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Crónicas de un amor fallido por cutebeast64

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Notas del fanfic:

Fujimaki-sensei es el autor de Kuroko no Basket. Este fic contiene KagaMomo, si te gusta hacer bashing de Momoi, te pido que no continues leyendo. Me gusta el KagaMomo y me agrada Momoi, por favor, no seamos insultantes con los personajes femeninos. Versión corregida de erratas.

Notas del capitulo:

Bueno, finalmente AoKaga, finalmente lemon -muy corto jaja, aunque algo es algo-, quedo largo este fic pero me siento increíblemente contenta. Espero les guste y por favor, nada de bashing a Momoi o al KagaMomo, me gusta mucho la pareja y me cae muy bien Momoi. Sin mas preámbulos, a leer

CRÓNICA DE UN AMOR FALLIDO

-          Realmente ustedes dos se llevan muy bien- Comentó Momoi con algo de celos- Ojalá Tetsuya y yo nos llevaramos tan bien

-          Oye, oye, esa es una comparación extraña de hacer- Dijo Aomine con una ligera cara de desagrado

-          Cierto- Replicó Kagami- Tú quieres a Kuroko como novio ¿verdad? Nosotros solo somos amigos

-          Ustedes sí que son idiotas- Dijo inflando las mejillas molesta

Era cierto que eran buenos amigos y que de hecho, después de su encuentro en la Winter Cup habían empezado a verse casi a diario, pero realmente no era algo de ese tipo. Aomine intentó pasarle el brazo por encima a Momoi, pero en ese momento sintió la mano de Kagami intentando hacer lo mismo. Fue solo un roce, pero su corazón saltó como si alguien hubiese intentado dispararle. Con los ojos bien abiertos y pasando saliva con nerviosismo, Aomine rápidamente guardó la mano en su bolsillo y Kagami hizo lo propio por su parte.

El calor que había sentido en su mano permaneció aún por varias horas y se extendió por todo su cuerpo como si se tratara de corriente eléctrica… Por alguna razón, su corazón latía rápido cada vez que pensaba en eso…

***

-          ¡Traje almuerzo para todos!- Anunció Momoi. Un fondo de color brillante apareció tras ella, mientras con una sonrisa luminosa les mostraba una GRAN caja de bento que pretendía repartir entre los atemorizados jugadores de Touou

-          No pienso comer nada de eso Satsuki- replicó el moreno con un gesto de molestia al tiempo que volteaba hacia Sakurai- Oi, Ryou ¿Trajiste comida, verdad?

-          ¡No le des nada!- Soltó Wakamatsu con su habitual tono de ira

-          ¡Ustedes siempre son terribles! Al menos mírenlo- se quejó la chica dejando la gran caja en la banca y abriéndola

-          No hace…- El capitán Wakamatsu tuvo que tragarse sus palabras con sorpresa

-          Oi, Satsuki ¿Realmente hiciste eso?- Cuestionó Aomine con los ojos abiertos como platos, no podía creerlo. No iba a creerlo

Para la sorpresa de todos, la comida que venía en aquella caja de madera no solo se veía normal, se veía absolutamente deliciosa. Podían oler la carne con verduras desde lejos y su estómago empezaba a rugir, incluso Aomine dejó de lado la comida casera de Sakurai para probar un poco del milagro que venía en manos de Momoi, asegurando con eso que sabía tan bien como se veía y olía.

-          Pues, no lo hice sola- Sus mejillas se sonrojaron un poco mientras decía eso y juntó sus manos tiernamente

-          Tetsu no sabe cocinar- Se apresuró a intervenir Aomine algo preocupado por esa reacción

-          ¿Tetsuya? No, no. Kagamin fue el que me ayudó a cocinar- el gesto de chica enamorada que la peli-rosada hizo en ese momento fue el primer presagio que Aomine tendría de lo que vendría a continuación

***

-          ¡Otra vez!- Pidió el pelirrojo, estaba sudando hasta el punto de que la ropa se le pegaba al cuerpo, pero no parecía que fuese a rendirse pronto

-          ¿No te has rendido? No puedes vencerme, Bakagami- Soltó una risa dominante mientras iba por algo de agua

-          ¿Qué has dicho Ahomine?

De nuevo se encontraban jugando. Incluso cuando ya habían salido de la preparatoria y habían entrado a la universidad, seguían encontrándose en la misma cancha de siempre para jugar un 1 a 1. Ahora estaban algo más parejos que antes, pero Aomine seguía siendo el que llevaba el marcador a su favor; ahora en vez de 100-0 llevaban 55-35.

-          Ya deberías rendirte, llevas más de 3 años jugando conmigo y no me ganas, eso debería ser suficiente- Se burló el moreno tras haber tomado un largo sorbo de agua

-          ¡Pero cada vez estoy más cerca! Un día sin duda te ganaré- Afirmó el tigre quitándole la botella de las manos para tomar un largo sorbo por su cuenta, sin limpiar el borde, poniendo sus labios en el mismo lugar donde los había puesto el moreno

Aomine afiló los ojos, observando fijamente como la manzana de adán se movía de arriba abajo con cada sorbo largo que tomaba el pelirrojo, la cabeza descolgada hacia atrás, los mechones rojos pegándose a la piel sudada, los músculos del cuello y de los hombros marcándose. Inconscientemente pasó la lengua por sus labios en un gesto sensual.

-          Lo que digas ¿Qué vas a hacer para comer?- Preguntó levantando su maleta y poniéndosela al hombro, listo para irse

-          Croquetas… espera ¿Vas a venir?- Kagami encestó la botella en la caneca de la basura y corrió hacia Aomine con gesto nervioso

-          ¿Qué? Igual no creo que tengas mejores planes- Bostezó moviendo su cuello con cansancio acumulado- voy a quedarme la noche

-          ¡No puedes!- Replicó el pelirrojo de manera definitiva- Hoy no puedes

-          ¿Por qué? Vamos, dame una buena razón- le retó con ese gesto dominante que tomaba siempre que hablaba con él. Llevaban suficiente tiempo como compañeros de juego y rivales como para que no supiera molestarlo- ¿Acaso invitaste a alguna chica a casa?

-          No… No exactamente- concedió el pelirrojo algo sonrojado

-          ¿Cómo así exactamente?-

-          No es lo que tú crees. Ella solo viene a que le ayude a cocinar y eso-

En ese momento algo dentro de Aomine pareció torcerse…

-          ¿Y? Si es Satsuki y realmente no vas a coger con ella, no creo que haya problema si voy a tu casa- Terminó en tono grave, avanzando hacia la casa de Kagami. No sabía muy bien por qué… pero su pecho le dolía.

***

Debería alegrarse de que Momoi estuviese aprendiendo a cocinar, lo había decidido y tenía que cumplirlo. Era algo definitivamente bueno, ya que así no tendría que preocuparse de encontrar una bomba de tiempo en su maleta. Sin embargo, no podía sentirse tan feliz como quería y eso le molestaba.

Al menos cuando Momoi no sabía cocinar podía usarla como excusa para que Kagami le hiciera un delicioso almuerzo casero, costumbre que tenían desde que estaban en la preparatoria…

La chica se había ido temprano después de hacer el almuerzo para el día siguiente, despidiéndose de ambos con una sonrisa y de nuevo, habían quedado solo ellos dos en la casa de Kagami. Sin embargo, no había logrado sentirse tranquilo en todo el rato. El olor de Momoi permanecía en el aire y su esencia seguía impregnada en todo lo que había tocado.

No podía sentirse tranquilo así, no podía disfrutar el olor apacible de Kagami rodeándolo todo, absorbiéndolo todo. Incluso cuando esa era una de las razones por las que le gustaba estar tanto allí, en el único lugar donde se sentía completamente tranquilo, porque solo estaba el olor del tigre y el suyo… solo que ahora también había un olor a chica que cortaba el aire.

-          Taiga ¿estás despierto?- Estaba acostado en el futon que Kagami había preparado para él, justo al lado de la cama del pelirrojo y podía ver como la mano del pelirrojo descolgaba por el borde.

No hubo respuesta. El pelirrojo siempre había tenido el sueño pesado y aparentemente estaba demasiado metido en sus propios sueños como para responderle. Igual no esperaba que estuviera despierto. Por eso lo había llamado por su nombre y no por su apellido. Nunca había llegado a estar despierto tan tarde en la noche. El reloj de Kagami anunciaba con su destello verde claro las 3:45 de la madrugada, un perro ladraba a lo lejos.

Sin saber muy bien por qué, estiró la mano hacia adelante, sujetando la mano de Kagami y escuchó el pequeño gruñido del pelirrojo, que la estrechó instintivamente. Se sentía cálida, fuerte; no era la mano suave y delicada de una chica, sino la mano fuerte, gruesa y rasposa de un hombre. Sin embargo su corazón parecía no darse cuenta de eso, porque latía a una velocidad sorprendente.

Igual no podía dormir, así que se sentó y observó el rostro durmiente del pelirrojo. Estaba escurriendo baba desde su boca y un ronquido ligero salía de sus labios, la sábana estaba toda desarreglada y tenía la camiseta subida hasta los hombros de manera graciosa. Sonrió pensando lo tierno que era ese torpe americano…

-          Taiga…- Susurró inclinándose sobre la cama para arreglarle un poco la camisa y que no se enfriara, tocando la piel cálida de su espalda. Todo en Kagami era cálido.

-          Mmmm…o…mine....- Dijo entre sueños y el moreno se acercó más para intentar escuchar lo que decía- Mo…moi

Soltó aquella mano de inmediato y se acostó de vuelta en su futon… Ya no volvería a la casa de Kagami, si el metro que iba hasta su casa estuviese funcionando a esa hora, probablemente hubiera recogido todas sus cosas y se hubiera ido. No que hubiera una razón lógica para hacerlo o que entendiera porque su pecho le dolía tanto

-          El olor de Satsuki está por todas partes- Murmuró para sí mismo

***

-          Ahomine, pensaba en hacer tempura. ¿No vienes?- Le invitó el pelirrojo en tono nervioso

-          Creo que paso. Tengo cosas que hacer- Replicó algo ardido, levantando su maleta para irse

-          ¿Eh? ¿No te gusta el tempura? Si quieres puedo hacer croquetas, o hamburguesa, o lo que quieras. Podemos ir a comprar algo antes de ir- Insistió siguiéndolo de cerca

-          Tengo mejores cosas que hacer que pasar la noche en la casa de otro hombre- Soltó irritado tratando de alejar al pelirrojo

-          ¿Tú? Vamos, tú eres el que siempre se invita a sí mismo, no te hagas el santo ahora. Vamos, dime que quieres comer- Aseveró el tigre en tono jovial

-          No tengo ropa- Trató de evadirlo de alguna manera

-          Puedes usar la mía, tenemos la misma talla ¿no?- Solucionó el problema sin ninguna dificultad- Vamos, dime que quieres comer y vayamos

-          ¡Te dije que no quiero pasar tiempo contigo! ¿Qué no entiendes?- espetó irritado, harto de tener que lidiar con esos sentimientos extraños que se revolvían en su pecho.

