- ¿Por qué lloras?- musito una niña de cabellos negros azabaches sujetos en dos colas- ¿por qué lloras?
- Porque el ya no está aquí…- contesto el joven de cabellos blancos y ojos plateados
Su mirada parecía perdida y todo lo que hacía era estar acostado sobre aquella verde pradera.
- ¿Quien ya no está aquí?- pregunto la niña, parada a un lado del.
- La persona a la que más amo- al decir esto sintió un profundo dolor en su pecho. Solo que ya no lloraba porque simplemente se le habían acabado las lagrimas.
- ¿Y porque el ya no está aquí?- la pequeña no lo comprendía.
- El…murió…fue asesinado…-su voz estaba pagada, sin vida ya.
Instantáneamente a su mente vinieron las imágenes de su cuerpo. Estaba cubierto de sangre y tenía una enorme herida en su pecho.
Recordó como lo mantuvo entre sus brazos y no permitía que nadie se le acercara.
“! El es mío! ¡Solo mío!” gritaba cada vez que alguien intentaba acercársele. Incluso después de haber muerto. Se mantuvo así cerca de 10 días.
Y durante todo ese tiempo había llorado.
- ¡Despierta! ¡Despierta! Laviii!!! ¡Te amo! ¡Te amo! Te amo…- mantuvo esa eterna letanía todo ese tiempo.
Tuvieron que inyectarle un fuerte somnífero para que pudieran separarlo del cuerpo de Lavi y pudieran enterrar su cadáver.
Al despertar a los tres días de estar sedado, fue a la tumba de Lavi. Lloro nuevamente y luego se fue de ahí, teniendo deseos de venganza que sacio en un par de días llevándose la vida de quien le había quitado a su amor: Tikk Mikk. Aquel joven moreno lo había matado por sus celos y obsesión por Allen.
Pero aunque se había vengado eso no se llevo la soledad y sufrimiento de Allen.
Termino por alejarse de todo y de todos. Solo quería vivir en su propio mundo.
Mi propia mentira.
- ¿Y lo quieres volver a ver?- pregunto la niña arrodillándose a un lado de su cabeza, mirándolo con sus pequeños ojos violetas.
- Si…Quiero verlo. Quiero estar por siempre a su lado- eso anhelaba en su corazón.
- Ya veo. Y… ¿Como era?- pregunto de nuevo la niña con voz inocente.
- Era muy amable y dulce. Su sonrisa era tan hermosa y el encantador sabor de sus labios me enloquecían por completo. Sin darme cuenta me había vuelto adicto a él. Ansió poder estar entre sus brazos y que todo su ser me intoxique y me deje loco de nuevo- dijo mirando el cielo.
Volvió al pasado de nuevo. Esta vez recordando aquellas caricias y besos de su amor y como le quemaban el alma cuando ambos se entregaban a la pasión y la lujuria.
En esos momentos Lavi cambiaba totalmente a un ser salvaje y lleno de deseos.
¿Cuantas veces no me hizo sentirme en la gloria?
Con solo besarme…
Con el solo juego de nuestras lenguas. El roce de nuestra piel. Ya era completamente suyo y me dejaba llevar por él.
Y se habían entregado en tantos lugares. En sus habitaciones. En la cocina de Allen. En la oscuridad de un cine, de un museo. En la tina del baño. En la entrada de la casa de Lavi. En el salón de la escuela.
Y todas aquellas veces como si fuera la primera vez.
¿Y donde fue nuestra primera vez? Ah sí. En la biblioteca de la escuela donde lo conocía.
Y no tuvimos miedo de que nos encontraran. Más bien eso nos excitaba.
El primer beso y las primeras caricias fueron en un mismo día. O más bien noche.
Mis primeros gemidos y mis primeros orgasmos. Mis primeras palabras vergonzosas: “Así”, “Dame mas”, “Ahí”, “Mas fuerte”, “Mas rápido”…
Y todas fueron solo para él.
Porque solo él me hacía sentir como me hervía la sangre y cuando fuimos uno por primera vez…me sentí tan feliz de ser suyo. Y de saber que él era mío.
Nos juramos amor eterno en ese momento en donde la Luna nos sonreía y nos bañaba con su luz.
Lo hicimos tantas veces esa noche hasta que caímos en los brazos de Morfeo, cansados pero rebosando de felicidad.
- ¿Y qué harías por volverlo a ver?- ahora la niña tenía una extraña sonrisa maliciosa en sus labios y una mirada llena de deseos oscuros.
- Lo que fuera…excepto…dar mi vida. Porque esta solo le pertenece a él y le pertenecerá eternamente. Solo él se la podría llevar. No puedo dársela a nadie más- dijo volteando a ver a la niña.
Esos ojitos violetas le miraban extrañados.
- No estás dispuesto a morir…- musito la niña.
- Solo si muriera a manos de él. Solo si el viniera por mi vida. Entonces sería muy feliz- contesto sonriéndole levemente a ella.
- …Que pena- murmuro la niña y se levanto- hubieras sido un delicioso alimento para mi, después de todo tu alma está sufriendo tanto, pero…si no deseas morir, pues no hay nada que hace. Lástima. Hubieras tenido una buena muerte. Además lo más seguro es que estuvieras- se lamio los labios, dejando ver sus filosos colmillos- Delicioso.
- Lo siento- dijo en un leve susurro, apenas audible.
- Está bien. Bueno pues…Adiós- dijo y avanzo unos pasos.
Su cuerpo se empezaba a transformar en pétalos negros que fueron llevados y esparcidos por el viento.
- Adiós- susurro el albino.
Y siguió en su mundo de ilusiones, donde se sentía feliz. No se volvió a mover de ahí.
Aquella noche la Luna, otra vez sonriente, y bañándolo con su luz lo acompaño en sus últimos momentos.
El suave susurro del viento movía los cabellos de Allen. Y entonces este empezó a cerrar sus ojos. Hacía tiempo que dejo de luchar. Solo quería dormir.
Solo quiero soñar. Soñar contigo mi amado Lavi.
Miro por última vez a la Luna y le sonrió.
- Vamos Allen- susurro una voz- ven aquí mi amor.
- Si Lavi- musito cerrando para siempre sus ojos.
Así Allen siguió a su amado Lavi a los confines de la Eternidad en donde ambos por fin estarían juntos. Y donde seguirían llevando a cabo su juego del amor.