Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

"Como la arena..." por Cachorra

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno pues...hola!!!! espero que no me odien por no publicar por tanto tiempo, pero debo decir una cosa: este one shot lo vengo planeando desde antes de publicar mi fic Ayudame a encontrarme, pero como se trata de egipto...pasé las de caín para hacerlo.

Tuve que hacerlo a MUY grandes rasgos, y buscar nombres egipcios que me latieran y quedaran.

Aparte después de esto se supone que viene un fic ya hecho bien largo, con verdaderos detalles egipcios, y más detallado.

Pero eso será cuando termine Ayudame a encontrarme :P

Si lo acabas ¬¬


de nuevo tú?

yo me encargo ¬¬

Notas del capitulo:

Bueno, espero que lo disfruten (no saben lo difícil que es hacer algo con lo referente a la cultura egipcia TnT)

tranquila, les gustará...espero

ojalá, que por su culpa de ustedes dos tengo arena hasta en los calzones

lero lero... XD

"Como la arena..."

 

 

 

 

 

 

Eres tan vasto, tan inconfrontable, tan grande en tu magnificencia...

 

Eres como las aguas que relucen cual diamante en los oasis del desierto, que sacian la sed de aquellos que se pierden.

 

Eres como el río, que corre sin detenerse, solo decidido a seguir su cauce hasta llegar al inmenso mar, que espera con ansias su llegada.

 

Pero perdido en tu magnificencia propia, no eres capaz de mirar a tu alrededor, o mejor dicho...te niegas a observar a tu alrededor. Te hallas en medio de tu grandeza, cegado por el reflejo de aquellos espejos que te observan, adornados de oro.

 

Observas tu imagen con marco de brillante dorado, que te devuelve la mirada con ese brillo que solo tú posees.

 

Sí, tu mirada es bella, y resplandece como ni siquiera el sol es capaz de hacer...pero...

 

¿No te das cuenta? ¿no observas que esa mirada está inundada de arrogancia sin sentido? ¿no miras ese dejo de superioridad que aplasta incluso a quienes menos debería? ¿has caído en la cuenta de que tu vanidad te está perdiendo de quien eras antes?

 

¿Sabes que tu orgullo...te aleja cada vez más de mí?

 

Pero no, es notorio que no es así.

 

Perdido entre diamantes y rubíes, ensalzado en oro y plata y cegado por un reflejo que se ha vuelto frío y duro como el hielo...ya el mundo importa poco para tí.

 

Ahora, el poder es tu compañero, la arrogancia, tu guardia, la frialdad...tu amante.

 

Y yo, que niego darme cuenta de esa que ahora es tu realidad, no puedo evitar sufrir calladamente, viéndote escapar de entre mis manos cada vez más rápido, alejándote tú mismo.

 

No, ahora eso para ti no importa.

 

Ahora me encuentro aquí, recostado en mi diván. Contemplo con desinterés las pintura en las paredes, y luego centro mi atención en los brazaletes que adornan mis brazos y muñecas.

 

Tanto oro, tanto brillo...

 

Tanto poder y autoridad...

 

Tantas cosas sin valor...

 

Oh, pero el valor se lo has dado tú, perdiéndote entre la magnificencia vacía de todo esto.

 

Me dan ganas de tomar mi dorado pectoral y arrojarlo lejos de mí, y hacer lo mismo con las demás cosas que poseo, y juro por Anubis que lo haría si de esta forma te recuperara.

 

Si tan solo...

 

Si tan solo volvieras a ser tú mismo.

 

De pronto escucho tu voz, que se acerca por el amplio pasillo.

 

Me incorporo y con desgano me encamino a las afueras de mis aposentos.

 

De inmediato Netikerty, mi ayudante de cámara, (vamos, mi sirvienta personal en otras palabras) me siguió, como eran sus órdenes. Debo admitir que aunque así es como debemos ser tratados tú y yo, no me siento cómodo con alguien siguiéndome a todos lados, que duerma al pie de mi cama y que a cada rato me haga reverencias por todo y para todo (o bueno, casi).