Ni siquiera había querido ir a jugar con Kagami ese día… No había podido dormir, no había podido comer tranquilo y por alguna razón se sentía irritado cada vez que veía a Momoi… Mucho menos querría ir a pasar otra vez tiempo a la casa del pelirrojo

-          ¿Qué te pasa Ahomine? Te estás comportando más como un cretino que te costumbre- Se quejó el pelirrojo retrocediendo un poco

-          ¿Qué? ¿Por qué siquiera me invitas? ¿No quieres pasar algo de tiempo a solas con Satsuki? ¿O es que ella te pidió que me invitaras?- Se sentía tan irritado, quería golpear a alguien, quería golpear a Kagami, quería golpearse a sí mismo, quería coger algo a patadas hasta romperlo…

-          ¿Por qué entras Satsuki en esta conversación?- Soltó Kagami-

-          ¡Dímelo tú!

-          ¿Cómo se supone que sepa algo así?- gritó el pelirrojo, enojándose gradualmente ante los gritos del moreno

-          ¿Qué acaso no pasas mucho tiempo con ella? Vamos, admítelo- Dejó caer su maleta y cogió a Kagami del cuello de la camisa de manera violenta

-          ¿Qué te pasa Ahomine?- Aquellos orbes rojos le observaban con miedo, con rabia, con sorpresa- ¿Pasó algo entre Momoi y tú?

-          ¡Eso no tiene que ver!- Espetó molesto. Las manos de Kagami se apretaban alrededor de su muñeca, buscando que lo soltara… dolía. Pero al mismo tiempo se sentía bien… las manos de Kagami, era una sensación extraña

-          ¡Tú eres el que está metiendo a Momoi en la conversación!- Se quejó dándole un puñetazo directo en la cara

Estaba tan molesto que casi no sintió el dolor. Solo sintió que su ira aumentaba, que quería desquitarse con alguien. Golpeó a Kagami en el estómago. Las maletas cayeron al suelo. Kagami le golpeó de regreso en el pecho, lo esquivó e intentó golpearle en la cara… Siguieron mandándose golpes y recibiéndolos por un rato, hasta que finalmente Aomine logró tirar a Kagami contra la cerca de la cancha de basketball, acorralándolo contra ella y sujetándolo nuevamente del cuello de la camisa.

Ambos tenían la cara llena de sangre y el cuerpo lleno de moretones, les dolía todo, se miraban con una mezcla de ira y confusión, respirando agitados, temblando, con sus cuerpos acalorados y el corazón agitado…

-          Si no es ella entonces dime ¿Por qué me estás invitando? Siempre te quejas de que me meta en tu casa y de que te obligue a cocinar, entonces porqué hoy insistes tanto. ¿No es porque ella te lo pidió?- De tanto apretar los dientes estaba empezando a sentir un sabor a sangre en su boca

-          Porque estás actuando muy extraño. Hace más de un mes que no venías a jugar conmigo y no respondías mis llamadas tampoco… Incluso peleando así- No parecía estar mintiendo… pero no por eso podía deshacer ese incómodo enredo de sentimientos en su pecho- ¿Vas a venir?

-          Otro día…- Lo soltó y retrocediendo buscó su maleta, Kagami rápidamente le dio alcance, sujetándole de la mano

-          Aomine…- Murmuró en voz baja… El moreno se soltó del agarre.

-          No te preocupes, sin falta iré…-

***

Aun cuando había dicho eso, nunca volvió a ir a casa de Kagami. No por eso faltó a los encuentros en la cancha de basketball, pues también le hacía falta enfrentarse a alguien realmente retador para pasar el rato. Pero simplemente no fue capaz de volver a poner un pie en el apartamento del pelirrojo y este también pareció rendirse, apenas mencionando la idea de vez en cuando, como esperando que fuera rechazada incluso antes de mencionarla. También intentaba evitar al máximo el contacto físico, porque al sentir el calor de Kagami empezaba a sentirse extraño, como si ese calor se metiera en su cuerpo y empezara a bajar por su abdomen…

Momoi cocinaba cada vez mejor y en la hora de almuerzo, cuando ambos se encontraban en el comedor de la universidad o quizás en la azotea, le contaba como Kagami le había enseñado en su casa a hacer tal o cual preparación… No sabía por qué, pero cada vez que escuchaba eso sentía un dolor extraño en el pecho, una confusión molesta en la cabeza y un sabor desagradable en la boca del estómago.

***

Acababa de comprar la última revista de su querida Mai-chan y sin resistir la tentación de abrirla mientras andaba por la calle, la ojeaba despreocupadamente. Era lo único que podía calmar la confusión molesta que le había estado persiguiendo ya desde hacía varios meses.

-          Sin duda los pechos grandes son lo mejor- dijo como para sí mismo, sacándose finalmente la imagen de Kagami de la cabeza

-          Kagamin ¿Tú crees que se me vea bien?- Levantó los ojos en un acto reflejo, viendo a Momoi parada frente a un escaparate de una tienda de vestidos, señalando una vestido enterizo bastante bonito-

-          Un, seguro- Aseguró el pelirrojo parado a su lado.

¿Una cita? No era eso una cita. Estaban justo en la calle de enfrente, como si fueran una pareja, hablando sobre comprar algo de ropa y…

-          ¿Quisieras probártelo?- preguntó la señorita de la tienda- Tu novio puede entrar a acompañarte si quieres

-          ¿En serio? Vamos Kagamin- Sonrió la chica halándolo de la mano hacia adentro

Sin negarlo siquiera. Sin dudarlo… Como si fuera algo obvio. Sintió un nudo en la garganta, Kagami se volteó por un momento, quién sabe por qué hacia el lugar donde se encontraba parado, congelado y abrió los ojos con sorpresa.

¿Ahora iba a negarlo? Además ¿Para qué? ¿Qué caso tenía? Acaso no hacían una pareja él y Momoi. Apretó los puños y le dio la espalda, aprovechando la cantidad de gente para perderse. No quería ver a nadie. No quería pensar en nadie. No quería siquiera pensar en lo que estaba pasando por su cabeza, quería gritar, quería destrozar algo.

Cogió la revista que sostenía entre sus manos y en medio de su afán, empezó a rasgarla, a romper hojas enteras de una solo manotazo, a arrancar la portada, las páginas, el lomo; a despedazarlo todo entre sus manos… a hacerlo confeti para fiestas. No importaba, no le importaba. Incluso cuando la acababa de comprar… Lo único en lo que podía pensar era en Kagami, al diablo los pechos voluminosos de aquella chica a la que jamás conocería y con la que probablemente jamás podría hablar de nada incluso si lo hiciera, al diablo con esa cara de muñeca y esas manos perfectas, al diablo con ese cuerpo de chica que siempre había adorado. Al diablo con esas revistas que le costaban su mesada y que se apilaban en su cuarto…

No sabía por qué, solo sabía que quería mandarlo todo al diablo.

***

Había empezado a faltar a los encuentros con Kagami y el pelirrojo se molestaba por eso. Esa tarde en especial, a duras penas habían podido jugar porque el tigre no hacía más que recriminarle el que se lo estuviera saltando sin siquiera avisarle.

-          Si no vas a venir al menos podrías llamarme. ¡Te estuve esperando toda la tarde!

-          ¿Y? Podrías haber llamado a Satsuki e ir de compras con ella ¿no?- Ya no lo hacía con tanta ira como antes, solo con desgano, tratando de deshacerse de la manera que fuera de la sensación incómoda que daba vueltas en su pecho.

-          ¿A Momoi? ¿Y eso porqué? Yo quiero es jugar contigo- Replicó el pelirrojo con sinceridad- La otra vez… te vi, en el centro. Acababas de comprar una revista de Mai, me parece. Iba a decirte que pasaras a mi casa porque había alquilado una película y pensaba hacer croquetas de carne, las que te gustan pero…

-          ¿En serio? Yo no te vi- Mintió rápidamente- ¿Y qué hacías en ese lugar? ¿Una cita con tu novia?

-          ¡Claro que no!- Soltó nuevamente el pelirrojo- Yo no tengo novia…

-          Mentiroso- Se quejó en voz baja, de manera que Kagami no alcanzó a escuchar sus palabras

-          ¿Qué dijiste?

-          Nada- se volteó hacia el aro, haciendo un tiro sin preparación que entró directo

-          Ayer… alquilé otra película- Murmuró lentamente- creo que actúa la modelo que te gusta, Mai… aunque no estoy seguro. También tengo carne de sobra. ¿No quisieras venir? Puedo prestarte mi ropa para dormir…

Recogió el balón que rebotaba a lo largo de la cancha y volvió a lanzarlo, un tiro lleno de ira, un tiro violento con el que el tablero se estremeció como si fuera a romperse y el aro tembló en todas direcciones

-          Otro día-

-          ¿Por qué me evitas? Yo no soy el que actúa como un cretino como para que estés molesto conmigo

-          No estoy molesto- Dijo recogiendo el balón y saltando hacia el aro, haciendo un clavado agresivo, un clavado violento y salvaje

-          ¿No somos amigos acaso?- Preguntó finalmente con voz lastimera

-          ¿Amigos?- Se rió. Era hilarante, sentía como si su corazón se hubiera terminado de hacer trizas. “Amigos” ¿En serio? No sabía por qué, pero aunque era algo tan obvio, escucharlo en los labios de Kagami le irritaba. No sabía por qué… no entendía por qué. Y eso era precisamente lo que le daba risa- ¡Tú y yo no somos amigos!

***

Cuando la noticia final llegó ante él ya estaba preparado. Lo había imaginado desde mucho antes y se había preparado para el momento en el que se volviera una realidad. No por eso, dolió menos.

-          Entonces empecé a salir con Kagamin- Aseguró Momoi con una sonrisa de felicidad estúpida, disfrutando de la ensoñación de la última cita que habían tenido- Incluso me dio un beso…

Aomine golpeó la mesa por debajo, con tanta fuerza que la chica soltó un gritico asustada e incluso él mismo se sorprendió

-          ¿Dai-chan?- Lo miró atemorizada y él a penas si bajó la mirada

-          No es nada Satsuki- Se apresuró a decir, mordiéndose el labio con tanta fuerza que no hubiera sorprendido que empezara a sangrar en cualquier momento

Pero no se daba cuenta… de todas maneras, no era eso lo que más le dolía en ese momento.

***

Ya no se veían para jugar, tampoco se enviaban mensajes o se llamaban… Si no fuera porque Momoi le hablaba de él, probablemente ni siquiera podría asegurar que vivía en el mismo lugar y seguía esforzándose para terminar su carrera universitaria igual que él.

También había renunciado al basketball. Igual ya no valía la pena jugar con nadie. Los meses se habían vuelto años e igual no había nadie que pudiese reemplazarle…

***

Su celular sonaba insistentemente. ¿Por qué? Incluso cuando había pasado tanto tiempo desde la última vez que siquiera le había hablado. Entonces ¿por qué le llamaba tan desesperadamente en ese momento? El nombre de Kagami brillaba en la pantalla del celular, la música ya había hecho que sus padres se molestaran y fueran a gritarle, pero por más que colgaba, el pelirrojo seguía insistiendo.

