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Verdugo del amor por jadered1

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Notas del fanfic:

Bien pues este es mi primer yaoi con estos personajes, así que sean gentiles

Notas del capitulo:

Parece que Itachi y Sasuke se llevan menos edad pero no los cinco años siguen ahí, olvide especificar que Sasuke y Naruto están en primero de secundaria

 

Aquel día todo termino o…tal vez fue solo el comienzo de un inicio, pero ¿Quién podría saberlo? soy un simple chico enamorado.

 

 

 

Mis calificaciones estaban justo en su punto cumbre,  no tenía problemas familiares ni nada parecido, mi popularidad ara buena aunque ya que  jamás había sido exitoso en eso a lo que a mí respecta no podía quejarme, pero aún asi,  era la triste y desdichada víctima de una enfermedad, una terrible y abominable enfermedad. El estomago se me revolvía, mi corazón se debilitaba y se aceleraba al compas del sonido, mis manos se mostraban sudorosas, y había un grave e intenso daño en mi soporte del habla volviéndome tartamudo a momentos.

 

La causa de mis penurias, es el amor a un hermoso chico,  de piel más clara que la de la princesa envenenada, sus suaves cabellos rubios eran la causa de mi delirio al mirarlo correr, pero lo más maravilloso de él eran sus enormes  y honestos  ojos color miel, el poseía una  grata sonrisa que era dirigida a todo aquel que lo necesitase y también tenía a su nombre un perfecto cuerpo vulnerable.

 

“Deidara”, su perfecto nombre en un suspiro bastaba para transformar a mi corazón en un potro salvaje, pero aún a pesar del amor que profesaba por él,  mi valor me abandonaba al mirarlo acercarse a mí, este era yo reducido de un brillante caballero a un despojo casi in humano de terror y dolor, Itachi Uchiha el cobarde

 

Un día me desperté estando harto del anonimato, hice lo mejor que pude con mi apariencia y me prepare para asistir a la escuela, me mire al espejo y me dije a mí mismo “muy bien Uchiha es hora de que dejes de mirarlo como un enfermo acosador degenerado y le digas que lo amas” con esta convicción Salí de mi hogar, sin embargo, cuando por fin tuve el valor para decir lo que sentía por él. Aquel chico de, ojos grandes, hermosa sonrisa y cuerpo delicado, decidió que no me quería y eso fue el detonante para los sucesos que tuvieron lugar más adelante.

 

Yo no podía olvidarlo a pesar de que él había decidido que nuestra historia de amor avía terminado sin siquiera dar comenzó,  yo no podía apartarlo de mi mente.

 

Durante los dos años siguientes de la secundaria me convertí en su sombra, admirándolo, alabándolo y protegiéndolo de aquellos que quisieran acercarse con intenciones impuras, todas las tardes lo odiaba por ser tan feliz sin tenerme a mí en su vida, al caer el sol me desenamoraba de él y me juraba a mí mismo y a todos los santos que podía conocer que nunca mas volvería a mirarlo con ojos de amor, pero de nada valían mis promesas, pues el albor de cada día me devolvía a la realidad y me hacia enmendar mis promesas pasadas jurándome a mí mismo que no dejaría de amarlo ni aún en la muerte.

 

Jamás me habían importado mis calificaciones y mi futuro no era algo que me dejase sin sueño, tal vez es por eso que había repetido el tercer grado de secundaria, si,  mi confianzuda actitud me había separado del amor de mi vida durante casi todo un año, claro que yo no dejaba de observarlo a la distancia, algo cambiaba en el,  algo lo había hecho perder la pureza, lo miraba con tristeza todos los días, al igual que se ve a una rosa mientras uno a uno pierde sus pétalos y se marchita su tallo, no podía hacer más que culparme a mí mismo, jamás lo deje enfrentarse a lo que tenia, lo protegí cual capullo aún siendo él ya una mariposa, todo era mi culpa, repararía este error antes de que algo peor ocurriese.

