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Masacre en Venecia por Taro14

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Capítulo I : Obsesiones Aria molaba, eso sin duda. Hacía salir de mí a la finolis que antes desconocía, hacía que de mi boca, en vez de eructos, emanaran arco iris de colores pastel. Hoy se cumplían 2 años de mi llegada a Venecia, ya conocía el idioma a la perfección. Ya no extrañaba a mis compañeros de Irlanda, ¿por qué debía extrañarlos? Tenía a Aria. Aria era todo para mí, era… era como una enorme cerveza Heineken, una de esas tan grandes que no te puedes beber en un día, que son como un barril, así era ella. Cuando me miraba sentía que se me salía el corazón por el pecho y me daban unas enormes ganas de mear. Era una pena que no me hiciera caso. Es una popular, pero me da igual, como si tengo que meterme a animadora y menear mi culo en su cara para que me haga caso, porque la amo. En eso pensaba mientras bajaba del autobús escolar y me sentaba en mi asiento, justo atrás del de Aria. A veces ella echaba la cabeza atrás y yo sonreía, ella me miraba raro y se viraba para adelante. A veces solía apoyar mis pies en su respaldo de la silla y mirar como le escribía notas al estúpido de Marco. Marco era un tonto jugador de fútbol que se pasaba el día peinándose, como si así fuera a hacer más grande sus neuronas, no sabe que lo único que consigue es hacer que se le caiga el pelo antes. Yo me pasaba el día suspirando a la espalda de Aria que Marco se iba a quedar calvo a los 30, a lo mejor se le metía en su subconsciente y me empezaba a amar. Draco siempre me repetía que lo mío era obsesión, que no era amor, pero su opinión, además de equivocada, no cuenta, él es hombre, que sabrá lo que es el amor. Lo más cercano que los hombres sienten que es el amor es cuando su equipo gana una copa y logran echar un polvo esa noche, entonces se enamoran terriblemente… del portero del equipo contrario por ser tan estúpido. El profesor parecía no venir, estaba impaciente porque no viniera y al final no lo hizo. Que genial es el mundo. Me acerqué a Aria mientras ella recojía sus cosas para salir de clase hacia el pasillo. - Hola Aria – Le decía fingiendo que esto era un encuentro casual provocado por el aburrimiento de ser socialmente inepta. - Hola Shannon – Me respondía mientras se echaba para atrás su hermoso pelo, no sé como lo hacía, para lograrlo sin espolvorearme con caspa. - ¿Qué pasa? – Me preguntó mientras salíamos del aula. - Nada, que… ¿sabías que a los hombres se les queda flácido el pene cuando envejecen? A las mujeres se nos caen las tetas, pero eso no tiene importancia, porque el dedo se nos sigue empinando. – Le decía mientras sonreía. Creo que estaba empezando a darse cuenta de mis sentimientos, sobre todo lo sé porque el otro día me llamó maldita bollera en clase. Aria es todo amor. Después de que me mirara con cara de asco salí de clase y me encontré con Draco. …l me había anunciado que el viernes habría una party la plaza, frente al hotel La Farloca, yo le dije que dejara de hablarme en dos idiomas y se decidiera o acabaría con su vida y después le dije que iría sin falta. Aria también iría, irían todos los de clase, era genial, iba a ver a Aria pedo. A lo mejor así conseguiría que me hiciera caso, aunque al día siguiente se arrepintiera. Después llegué a casa y estuve un rato metiéndome con mi hermano el pequeño. Yo le llamo el existencial, el existencial porque es una duda existencial si vino de Urano o del culo de su madre biológica. Mis padres habían preparado espagueti, comíamos cada tres días, creo que ellos piensan que así me internaré más en la sociedad italiana o algo así. Mi madre me dio la típica charla de madre sobre lo malo que era ser lesbiana, siempre repetía una y otra vez que, como siguiera así, los reyes no me iban a traer más puzzles educativos. Después