¿Por qué lo llamaba? Además a esa hora de la noche. ¿Estaba borracho o algo? Finalmente se cansó de colgar y apagó el celular. No podía hablar con él… No era capaz de escuchar su voz sin sentir que algo se rompía en su pecho.

***

-          Dai-chan, más te vale que no levantes la mano- Le amenazó la pequeña chica

Estaba vestida con un hermoso vestido blanco de novia, que se ceñía hermosamente sobre su cuerpo pequeño y delgado, resaltando sus pechos níveos. El cabello rosa caía sobre su espalda, decorado por la belleza del velo blanco que el moreno le ayudaba a ponerse con esfuerzo. Normalmente eso lo hubiera hecho alguna de las damas de honor, pero Momoihabía insistido en que tenía que ser su mejor amigo quien la ayudara antes de la boda. Por eso también el comentario sobre levantar la mano, probablemente dirigido hacia el momento en que el cura dijera “Si alguien tiene alguna razón para que esta pareja no deba unirse en sagrado matrimonio, que hable ahora o calle para siempre

-          ¿Y por qué debería hacerlo? No siento absolutamente nada por ti, bakka- Le dijo en tono aburrido acomodando como podía la tiara con detalles de flores blancas, azules y rosadas, al que estaba unido el delicado  y largo velo blanco

-          ¡No me refiero a eso, aho!- Gritó la chica irritada por el comentario- Sería desagradable que mi mejor amigo sintiera algo así por mi…

-          ¿Entonces?- Cuestionó con tono aburrido. El velo se rompió, solo un poco y de manera imperceptible cerca a la tiara. Haciendo un gesto de “ups” lo terminó de arreglar y haciéndose a un lado, vio a su mejor amiga vestida como una princesa de cuento de hadas, con un vestido como un ponqué de blanco inmaculado- ¿No serás tú la que termine levantando la mano para correr a los brazos de Tetsu?

-          ¡Dai-chan! Estoy hablando en serio- Levantó la parte delantera del vestido con sus manos enguantadas y se volteó como pudo para verlo, sus ojos rosa claro brillaban con ira a través del velo y sus mejillas estaban hinchadas

-          Lo que tú digas, Satsuki- Estaba vestido con un elegante traje negro, la camisa abierta y sin corbata, por la manera en la que tenía su cabello se notaba que se había quedado dormido, la chica se había enojado al principio, pero había terminado rindiéndose.

Porque sabía perfectamente la razón por la que Aomine se comportaba de esa manera en ese día en específico, quizás mejor que él. Por eso también había mencionado aquello y ahora que él le había dado la espalda para salir de la habitación, permanecía de pie, mirándolo con sus ojos implorantes, apretando los bordes del vestido entre sus manos.

-          Dai-chan- Murmuró en el momento en que el moreno daba vuelta a la perilla, haciéndolo detenerse para voltear a verla con curiosidad y molestia

-          ¿Qué? ¿No te sube la cremallera del vestido o algo? ¿O quizás te engordaste tanto que ahora se rompió en alguna parte?- Se burló de ella con rostro serio, mucho más enojado que de costumbre, porque a diferencia de ella, nunca había logrado entender porque desde hacía tanto, sentía un sabor tan agrio en el fondo de su garganta y se le hacía tan difícil conciliar el sueño en las noches.

-          Tú me odias ¿verdad?- Inquirió con voz lastimera, sorprendiéndolo

-          Oi, oi, oi ¿Qué te pasa Satsuki, te sientes mal o algo?- Se apresuró hacia ella, tocándole la frente por encima del velo para ver si tenía fiebre. Sus ojos estaban enrojecidos por intentar contener las lágrimas y su labio inferior temblaba- Oye, no llores, se supone que eso lo hacen las damas de honor y las viejas

-          Dai-chan… Lo siento- Empezó a sollozar en voz alta, alarmándolo aún más

-          Oye, ya, tranquila. No pasa nada- Se apresuró a buscar el pañuelo que le habían obligado a llevar para secarle las lágrimas antes de que se le corriera el maquillaje- Ya, ya, no es bueno que llores justo antes de tu boda.

-          Pero… lo siento, incluso sabiendo cómo te sientes… Soy tan egoísta como para casarme con Kagamin- replicó sollozante, mientras el moreno se esforzaba en mantener su maquillaje como buen amigo que en el fondo (muy en el fondo) era

-          ¿Qué dices? Él te pidió matrimonio y tu aceptaste ¿Qué tiene eso de malo?- Por alguna razón, decir esas palabras le lastimaba en alguna parte de su pecho y hacía que su mano temblara

-          P-pero…-

No había nada que hacer. Ya había hecho pedazos todo lo que tenía en su casa en un arranque de rabia y de alguna manera lo había logrado superar. Por más que siempre la molestara, era su mejor amiga y no iba a molestar en su boda, incluso cuando algo en su pecho hacía que quisiera golpear a Kagami. Por eso la besó en la frente tiernamente y decidió esperarla en alguna de las bancas de la iglesia. No habían demasiadas personas, pero tampoco estaba exactamente vacío, buscó con la mirada a Kuroko y pasando entre la gente se paró a su lado

-          Oi, Tetsu. Vine a asegurarme de que Satsuki no se arrepienta y termine secuestrándote- dijo con una risa forzada

-          No creo que eso vaya a suceder, Aomine-kun- Respondió seriamente mirando hacia adelante. Kagami ya estaba en el altar, algo nervioso, esperando a que la chica llegara. Al parecer no había podido dormir nada la noche anterior.

Estaba vestido con un traje de gala negro, con corbata, camisa, chaleco y todo el asunto. Tenía el cabello más largo que la última vez que le había visto y estaba muy bien arreglado, a diferencia de él. Realmente no había cambiado tanto, incluso cuando habían pasado ya algunos años desde la última vez que se habían visto.

-          Aomine-kun. Tengo entendido que como padrino de bodas es tu deber estar el frente- Advirtió el jugador fantasma y el moreno apenas si dijo “ahh”- estás impresentable, pero igualmente creo que Momoi espera que cumplas con tu parte

-          Pues sí- Dijo vagamente saliendo por uno de los lados para dirigirse al altar. No quería acercarse demasiado a Kagami, pero igual tendría que hacerlo de una manera o de otra, así que finalmente se decidió a hacerlo de frente- ¡Oi, Bakagami, tiempo sin verte!

Había soñado con esa situación, con ese momento… Lo recordó en el instante en que Kagami volteaba a verlo, saltando como si acabara de caer un rayo sobre él y mirándolo con sus ojos rojos, movía los labios sin saber que decir, sus cejas moviéndose de arriba abajo mientras se debatía entre si estar enojado o contento o triste o qué.

Lo había soñado hace mucho tiempo, cuando aún estaba en Teikou y no conocía a Kagami. Lo había soñado en una tarde calurosa de verano, cuando cansado de fallar en sus intentos de atrapar cigarras se había tumbado entre el pasto verde de una ladera, con la red en la mano.

-          Mucho… tiempo, Ahomine- Respondió finalmente

Todo eso lo había soñado. La reacción leve de Kagami, la ropa que llevaba puesta, incluso la llegada apresurada de Momoi en el fondo del salón, acompañada por música de órgano. Su padre la llevaba de la mano, como correspondía a esas situaciones. Todo eso lo había soñado… No había entendido quien era el pelirrojo que aparecía en su sueño y lo primero que había pensado, es que era su propia boda, lo cual le había dado tanto asco que había preferido olvidarlo.

Pero al verlo, justo frente a él, tan vívido, pudo recordarlo. El sueño que había tenido hace tanto tiempo, el sueño en el que ahora recordaba, había escuchado su propia voz diciendo “Si pudiera decirle…”. Para que lo hubiese tenido hace tanto tiempo, tenía que ser porque era un momento importante, un punto de quiebre. Tenía que hacer algo, tenía que reaccionar, tenía que darse cuenta de algo importante.

Miró a Kagami una vez más. Era el rostro que había rememorado sin querer por tanto tiempo, era los labios con los que había soñado infinitas veces y los ojos que aparecían en su mente cuando estaba cansado, era la voz que resonaba en el fondo de su cabeza cuando dormía, eran las manos cuyo calor recordaba en las noches.

“Lo amo” Entendió finalmente mientras lo veía con ese traje negro y blanco, recibiendo caballerosamente a Momoi y ayudándola a subir los escalones. Todo ese tiempo, siempre lo había amado… ¿Por qué no se había dado cuenta? Cuando la respuesta a todas esas incomodidades estaba justo frente a él, porque no se había dado cuenta que desde el principio había sentido celos de Momoi, porque ella estaba más cerca de Kagami…

Intentó abrir la boca y decir algo… decirle algo a Kagami, decirle algo a Momoi. Pero entonces los vio, ambos estaban tan felices, tan enamorados. ¿Iba a arruinar todo? Había tenido mil oportunidades antes, era su culpa no haberse dado cuenta… No tenía derecho de arruinar ahora la felicidad de otros.

Su mejor amiga… el hombre que amaba… Los votos pasaron.

-          Prometo estar siempre a tu lado, cuidarte, protegerte, amarte y respetarte, hasta que la muerte nos separe- Los votos de Kagami sonaban demasiado cliché, pero eso estaba bien. Eran bastante como él…

-          Si alguien tiene alguna razón para que esta pareja no deba unirse en sagrado matrimonio, que hable ahora o calle para siempre- rezó el padre mirando en todas direcciones, pasando dos veces la vista sobre él.

¿Levantar la mano?... O no hacerlo. Igual ¿Qué ganaría con hacer algo en ese momento? Si había tenido en algún momento, una oportunidad con Kagami, la había perdido ya hace mucho. Hacer algo sería simplemente actuar como un mal perdedor… Además ¿Qué ganaría con lastimar a su mejor amiga de esa manera?

-          En ese caso, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia- Kagami levantó el velo, se inclinó sobre ella… Aomine pasó saliva y apretó los dientes.

Los labios del Kagami acariciaron los de Momoi en un beso lento, suave y tierno. Aomine sintió que se había terminado de romper algo en su interior y solo pudo aplaudir, siguiendo el ritmo de las personas a su alrededor.

***

-          Se llama Alessa- Momoi hablaba con un deje de orgullo mientras levantaba a la bebitacon sus delgados brazos. A penas se podía ver una carita redonda, muy pequeña y regordeta, rodeada completamente por la gruesa manta de colores, por lo que los seis ex-jugadores de Teikou se inclinaron hacia adelante intentando ver mejor

-          Oigan, no se amontonen- Espetó el tigre americano halando a un tiempo a Kise y a Murasakibara lejos de la cama de hospital donde reposaba la pelirrosada, los cuales a su vez, arrastraron consigo a Kuroko, Midorima y Aomine, dejando únicamente al capitán de los milagros junto a la embarazada

-          Se parece bastante a Taiga- Fue lo que dijo con una risa burlona

Y de hecho no se equivocaba, cuando los demás miembros haciendo una fila ordenada ante la amenaza de recibir un puño por parte de Kagami para ver al bebé, notaron de inmediato el parecido con el jugador de Seirin. El cabello rojo, las dobles cejas de las que Murasakibara se había burlado en su momento y el gesto ligeramente molesto.