 

Me esforcé y esta vez conseguí ingresar a la misma escuela preparatoria que él, me prepare como si fuese a mi propia boda, y asi lleno de ilusión me dirigí a la puesta de mi nueva escuela, que cabe decir estaba mucho más cerca de mi casa que mi antigua secundaria. Al buscarlo con la mirada rápidamente di con él, su cabellera larga y rubia destacaba entre las personas simplonas, lo vi ahí sentado en una escalera de concreto, rodeado por chicos que seguramente lo único que querían era profanar su virginal cuerpo, ¿virginal? Esa palabra llego a mi cerebro como un rallo que parte un árbol, y si ya  habían cumplido su sucio propósito,  esos mal nacidos  que le habían enseñado el alcohol las drogas la diversivo y el vicio, si era más que obvio que mi Dei ya había perdido su blanca pureza, ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué?

 

El cambio se volvió escoria, dejo su entusiasmo y lo cambio por diversión, se rodeo de gente mala, pero yo no perdía el interés en él, porque entre la penumbra que ahora lo rodeaba, yo podía ver una chispa en sus ojos, una chispa que gritaba por auxilio,  el ultimo rastro de su anterior  ser, cada vez que miraba sus hermosos ojos miel, el sentimiento de amor y pasión que albergaba en mi interior  rugía y me desgarraba por dentro, luchando por salir de esa eterna prisión de carne y huesos, mi corazón suplicaba piedad, piedad para su amor, un solo abraso una palabra un verso que pudiera anunciarle, que pudiera darle esperanza para continuar, para saber que aquella guerra no estaba perdida.

 

 Incontables fueron las veces en que lo encontré , tirado en la calle con una botella vacía en la mano, sus ojos esa chispa casi muerta prevalecía suplicante por auxilio,  y yo en contra de mi  mismo, mordía mis labios, oprimía mis ojos y mis puños para no rescatarlo, abrazarlo acariciarlo y decirle que todo estaría bien.

 

Por más que me decía a mi mismo que debía de ayudarlo, de salvarlo de las  garras del mal,  no sabía qué hacer, sería muy sencillo levantarlo del suelo llevarlo a mi casa darle un baño y demás, pero de que serviría, el era quien debía de decidir qué hacer, me sentía impotente y casi derrotado. Su obscuridad comenzaba a contagiarme, un día tome una navaja de afeitar,  de esas que son delgadas pero muy filosas, la recargue sobre mi muñeca, y la deslicé sobre mi piel, un corte grotesco profundo y largo, la muerte se veía tan cercana, la paz comenzaba  a invadirme, pero algo me trajo de regreso, mi hermano menor me había salvado la vida, cuando la muerte estiro sus brazos a mí el se aferro con más fuerza y consiguió arrancarme de sus garras.

 

Durante el tiempo que estuve recuperándome, más que nada de mi depresión mi hermano Sasuke cuido de mi, el era ya un adolecente, me interrogue a mi mismo ¿cundo es que has crecido tanto? ¿Me lo he perdido por mi loca obsesión?, fue entonces cuando me di cuenta de que por mucho que amase a Deidara el jamás me había correspondido, era momento de liberarme, dejaría de importarme lo que le ocurriese, después de todo no era mi culpa lo que a el le pasaba ahora.

 

 Me concentre en cosas más importantes,  mi futuro mi familia, bueno mi única familia era mi hermanito menor, el cual siempre me había visto con odio, bueno en realidad yo deje de saber cuándo es que esos ojos que antes me dedicaban una sonrisa cada mañana comenzaron a expresarme nada más que desprecio. Creo sinceramente que fue el día en que mis padres murieron, ellos tuvieron un accidente automovilístico, mi hermanito era muy pequeño cuando eso ocurrió pero ciertamente yo tampoco era muy grande, en realidad no fue hace tanto tiempo como me gusta presumir,  cuando me dieron la noticia, no supe que hacer, mi hermano y yo quedamos en custodia del hermano mayor de mi padre un hombre abominable, pero como viaja todo el tiempo por suerte no tenemos que verlo mucho tiempo, cuando mis padres murieron no supe cómo expresarlo asi que no dije nada ni una palabra, alguien mas le dio la noticia a Sasuke, alguien mas lo abrazo y consoló, porque yo no dije ni una palabra durante casi dos meses, seguía los sucesos como si estuviese viendo una aburrida película en un cine de antaño, no sentía y no quería hacerlo, no sonreía, no me mostraba disgustado, mi cara se paralizo en una expresión perfectamente seria,  hasta que una noche simplemente brotaron de mi boca las palabras que había escondido, todas y cada una de ella estaban dirigidas a mi Sasuke, no sé lo  que dije aquel día, pero daría lo que fuera para saberlo el escucho en silencio, y fue entonces cuando me di cuenta de que su mirada llena de amor se había convertido en nada más que odio puro, como quisiera haber hecho algo para remediar su dolor, si, asi es ahora que me doy cuenta soy de aquellos que aunque no les guste lo que pasa jamás hacen nada por remediarlo

 

                   ………………………………………………………………………………………………………………..