 

Camino por el pasillo, y te veo dar la vuelta a una esquina, por lo cual yo debo casi correr para alcanzarte.

 

Vas en compañía de Azibo y Darwishi, dos importantes sacerdotes, Ini-Herit, un escriba, y Kazemde, Jahi y Madu, funcionarios.

 

Al parecer van discutiendo sobre cosas muy importantes, o al menos deben serlo para ustedes, pues a mí esas cosas jamás han sido de mi agrado o interés, aunque así deba fingirlo.

 

-...al menos hasta que aprendan a portarse ante su faraón-dijiste, serio-, no quiero que sean blandos con ellos, en un solo momento, ¿entendieron?

 

-Así será, mi señor-dijo Kazemde-. A propósito, las preparaciones para la próxima ceremonia de Anubis va perfecta.

 

-Eso espero-dijiste-. No toleraré un retraso o una ineptitud por parte de nadie. Ahora, retírense.

 

Y entre reverencias, todos se marcharon.

 

Al fin me acerqué a ti, mientras decía a Netikerty que esperara en mi alcoba.

 

-Vaya, Inuyasha-dijiste, apenas viéndome de reojo-. ¿Dónde has andado toda la mañana? Te he estado buscando.

 

-Estaba caminando por los alrededores-dije-, y luego regresé a mi alcoba.

 

-Te he dicho una y mil veces que no me gusta que salgas solo a las afueras del palacio-me reprochaste, molesto.

 

-Lo sé, lo lamento-digo, sin sentirlo en absoluto-. Pero sabes bien lo mucho que me gusta caminar fuera del palacio, solo, sin acompañantes ni escoltas. Vamos, que sé cuidarme solo y lo sabes.

 

-¿Qué lo sé?-soltaste una corta risa burlona-. Yo solo sé que eres un infantil, un rebelde testarudo y un imán para los problemas. Así que no quiero que vuelvas a salir solo, ¿me escuchaste?

 

Suspiré. Es imposible razonar contigo.

 

-De acuerdo, lo recordaré.

 

Ja , como si fuera a hacerte caso.

 

Finalmente me alejé de ti, que parecías tan ocupado.

 

Pasó la tarde y la noche, y yo no me sentía tranquilo. Sabía que en tus aposentos estabas pensando en algún nuevo proyecto, para conquistar nuevas tierras, para acrecentar tus tesoros, o cualquiera de esas cosas.

 

Yo por otro lado no pienso más que en que cada día me vas perdiendo más. Y me pregunto si te importa eso, si harías algo por recuperarme…si ni siquiera lo sabes.

 

Si siquiera sabes que te amo.

 

Sí, así es. Yo, Inuyasha, príncipe de Egipto, conocido también como Ravic, que quiere decir “hijo de Ra o el hijo de Sol”, hermano menor de ti, Sesshoumaru, a quien también conocen como Khons, que significa “dios de la Luna”, me encuentro total y perdidamente enamorado de ti…

 

Y tú eres ajeno a ese hecho.

 

Me pregunto, si no será mejor irme para no volver, irme para morir solo presa de esta desesperación ante tu frialdad.

 

Y sin embargo, no sé si pueda vivir sin ti.

 

 

><><><>< 

 

 

Nuevamente de día, me doy un reconfortante baño, y una vez vestido, salgo. No estás, y según me dicen, sigues preparando todo para la ceremonia que se dará en honor a Anubis. Aparte, he escuchado que unos esclavos han cometido alguna falta, por lo que has ido a verificar que se les dé su merecido.

 

Suspiro.

 

Tú y ese enorme ego que llevas encima, ese orgullo tan cortante, nada bueno saldrá de esto.

 

Como sea, dudo poder hacer algo.

 

Digo a Netikerty que me espere en el palacio y salgo. No sé si te enoja que salga solo del palacio a caminar, o si me pierdo en algún lugar cercano para regresar hasta entradas horas de la tarde. Como si fuera a hacerte caso.

 

Tomo rumbo al pueblo, llevando puesta una larga capa de lana de color marrón, y cubriéndome la cabeza con la capucha, echo a andar por las calles, dando vuelta en las esquinas y viendo todo a mi alrededor.