-          Jaja, bueno, al menos no tienes que preocuparte de que consiga novio- Se burló Aomine al verla de cerca, recibiendo un golpe por parte del pelirrojo

-          No tendré que hacerlo, porque golpearé a todo el que se acerque a ella- Fue la respuesta del que una vez hubiera sido el As de Seirin

Momoi sonrió tiernamente mientras le mostraba lo hermosa que era su bebita,lo sana que había nacido y le contaba sobre sus planes. La habitación que ya habían pintado de rosa y llenado de peluches, los libros de cuentos que habían comprado, el móvil e incluso el transmisor.

Aominesonreía mientras hacía comentarios vagos que le hicieran parecer atento a la conversación, sintiendo en el fondo del pecho un ardor conocido, mucho más soportable ahora que entendía la razón, pero no lo suficiente como para aguantar más de unos minutos allí. Se excusó rápidamente con todos, especialmente con Momoi y evadiendo en lo más posible a Kagami, salió ágilmente.

***

-          Por favor, Dai-chan- La voz lastimera del otro lado del teléfono era una de sus grandes debilidades- No puedo contar con nadie más que contigo. Kagamin está enfermo y tengo que salir a trabajar. Nadie más puede cuidar de Alessa…

-          ¿Vas a encargarme a tu hija? ¿A mí?- Enfatizó la última parte

-          No tengo a nadie más a quien pedírselo. Mi padre está de viaje y todos los demás tienen otras cosas que hacer. Ya intenté llamar a todas las niñeras que conozco, pero no hay ninguna libre… solo será por esta vez. ¿No puedes hacerme el favor?

No podía negarse, lo intentó sabiendo que fallaría y eventualmente se cansó de hablar en vano, por lo que accedió a cuidar de la niña. A Alessa la quería mucho. Momoi la había llevado a su casa en varias ocasiones, en honor al hecho de que eran mejores amigos y la niña era sin duda, muy hermosa.

Apenas tendría unos seis meses, con cachetes regordetes y manitos diminutas. Tenía un cabello rojo muy corto, unos ojos de color melocotón iguales a los de su madre y unas cejas bien marcadas, iguales a las de Kagami. Comía mucho y era bastante tranquila, aunque lloraba con fuerza cuando alguien aparte de sus padres intentaba alzarla. Era muy tierna y curiosa, reía con todo lo que Aomine hacíay le gustaba jugar con él, además se dejaba alzar por él sin mayores problemas, lo cual ponía celosos a los demás jugadores de la generación de los milagros, que hubiesen querido poder estar con la pequeña de la misma manera en que lo hacía el moreno, pero fallando ante el llanto intenso de la niña.

Empacó sus cosas para una estadía corta y condujo en su camioneta hasta el apartamento en el que vivía la joven pareja. Ni siquiera llamó para avisar que faltaría esa noche al trabajo en la estación de policía “Igual no son más que rondas rutinarias y no es de la incumbencia de esos pendejos saber dónde voy a estar”

Así, bostezando como siempre, llegó hasta la puerta de la casa y golpeó secamente, siendo recibido por una eufórica Momoi que le agradecía con grandes gestos, le abrazaba, le palmeaba la espalda y le repetía numerosas veces, dónde estaba la comida, donde los pañales, que tenía que hacer, cómo tenía que hacerlo, etc., etc., etc. Cuando finalmente la hora la obligó a salir corriendo, se aseguró de darle un pequeño beso en la mejilla como agradecimiento, y volando más que corriendo, ponerse su bolso y su chaqueta mientras se abalanzaba por las escaleras, dejando a un confundido Aomine, parado en mitad del corredor de la casa con la pequeña bebita entre los brazos

-          Tu mamá está loca- Le explicó a la pequeña bebita que lo miraba con sus grandes ojos color melocotón, estirando una pierna para cerrar la puerta de una patada antes de ingresar a la casa.

Era un apartamento algo pequeño, pero suficiente para una familia de tres personas. Estaba bastante ordenado y limpio, seguramente por obra de Kagami, ya que Momoi no solía pasar demasiado tiempo en casa y cuando lo hacía, era difícil que pensara en limpiar algo. Era la primera vez que estaba allí, así que meciendo a la bebita entre sus brazos, empezó a recorrer el lugar de arriba abajo. El piso era de madera en casi todo el lugar, exceptuando la cocina y el baño, donde había mosaicos de losa blanca y azul, había una gran ventana-puerta que daba hacia la ciudad, cubierta por una cortina de color azul oscuro. En la sala había un mueble de mimbre pequeño, en el que se sostenía un televisor de tamaño mediano y un reproductor de Blue-ray, un sofá pequeño y una silla grande. Aparte del baño había solamente dos puertas más, una daba a la habitación de Alessa, pintada por completo de rosa con unicornios –lo cual le pareció la cosa más burlesca del mundo– en la que resaltaba un baúl sobre el que reposaban peluches y la cuna de madera, sobre la que estaba acomodado un móvil de animalitos. La otra puerta debía dar entonces a la habitación donde un enfermo Kagami debería de estar escribiendo sus últimas palabras… bueno, tal vez –muy probablemente – estaba exagerando, pero sin duda debía de estar tosiendo, estornudando y moqueando como nunca. Le daba ganas de entrar a molestarlo, a burlarse de él, pero a fin de cuentas algo en su pecho dolía cuando pensaba en abrir la puerta

-          Mejor dejemos a tu papá dormir, nosotros vamos a comer algo ¿Te parece?

La bebé rió suavemente mientras él la llevaba a la cocina. Había aprendido a cocinar algo desde que estaba viviendo solo y calentar la leche del biberón no era exactamente una tarea difícil de realizar, por lo que rápidamente lo tuvo a la temperatura adecuada (había aprendido de Momoi a dejarlo apenas tibio) para dárselo a la bebita. La alzó entre sus brazos y le dio de beber lentamente, sonriendo inconscientemente cuando la pequeña lo hacía.

-          Nunca creí que vería esto. ¿Van a empezar a volar cerdos?- Escuchó la voz firme de Kagami viniendo de la habitación y levanto la mirada alarmado

-          ¿Cerdos? ¿De qué diablos estás hablando? ¿Estás alucinando por la fiebre?- se burló llamativamente haciendo que el pelirrojo frunciera las cejas

-          Es una expresión americana, Aho- espetó irritado mientras avanzaba hacia la sala con pasos cansados. No parecía enfermo, solo adormilado- No creí que realmente fueras a venir

-          Bueno, lo hice. Aunque no por eso voy a hacerte de comer- soltó seriamente

-          ¿Tú? ¿Planeas envenenarme con tu comida o algo?- se burló

-          ¡Oye! No cocino tan mal como lo hacía Satsuki- se quejó irritado

-          Pues eso es bastante imposible, pero creo que igual voy a prepararme mi propia comida- Dijo riendo en voz alta al tiempo que avanzaba hacia la alacena, pasando las manos por su abdomen mientras bostezaba, levantando la camiseta y dejando ver los abdominales bien marcados.Se notaba en su cuerpo que no había dejado de jugar basketball ni por un día y Aomine se encontró disfrutando sin mayor disimulo de la visión de esa piel pálida- ¿Qué me miras?

-          Sigues jugando basketball- dijo en voz baja

-          Claro, es muy divertido – esa misma sonrisa, realmente seguía siendo el mismo idiota de siempre- ¿Acaso tú no?

-          Algo…- dijo vagamente sentándose a la mesa con la bebé en brazos

-          ¿Qué haces sentándote? ¿No vas a preparar tu comida?- Cuestionó el tigre abriendo las alacenas mientras bostezaba

-          ¿No dijiste que ibas a hacerme la cena?- Respondió rápidamente escurriéndose en la silla- Porque mi comida debía ser horrible y demás

-          ¿Eh? ¡Nunca dije que fuera a cocinar para ti!- Se quejó llamativamente

-          Entonces puedes decirlo ahora- prosiguió al tiempo que hacia caras graciosas para que la bebé se riera. Kagami pareció ir a gritar algo más, pero al verlo cerró la boca y con una sonrisa en el rostro, empezó a cocinar sin protestar- ¿No vas a protestar?

-          ¿Qué? Decidí que con toda la amplitud de mi gran corazón voy a hacer algo de comer para ti, deberías estar agradecido y reverenciarme- el tono altivo y burlesco de su voz hizo reír al moreno.

Realmente hablar con Kagami era lo mejor del mundo, el simplemente pasar tiempo diciendo estupideces a su lado le alegraba demasiado. ¿Por qué había tardado tanto en darse cuenta de lo que significaba ese sentimiento? Si lo hubiera sabido antes, quizás las cosas hubieran sido diferentes

-          Oi, Aomine- le llamó el pelirrojo al ver que se había distraído- ¿Vas a venir al Thanksgiving?

-          ¿Zansgivin?- Trató de pronunciar con su habitual falta de talento, la palabra en inglés haciendo que el pelirrojo riera- ¿Qué es eso?

-          Es una celebración que hacen en Estados Unidos. Vamos a hacerla con Momoi aquí, vienen Himuro, Alex y Kuroko- Le explicó con calma mientras empezaba a cocinar- ¿Vas a venir?

-          ¿Satsuki te pidió que me invitaras?- Cuestionó limpiando con el borde de la camiseta la carita de la bebé, manchada de saliva y leche

-          No. Yo le comenté que deberíamos invitarte y dijo que no había manera de que aceptaras- Empezó a cortar algunas cosas mientras llenaba una cacerola de agua

-          Entonces ¿Me estás invitando?- Inquirió levantando una ceja de manera desconfiada

-          No, solo te estoy informando- dijo en tono sarcástico- Va a haber pavo asado

-          ¿Y lo haces tú?- Ignoró el sarcasmo del pelirrojo

-          ¿Qué? Momoi ya cocina bastante bien- Replicó en un tono algo molesto

-          Pero yo prefiero que lo hagas tú- Afirmó sin pensar- Siempre he preferido la comida que tú haces…

Kagami no respondió, se quedó cocinando en silencio… Algo sorprendido por eso Aomine levantó la mirada hacia la cocina, viendo con sorpresa a un azorado Kagami, con los ojos bien abiertos, los labios apretados y las mejillas ligeramente enrojecidas

-          B… ¡Bakka! ¿Q-Qué estás diciendo?- tartamudeó apenado cuando recuperó la capacidad de hablar- ¡Aunque… si-si… si insistes en que no vas a venir a no ser que sea yo quien cocine…!

