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El Regreso de los Escorpios por Nikiitah

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Notas del fanfic:

¡Hola a todos!

Traigo ahora un nuevo fic, esta vez con los protagonistas Kardia y Milo, que tendrán que superar duras pruebas para lograr cambiar sus destinos.

Sin mas que decir disfruten el fic nwn/

Notas del capitulo:

Los personajes no son mios son de Masami Kurumaada

 

Lo que esta en cursiva son los recuerdos.

I.- Milo

 

Existía una leyenda, escrita en las viejas hojas de un libro, que en la era mitológica, se desató una batalla por el dominio de la tierra. Hades, el dios del inframundo, no estaba satisfecho de dominar sólo el inframundo, él ansiaba por más. Sabía que la tierra, lugar donde los humanos, creaciones de Zeus, habitaban les serviría, pero Zeus no se lo permitió. Siendo él un rey, decidió que lo mejor era crear un paraíso en donde sus descendientes pudieran gobernar sin necesidad de ir hacia el Earthland, naciendo ese día El Reino del Fuego, pero Poseidón, celoso del reino de su hermano, decide crear su propio mundo, donde en vez de vivir bajo el mar éstos resistieran el mismo frío que Siberia, creando El Reino del Hielo. Teniendo en común donde sólo sus herederos y ciertos elegidos pudieran utilizar técnicas especiales.

 

Ambos reinos poderosos y opuestos, ansiaba más, sobre todo Hades, que no estaba conformado con ver cómo los mitos del reino de su hermano se hacían más conocidos que el suyo. Cegado por la ira y los celos, el Rey del Inframundo declara la guerra hacia Poseidón.

 

La guerra que desató cobró varias vidas inocentes, siendo su principal campo de batalla el Earthland. Desde el cielo, Zeus miraba la batalla al lado de su esposa. Harto de la inmadurez de sus hermanos decide intervenir, encerrando a cada uno. Pero lo que Zeus jamás predijo fue que los descendientes de ambos, seguían el legado de sus dioses.

 

 

 

VARIOS AÑOS DESPUÉS...

 

 

 

Con el tiempo, ambos reinos empezaron a expandirse, ganando y sembrando el temor en otros mundos, sobre todo el Reino del fuego, ahora dirigido por Arles, su actual rey. Un hombre sádico y extremadamente violento, que en cada oportunidad que tenía, atacaba al reino del Hielo, dirigidos por Cristal. Pero el rey de esta región era demasiado astuto y se anticipaba a cada movimiento de su enemigo. Provocando aún más la ira de Arles, que en cada derrota se desquitaba con su hijo mayor, Kardia Skorpios, un niño de diez años que se había vuelto el juguete de su progenitor.

 

Kardia empezaba a hartarse de todo, él no deseaba un futuro oscuro para él, pero sobre todo... no quería que su hermano menor, Milo Skorpios que tenía ocho años, sufriera como él. Agarrando sus pocas pertenencias huyó hacia el único lugar en donde su padre no podría encontrarlo, Earthland. Zarpando el barco que lo llevaría a ese mundo, Kardia y Milo miraron por última vez su antiguo hogar, esperando poder empezar de cero.

 

Sin embargo, al estar en un mundo desconocido por ellos no sabían a donde ir o en quien confiar, sobre todo Kardia, que se mostraba receloso a todos. En su camino, una joven familia adinerada los acogió sin pedir nada a cambio. Kardia los miraba desconfiado al principio, pero la mirada ilusionada de Milo lo convenció, tal vez ellos podrían tener una verdadera familia... o eso creía Kardia.