 

La tela cubre mis brazaletes de oro y mi pectoral, así como mis demás adornos. Ni siquiera el sol logra verlos, y mi rostro es ocultado completamente, o al menos lo suficiente para no se reconocido por la gente.

 

Adoro observar toda la vida que reina alrededor del palacio, los colores, los aromas, las sensaciones, todo lo que nos rodea, y que tú no te detienes a observar. Las mantas que usan las madres para vestir a sus hijos, las vasijas del alfarero que trabaja a la puerta de su casa, y el pan que el panadero pone en el horno para inundar con su aroma las calles.

 

El agua de los cantaros salpica conforme las mujeres caminan llevándolos al hombro, y las gotas despiden un bello arcoíris al darles el sol, antes de caer a las cálidas arenas.

 

Deje mis sandalias en mis aposentos, no las necesito. Prefiero sentir en mis pies la arena, y percibir cada grano bajo de mí.

 

Y observando todo esto me pregunto:

 

¿Por qué?

 

¿Por qué eres como eres, tan frío, tan distante?

 

¿Por qué te niegas a ver tu alrededor, a disfrutar un poco de los placeres más simples que la vida nos ofrece?

 

Se que somos príncipes, tú el faraón. Pero eso no es felicidad.

 

La felicidad no radica en el oro que nos adorna ni las finas túnicas que nos visten, no en la educación que recibimos y el respeto, o mas bien miedo que nos tiene la gente.

 

No, eso no es la felicidad. Sesshomaru, no vivas engañado por ese espejismo, ahogado en ese siniestro lugar que el poder y las riquezas han abierto para ti.

 

Pero ya es tarde… ¿o no?

 

No te darás cuenta, ¿cierto?

 

Simplemente te encerraras entre espejos, contemplando tu egoísta belleza.

 

Oh, Sesshoumaru, crees vivir y vivir…y estás tan muerto.

 

Muerto y ciego.

 

Suspiro, y me acerco a una fuente, tomando un gran trago de agua fresca, refrescante.

 

Dios, es tan delicioso.

 

Las risas de unos niños que pasan corriendo a mi lado me hacen sonreír.

 

Tan inocentes, tan felices.

 

Tal vez dentro de mí aún guardo un corazón de niño, pero tal vez se por eso que soy como soy, y tú, que perdiste el tuyo, eres como eres.

 

Si solo pudiera regresa a esa época en que éramos solo niños…en que la riqueza no importaba, en que jugar era lo importante para nosotros.

 

No sé cuándo fue que te perdí.

 

Oh, padre. ¿Qué nos ha sucedido?

 

Sesshoumaru, muerto y frío en vida.

 

Yo, enamorado de mi propio hermano.

 

Me siento…tan solo…

 

Repentinamente escucho un alboroto unas casas más allá, y la gente se acerca a ver.

 

Decidí volver al palacio. Si me quedaba corría el riesgo de ser descubierto, pero al dar la vuelta una mujer comentó a otra, y yo escuché:

 

-Uno de los esclavos robó algo del templo de Anubis, creo que un pedazo de pan. El capataz lo ha pillado y encontrado aquí escondido, y parece que va a azotarle con el látigo como castigo.

 

Dentro me enfurecí, pues era injusto.

 

Seguí a la gente hasta un callejón donde estaban reunidos, y en efecto, lo que la mujer había dicho: un esclavo, flaco y desnutrido, estaba echo un ovillo en un rincón, mientras el capataz comenzaba a darle azotes con el látigo de cuero.

 

-¡Te hemos dicho que solo trabajes! ¡Ladrón! ¡Infeliz malnacido! –a cada palabra lo golpeaba fuertemente.

 

Era espantoso. La espalda y brazos del hombre estaban enrojecidas, y él gemía y gritaba a cada golpe.

 

Algo en mí, al ver aquello, enfureció.

 

Y sin detenerme a pensar en nada, me adelante, y detuve el brazo del capataz, que ya se alzaba para un nuevo golpe.

 

-¡¿Pero quién se atreve…?!-exclamó, volteando furioso.