Oye, oye… Yo no exageré tanto” Pensó para sus adentros mientras observaba entre confundido y entretenido, la exagerada reacción del antiguo jugador de Seirin, que había dejado de poner cuidado a lo que hacía, dejando que el agua de la cacerola se regara

-          Si… si realmente insistes… entonces… N-no… no me importa cocinar ese día-

-          Oye, oye, Bakagami ¿se te están subiendo los humos o algo?- Se burló dejando el biberón a medio acabar a un lado y levantando a la bebé sobre su hombro, dándole una palmaditas en la espalda-

-          ¡No es eso, bakka!- Se quejó el pelirrojo en voz alta, antes de agregar en un murmullo casi imperceptible- es para que…vengas

-          ¿Ehhh? ¿Y por qué querrías tenerme aquí?- Cuestionó algo más serio

-          Porque… porque… hace tanto no te veo y… jugar contigo era muy divertido- Empezó a explicar mientras cerraba rápidamente la llave del agua

-          No creo que vayamos a jugar un 1 a 1 en mitad de una reunión, idiota del basket-

-          ¡Claro que no! Pero… estar contigo es divertido-

Algo en su pecho, que creyó se había roto hace casi un año con la boda de su mejor amiga empezó a moverse de nuevo, con tanta violencia que por un momento su cuerpo entero se sintió cálido. La sonrisa de Kagami en ese instante, la manera en la que había admitido con tal seguridad aquello… Incluso si no era algo directo, había sido suficiente para hacer que todos los sentimientos volvieran de golpe a él.

Maldita sea… ahora no había manera de que pudiera negarse a asistir

***

¿Por qué Himuro lo miraba de esa manera? Desde el preciso instante en que había entrado en la casa, siendo recibido por un pelirrojo en delantal, gritando que ya estaba pensando que todo su trabajo había sido para nada, quejándose por el hecho de que había llegado casi tres horas tarde, el pelinegro al que Kagami trataba como a un hermano le había fijado una mirada incomprensible. Algo así como si dijera “Si te atreves a lastimar a mi hermanito, entonces te mataré” Lo cuál de hecho no tenía mucho sentido en esa situación, ya que el “hermanito” se encontraba felizmente casado…

Lo primero que hizo al llegar –después de empujar a Kagami a un lado para poder pasar– fue saludar a Alessa, quien con risitas infantiles alzó las manitas para tocarle la cara, luego a Momoi, quien le abrazó cariñosamente asegurando que no creía posible que fuese a venir y finalmente, sentarse a la mesa como si fuera el dueño del lugar, esperando que Kagami le sirviera el alimento justo frente a sus ojos

-          ¿Qué hay con esa actitud? ¿Te crees un rey o algo?- estalló el irritado pelirrojo

-          La hiciste para mí ¿Por qué no simplemente me la das y ya?-

-          ¡Q-!- Fue un grito ahogado y avergonzado por parte del tigre

-          ¿Qué? ¿Acaso vas a negarlo?- Cruzó los brazos y le sonrió dominantemente

-          ¡Pues sí! Hice esto para Tatsuya y para Alex- Se quejó el tigre huyendo hacia la cocina con la excusa de traer la comida. Así, todos se sentaron a la mesa en sus respectivos lugares, preparados para comer.

-          Hola, Daiki~- La rubia se había sentado a su lado antes de que pudiera notarlo y en cuanto se dio la vuelta para verla, recibió el beso de saludo característico de la sensual mujer, retrocediendo asustado- No nos veíamos desde que estabas en la prepa…

-          Alex…- No tenía muy buenos recuerdos de esa mujer que dejaba su olor a lo largo y ancho de la casa de Kagami como si fuera suya, revolcándose en la cama del pelirrojo hasta impregnarla completamente de su llamativo perfume

Por otra parte, tenía que admitir que la mujer era talentosa en el basket, hasta un punto en que la había admirado mucho en su momento, pero más allá de eso, solo le parecía una mujer molesta que era demasiado cariñosa con Kagami. Ahora tampoco era que jugara mucho al basket, así que igual no tenía razón para hablar con ella, por lo que la conversación se cortó antes de que el tigre llegara con la comida

-          Gracias Taiga- Dijo aquel pelinegro que tan mal le había estado mirando desde el principio, sonriendo al ser el segundo, después de Momoi en recibir su parte.

Con algo de molestia, Aomine tuvo que aceptar ser el último al que le sirvieran, pues el pelirrojo le pasaba por encima como si no existiera, aún enojado por lo que había dicho en antes, sin embargo, cuando finalmente pasó, puedo ver en los ojos de Kagami una pequeña, mínima señal…

***

-          Aho…mine-

Podía sentir los brazos fuertes sobre sus hombros y las manos masculinas en su espalda, rasguñándole. Sentía un profundo calor en todo su cuerpo, subió las manos por el vientre pálido, sintiendo los abdominales bien marcados contra sus dedos y siguió subiendo hasta llegar al pecho.

Sus labios estaban comprometidos en un beso absurdo, deseoso, necesitado, sin técnica, sin habilidad. Un beso desastroso, que ambos hubieran podido hacer de mejor manera. Había besado a suficientes mujeres como para saber la manera de dar un beso, pero su mente simplemente no lograba hacer que funcionara… sentía un calor abrasador en todo su cuerpo y una necesidad de besarlo mientras podía, tanto como pudiera, de explorar aquella boca tan pronto como fuera posible y degustar esos labios a la perfección. Kagami aparentemente sentía lo mismo, pues el beso de su parte era exactamente igual de intenso y torpe.

Su cuello olía a sudor al igual que su cabello, sobrepasando el olor del jabón neutral y del champú simple, pero eso no le desagradaba, al contrario, parecía aumentar la temperatura de su cuerpo. Era el olor de Kagami, liberó aquel beso absurdo para lamer su cuello y apropiarse de aquella esencia que tanta falta le había hecho en todos esos años. Un gemido en la voz grave de Kagami se concertó con la mordida que le dio en la base del cuello

-          I…diota- Probablemente hubiera querido seguir con un “No tenemos mucho tiempo ¿Qué planeas hacer si alguien entra aquí?” pero el moreno no le dio tiempo de continuar, arrancando otro beso de sus delgados labios

Todo sucedía tan aceleradamente… sus manos temblaban. Aomine bajó las manos hacia la hebilla de metal que sostenía el pantalón del tigre, intentando inútilmente soltarla, de manera tan brusca que apenas escuchaba sus uñas rasguñando el metal. Las manos de Kagami se encontraron ante el mismo problema cuando intentaron hacer lo propio en el pantalón del moreno. ¿Era por el miedo a ser descubiertos, o simplemente porque lo habían deseado tanto y por tanto tiempo que ya ni siquiera podían pensar con claridad?

Lamiendo ahora las clavículas bien marcadas del tigre, que resaltando entre los músculos del cuello y del pecho parecían el objetivo ideal para sus labios, Aomine logró finalmente abrir el pantalón del pelirrojo y quitárselo a tirones. Todo de una manera desesperada, rápida, como si presintiera que el sueño acabaría en cualquier momento y se quedaría con las manos vacías… Le dio la vuelta sin consideración, empujándolo contra la mesa fría, terminando de desabrochar su propio pantalón tan pronto como pudo.

Inmediatamente y de la misma manera brutal en la que había estado tocándole, ingresó en el cuerpo del pelirrojo en un movimiento fuerte, instintivo, firme, violento. Kagami se mordió el labio intentando no alarmar a nadie y le mandó un codazo directo a la cara, un codazo tan fuerte que le rompió el labio. Pero no lo sintió.

Mordiendo el cuello pálido, fuerte y masculino, sintiendo las cosquillas del cabello rojo contra su rostro y sosteniendo con sus fuertes manos aquel impetuoso cuerpo, empezó a moverse. Kagami se agitó un poco al principio, pero no parecía realmente irritado… si hubiera sentido que el pelirrojo realmente no deseaba continuar, por más desesperado que estuviera hubiera parado, porque aún en su locura, respetaba al primer hombre que jamás le había vencido. Sin embargo, no lo sintió. No sintió que el pelirrojo realmente lo estuviera odiando, sin importar que tan bruto se moviera, que tan salvaje le aprisionara contra la mesa, Kagami no parecía querer quitárselo de encima, gimiendo con sus movimientos y encajando su cadera contra la suya en busca de más contacto. Incluso si con palabras se quejara, esas acciones eran suficientes para que Aomine se decidiera a continuar.

Aunque estuvieran en el sótano de la casa de invierno que la pareja de casados había alquilado para pasar la navidad y a la cual habían invitado a Aomine, junto a otro montón de personas para hacer una fiesta improvisada de Año Nuevo, que en el piso justo encima de ellos seguía ardientemente, con baile, música y tragos, sabían que al haber bajado para llevar más vino, les extrañarían rápidamente y mandarían a alguien a buscarlos. Tampocohabían cerrado la puerta con llave, porque no habían planeado que sucediera lo que estaba sucediendo…

-          Ahhh… Gghhh…- el aumento en los gemidos de Kagami le hizo descubrir el lugar donde más le gustaba recibirlo, y presionándolo con fuerza contra la mesa, empezó a moverse con mayor agresividad, con mayor fuerza, llegando una y otra vez al punto que volvía loco al pelirrojo- Aahhh, Aomine… Ahí… no

-          ¿Eh? Pero si parece que lo disfrutas. Me aprietas delicioso cuando toco allí- Fueron las primeras palabras que dijo desde que habían empezado a besarse, quizás porque finalmente sentía que lo tenía bien sujeto, que no se iría tan fácilmente.

-          ¡B-bakka, aho! ¿Qué diablos dic-? ¡Aaaaaaaahh!- Sus palabras se vieron cortadas por el placer de más embestidas, mezcladas con una lluvia de cálidos besos en su espalda y un río de deliciosas caricias por todo su cuerpo- ahn, ahhnnn… Tedihe… que ahii… ahnn, n~no-

-          Ahhh, ghhh… Kagami…- quería decir algo como “me gustas” o “te amo”. Quizás confesarle que había tenido sentimientos por él desde que estaban en la preparatoria o al menos, decirle que no era solo deseo lo que sentía por él. Que no era una locura cometida por la borrachera y la emoción de la fiesta. Pero no era capaz. Se movió más rápido, cada vez más fuerte.

Subió su mano por el torso bien formado del pelirrojo, deteniéndose por un momento en el pequeño pezón que reaccionó ante sus caricias, antes de seguir por el brazo fuerte llegando hasta la mano que apoyada en la mesa, se cerraba con fuerza ante la intensidad de todas las sensaciones, y deslizando sus dedos en una caricia suave, consiguió abrirla. No podía decirle nada, por más que quisiera hacerlo, no podía traicionar a su mejor amiga de esa manera… levantó la mano del pelirrojo hasta su boca. En el dedo anular se exhibía la argolla de matrimonio. La mordió ligeramente antes de darle la vuelta a la mano del pelirrojo, besándole la palma de la mano.

Al menos si no podía decirlo, podía transmitirlo en aquellas acciones… Su otra mano permanecía fija en la cadera del pelirrojo, presionándola contra la mesa. En ese momento no le parecía tan malo admitir que había deseado hacer todo eso desde hace mucho tiempo o incluso pensar que la imagen que veía ante él ahora, era mucho más sensual que la de la Mai-chan de las revistas que había leído en su adolescencia.

Aquella espalda fuerte, ancha, con la camiseta subida casi hasta los hombros, doblada hacia atrás y hacia un lado en la cintura como si fuera un gato, dejándole ver las líneas de los músculos empapados en sudor, la línea de la pelvis, la parte trasera en la que estaba hundido su propio cuerpo. Se inclinó hacia adelante, sintiendo con la piel desnuda de su pecho la suave piel desnuda del cuerpo ajeno y le lamió la oreja. El pelirrojo se estremeció, levantándose hacia atrás de manera que su cuerpo se estrechaba, cerró los ojos disfrutando de esa sensación, grabándola en su memoria.

