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Es solo amor por VampireSaga

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Era una noche estrellada, con algunas nubes decorando el lugar, el calor había disminuido drásticamente por el cambio en las estaciones, pronto llegaría el invierno y eso para algunos santos era preocupante de alguna forma, era una competencia constante el estar en Grecia, por su lado los extranjeros, los diferentes climas y sus costumbre, unos gustaban más del sol que otros. Por otra parte los que eran de ahí que no tenían problema alguno. Milo salía de su templo, de la cámara que tenía reservada para él, después de tanta guerra por fin Atenea había decidido permitirles tener una recamara dentro de cada templo, pues era una constate problemática pensar en donde dormían los valientes santos. Por desgracia al menos para el santo de Escorpio también les habían condicionado una biblioteca, que más bien pasaba a un lugar polvoriento o una ratonera, para él, siempre que podía acumulaba cosas, entre ropa sucia, comida y uno que otro lujo tecnológico, era aburrido tener una vida de ‘sacerdote’ como lo decía él. Se sentó a orillas de  uno de los pilares que estaban ahí, era una especie de banca, así que podía admirar el santuario en su totalidad, ahora que había césped, menos ruinas y todo parecía más pulcro y no un desierto. El viento ondeaba su larga melena color cobalto.

-Debería cortarme estas greñas –pensó en voz alta, mientras veía como se le enroscaba. –Además es un problema, cuando viene el verano debo amarrarlo y los demás comienzan a halagar como se ve recogido en una coleta. –Bostezo echando la cabeza hacía atrás, recargándose perfectamente en otro pilar.

Tan aburrido estaba que se puso a jugar con uno de sus cabellos, viendo las constelaciones, eso le traía malos recuerdos, de sus días como estudiante con el ‘desgraciado’ de Shion.  Se quedó pensando en algunas trivialidades, mientras pensaba en bañarse o no.  De pronto el sonido de unos pasos le alertaron. Ahí estaba el imponente Milo cruzado de brazos, viendo directamente la figura que se acercaba.

-Milo –Saludo Camus, su amigo y compañero, quien iba pasando por ahí, no lo había visto cruzar, probablemente porque el peli cobalto estaba en su cama todavía.

-Camus –Se puso delante de aquella figura, el francés era extrañamente diferente a él, frío, culto, demasiado enigmático, tenía un perfil gallardo.

-Deja de pensar y mejor acompáñame, vamos a tomar un poco de té, ¿quieres? –Apenas sonrío el peli turquesa.

-Bueno…y no, no estaba pensando, sabes que no se me da eso de la meditación, estaba esperando cierta hora para ir a prender el televisor. –Se cruzó de brazos y le siguió, era extraño que su amigo hiciera ese tipo de invitaciones.

-Debería ponerte a leer esos libros, solo hiciste gasta a Atenea. –Murmuró el francés subiendo por los siguientes templos, pasando sin preocupación alguna.

Milo no dijo nada, lo siguiente que hicieron fue entrar al templo de Acuario, vaya que era un lugar diferente, pulcro, limpio y hasta olía bien, a diferencia del suyo. Entro con paso lento, con miedo a romper algo.  Camus se dirigió donde la pequeña cocina y puso el agua.

-Vamos toma asiento –Invitó su amigo.

-Mmm –Se le quedó viendo, observó que el peli turquesa tomaba la tetera de agua caliente para servirle y le detuvo el brazo.

-¿Milo? –Pregunto extrañado el francés, mientras su amigo le veía con cierto tinte en la mirada. -¿Qué sucede Milo, estoy haciendo algo mal? –Se le quedó viendo, pero aquel no respondía.

-¿Recuerdas aquella vez que estabas ebrio? –Pregunto y el peli turquesa se sonrojo, esa noche había vomitado sobre las ropas de su amigo. La escena de él tambaleándose al subir las escaleras y al hacer berrinche se le vinieron a la mente.

-No me recuerdes eso por favor –Suspiró el francés. Desviando la mirada de aquellos ojos.  Pero Milo le miraba fijamente, siempre supo que aquel compañero suyo tenía unos orbes expresivos pero pesados, su mirada denotaba seriedad.  Pronto sintió que su amigo avanzaba un paso más frente a él. Sintió el calzado de su armadura chocar con el ajeno.

