Gerard sonrió y me haló para que bajara del columpio. Ahora yo estaba feliz porque sabía la verdadera razón de sus sonrisas que me gustaban tanto, así que besé sus labios de nuevo porque me gustó como se sentían, eran muy suaves.
 
-Tú eres mi amigo más especial Gerard…
 
-Ya no soy tu amigo Frankie… soy tu novio…
 
-¿Eso es mejor Gerard?
 
-Si Frankie… eso significa que todo lo que hagas conmigo es especial y no puedes hacerlo con ningún otro de tus amigos… solo conmigo.
 

En primer lugar, hay la invitación.

El delineador de ojos se está haciendo servir, el olor familiar de cerveza rancia acecha en el aire, y Spencer está fuera, riéndose de una de las bromas de Brent. Ryan cierra los ojos

No hay nada diferente acerca de la sensación de la mano de Brendon sobre la suya.

Nada.

Excepto todo.

—¿Por qué no vienes con nosotros? —Preguntó Brendon suavizando el silencio.
—Quiero avanzar en un proyecto, ve tu —Mintió. Incomodar y ganarse un dolor de estomago era lo menos que quería.

—Lo que te hace falta es una buena chica, una buena novia —Me decía Spencer con unos grandes ojos entusiasta mientras desayunábamos en la cafetería del estudio de grabación.

Mi nombre es George Ryan Ross III –siempre presentado como Ryan Ross- y soy un jodido vampiro. Eh de admitir que cuando tenía realmente los años que aparento, sentía una enorme fascinación por ellos. Estudiaba todo lo que podía, buscaba testimonios o conocimientos por todos lados donde a mi temprana edad se permitía –y por supuesto, en los que no también-. Ahora bien, en esa época no se le permitía a jóvenes de mi tipo andar averiguando sobre esos temas. Yo sólo tenía diecinueve, y vivía a mediados del siglo XVIII.

Te quiero y te necesito a mi lado, eres lo más importante que me ha pasado en mi vida, eres el aire que necesito respirar, eres la luz, la llama que provoca los constantes latidos de mi corazón

— ¿Vas a seguir sin hablarme?

No obtuvo respuesta, y realmente, era consciente de que había perdido a Brendon por bastante tiempo. Ha metido la pata.

—Brendon... por favor.

«¡Sal a ver la luna!»

Ryden 

— ¿Hey Ross, que haces? —Preguntó Gerard, al ver que el castaño les tomaba varias fotos a los novios.
— Un recuerdo para las chicas…
— ¿Qué?
—Espero que no puedan dormir un par de días después de ver lo que les dejo en su preciada cámara- dijo agitando la dichosa cama rosa en las narices de Way— Te veo Gee…
—Vale

Gerard miró fastidiado al pasajero de al lado que, por algún motivo que no comprendía, se empeñaba en leerle por encima del hombro el “Intento de ser humano” que tantos años y dinero le había costado obtener.