Así se siente el cuerpo de Kagami… así se sienten sus hombros, así se sienten sus manos. Su espalda sudorosa, su cabello mojado, sus labios delgados” Pensaba mientras hacía un mapa mental de aquel cuerpo que había anhelado “Así se escucha su voz, así se sienten los latidos de su corazón, así se ve su rostro

-          Ghhh, ahhh, ya… m-me me vengo- murmuró el pelirrojo con voz temblorosa

-          Hazlo, Taiga…-  no pudo controlar la tentación de decir su primer nombre. Nunca lo había hecho… jamás… excepto en sueños quizás y de inmediato sintió en su cuerpo la reacción del pelirrojo, que apretando la mano que sujetaba con fuerza, se corrió con un gemido prolongado, gutural, significativo;un gemido que llevaba su nombre, no su apellido, su nombre, y con eso, un placer que no conocía antes de ese día, haciéndole correrse también.

No se repetiría… De la misma manera que ambos habían empezado eso de repente, sin necesidad de mediar palabra que les permitiera asegurar que el otro pensaba lo mismo, ambos afirmaron que esa sería la única vez que harían algo como eso. Sin decirlo tampoco, ambos entendían las razones.

***

-          Está haciendo frío- Dijo  poniendo sus manos frente a la boca. La primavera ya estaba bastante avanzada pero aún hacía frío suficiente como para ver su aliento convertido en pequeñas nubes blancas

-          ¡No me salgas con excusas ahora! Me prometiste un 1 a 1- Se quejó el pelirrojo frunciendo el ceño

Estaban en una pequeña cancha que quedaba cerca del apartamento de Momoi y Kagami, desocupada por el frío y bastante nueva. Tenían un balón de basketball y habían preparado todo para su primer encuentro en años.

-          ¿No tenías que avisarle a Satsuki que salías?- Se mofó el moreno

-          ¡No hace falta! Ella sabe que vine contigo-

Ya se encontraban en mediados de Mayo y en algunos lugares aún se podían ver las flores de Sakura, especialmente en los parques. Para su propia sorpresa, se había encontrado en la casa de la pareja casi todos los fines de semana de ese año, pasando tiempo con Kagami y Alessa.

Como era de suponerse, no había vuelto a suceder nada como en la fiesta de Año Nuevo y ninguno de los dos había mencionado ese tema. Habían hablado principalmente de basket y como dos buenos amigos que se encuentran después de años de estar separados, habían empezado por contarse todo lo que había sucedido en el tiempo que no se habían visto, llegando incluso a prometerse volver a jugar cuando la primavera estuviese avanzada.

Por eso se encontraban allí en ese momento. Aomine se quitó el abrigo para poder jugar con más calma y empezó a calentar, siguiendo el ejemplo del enérgico pelirrojo. Una vez estuvieron preparados, el pelirrojo cogió el balón y empezó a lanzarlo a modo de práctica hacia el tablero, encestando unos cuantos triples que hicieron silbar al moreno. Cuando Kagami volvió a coger el balón y antes de que hubiese podido decir que empezaran el 1 a 1, Aomine le arrebató el balón con un movimiento simple y haciendo un 360º a su alrededor, corrió hacia la cesta. El pelirrojo reaccionó rápidamente, siguiéndolo a grandes zancadas y saltando en el momento en el que iba a hacer su lanzamiento, obligándolo a hacer un doble clutch en el aire para terminar lanzando un gancho bastante anormal. El balón dio en el aro, y girando en el borde, terminó por salirse.

-          Aahh… Fallé- Dijo con tono algo aburrido

-          ¿F-fallaste?- Preguntó Kagami mucho más sorprendido- ¿pero cómo?

Era obvio que la falta de práctica reduciría en gran medida su rendimiento, especialmente al enfrentarse al único que había podido vencerlo y que además, había continuado jugando por todo ese tiempo. Sin embargo, Kagami no sabía que Aomine había renunciado al basket. Sin importar cuantas cosas le hubiese contado sobre los últimos años, el moreno era incapaz de hablarle sobre eso, porque sabía que el pelirrojo se sentiría traicionado si se lo decía.

-          Lo sabía, está haciendo demasiado frío. Mejor volvamos- dijo poniéndose nuevamente su chaqueta para alejarse de allí

-          ¡Oye no! Espera… vamos, una más, seguro es porque está algo resbaloso así que sigamos jugando- El moreno se sorprendió bastante-

-          Con este frío no podré jugar tan bien como siempre- se inventó una excusa

-          No importa. Yo solo quiero jugar con Aomine- Sonrió el pelirrojo, con esa expresión que hacía que el moreno no pudiese negarse a nada

***

Había una mujer en la estación de policía donde había empezado a trabajar. Era más alta que las demás mujeres y tenía una complexión algo masculina, comía toneladas pero no era gorda, tenía el cabello de un color rojo suave atado en una coleta y era bastante impulsiva.

Según lo que escuchó era el as del equipo de basketball femenino de la policía, era soltera y tampoco parecía haber tenido novio nunca, ni siquiera daba la impresión de que eso le hubiera interesado nunca.

Sin saber muy bien por qué –o quizás sabiéndolo y pretendiendo no hacerlo– Aomine la invitó un día a jugar basket después de las rondas rutinarias. Una costumbre que se mantendría por bastantes años

***

-          Tío Dai, Tío Dai- La pequeña de 5 años había empezado a decir eso, corriendo con tiernos pasos por la sala y el corredor al escuchar el timbre. Llevaba esperando junto a la ventana a que el carro de su tío aparcara frente a la casa y no pudo reprimir la emoción de salir corriendo.

Estaba vestida con un pantalón de niño y una camiseta, ropa que a Momoi le parecía bastante inconveniente para una pequeña de 5 años, quejas a las que tanto Kagami como Aomine respondían con un “Es cómodo para ella así que ¿Cuál es el problema?” y de hecho así era. La niña corría y saltaba con su ropa de niño de maneras que no hubieran sido posibles si hubiese tenido que llevar una falda.

La puerta se abrió y el moreno, al ver que la niña venía corriendo, se arrodilló en el suelo para recibirla con un abrazo, alzándola en brazos y dándole un tierno beso en la mejilla. Momoi le había abierto la puerta y sonreía alegremente.

-          ¿Dónde está Kagami?- Se apresuró a preguntar sin mayores formalidades después de haber saludado a su antigua manager

-          Papá está en un partido- Anunció la niña con un gesto adorable, colgando sus bracitos del cuello de Aomine

-          ¿A sí? ¿Y sabes cuando vuelve tu papá?- Era increíble verlo con la pequeña Alessa, realmente no parecía el mismo tipo molesto que siempre llegaba tarde y no parecía importarle nada. A veces parecía que fuese su propia hija la que sostenía

-          A las…- la niña levantó cuatro pequeños dedos y se los mostró- ¡Cuatro!

-          Oh, qué bien. ¡Qué talentosa, Ale-chan!- La elogió con una sonrisa, llevándola hacia la sala. Eran las tres de la tarde, así que no debía faltar mucho para que llegara el pelirrojo

-          ¿Quieres té?- Preguntó Momoi siguiéndole de cerca y el moreno negó rápidamente con la cabeza- ¡Qué grosero! Incluso cuando ya puedo cocinar perfectamente

-          No quiero arriesgarme- dijo en tono burlón, sentándose en el sofá y sentando a la niña en una de sus piernas- Dime Ale-chan ¿Cómo te ha ido en el cole esta semana?

-          ¡Bien, bien! Estuve coloreando ¡Hice un dibujo para tío Dai! ¡Lo traigo!- Y diciendo esto, hizo que la bajaran para correr por el corredor hacia su habitación

El dibujo que trajo la pequeña niña estaba hecho en crayones y según su explicación, era su tío Dai cuando era más joven y jugaba basketball.

-          ¿Y por qué dibujaste eso?- Inquirió entre halagado y curioso por el dibujo de la pequeña. Seguramente lo pondría en su casa o en su oficina en el departamento de policía, aún no sabía bien en cuál de los dos lugares

-          ¡Porque papá siempre se pone muy contento cuando me cuenta como tío Dai jugaba un súper baloncesto, súper mejor que el de cualquier otro!- Comentó emocionada

El basketball por el que Kagami se había acercado a él, por el que habían empezado a ser amigos. Ya casi lograba recuperar al completo sus habilidades de la preparatoria y su condición física de adulto le permitía aguantar su uso por un tiempo prolongado, sin embargo, el espacio que había entre él y el pelirrojo seguía siendo bastante amplio. Incluso si Kagami decía que no le importaba, de alguna manera sentía que tenía que lograr ser aún mejor…

Ese día y por primera vez desde Teikou, Aomine decidió que tendría que entrenar más duro que nunca, cada momento que tuviera, para volverse el mejor jugador que existiera… Y el basketball recobró la importancia que había perdido hacía años

***

-          ¿Qué Alessa hizo qué?- Preguntó sobresaltado deteniéndose a unos pasos de la puerta de su casa. Había terminado su ronda de rutina, llovía a cántaros y cuando finalmente había logrado llegar a su casa, cansado y con ánimos de dormir llegaba esa llamada

-          ¡Se escapó Aomine!- Contestaba una alarmada y sollozante Momoi, su voz estaba cortada- ¿Qué hacemos? Peleo con Kagamin y se fue…

-          Mierda. Dame unos minutos, voy a salir a buscarla- Gritó al tiempo que colgaba

Iba a salir corriendo hacia el carro, cuando notó que había agua a los lados de la puerta. Ladeó un poco la cabeza y pasando su mano por el marco de la puerta buscó la llave de repuesto… estaba en un lugar distinto al de siempre. Imaginando de alguna manera lo que había pasado, abrió la puerta silenciosamente y caminando hacia el interior de la casa, siguió el rastro de pisadas mojadas que cubrían el corredor.

Los siguió por un rato, notando que llegaban hacia su habitación, más específicamente hacia debajo de la cama, así que fingiendo no haber notado nada, se tiró rápidamente al suelo, encontrando a la pequeña pelirroja tumbada en el suelo, escondiéndose allí

-          Te encontré. Vamos Ale-chan, tienes que cambiar tu escondite- Dijo en tono juguetón para que ella no se asustara demasiado y la pequeña salió lentamente de debajo de la cama

-          Tío Dai…- Sollozó mientras salía

Tenía unos diez años y tenía puesto un vestidito de flores, completamente empapado y pegado al cuerpo. Temblaba y estaba completamente pálida. También tenía una diadema con flores puesta en el pelo mojado y enredado…

-          Oye, estás temblando- Soltó lleno de preocupación

-          Pero Dai…- empezó la niña sollozante

-          Podemos jugar después, ahora tienes que calentarte- Murmuró al tiempo que la llevaba hacia el baño, quitándole el vestido en un par de movimientos para meterla en la ducha caliente. Cerró la cortina de plástico y se quedó recostado en la pared de afuera- Ale-chan ¿Qué pasó?

