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El momento exacto

La Primera Conversación

2.- La Primera Conversación.


 


Rukawa Kaede despertó temprano y se dirigió a la Universidad. El día anterior había estado trabajando hasta tarde en la biblioteca y luego del viaje en bicicleta llegó agotado, por lo que durmió prácticamente en seguida. Ni tiempo tuvo de pensar y analizar lo que había sido su día.


Ahora estaba en clases y mientras el profesor explicaba quizás que cosa él pensaba en el entrenamiento del día anterior. Y en ese pelirrojo entrenador...


Sus ejercicios habían sido simples, no entendía que pretendía averiguar con ellos. Se supone que serían entrenamientos agotadores, pero nada de eso había pasado. ¿Qué acaso solo estaba fanfarroneando? No lo creía. Estaba seguro que el tipo sabía lo que hacía, solo que él no entendía sus por qués.


Saltó en su asiento cuando todos comenzaron a salir del aula. Se le pasó toda la mañana y él aún no sabía cómo. Había puesto poca atención y a veces, nada. Se dirigió al casino donde compró su almuerzo, Mitsui lo invitó a sentarse con él y Miyagi, a los cuales luego de un rato se les unió Akita, otro de los del equipo de basquetball.


Conversaban sobre nada importante, o eso creía Rukawa, hasta que Mitsui hizo un comentario sobre el pelirrojo entrenador.


-Ese pelirrojo ya debe de saber quiénes van a ser los que se queden en el equipo al final.-


-¿A qué te refieres?-


Rukawa no pudo evitar preguntar mientras evitaba las miradas curiosas de los otros tres. Era la frase más larga que se le había escuchado decir desde que se presentara ante el equipo el día anterior.


-A que el tipo podrá ser todo lo que tú quieras, pero si hay algo de lo que sabe es de basquetball. Lo lleva en la sangre y supongo que reconoce a los de su especie jajaja.- le contestó Mitsui.


-Tiene además gran capacidad psicoanalítica. Puedo asegurarte que el entrenamiento de ayer era más psicológico que físico.- agrego Miyagi.


-En base a lo que apreció en el entrenamiento ya debe de tener sus ideas sobre aquellos que no van a soportar la presión del entrenamiento, del verdadero entrenamiento, que comenzaremos hoy.- resumió Akita.


-¿Verdadero entrenamiento?- Rukawa no pudo evitar la curiosidad.


-El primer día solo es para conocernos. Hoy empezaremos a entrenar tal como lo haremos durante todo el año. No es solo algo físico, a veces eso es soportable. Pero súmale a todo el cansancio del entrenamiento, el hecho de no dormir, de tener que estudiar y rendir en los exámenes y pensar en el campeonato.- Mitsui le explicó lo que se les venía.


-Esto no es la preparatoria, Rukawa... muchos alumnos se derrumban solo con la presión académica. Nosotros además tenemos el basquetball.- fue la aclaración de Miyagi.


-Pero no todo es tan malo... el pelirrojo organiza reuniones o salidas de vez en cuando para conocernos. No sé cómo serán los otros grupos deportivos, pero cuando te integras a este equipo te das cuenta que pertenecer a él puede ser muchas veces un apoyo. No te quedaras jamás solo. Más que compañeros en la duela, somos amigos.- intentó alentarlo Akita.


Rukawa asintió. Mentalmente estaba tomando nota de todos los comentarios. Luego de este dialogo, la conversación versó sobre temas menos interesantes para el pelinegro. Al rato, terminó de comer y se disculpó para dirigirse a la biblioteca a continuar con su trabajo de la noche anterior.


Se concentró en terminar su trabajo lo más pronto posible, así se evitaba quedarse hasta tarde en la biblioteca luego del entrenamiento. Si se apuraba, tardaba una hora en llegar a su casa y no le gustaba andar de noche por esas callejuelas. Miró su reloj. Aún le quedaba una hora para que empezara el entrenamiento, pero ya había terminado lo que estaba haciendo, así que se dirigió al gimnasio con la idea de entrenar a solas antes de la llegada de los demás.


Se cambió de ropa y se dispuso a salir a la duela cuando chocó contra algo que no vio venir. Caía de espaldas mientras recordaba que atrás suyo estaban los casilleros, un par de bancas, unas cajas y otras cosas que no sabía exactamente qué es lo que eran. Rogaba para no azotar su cabeza, pero su cuerpo nunca llegó a tocar el suelo. Levantó la mirada algo confundido y se encontró con unos profundos ojos cafés que lo miraban preocupado.


-¿Estás bien?- dijo Sakuragi.