 

 

 

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

 

 

                        DOCE AÑOS DESPUÉS

 

 

 

Un joven despertaba aturdido por el sonido de su despertador, detestaba ese artefacto, daría todo lo posible por no tenerlo, pero no podía botarlo era un recuerdo de su hermano. Perezosamente se levanta para dirigirse al baño de su habitación. Se vio en el espejo se veía muy pálido para su gusto y muy delgado. El doctor le dijo que si no quería morir de anemia empezara a alimentarse más. Aunque tratara, él no tenía hambre. Se quitó la ropa de dormir y empezó a ducharse. Al salir del baño se cambió lo más rápido que pudo y se fue a la empresa Kido. Detestaba ir pero era la única forma de encontrar a su querido hermano. Al llegar a las instalaciones se encontró con Aldebarán, el vigilante, que lo saludó amistosamente el muchacho sonrió ante el gesto y se dirigió hacia el interior de la empresa, los empleados hicieron una reverencia cuando el joven peli azul pasaba. Ese día estaba de muy malhumor, cuando por fin llegó a su destino. Entro sin tocar a la oficina del jefe.

 

 

—Mitsumasa, por fin lo encuentro —dijo fríamente.

 

—Es un gusto verte señor Scorpius —dijo sonriente el hombre.

 

— ¡Déjate de tonterías! Dime ya encontraron a mi hermano.

 

Su miraba mostraba odio hacia el hombre, no quería rebajarse ante él, pero no tenía otra opción.

 

—Cálmate Milo —aun mostrando esa estúpida sonrisa.

 

— ¿Cómo quieres que me calme? ¡He estado esperando 5 años y quieres que me calme! —gritó desesperado.

 

—Cálmate —dijo sereno el mayor— Saori sírvele café al señor.

 

—Si abuelo —se escuchó la voz de una mujer, a espaldas de Milo. Hasta ahora no se había percatado de la presencia de la muchacha, el peli azul volteo su cara y la vio. Era una joven de unos 13 años, prácticamente una niña. Su rostro permanecía sereno y sin emoción, pero si la veía bien, sus ojos resplandecían temor y miedo.

 

—Milo ella es mi nieta se llama Saori, quería saber si tu…

 

—Ya te dije mi respuesta, y no he venido a hablar de eso —dijo de nuevo fríamente. —  Quiero noticias de mi hermano. —el hombre solo suspiró pesadamente.

 

—Ya te dije, mi equipo no tiene noticias de él.

 

—Mierda.

 

—Algunos creen que el país del hielo lo tienen —dijo mirando al menor. — Si no me crees ¿Por qué no vas tú mismo al reino del fuego?

 

—Maldito viejo —dijo apretando los puños— No le cumpliré los deseos a ustedes dos.

 

— ¿Ustedes dos? —alzando una ceja, mientras sonreía, Mitsumasa Kido era nada más ni menos que la mano derecha de su padre.

 

—No te hagas el idiota —dándose media vuelta— Espero noticias de mi hermano y que mi padre no lo haya tocado o tú estarás muerto.

 

—Tus amenazas no servirán conmigo y lo sab… —no pudo terminar ya que el griego le lanzó una de sus famosas agujas escarlatas.

 

—No me des más razones para matarte, anciano —y se fue, dando un fuerte portazo.

 

Los trabajadores se asustaron al ver la expresión del peli azul, sabían que cuando se enojaba no podía controlar sus impulsos y te atacaba sin piedad. Mitsumasa se quedó perplejo, no se había dado cuenta en qué momento el muchacho le había lanzado el golpe. Milo salió lo más rápido que pudo, se subió a su auto y se fue a toda velocidad hacia su casa. Estaba harto de tener que soportar a ese viejo que solo sabía amargar su existencia. Tenía que encontrar a su hermano, rogó a Zeus que nada le hubiera pasado, que su padre no lo haya tocado. Una lágrima traviesa roda por sus mejillas solo al recordar ese día.

 

 

Aquel día en donde su inocencia se fue a la mierda…

 

Por fin la noche había caído, quería irse a dormir y caer en los brazos de Morfeo para ir a ese mundo feliz que era producto de sus fantasías. Sabía que su padre no estaría de buen humor, así que se apresuró jalando a su hermano hacia la habitación. Pero en eso se escuchó los pasos de sus padres, ambos niños temblaban solo al pensar de los castigos que daría su padre. Ese día la batalla fue ganada por el reino de los hielos, que derrotó a casi la mitad de su ejército.