de que ella me amenazara volví a mi cuarto a esperar el gran día. Capítulo I I : No es bueno salir a enrollarse a un lugar apartado de gente pedo y con un problema de hormonas mientras todo el mundo está en otro lado y tú y tu novia sólos Había llegado la hora de la verdad. …sta noche pensaba tirármela. Draco y yo bajamos de la góndola dispuestos a ligar ésta noche. …l incluso me pidió secretos de belleza. Que pesado se pone siempre para que lo vea en calzoncillos. Allí estaba Aria, con sus Piji-compañeras hablando de chicos. Me acerqué a ella pensando que iba a mandar a la mierda a las demás y se iba a venir conmigo. - Oye Aria, ven que te tengo que decir una cosa. – Le dije mientras sonreía, me salía hasta natural y todo, lo que hace el amor. Sonreía de oreja a oreja, con los labios tan estirados que parecía un africano de esos que se ponen un plato en la boca o algo así. Las demás la miraron con cara de: “Pero vas a liarte con esa cosa que es más fea que Dios y además tiene coño y es de lo más raro del planeta artificial y natural de la madre tierra para eso mejor te enrollas con Marco que tiene un mono que se llama Amelio y va a buscar a su madre y es más tierno…”. Serán subnormales. Aria me miró con esa carita tan guapa que tiene ella y me dice… - ¿Por qué no me lo dices aquí? – - ¿Tú por qué crees? No quiero que las demás se vuelvan lesbianas. – Todas se rieron como las sucias hienas de cariño que son. Estarán celosas porque no tienen a una buena tía como yo. Aria me mandó a la mierda y yo me quedé en otro lado esperando que se vuelva lesbiana. Empecé a beber, no tanto como para estar borracha, pero sí un poco. Si me pongo muy borracha no podré aprovecharme de Aria. En ese momento una chica salió corriendo hacia nosotros, mientras decía un montón de cosas sin sentido, ¿pero qué demonios le pasará? Le decía mientras la empujaba, porque ella corría hacia mí y yo la empujaba, era divertido, parecía uno de esos perros que van a donde está la voz. Yo tenía uno una vez. Ella deliraba mucho hasta que consiguió armar una palabra. - ¡Algo se lo ha llevado! ¡A mi novio! ¡Un monstruo! – Yo la empujé pensando: “…sta chica está loca y borracha”, pero volvió a insistir. Aria me miró y fue entonces cuando me dio por hacerme la valiente. - ¡Bien! Después de pensar en nuestra situación he llegado a la conclusión de que no estás loca y voy a ayudarte a superar tus traumas y luchar contra el demonio que te acosa. – Le decía mientras me fijaba en el extraño comportamiento de los chicos, estaban… estaban mirando el agua en vez de a las tías buenas. Un sonido empezó a vibrar desde las profundidades del agua. – Vamos – Le dije a la chica y me acerqué al agua. Algunas chicas nos siguieron, podía notar su miedo, aunque las que se quedaron esperando también tenían miedo, entre el fondo de la plaza y la orilla sólo acarreaban unos 50 metros. Llevamos a la orilla cuando ese sonido aún estaba emergiendo de las profundidades y los chicos, valientes, vacíos, se acercaban al agua. De repente del fondo del mar emergió algo, algo que no pude ver, debido a la rapidez con que volvió al fondo. Sólo sé que se llevó a un chico, lo arrebató de la tierra y enseguida una mancha roja tiznó el agua. Las chicas corrimos hacia atrás, pero los chicos se quedaron. ¡Draco se quedó mirando el agua! Corrí hacia él todo lo fuerte que pude y lo agarré intentando tirar de él hacia atrás, a penas podía, mientras esas bestias iban arrebatando a los chicos de la tierra. Eran muchas. Arrastré a Draco hacia el puente, donde también íbamos las chicas, pero una de esas criaturas estaba sentada en el borde. Ahí fue cuando pude verla bien. Era horrenda. Tenía cola de pez y estaba desnuda. No era horrenda por estar desnuda, la verdad es que la chica tenía buen cuerpo de la aleta para arriba y de la cabeza para abajo. Porque abrió la boca y oh dios mío. No he visto