-Eso creo.-


Rukawa escucho una risilla que le daba a entender que no le creía en su respuesta. No entendía por qué hasta que sintió un calor a nivel de su cintura y se percató que no había llegado a caer simple y llanamente porque el pelirrojo lo había cogido de la cintura evitando así que se dañara.


-¿Crees que puedo soltarte sin que llegues a partirte la cabeza?-


Si esa pregunta se la hubiese hecho otra persona tal vez se hubiera molestado, pensando que intentaba burlarse de él. Pero en este caso solo pudo ruborizarse para contestar con un casi inaudible "si".


-Aún falta una hora para el inicio de la práctica ¿qué haces aquí tan temprano?- dijo Sakuragi.


-Quería entrenar... estaba aburrido.-


Tras meditarlo unos segundos Sakuragi decidió hacerle otra oferta.


-Tengo una mejor idea, acompáñame a mi despacho.- y salió sin mirar a su alumno, estaba seguro que lo seguiría.


Por su parte Rukawa no pudo evitar pensar para que lo querría a solas en su oficina. Se avergonzó ante sus pensamientos para luego decirse que eso era estúpido. Solo a él podía ocurrírsele tanta cosa incongruente por minuto. Siguió a su pelirrojo entrenador.


Al llegar al despacho Sakuragi ya estaba preparando dos cafés. Le indicó que tomara el asiento al frente de su mesa de trabajo mientras que le acercaba una de las tazas con café. Él se sentó en su lugar.


-Sakuragi-sama... me gustaría saber por qué estamos aquí.- Rukawa no pudo evitar hacer la pregunta, por más que se reprochaba y se decía que era ridículo, aún pensaba cosas algo indebidas.


El pelirrojo tomó un sorbo de café y luego le sonrió para responderle.


-Es simple, me gustaría conocerte.-


El corazón del pelinegro latió desbocado. A cada segundo que pasaba se sentía más atraído por el director del equipo de basquetball. Aún así no quería pensar cosas que no eran y se decidió a preguntar para salir de la duda.


-¿Por qué?-


-Te seré sincero. En la práctica de ayer demostraste ser más que un buen jugador. Pero tengo dos problemas contigo. Primero eres demasiado individualista, debes aprender a confiar más en tus compañeros, no puedes hacerlo todo tú solo, somos un equipo... un muy buen equipo y es precisamente por eso, confiamos en nosotros. Lo otro, es que pude darme cuenta de cuánto te gusta el basquetball, pero no te apasiona, ya no. Me gustaría que recuperaras eso que estoy seguro en algún momento perdiste.-


Rukawa parpadeo confuso. ¿Era idea suya o este tipo lo estaba criticando sin conocerlo? Su orgullo se molestó y su corazón le dolió. Aunque claro, nunca lo reconocería.


-Quiere que me vaya del equipo.- la de Rukawa fue una afirmación.


Pero la estruendosa risa del pelirrojo lo sacó de sus cavilaciones.


-¡Jajajajajaja! No, no me malinterpretes. Te lo dije en un comienzo, me gustaría conocerte. Y eso es porque me gustaría que te quedaras. Quiero saber porque eres como eres y en la medida de lo posible ayudarte a superar la limitación que te supone la desconfianza en tus compañeros. Alguien debe haberte fallado y entiendo que no me quieras contar, apenas nos conocemos. Pero me gustaría ayudarte con eso para que volvieras a enamorarte de este deporte tan maravilloso.-


Rukawa bajó la vista y tomó un sorbo de café. El pelirrojo decidió continuar.


-No te voy a presionar. Por supuesto que el hablar conmigo o no hacerlo será decisión tuya. Pero si decides hacerlo lo que me digas no saldrá jamás de mi boca. Si me necesitas puedes buscarme... ahora solo es decisión tuya.-


Rukawa entendió perfectamente el mensaje, debía salir de su oficina. El pelirrojo le estaba dando tiempo para saber qué hacer.


-Gracias Sakuragi-sama, lo pensaré.-


Iba a salir del despacho cuando la voz de su entrenador lo interrumpió.


-Rukawa... si no estamos hablando del equipo o de basquetball no tienes porque decirme Sakuragi-sama, solo dime Sakuragi.-


El pelinegro solo pudo asentir con la cabeza, luego salió a la duela. Se dirigió a uno de los aros con un balón en la mano y se dispuso a entrenar. Solo pudo hacerlo durante unos 5 minutos antes que sus compañeros comenzaran a llegar. Su cabeza estaba en un lugar muy alejado de la duela. Presentía que ese día le sería difícil concentrase.