-          Nada…-

-          ¿Y por nada viniste mojándote hasta acá?

-          Quería ver a Tío Dai-

-          ¿Por qué?

-          P…porque peleé con papá

-          ¿Qué pasó?- Inquirió con voz severa

Hubo un silencio largo, el baño empezaba a llenarse de vapor y los sollozos de la niña hacían eco en las paredes.

-          ¿Qué pasó?- repitió con voz algo más relajada

-          Le dije que quería renunciar al club de basketball- Siguió la niña

-          ¿Eh? ¿Y eso por qué? No me habías dicho nada- Incluso para él era algo sorprendente. Hubiera jurado que la niña lo adoraba tanto como ellos, pero quizás se había equivocado en algo

-          Es que…-

-          ¿No te gusta?- Preguntó seriamente- Si realmente no te gusta, no creo que haya problema…

-          Pero si me gusta…- dijo tristemente- es solo que Hayato me dijo que no es de niñas estar jugando al basket

Había escuchado de Hayato varias veces antes, era un niño de la clase de Alessa y aunque no era amigo cercano de ella, a la pelirroja parecía gustarle mucho, porque siempre hablaba de él y en los últimos días, había empezado a usar cintas en el pelo porque él había dicho que le gustaban las niñas con cintas en el pelo.

-          ¿Y le dijiste eso a tu papá?- Preguntó tratando de no sonar demasiado enojado

-          Más o menos…- Replicó entre sollozos

-          ¿Cómo así más o menos?

-          L-le dije que… no iba a jugar más basket porque no era de niñas… entonces me dijo que si odiaba el basketball que debería haberle dicho antes… y yo le dije que no, que me gustaba… y entonces me preguntó que porqué y… y…- la niña volvió a llorar atacada. Kagami no solía enojarse con facilidad, pero sabía por experiencia lo aterrador que podía ser cuando se enojaba- y le dije que un niño me había dicho que no era lindo… y entonces se enojó mucho y…

-          Alessa, tranquila, no sigas- le dijo suavemente haciéndola calmarse- Báñate bien, voy a traerte una toalla ¿Okay?

La niña asintió suavemente y el salió por una toalla. Tenía que hablar con ella de alguna manera delicada, después de todo era una niña y si actuaba más brusco que Kagami solo conseguiría asustarla más…

La niña salió de la ducha y recibió la toalla, amarrándosela alrededor del cuerpo. Caminando con pasitos cortos para no tropezarse con las enormes sandalias del moreno, la pequeña lo siguió hasta el cuarto de huéspedes, que por la costumbre, ya estaba lleno de cosas de ella y sacando una piyama se la puso.

-          Ale-chan… Tú sabes que yo jugaba basketball desde que era muy chico ¿verdad?

-          Sí, papá me ha contado-

-          Y mamá debió haberte dicho de la época cuando estuve a punto de renunciar ¿cierto?

-          Sí… me ha contado. La generación de los milagros- dijo la pequeña secándose el cabello con la toalla de manera infantil

-          Parece que te han contado más de lo esperado- La ternura de su tono hizo a la niña sonreír- Bueno, resulta que en ese momento no había nadie que pudiera vencerme o siquiera hacerme frente. Era tan bueno que todos perdían ante mí. Sinceramente, solo yo podía contra mí. Eso fue lo que hizo que se hiciera tan aburrido jugar al basket. Sin embargo, yo seguía amando mucho el deporte, y por más que dijera que era aburrido, seguía asistiendo a los partidos- la niña le observaba con esos ojos llenos de admiración- entonces, un día conocí a tu papá. Al principio no creí que fuera mayor cosa, ni siquiera era un reto para mí. Pero eventualmente me venció y logró que el basketball volviera a agradarme

-          Volando por el aire- Completó ella emocionada

-          Sí, volando para hacer clavados- sonrió él- Y yo por eso llegué a querer mucho a tu papá. Por eso somos buenos amigos. Mira, si realmente alguien te quiere y vale la pena tener a tu lado, es alguien que te recuerda las buenas cosas, que te ayuda a disfrutar de lo que más te gusta. No alguien que intenta cambiarte o decirte que hagas otras cosas. Es alguien que sabe acompañarte en lo que tú eliges y que te hace sentir feliz de haber elegido el camino que elegiste. Así que, teniendo eso en cuenta, tienes que decidir si quieres seguir el consejo de Hayato o si quieres seguir mi consejo. Si amas el basketball, sigue jugándolo, porque encontrarás a grandes amigos en este deporte…

Luego la despeinó en un gesto paternal y le dio un beso tierno en la frente. La niña le miraba con los ojitos brillantes, con admiración y cariño, igual que siempre.

-          Pero… y si Hayato me odia después…-

-          No creo que sea bueno querer a alguien que no te deja disfrutar de lo que más te gusta. Pero igualmente, es tu elección.

-          …Tío Dai… ¿A ti te gusta mi papá?- Preguntó inocentemente

-          No te puedo responder- Replicó cruzándose de brazos

-          ¿Eh? ¿Por qué no?

-          Cuando seas mayor te contaré todo, es un promesa. Pero por ahora, tu misma tienes que decidir qué hacer con tu vida-

-          Buu… Que malo. Entonces no te contaré lo que me dijo mi papá

-          ¿Te dijo algo?

-          ¡Cuando me cuentes te cuento!- replicó como enojada tirándose en la cama

-          Oi, no puedes dormir con el cabello mojado, voy por el secador-

Una vez le hubo secado el cabello le hizo algo de comer y le dijo que la llevaría a la escuela al día siguiente, luego la acostó para que descansara y andando sigilosamente, cogió el teléfono para llamar a Momoi. Le contó lo que había pasado y que Alessa estaba bien, también le contó sobre Hayato y le aconsejó que la dejara elegir por su cuenta, porque ya era hora de que empezara a tomar sus propias decisiones. Preguntó si Kagami ya se había calmado y si podía hablarle al teléfono.

-          ¿Qué? ¿Ahora vas a decirme como criar a mi hija?- Le espetó el pelirrojo

-          Demasiado problemático, solo quería saber si seguías enojado por lo que dijo Alessa-

-          No- dijo de manera cortante

-          Y decirte que mañana la llevo a la escuela

-          Bien- seguía enojado, se le notaba

Quiso preguntar si Momoi sabía lo que Kagami le había dicho a Alessa, pero igual que siempre, prefirió dejar las cosas así.

-          Tío Dai…- lo llamó la pequeña adormilada, obligándolo a tapar el teléfono y voltear a verla-… creo que prefiero seguir tu consejo. ¡Porque el basketball es mucho más divertido!

La sonrisa de Alessa en esos momentos le hizo recodar la sonrisa de Kagami cuando lo conoció; esa expresión de libertad, de alegría, de inocencia. Esa expresión que tanto había querido proteger

-          Me alegro. Ojalá te vuelvas muy buena para que podamos competir juntos

-          ¡Sí!- Dijo regresando a su habitación. Aomine volvió entonces a la llamada

-          ¿Sigues ahí Bakagami?

-          ¿Estabas hablando con Alessa?- Cuestionó con voz seria

-          Sí. No te preocupes, me acaba de decir que quiere seguir en el equipo de basket

-          ¿En serio?

-          Sí, y me hizo recordar algo- Murmuró, pensando en la hermosa sonrisa de Kagami, quería verla de nuevo. Golpeó la mesa con los dedos y se mordió el labio inferior

-          ¿Qué?- Preguntó el pelirrojo curioso

-          ¿Quieres salir este sábado?- Inquirió finalmente

-          ¿Este sábado?- el tono de su voz era mucho más alegre que el de antes- seguro ¿a dónde?

-          No sé… a alguna parte…

***

Tal vez para bien, tal vez para mal, un accidente ocurrió el sábado y Aomine no pudo asistir a la reunión. La voz de Kagami cuando le llamó a avisarle sonaba decaída, pero le deseó lo mejor durante su trabajo… El accidente resultó ser más grave de lo esperado y estuvo bastante tiempo trabajando sin dormir.

El lunes en la noche finalmente regresó a su casa, agotado, molido… había visto cosas desagradables en su trabajo, pero nunca tan terribles como en ese fin de semana. Unos niños habían sido asesinados y había tenido que buscar al culpable… por suerte no tardó demasiado en encontrarlo, pero igual había sido algo desagradable de ver. Por suerte Alessaestaba bien, a salvo y jugando basketball… se tiró sobre la cama, aún con el uniforme puesto y marcó unas teclas en el celular, poniéndoselo al oído

-          ¿Ahomine? ¿Qué pasa?

-          Nada…

-          ¿Entonces para qué me llamas? ¿sabes qué horas son?- replicó la voz del otro lado del teléfono

-          Las 3 de la mañana- murmuró- si gritas demasiado Ale-chan se va a despertar

-          ¡Es tu culpa por llamarme a esta hora!- le reprendió

-          Pudiste no contestar…

-          …no podría- dijo finalmente- ¿Y para que llamas?

-          No sé. Solo quería escuchar tu voz

-          ¡Q-qué patético de tu parte!- su voz sonaba avergonzada, debería de tener el rostro todo sonrojado- ¿Qué tiene de bueno escuchar la voz de un hombre?

-          Es tu voz…- respondió calmado- me gusta tu voz…

-          … ¿pasó algo en el trabajo?- preguntó finalmente

-          Nada…

-          No me engañas… ¿Qué pasó?

-          Te digo que nada… Más bien cuéntame de tu fin de semana

-          No hice gran cosa. Vi televisión, fui a jugar basket con Alessa, salimos a comer helado con Momoi…-

-          Jeje, sigues llamándola por el apellido- se rió suavemente

-          No sé… ella me sigue diciendo Kagamin y no me dan ganas de decirle Satsuki. Me suena raro- replicó, probablemente encogiéndose en hombros

-          Tal y como imaginé, tu conversación me da sueño…

-          Eso suena muy ofensivo ¿lo sabías?

-          Jeje, no lo digo con esa intención… Realmente me alegro

-          ¿De qué?

-          De que hubiéramos vuelto a hablar…

-          Sí… yo también. Y de que volviéramos a jugar- agregó el pelirrojo

-          Tú solo piensas en eso, idiota del basket- se rió suavemente y luego bostezó. Incluso cuando hasta hace unos momentos las imágenes de los niños muertos le impedían dormir, al escuchar la voz de Kagami se sentía tan tranquilo como para caer rendido ante el cansancio. Dormir abrazado a él debería de ser incluso mejor…

-          ¿Ya te estás durmiendo Ahomine?-

-          S…sí- dijo cabeceando

-          ¿Ya puedo colgar?

-          No… no todavía…

-          Voy a colgar cuando ya no respondas ¿ok?- dijo finalmente- entonces… vamos a ir a jugar el próximo fin de semana… ¿no?

-          Sí…

-          Y vienes a almorzar para el cumpleaños de Momoi ¿verdad?

-          Sí…

-          Mmmm, ¿y cómo van las cosas con tu novia?

-          Bien…

-          ¿Te vas a casar con ella?

-          No…

-          ¿Sigues despierto?

-          Sí

-          Deberíamos ir a almorzar todos juntos… citas dobles y esas cosas

-          No…

-          ¿Por qué no?