 

—KARDIA —se escuchó el grito de su padre por todo el castillo.

 

—Milo ve ándate a dormir yo te alcanzaré luego. —Susurró bajo, ese tono lo reconoció el más pequeño, su hermano era una persona impulsiva y muy tosca al hablar.

 

—Pero nii-san —dijo con ojitos llorosos.

 

—Te he dado una orden —le dijo toscamente— Ya deja de llorar los escorpios nunca mostramos debilidad. —aunque le doliera cada palabra que le dijo a su hermano, tenía que ser fuerte, no quería que su padre se desquitara con él también.

 

—Si nii-san —dijo cabizbajo, su hermano mayor se dio media vuelta y se fue donde su padre. Para Milo, Kardia era su héroe, un hombre valiente hecho niño. Y es que el primogénito de la familia era un ser demasiado orgulloso y sobreprotector que por su hermano haría lo que sea. Hasta sacrificarse.

 

 

                        Sin percatarse de la presencia del menor Kardia se fue directamente a donde estaba su padre, no necesitaba ser un genio para saber lo que su padre quería esa noche, suspiró fastidiado y entro sin tocar la puerta de la habitación de su progenitor. Lo encontró ahí desnudo, las sábanas tapaban la parte inferior de su cuerpo. El mayor lo miraba lujuriosamente a su primogénito. El menor no hacia ni una mueca, estaba asqueado solo al ver a su padre cerró la puerta y se quedó parado en la entrada sin moverse.

 

— ¿Por qué te demoraste? —le reclamó su padre, mientras se acercaba a su hijo. El menor no respondió solo le dedico una mirada fría y desafiante. — “Respóndeme cuando te hable” —le tiró una bofetada haciendo que cayera al suelo— “AHORA RESPONDE.”

 

—Estaba con mi hermano —susurró con frialdad— Pero ya estoy aquí ¿no? —su padre frunció el entrecejo al oír la indiferente voz de su hijo.

 

—Ah, veo que sigues igual de desafiante, ahora te enseñaré —se acercó a su hijo y lo agarró del cabello y los arrastró, tirándolo de golpe a la cama, el mayor se subió encima suyo— ¿Quieres que tu hermano sufra lo mismo que tú?

 

—NO, HICIMOS UN TRATO —gritó furioso el menor— YO TE ENTREGARÍA MI CUERPO Y TU NO LE TOCARAS NI UN PELO.

 

—ENTONCES HAZME CASO O LE PASARA LO MISMO —vociferó el otro con molestia. Ante los gritos, el pequeño Milo, que se encontraba detrás de la puerta escuchó todo lo que su padre y su hermano hablaban.

 

—Está bien —susurró resignado.

 

—Muy bien mi pequeño —empezaba a desvestir a su hijo poco a poco, deleitándose con los gestos asqueados que Kardia le dirigía.

 

Milo que había abierto despacio la puerta fue testigo de lo que su padre le hacía a su hermano cada vez que lo llamaba. Sintió miedo, asco, repulsión y odio hacia su padre. Arles dio media vuelta a su hijo y empezó a penetrarlo rápidamente, el menor solo aguantaba los gritos de dolor que amenazaban con salir.

 

—Aahhh, mi querido hijo eres muy estrecho aahhh —gemía su padre, Kardia iba a mandarle al diablo hasta que en la puerta vio a su hermanito, que estaba asustado y con la cara mojada.

 

—Maldición Milo ¿Por qué diablos estás aquí? —pensaba Kardia, poniendo una cara de pánico de que se padre viera a su hermano. Tenía que pensar en algo ¡y rápido!