-Camus –Sonrío acercándose con esa mirada llena de orgullo, tocando la piel del peli turquesa, pasando los dedos sobre sus mejillas y después pegándole despacito en la frente. -¿Sabes que me dio más risa? –Murmuró notando la mirada sería del francés, como esperando –Que te pusieras a cantar, esa canción… ¿Cómo decía? –Trato de recordar pero el peli turquesa estaba sonrojado que mejor clavo la mirada al suelo.

-No lo sé –Dijo viendo a su compañero quien le insistía.

-Anda, dime –Se acercó más pero el santo de acuario solo desvió la mirada.

-No –Cuando Camus devolvió la mirada se encontró el rostro de Milo tan cerca, si no fuera por las coronas que ambos portaban aquello terminaría en un acercamiento extraño.

Camus se quedó viendo el rostro de Milo, unas facciones serias, y este solo tenía clavadas las pupilas en las suyas, las mismas que denotaban sorpresa, daba ‘gracias’ a la armadura por aquello. Milo sonrío, se separó rápido de Camus sentándose de nuevo echando una risita.

-Sabes, odio esta parte de la armadura, realmente es estorbosa –Sonrío quitándose de entre sus cobaltos cabellos esa corona que formaba parte de la cola del escorpión. -¿Camus es que a ti no te cansa traer la tuya?

-No…-Murmuró viendo como Milo se quitaba la suya, ahora parecía distinto o lo veía así

-Venga Camus, no seas amargado –Sonrió jalándole del brazo, a lo que el peli turquesa se mostraba arisco.  Pero se calmó, pensando en aquella imagen cuando le tuvo cerca ahora lo que le había salvado de un gesto extraño como un beso, le estaba siendo despojado por su compañero.

Observó las manos de Milo quitarle aquello. Dejando su melena acomodada sobre su rostro. El peli turquesa se sintió extraño, Milo tenía en sus manos aun esa parte de su armadura, se levantó y la dejo por ahí, mientras él se tocaba la cabeza, ahora su cabello se sentía extraño, era como estar desnudo de pronto.

-Te ves mejor así, no te sientas extrañado, es tu propia cabeza –Susurró el escorpión a él, mientras se acercaba de nuevo, pero el peli cobalto no se había dado cuenta de eso.

-Gracias –Cerró los ojos y con el nerviosismo invadiéndole. –Aunque sabes que prefiero traer la armadura completa. No sé qué pretendes con eso, además ni hace calor –estaba hablando demás, culpa de aquello que le invadía extrañamente, quizás era la mirada de su amigo.

Milo sonrío y se acercó a Camus tomándolo de la cintura, sonriendo cínicamente, solo obtuvo una sonrisa poco amigable de su compañero –Así está mejor, ¿no crees?

-No veo que tiene de ‘mejor’ –La voz se le convertía en un murmullo con el acercamiento de Milo, poco a poco sentía su aliento sobre su piel, sobre sus labios, no dijo nada, apenas sintió sus labios entrecerró sus ojos, recibiendo aquel beso, de forma lenta, Camus tembloroso se aferró al brazo de milo, mientras este tenía el suyo sobre sus caderas. Poco duro aquel momento cuando se dio cuenta de lo que pasaba. Se terminó separando. –Milo… ¿Qué es? …

No pudo continuar, no porque fuera incapaz, sino por la expresión del peli cobalto, se lamía los labios de forma cínica, lanzándole una mirada. Su compañero sonrío, cerrando los ojos, dejando escapar una carcajada.  El francés quedó sorprendido por aquello, pronto sintió que su cuerpo era volcado contra su voluntad y que el griego estaba encima de él.

-Pero ¿qué haces? –Murmuró el peli turquesa viéndole fijamente.

-Camus…-Murmuró con la mirada llena de lujuria, sintiendo el cuerpo de su amigo debajo del suyo –Eres demasiado sensual –Sonrío buscando de nuevo sus labios. –No solo te voy a quitar esa parte de la armadura. –Añadió besando su lóbulo.

Entonces se dio cuenta, el francés era consciente de lo que acababa de provocar, no fue el té, ni el hecho de tenerlo ahí, simplemente necesitaba a Milo, sin darse cuenta, lo deseaba, lo quería y aquello solo había sido un juego, la tensión entre ellos dos ya estaba marcada, solo faltaba un poco de sinceridad, podía sentir sus labios sobre todo su cuerpo, pero más le gustaba sentirlos sobre los propios, podía probarlo, saborearle, llamarlo y no se cansaría de besarlo como la primera vez.

 


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