 

El tiempo pasaba y yo deje de buscar a Deidara, ya que sabía que si lo veía mi voluntad se vería enflaquecida y correría directamente a sus brazos.

 

Yo esperaba afuera de la escuela secundaria  de mi hermano, solía recogerlo cuando llovía ya que siempre se retrasaba y eso me preocupaba bastante, lo vi salir de la mano de un muchacho que tenía su estatura más o menos de cabellos rubios y ojos azules, ese chico era el novio  de mi hermano, la primera vez que lo vi me impacto mucho era igual a Dei al menos en su sonrisa y esa expresión en los ojos que podía derretir glaciales enteros, desde que mi hermano sale con ese muchacho he podido infiltrarme un poco en sus asuntos y asi nos comenzamos a unir un poco mas como hermanos.

 

Como si algo me llamase, desvié la mirada de ellos para fijar la vista justo en la esquina de esa misma cuadra, donde para mi sorpresa Deidara se encontraba con un par de chicos, perdido como siempre seguramente ebrio, ambos lo tenía contra la pared mientras lo llamaban con palabras deplorables, sobre nombre absurdos y ruines, uno comenzó a desabrochar la camisa blanca que traía puesta, el otro paso su lengua ligeramente por el cuello de Dei, yo espera en silencio, ¿Qué esperaba? Que él los empujase o se negara aunque sea con la cabeza, pero esa espera se torno infinita, uno de ellos le susurro algo al oído y el asintió ligeramente con la boca ente abierta,  el cuello ladeado ligeramente, el camino junto con ellos, le arroje el segundo paraguas que traía a Sasuke, y me apresure a ir tras de Deidara y el otro par.

 

 Me daba cuenta a la perfección de que estaba haciendo exactamente lo mismo que antes, de nuevo dejaba a mi hermano para ir detrás del que yo pensaba era el amor de mi vida, pero esta vez las cosas eran diferentes, escuche los pasas apresurados de dos individuos mi hermano y su novio me seguían, esta vez no lo había perdido.

 

Vi como Deidara y los otros sujetos entraban en un motel de mala muerte, me quede parado en la acera de enfrente que me permitía una vista perfecta de lo que estaba ocurriendo, mi hermano y Naruto se quedaron parados a mi lado y no dijeron ni una palabra, solo se limitaron a hacerme compañía en silencio, de lo cual estoy muy agradecido, ya que de no haber sido asi, no habría sabido que responderles.

 

Tiempo después vi como los dos muchachos salían del lugar riendo y haciendo despreciables bromas sobre mi amado,  no podía parar de pensar en el, podía imaginarlo llorando en la cama de una de las sucias habitaciones de ese lugar,  al poco rato lo vi salir del lugar con la cara mirando a sus manos, tenía la camisa desabotonada, cuando levanto el rostro, pude verlo, eran los ojos de un maniaco, que tristeza tan inmensa lleno mi corazón mi Deidara salía con lagrimas en los ojos,  una sonrisa desfigurada y dinero en las manos.

 

Vi correr al novio de mi hermano para brindar ayuda el que el suponía era víctima de un acto vil, también Sasuke se había prestado a creer el drama que ellos mismos se habían mentalizado.

 

Lo primero que quise hacer fue devolverle la cordura a Deidara con un golpe, pero prontamente mis pies me redirigieron, seguí caminando por la acera,  pensando en que es lo que debía de hacer, y fue ahí cuando me di cuenta de todo, Deidara no tenía la culpa, ni yo tampoco, la culpa era de todas esas asquerosas creaturas que lo habían hecho envenenarse y después le habían vendido el antídoto a tan alto precio, ellos,  aquellos dos muchachos caerían, yo los aria sufrir, los destruiría, esos dos serian los primeros en probar mi venganza ahora yo era juez y verdugo y el único veredicto que podía expresar era CULPABLE.

 

Notas finales:

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