 

—Hijo grita —el hombre embestía cada vez más fuerte, ¡esa era su oportunidad!  Para que no se percatara de su hermano Kardia empezaba a gemir. Cuando vio a su padre que cerraba sus ojos por el placer. Le dedico una mirada de ‘lárgate Milo, o te verá’ entendiendo el mensaje el menor se fue corriendo.

 

 

—Maldición —golpeó el volante, cuando se dio cuenta casi chocaba contra un edificio, rápidamente esquivó haciendo que su auto girara y se revolcara junto a él. La gente miraba con horror la escena, una patrulla fue hacia el rescate de Milo.

 

—Señor ¿está bien? —preguntó un oficial peli azul. Junto a su hermano, el otro policía, levantaron el auto se sorprendieron al ver a Milo.

 

—Milo, por dios ¿Qué pasó? —preguntó Kanon, el gemelo menor. Milo que reconoció la voz de su amigo, solo sonrió y cayó desmayado.

 

Saga, el gemelo mayor, llamó a una ambulancia, 15 minutos después llegó la ambulancia. Los gemelos le preguntaron al paramédico como se encontraba y este le dijo que no tenía heridas graves, pero que tenían que hacer una radiografía. Sin decir nada más ambos mayores miraron al joven peliazul que yacía inconsciente sobre la camilla blanca, Saga tomó la mano del menor apretándola con suavidad, esperando y rogando a los dioses que no se hubiera lastimado nada interno.

 

Ya en el hospital, la doctora, que atendía a Milo, regresaba con las placas del joven. Dándoles las buenas noticias al saber que no tenía ningún hueso roto Milo. Al parecer el joven solo se había desmayado por los golpes. Aún sorprendida por ver la resistencia de Milo, permitió que los gemelos se quedaran a su lado.

 

—Hola Milo ¿Cómo te sientes? —preguntó Saga mientras le acariciaba suavemente la cabeza.

 

—Bien, aunque adolorido —dijo el menor

 

—Idiota ¿querías matarte? —dijo el menor de los gemelos molesto, aunque por dentro estaba angustiado.

 

—Kanon, cállate —le dijo en reproche, mientras miraba a su hermano— ¿Qué pasó Milo?

 

—Me distraje y cuando me di cuenta casi me estrello contra el edificio.

 

— ¿Pensabas en Kardia? —preguntó Kanon más calmado.

 

—Si —dijo mientras ocultaba su rostro en el pecho del gemelo mayor.

 

—Milo —dijeron ambos gemelos en susurro.

 

—No pasa nada —levantando su rostro, para mostrarle una sonrisa falsa, para tranquilizarlos. — Algún día lo encontraré.

 

—Necesitas descansar —dijo Saga mientras se paraba y le daba un beso en la cabeza, su hermano también lo imitó. Luego ambos gemelos salieron de la habitación en silencio.

 

— ¿Tú crees que Kido lo ayude? —preguntó el menor.

 

—No lo sé —dejó escapar un suspiro el mayor. — Solo espero que no le vaya hacer daño y que él no haga ninguna estupidez. Diciendo esto los gemelos se fueron a hacer sus actividades, desde que Milo se fue a vivir con ellos ambos lo querían como su hermanito menor, aunque algunos siempre decían que sentían algo más que amistad por el joven griego.

 

 

Milo estaba sentado en la habitación del hospital, sus manos sujetaban su cabeza, estaba harto de escuchar a Kido decir lo mismo, si no fuera por su autocontrol, ya le hubiera volado la cabeza con su aguja escarlata, para que aprendiera que con un Skorpios nadie se mete. Miró hacia la ventana y vio que empezaba a llover. Por alguna extraña razón le encantaba la lluvia, era como si el cielo estuviera llorando, como él. Que también sentía la tristeza que él sentía. Poco a poco Morfeo lo empezaba acunar en sus brazos haciendo que viajara al mundo de los sueños. Donde se veía al lado de Kardia, Saga y Kanon, como una familia. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus sueños, esperando que ese sueño algún día se cumpliera.

 

 

Notas finales:

Fin del primer capitulo n.n


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