unos dientes más feos desde El Cuñado. Eran colmillos. - ¡No podemos pasar por ahí! – Gritó Aria. Que bonita estaba acojonada. Parecía un teletubbie siendo perseguido por Espinote. Me acerqué a él, mientras intentaba agarrar a Draco. Cada una de ellas intentaba agarrar a alguien. Quedábamos como 10 personas y éramos casi 20. Es horrible. - Aria tiene razón. – Dije. - No, Aria no tiene razón, ellas no pueden saltar como ranas o algo así, pasaremos por el borde, no pasará nada. – Dijo Laura, una de las pijas. En realidad yo pensaba como ella, pero no quería llevar la contraria a Aria, hasta que por lo menos copulásemos. Laura igualmente no hizo caso y algunas la siguieron. Yo seguí agarrando a Draco, sin moverme del sitio. Laura consiguió llegar al puente y empezó a cruzarlo con algunas. Las … ¿sirenas? Empezaron a aruñar al aire y ellas siguieron caminando. Todo parecía ir bien hasta que noté que Draco tiraba demasiado de mí. El ruido era cada vez más intenso, no podíamos con ellos. Draco se soltó, empezó a correr hacia el borde, yo corrí detrás de él, pero era tarde, saltó al agua. Esto era una pesadilla. Me eché las manos a la cabeza mientras retrocedía. Miré a las chicas casi a punto de llorar. Ellas seguían cruzando el puente, hasta que los chicos también se soltaron y cayeron todos al agua. Laura tropezó y se dio de bruces contra el suelo del puente, quedando al alcance de las sirenas, una de ellas la alcanzó y la arrastró hacia el mar. Las pijas intentaron agarrarla, Aria fue a correr hacia ellas, pero yo la detuve agarrándola de la cintura. Ella se viró y por un segundo me miró a los ojos, recordaré esa mirada siempre, estaba desesperada y asustada. - Quédate aquí – Le dije y corrí hacia las demás, no me hacía mucha ilusión salvar a las pijas, pero tenía que hacerlo, además, había 3 chicas que eran unas frikis y esas no se merecían morir, pero yo lo hacía por Aria. Corrí con todas mis fuerzas y cogí una barra de hierro que estaba en el suelo. La alcé, golpee en la cabeza a una de las sirenas y retrocedí, agarrando a la chica que estaba en sus fauces. Otra sirena intentó alcanzarme saltando desde el agua, pero yo volví a golpearla con la barra. Al fin logramos retroceder al lado de Aria y dos chicas que se habían quedado atrás. Ahora sólo quedábamos 6 personas. 6 chicas. Corrimos al interior de la plaza, al centro. Cogimos los móviles y llamamos a la policía, pero ellos no nos creían, nuestros padres tampoco y querían venir a buscarnos. ¿Cómo podríamos dejar que lo hicieran? Las sirenas los matarían. Decidimos esperar a que amaneciera. Habían pasado dos horas ya desde que empezó la matanza. Aria aún estaba atemorizada, tanto como yo. Además yo me hacía pis, pero no había sitio donde hacerla sin que me vieran. Capítulo III: Están por todos lados, las muy putas Al final conseguí ir a mear, iba para el otro lado y Aria me acompañó a taparme, que encanto de mujer <3 Ella miró para el otro lado mientras yo hacía pis, cuando en eso vi, a lo lejos, que había mucha gente corriendo de un lado a otro. Parecían desesperados y vi a una de esas sirenas malignas saltar por encima del agua y coger a una mujer. Se me cortó la pis. Avisé a Aria, que lo flipó tanto como yo. Volvimos a llamar por el móvil a nuestros padres, pero no contestaban. La situación se nos había escapado de las manos, si es que alguna vez estuvo. Si estuvo en manos de alguien sería de Satanás o alguno de esos inventos de la Iglesia. Fuimos con las demás, una de las chicas no paraba de llorar y llorar, y yo la comprendo, Aria estaba a punto de llorar también. Esto se estaba saliendo de madre. De pronto un helicóptero surcó el cielo y empezó a disparar al agua, las chicas nos echamos al suelo mientras el sonido de los disparos replicaba en el agua, hasta que esas criaturas empezaron a cantar, cantaban tan fuerte que teníamos que taparnos los