguntó Akihiko –Sí, no tengo que regalarles en su día- mintió
–Ya te dije que no hace falta que nos regales algo, suficiente trabajo te damos con que nos hagas el pastel – respondió despeinándolo.
–Si –su mirada se oscureció cuando escucho la puerta y vio la causa de su infelicidad entrando con su voz chillona y sus insoportables gritos.
– ¡Akihiko! ¡Amor! ¡Ya escogí el vestido de novia, te va a encantar! –la encantadora chica se acercó hasta donde estaba Akihiko y le dio un apasionante beso que fue bien recibido. Misaki quito la mirada de ellos dos, encontrarse con la triste mirada de Aikawa, observó que se acercaba – ¿Cuándo le piensas decir? –le preguntó en susurro.
–Ya han pasado cinco años desde el accidente, no creo que su memoria vuelva –respondió casi inaudible, reviendo una mirada triste de parte de Aikawa –Además ya rehízo su vida, no le puedo decir tres días antes de su boda… eso –
– ¡Misaki! No sabía que te llevaras tan bien con Aikawa – dijo Sakura –No me digas que esa bruja será tu acompañante para la boda –dijo Akihiko burlándose –Sensei ¡No soy una bruja! –gritó Aikawa ofendida –Claro que si –respondió Akihiko riéndose, recibiendo un golpe por parte de su prometida –Amor, respeta a tu madrina de bodas –iban a seguir riéndose de no ser por que escucharon unos sollozos.
– ¿Qué pasa Misaki? –Preguntó Akihiko –Lo siento Sakura, Usagi se comió parte del pastel anoche –mintió Misaki – ¿Se comió parte del pastel de la boda? ¿Qué clase de conejo tienes? – preguntó Akihiko sorprendido.
–No importa, sé que tu torta será sabrosa, no tengo porque probarla antes de la boda –dijo Sakura con una sonrisa.
–Miren la hora, me tengo que ir si quiero hacer el mejor pastel de bodas –dijo Misaki aparentando felicidad.
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Caminaba lentamente, el aire lo asfixiaba, las personas lo asfixiaban, los autos lo irritaban y la palabra boda le daba náuseas, apresuro el paso hasta llegar a un pequeño edificio, mientras subía las escaleras se regañaba por ser tan estúpido y ponerse a llorar cuando hablaban de la boda “boda” escuchaba una y otra vez en su cabeza, hasta que al fin llego a su pequeño departamento, entró y vio todo como lo había dejado, menos el pastel en el piso y un conejo gordo acercársele exigiendo atención.
–Ahh ¿Qué hare contigo? –Cargó al conejo y se acostó en su cama con el conejo en brazos – ¿Por cuánto tiempo seguiré con esta farsa? –su voz se empezó a quebrar y llegaron a él todos los recuerdos de ese día que él había olvidado.
“Todavía me acuerdo incluso de la colonia que traías, estábamos en ese hermoso restaurante, pediste un postre lo que me extraño y de un momento a otro te pusiste nervioso. De la nada te levantaste y te arrodillaste en el suelo para preguntarme si me casaría contigo, me sonroje y te dije que sí para después sentir como me abrazabas protectoramente, me diste un beso en la frente y después uno en los labios, después nos pusimos a tomar un poco y cuando te convencí de no tener sexo en el restaurante, fuimos al carro y manejabas un poco más lento de lo normal agarrando mi mano. Creí que no podía ser más feliz, cuando veo un camión que al parecer se había quedado sin frenos, después fue tan rápido todo, lo único que recuerdo antes del impacto fue que me abrazaste, un abrazo que me salvo la vida.
Después me despierto solo y muy adolorido, cuando pregunté por ti los doctores me miraban tristes, como todos me miran ahora…
Después me entero de que perdiste la memoria y para no ser suficiente con hacerme pasar por un amigo, te enamoras de una enfermera, muy hermosa y a pesar de ser irritable es buena persona”
Se levantó sudado y se agarraba el pecho “duele” pensaba con un amargo sabor en la boca, se levantó para bañarse cuando siente que alguien le muerde un pie, se agachó y vio a su adorable conejo –Perdón Usagi, se me olvidó darte de cenar –sonrió y coloco en un pote comida para conejos.
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Llego el día y se arreglaba sin ganas, llegó al hermoso lugar en donde Akihiko le había pedido matrimonio, solo que esta vez sería para ver la boda de su amado con otra mujer.
“Ojala algún día me recuerdes” pensaba triste, sintió un abrazo y vio a Aikawa en un hermoso vestido, sonrió triste tratando de no llorar –Misaki, no seas masoquista, si vez que no aguantas el sufrimiento vete de la boda –dijo en susurro.
Se sentaron junto con todos los invitados, recibió más de una triste mirada por parte de la familia de Akihiko. La ceremonia empezó y se le hacía eterna, Misaki no aguantó más y se levantó sin hacer ningún ruido y se fue.
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Esperaba ansioso para decir acepto, le dolía muchísimo la cabeza y trataba de disimularlo, el dolor solo aumentaba y empezaba a ver imágenes que para él no tenían sentido, besos, abrazos y otras cosas con Misaki. No pudo aguantar más, lo único que podía hacer era agarrarse la cabeza y gritar del dolor, los invitados fueron a ayudarlo, pero sus ojos solo buscan a una persona, cuando su dolor cesó un poco, fue a buscar a Misaki.
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Llegó hasta el departamento de su amante y empezó a tocar el timbre, pero el que le abrió la puerta era otro Misaki, tenía ojeras, estaba totalmente despeinado, sus ojos estaban hinchados de llorar y su mirada estaba un poco perdida.
– ¿Qué haces aquí? –preguntó Misaki y recibió de respuesta un abrazo, seguido de un necesitado beso en los labios y muchísimas disculpas.
–No importa –dijo Misaki entrecortado por las lágrimas.
–Sí, sí importa, te amo –empezó a desvestirlo y besarlo con pasión
–También te amo –le respondió para besarlo y sentirse uno con su amante.