-          …

-          ¿Ahomine?

-          …

-          Aomine

-          …

-          ¿Te dormiste?

-          …

-          Que descanses, Daiki

Y con esto, colgó

***

Cuando tenía 15 años, AlessaKagami tuvo la oportunidad de observar con sus propios ojos, como su tío y su padre, ganaban juntos el torneo de basketball nacional de Japón, animándolos desde el primer asiento como buena niña. Lo hicieron de la manera más espectacular del mundo, con saltos enormes y movimientos impensables. Cuando obtuvieron el premio, se lo dedicaron a ella. Pudo ver como intercambiaban sonrisas y de alguna manera supuso que algo que no le habían contado estaba sucediendo.

***

Habían pasado casi 10 años desde que le había hablado por primera vez. Primero fueron citas casuales, a jugar basketball y demás, luego eso llevo a una relación sexual que de alguna manera terminó en un noviazgo. Eso llevaba de unos 6 años de noviazgo serio. La chica esperaba que fueran a casarse, pero él realmente no pensaba en eso. Para Aomine, su vida se dividía entre Alessa y Kagami, si tuviera que elegir a una tercera persona sería Momoi… Su novia de 6 años no era realmente nada para él. Más preocupado estaba por asegurar que no fueran a propasarse con su niñita de 16 años… Entonces ella le propuso que terminaran de una vez y el no tuvo ninguna razón para negarse

***

-          ¿Entonces me vas a decir?- Alessa era ya toda una señorita, pero en su presencia se comportaba casi como un muchacho, vestida con sus camisetas y sin siquiera peinarse. Tenía el cabello rojo muy largo y unos pechos de tamaño significativo, que en su adolescencia le hubieran enloquecido, pero que en su “casi-hija” solo le parecían un peligro

-          ¿Decirte qué?

-          ¿Cómo que qué? Me prometiste que cuando fuera mayor me dirías si te gusta mi papá

-          ¿Lo hice?

-          No te burles- Se quejó la chica haciendo una ligera pataleta- Me acordé porque vi las fotos que papá tiene guardadas de cuando eran jóvenes y me contó otra vez lo que me había dicho cuando niña. Entonces me acordé que te había prometido que te contaría de eso si me respondías…

-          ¿Y vas a guardar el secreto?- Preguntó en tono burlón

-          ¿No confías en mí Tío?- le replicó infantilmente- Claro que guardaré el secreto. Ahora dime ¿Tú estás enamorado de mi papá?

-          Primero respóndeme ¿Por qué se te ocurre que puedo estar enamorado de tu papá? ¿No sería más lógico pensar que estoy enamorado de tu mamá?

-          Ughhh, no. Tú y mamá son mejores amigos, ni pensarlo- replicó ella como si fuera lo más natural

-          Jaja, tu papá y yo también somos mejores amigos- soltó la carcajada ante la reacción de la chica

-          Pero es diferente. Tú siempre dices que volviste a jugar por papá… y papá siempre dice que tu basketball era el mejor de todos- respondió- entonces ¿te gusta o no?

-          Jaja, que razones

-          Pero es cierto… incluso cuando ganaron ese campeonato hace unos años. Parecía que se gustaban

-          ¿Eso es lo que llaman Fujoshi?

-          ¡Te equivocas!- Replicó infantilmente- Solo quiero saber. No me gusta que me trates como una niña que no entiende nada

-          Ya, ya… no te enojes. La verdad, me enamoré de tu papá desde hace mucho tiempo, desde que estaba en la preparatoria de hecho… pero pues… no me di cuenta hasta mucho después y tu madre se me adelantó. Fin de la historia

-          ¿En serio? ¿Y ya no te gusta?

-          Ya no me gusta. Lo amo- respondió

-          ¡Waa, que directo!-

-          Jaja, dijiste que querías saber la verdad- sonrió

-          Bueno, entonces yo te contaré lo que dijo papá…- dijo sentándose en el sofá con las piernas cruzadas

-          No hace falta…- la interrumpió seriamente

-          ¿Eh? ¿Por qué no?

Aomine solamente le sonrió y le despeinó aún más el cabello rojo. Realmente no quería saber lo que Kagami pudiera pensar de él… a no ser que pudiese escucharlo directamente de sus labios. Y ese momento probablemente sería el final de todo.

***

La noticia le llegó por medio de Alessa. Que Kagami y Momoi se habían peleado y estaban “separados”. Fue sorpresivo y por varios minutos se quedó mirando la pantalla titilante del celular sin saber qué hacer… Aún se debatía entre lo que debería hacer a continuación cuando entró una llamada. Fue tan repentino que le tomó unos instantes responder y por un momento, creyó que se había colgado antes de que lograra hacerlo, pero entonces escuchó la voz conocida del otro lado del teléfono

-          Nee, Ahomine ¿Quieres ir a jugar?- Aquel insulto familiar, aquel tono ameno

-          ¿Ahora mismo Bakagami?

-          Sí. ¿estás ocupado?-

-          No realmente. ¿Puedes ir a la cancha donde jugábamos antes?- Preguntó en voz baja

-          ¿Cuál? ¿La que quedaba cerca del apartamento donde viví durante la prepa?- se preguntó

-          Sí, allí

-          ¿Sigue en pie?

-          La otra vez pasé por allí y estaba bien… algo vieja, pero bien

-          Jaja, igual nosotros, supongo- se rió el pelirrojo, contagiándole de su risa al rato

-          ¿Entonces si puedes?

-          Sí, claro. Y luego podemos ir a comer hamburguesas

-          Entonces nos vemos allá en una hora-

-          Ok-

Tenía trabajo en la tarde, pero realmente no importaba si faltaba una vez. Igual había tenido una asistencia bastante buena ese año y no había nada especialmente importante que hacer, o al menos, no había nada más importante que ver a Kagami.

No pasó más de 1 hora antes de que los dos se reunieran en la cancha donde habían jugado cuando adolescentes y entre risas, rememorando los viejos tiempos, jugaran un rato. Los marcadores habían vuelto a ser los mismos que en esa época, siendo Aomine –nuevamente- el de mayor habilidad entre los dos. Jugaron por largo rato y cuando se cansaron, volvieron a ponerse sus chaquetas y levantando sus maletas empezaron a caminar por la calle.

-          Ahh, quitaron el MajiBurguer- Dijo Kagami decepcionado al ver un sitio de comidas distinto en la esquina a la que siempre iban

-          Creo que hay otro más hacia allá- insistió Aomine señalando una cuadra más lejos y ambos reemprendieron la marcha.

Aquellas calles conocidas les hacían sentir nostálgicos y sus temas de conversación giraban ahora en torno a la InterHigh en la que se habían conocido y la Winter Cup en la que Kagami le había vencido… 20 años habían pasado desde eso. Alessa había ganado la InterHigh femenina junto con su equipo, en la preparatoria de Touou, lo cual en esos momentos sonaba algo irónico… Finalmente llegaron al MajiBurguer del que hablaba Aomine y después de ordenar, se sentaron junto a la ventana. Kagami tenía una montaña entera de hamburguesas y Aomine solamente una con queso…

-          Sigo sin entender cómo puedes comer tanto- Dijo como al aire

-          Siempre ha sido así- Contestó mientras se zampaba la primera hamburguesa con calma- además, las hamburguesas son muy pequeñas

-          Sí, recuerdo que una vez me hablaste de las súper hamburguesas de Estados Unidos

-          Sí, sí…- asintió el pelirrojo

-          Oye, Kagami

-          ¿Qué?

-          Yo estuve enamorado de ti en la preparatoria- Dijo de la nada. Incluso cuando le había costado tanto trabajo, durante todos esos años, en ese momento salió tan natural que incluso a él le sorprendió. Sin embargo, Kagami no tuvo mayor reacción

-          Yo también estuve enamorado de ti- Afirmó en tono serio, terminando la primera hamburguesa y siguiendo con la otra- Fue por eso que empecé a hablar con Momoi, creí que me acercaría más a ti… y luego terminó gustándome. Tú también te alejaste, así que terminé casándome con ella… Incluso te llamé toda la noche antes de proponerle matrimonio, me dije “Si responde entonces voy a dejarla” pero no lo hiciste…

-          Ja…jajajaja- empezó a reírse. Y pensar que había una explicación así detrás de lo que le había causado tanto dolor- ¿Y si hubiera tratado de besarte en esa época? ¿me hubieras dejado?

-          Probablemente te hubiera golpeado- Respondió algo sonrojado

-          Jaja, me imagino- Ambos se quedaron en silencio por unos momentos- ¿Y ahora me golpearías?

-          Estoy casado- dijo levantando la mano, en la que relucía la argolla

-          No te estoy preguntando eso

-          Lo estás haciendo. Casado como estoy es mi deber golpearte si intentas tocarme

-          Suenas como una recién casada- se burló mordiendo su hamburguesa

-          ¡Aho!

-          Además Alessa dijo que estaban peleados

-          Ella exagera… es solo que hace un tiempo no nos hemos llevado del todo bien, entonces decidimos separarnos por un tiempo-

-          Eso, están peleados- repitió en tono burlón- Entonces ¿me dejarías besarte?

-          …

-          ¿Kagami?

-          …

-          ¿Y qué tal hacer algo como en esa fiesta de Año Nuevo?

-          ¿Estás hablando en serio?- Soltó avergonzado

-          Pues sí. Llevo más de 20 años enamorado de ti, claro que hablo en serio…

-          ¿Sigues enamorado?- preguntó en voz baja

-          Sí… ¿Y qué hay de ti? ¿Tú aún sientes algo por mí?

-          … Todavía te amo…- dijo completamente sonrojado

-          Entonces ¿no está bien? Si te beso…

-          Pero Momoi…-

-          ¿La amas más a ella? Si es así no pienso insistir más. Pero ya han pasado 20 años, no pienso seguir negando lo que siento. Así que te propongo, que si me correspondes, te separes y vengas a vivir conmigo. Igual Alessa ya está grande. No creo que haya mayor problema…

-          ¿Realmente estás proponiendo esto?

-          ¿Qué? ¿Necesitas un anillo de diamantes para creerme?

-          ¡No, claro que no!

-          ¿Entonces?

-          Tendrás que comprar una cama doble, porque la tuya es muy pequeña para que quepamos los dos…

-          ¿Eso es un sí?

-          Jeje, ¿Tú que crees? ¿Sabes cuánto tiempo esperé que dijeras que me amabas?

Pensar que se había tomado dos décadas enteras para decirlo, no era tan sorprendente como pensar que realmente Kagami le había esperado todo ese tiempo, con una cálida sonrisa en el rostro y un gesto de ternura capaz de derretir su alma… Si lo hubiera dicho en el momento, la historia hubiera sido muy distinta, pero realmente no importaba…porque en realidad siempre habían estado juntos… siempre se habían amado y eso era lo único que realmente importaba

Cutebeast64

Notas finales:

Muchas gracias por leer, no olviden dejar un comentario. A mamita y todas las que me pidieron lemon, espero esto les aguante hasta Julio, cuando intentaré subir uno más completo. Muchas gracias a todas por leer. Aokaga dominará el mundo


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