 

Yo dejé caer mi capucha, abriéndose mi capa y haciendo relucir al sol mis dorados adornos, mi pectoral y mis brazaletes.

 

Su rostro palideció de inmediato.

 

-Mi…mi señor-musitó, al tiempo que todos los demás se arrodillaban ante mí. No presté atención.

 

-No te atrevas…a volver a tocarlo, maldito cobarde-le gruñí, mostrando mis colmillos.

 

Él se estremeció.

 

Levanté el brazo, arrojando el látigo lejos de mí, gruñendo, cuando…

 

-Inuyasha…

 

Me quedé helado. Volteé y te vi, con esos ojos dorados fijos en mí, con una furia que me hizo estremecer.

 

Tus ojos amenazaban con volverse rojos como la sangre.

 

-¿Cómo te has atrevido?-musitaste, enfurecido. Lentamente te acercaste a mí.

 

-Sesshoumaru…

 

ZAAAAZ…

 

Un intenso dolor me cruza el rostro, y saboreo entonces mi propia sangre. Gotea un poco en el suelo. Me has dado una fuerte bofetada, que me ha abierto el labio.

 

Me quedo algo agachado, con mis cabellos blancos cubriéndome parcialmente el rostro.¿Me duele el rostro? No, me duele más el corazón...

 

-Eres un idiota-dijiste-. Y una deshonra para la familia.

 

Yo te miré fijamente. Estaba dolido, más que enojado; triste, más que indignado.

 

Y me dolía más el pecho que tu golpe.

 

-Sesshomaru…-dije viéndote, yo dolido. Las palabras que salieron de mi boca rompieron mi propia alma-. Tú ya no eres mi hermano…

 

Me miraste un momento, con una leve sorpresa en tus ojos, pero igualmente frío e inmóvil ahí.

 

Yo eché a correr, alejándome de ahí cuanto pude, sin ver a mi paso.

 

Llegué a las fronteras de la ciudad, pero no me detuve. Seguí corriendo, sin rumbo, cegado en mi dolor.

 

Oh, Sesshomaru, insensato.

 

Ahora lo veo claramente.

 

Yo para ti no soy nada, sino un sucesor al que hay que amaestrar, soy el perro a tu merced, el barro que moldeas.

 

Y yo soy el sucesor que sigue a su rey, el perro que se echa a tus pies, el barro que se adapta a tus manos.

 

Que gran error he cometido.

 

Ese golpe me ha roto por dentro, me ha resquebrajado sin piedad.

 

Sesshomaru, me has asesinado tu mismo, y nunca lo sabrás.

 

No sé a donde me dirijo, no sé si alguna vez volveré. Ni siquiera estoy seguro de seguir con vida.

 

Solo se que el mantenerme a tu lado me ahoga sin cesar, y tú no lo sabes.

 

Oh, Sesshomaru…eres como la arena. Pequeños granos la conforman, y esos pequeños granos forman un poderoso ser. Entra en cada rincón, en cada grita. Entra en las heridas y ahonda en ellas con fiereza.

 

Pasas con el viento, arrasando todo a tu paso, desprecias todo lo que sea ajeno a tu poder, e incluso el viento es menospreciado por ti, que alardeas de controlarlo a tu antojo.

 

Eres como la arena, que lentamente se aleja, y aleja lo que más amado, sin darse cuenta de ello.

 

E incluso yo soy como la arena…porque ahora corro sin detenerme, sin mirar atrás. Unas furtivas lágrimas escapan de mis ojos, mientras mis pies dejan mi rastro en la arena, rastro que viento y arena borrarán.

 

La arena…

 

Tan dorada…

 

Tan magnificente…

 

Tan poderosa…

 

Tan compleja…

 

Tan suave…

 

Tan dura…

 

Tan fría…

 

Tan cálida…

 

Oh, Sesshoumaru…

 

Somos como la arena…

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Continuará?...

Notas finales:

Pues muchas muchas gracias por leerlo, y esperen la continuación de mi fic, que está poniendose candente.

muchas gracias por leer :)

lean, o los mato ¬¬


que agresivo...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).