oídos para no oírlas, era espantosa ésta situación. El helicóptero empezó a dar bandadas. Primero hacia un lado y luego hacia otro. Se estrelló, empezaron a salir llamas de él, no dio muy lejos y las sirenas escaparon de las llamas en otra dirección. Miré a las chicas. - Vamos, es nuestra oportunidad de salir de aquí. – Les dije. – Vamos por donde están las llamas y ellas no nos alcanzarán. – Las chicas asintieron, aunque un poco dudosas. Las llamas estaban cerca del puente, casi al lado, podríamos pasar sin complicaciones si montábamos en góndola. Había una aparcada justo ahí, la desamarremos y subimos, Aria, dos chicas más y yo. Pasamos sin complicaciones. Hasta que les tocaron a otras. A nuestro lado se veía todo más devastado que donde estábamos antes. En ese momento creí que no había sido una buena idea, hasta que las llamas se dirigieron a la plaza y empezaron a quemar todo lo que encontraban a su paso. Las chicas iban por buen camino, ya casi llegaban al otro lado, hasta que su góndola comenzó a tambalearse. Ellas rompieron a llorar histéricas. Cada vez se tambaleaba más, hasta que cayeron al agua. En esos momentos las chicas y yo vimos como les mordían, con sus dientes tan afilados, hasta que arrancaron sus carnes. Aria se abrazó a mí, llorando. Yo la rodeé con mis brazos mientras retrocedía hacia un lugar más seguro. No sabía si darle un beso, seguramente se pensaría que soy una salida que se aprovecha de las situaciones, que lo soy, pero ahora no sé. Ella se apartó, en sus ojos se veía un poco de desconcierto ésta vez. Nos quedamos un segundo así y luego ella salió corriendo. ¿Pero a dónde va? Me pregunté y corrí detrás de ella, dejando a las otras dos chicas atrás. Corrí todo lo fuerte que pude hasta lograr alcanzarla y hacer que se detuviera. - Aria… ¿qué te pasa? No habrá sido por el hecho de que no uso desodorante, ¿no? – Ella medio-sonrió. - No… es que… ay no sé, yo estoy… no debí abrazarte, eres lesbiana – Dijo a penas. - Gracias, tú también. – Respondí. Ella negó con la cabeza. – Yo no lo soy – - Lo sé, lo decía en broma, tranquila… - Dije. - Ya, pero me abracé a ti, ahora tendré que acostarme contigo. – Me respondió. Y nos acostamos, estuvo guay. Menos por eso de que la gente de nuestro alrededor se muriera y tal. Pero a ella le moló. Capítulo IV: …sta paranoia mental concluye Las sirenas se acabaron marchando, dejándonos atrás y dejando una montaña de mierda en forma de hamburguesa de personas. Al final a mis padres no les había pasado nada, se suicidó justo después de ver que debajo de mi cama había un montón de revistas pornográficas de mujeres, en vez de consoladores de tamaño industrial. A mi madre le dio un ataque de religión y se fue a peregrinar al Vaticano, pero no hemos vuelto a saber de ella, dicen que se enrolló con un cura e hicieron el amor encima de una cruz. Salió en los periódicos. Mi hermano se hizo bakala y por eso me fui de casa. A vivir con Aria. Aria y yo estamos genial, la gente está tan acostumbrada a vernos fornicar en la calle que ya no nos señala. Es que no tenemos techo, pero da igual, ella me abriga toda la noche. Nos vamos a casar hoy, ella lleva un precioso vestido que robó en una tienda de novias, está preciosa. La boda la oficiara un mendigo que pasaba por ahí, estaba tan borracho que se creía Dios, así que es como si nos casáramos por la Iglesia, porque no hace más que repetir que él mola un montón y tiene poder y nosotros somos sus súbditos. Es genial, por primera vez en mi vida soy inmensamente feliz, estoy con la persona que amo, ¿qué más puedo pedir? Tengo mucho más de lo que tienen esos inconformistas que se dedican a trabajar hasta que les salen callos de las manos y se olvidan de su familia, se olvidan del amor. Al final acaban borrachos en cualquier esquina, pidiendo un poco de amor, como Dios.


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