Por suerte para él el entrenamiento fue todo lo que no había sido el día anterior. Cualquiera que los hubiera visto podría haber asegurado que estaban entrenando para derrotar al mejor equipo de Japón. Y en realidad no se hubiera estado tan equivocado. Entrenaban con esa idea, para ser los mejores. No se conformarían con ser solo "un buen equipo".


Los entrenamientos siguieron con ese exigente ritmo. Lo cual Rukawa agradecía de sobremanera. Recordó que durante la preparatoria se pasaba horas y horas entrenando con el único objetivo de llegar a su casa exhausto y dormirse en cuanto su cabeza tocara la almohada.


Seguía siendo el mismo. Cuando tenía problemas o cuando no quería pensar, como era el caso, cansaba su cuerpo para que su mente tampoco tuviere ganas de trabajar.


De vez en cuando, aunque más seguido de lo que él quisiera, recordaba el ofrecimiento del pelirrojo. Necesitaba por lo menos un par de días para pensar en qué hacer. A veces, en los entrenamientos lo miraba buscando su aprobación. Lo único que encontraba eran sus profundos ojos castaños inescrutables. No tenía la más mínima idea de lo que pasaba por la cabeza de su entrenador.


Así pasó la semana. Los agotadores entrenamientos ya habían espantado a tres de los novatos de ese año.


Hamamoto anunció su retiro luego de la práctica del miércoles. Fue un record. Solo soportó dos entrenamientos.


-Disculpeme, Sakuragi-sama, pero el entrenamiento me quita demasiado tiempo y energías. Si sigo con esto, en un mes ya habré reprobado todas las asignaturas. No me destaco por mi resistencia y necesito sacar mi carrera lo antes posible. Es por eso que me veo en la obligación de retirarme del equipo.-


El pelirrojo le encontraba toda la razón, la resistencia no era su fuerte. No dudaba de lo que le había dicho, aun así le dejó la posibilidad de volver si alguna vez creía posible rendir académica y deportivamente bien.


Izumi y Kato se despidieron el viernes antes de retirarse.


-Le pido perdón por haberme rendido tan pronto, Sakuragi-sama, pero el cansancio ha hecho que me comience a quedar dormido en clases.- se justificó Izumi.


-La presión psicológica me ha forzado a tomar la decisión de retirarme. En la duela pienso en las clases y en el aula pienso en los entrenamientos. Le pido que entienda, Sakuragi-sama.- dijo Kato.


La verdad es que Sakuragi creía que esos dos muchachitos se traían algo entre ellos. Si bien las explicaciones cuadraban perfectamente con sus personalidades y con las debilidades que él había visto en el primer entrenamiento. Quizás querían tiempo para estar juntos y ya. Sonrió, fuera lo que fuese, esperaba que tuvieran éxito.


 


˜*˜


 


Rukawa se dedicó el fin de semana a terminar sus deberes, a preparar informes y leer unos libros que les habían indicado serian de gran ayuda. Debía hacerlo ahora, puesto que pidió los libros en biblioteca y en la semana no tendría tiempo suficiente de leer dos hojas.


Una vez tuvo algo de tiempo para él y para relajarse decidió que era el momento de tomar una decisión. No podía alargarlo más.


«Me gustaría conocerte»


Esa era la frase que se repetía en su mente constantemente. Él también quería conocer al pelirrojo. A veces sentía que estaba jugando con fuego. No le había dado una respuesta. Físicamente lo evitaba, pero estaba constantemente buscándolo con la mirada... como tentándolo.


Tenía que arriesgarse a elegir ahora que es lo que haría. Si seguía jugando así como había estado haciéndolo durante la semana, el pelirrojo se cansaría y tomaría una decisión por él.


Bufó cansado. Sabía lo que quería, pero era perfectamente consciente de lo que  debía hacer.


Para el día lunes Rukawa ya había decidido. Por su bien debía alejarse de su entrenador. Cada día que pasaba se sentía más atraído por él... era como un imán. Si la cosa seguía así en un par de semanas estaría enamorado y dudaba que el pelirrojo fuera soltero, sin tomar en cuenta el hecho de que no consideraba posible que fuera gay... en el campus universitario muchas chiquillas babeaban por él.


Si hipotéticamente la suerte estuviera de su lado y su entrenador fuera un gay soltero, jamás se fijaría en alguien como él. Era solo un muchachito al cual había criticado duramente en su primera conversación. Suspiró. Era definitivo, no se le acercaría y de paso se encargaría de demostrarle que no era así como lo había descrito: un desapasionado y desconfiado individualista.

Notas finales:

Por favor dejen Review. La idea es mejorar y para eso necesito ayuda... Gracias.


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