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El momento exacto

La Primera Discusión

3.- La Primera Discusión


 


Dos semanas habían pasado y ellos solo habían intercambiado simples frases de cortesía. El pelinegro jugaba de una manera totalmente distinta, daba pases y se entregaba por entero en el juego. Pero el pelirrojo entrenador no se lo creía, ese muchachito seguía siendo el mismo.


Estuvo meditando durante días sobre cual era exactamente el problema. Una noche, en la soledad de su casa se detuvo a analizar todo lo que sabía.


-Es un joven que juega bien, si. Tiene la técnica y tiene la práctica. Esas son dos cosas fundamentales en un buen deportista.-


Se detuvo un segundo. Mientras se frotaba el mentón con una de sus manos recordó que la curiosidad le había ganado y había estado averiguando sobre su pasado.


-Juega basquetball desde pequeño. Jugó en la secundaria Tomigaoka, donde se desempeñó como capitán durante su último curso. Continuó sus estudios en la preparatoria del gobierno Shohoku, donde participó durante los tres años en el campeonato nacional, lamentablemente nunca ganaron. Jugó junto a Michi y Riochin. Ellos dicen que desde que lo conocieron arrastra la manía de jugar por él y para él.-


Suspiró. Si había sido siempre igual sería difícil a estas alturas cambiar su forma de ver el juego y al equipo.


-También fue rival en la duela del Puercoespín, el Miope, Bambi y Kosh-Kosh. Son de la misma idea que sus compañeros: siempre fue un arrogante individualista.-


El único que se explayó un poco más cuando le preguntó fue el pelopincho de Sendoh.


«Siempre me llamó la atención Rukawa. Intenté acercarme a él y hacerme su amigo, pero lo único que siempre le interesó fue el basquetball. Es un ermitaño, antisocial, autista, egoísta, egocéntrico, individualista. Además tenía la mitad de la población de Kanagawa a sus pies, porque claro, la otra mitad era mía... el  punto es que nunca le hizo caso a ninguna muchacha, no se le conoció pareja ni amigos, ni siquiera familiares».


No pudo evitar preguntarse en qué momento el Puercoespín fue rechazado por Rukawa. Las palabras «ermitaño, antisocial, autista, egoísta, egocéntrico, individualista» destilaban algo de resentimiento, especialmente por el tono de reproche con el que fueron dichos. Aún así se mordió la lengua para no preguntárselo y no reírse en su cara.


-El conquistador de Kanagawa rechazado ¡ja!-


Después de vagar por estos recuerdos decidió volver a lo que estaba.


-¿En qué estaba? A sí. En que siempre ha sido igual de individualista, eso habría que trabajarlo en base a la confianza. Si no se le conocieron amigos es lógico que no andará por la vida contándoles a las personas qué siente o qué piensa. La confianza es algo que se gana con el tiempo y aún así, no todos lo logran.-


Pero eso solo era la mitad del problema.


-En cuanto a la pasión por el basquetball... ha jugado toda su vida ese deporte. Tal vez le guste mucho, eso no lo pongo en duda. Pero con el tiempo puede haberse vuelto algo monótono. Y con mayor razón si siendo un buen jugador encontraba pocos rivales dignos de él. Eso podía lograrlo dándole un buen desafío.-


Se estaba involucrando demasiado con ese muchachito... mejor se iba a acostar. Ya tenía suficientes respuestas a sus preguntas por una noche.


 


˜*˜


 


El pelirrojo entrenador había decidido darle al pelinegro jugador otra semana más. Durante ese tiempo no le quitó la vista de encima intentando visualizar cualquier posible cambio... pero nada.


El día viernes de esa semana, cuando se había acabado el plazo que se había autoimpuesto para no intervenir antes de tiempo, se dijo que era definitivo. Tenía que tomar cartas en el asunto y cuanto antes lo hiciera mejor seria para todos: para él, el pelinegro y el equipo.


Dos semanas después de que comenzaron los entrenamientos se retiró el cuarto de los novatos: Dazai Yoshi.


-Perdón Sakuragi-sama, pero esto no es como yo pensé que sería. Venía a entretenerme, no a exprimir las pocas fuerzas que me quedan al gimnasio. Perdió el encanto. Lo siento.-


Por supuesto que «Perdió el encanto». Si ese chiquillo practicaba basquetball era porque se le daba bien, si no fue capaz de resistir los entrenamientos es porque en realidad no le gustaba lo suficiente.


Ahora que habían pasado tres semanas desde el inicio de las clases, y por tanto de las prácticas, solo dos de los novatos habían resistido. Lamentablemente uno de ellos se aislaba de forma voluntaria del grupo y por eso mismo al otro se le hacía más difícil integrarse. Es difícil entrar solo a un grupo consolidado de 9 personas.


Pero por esa misma razón "los veteranos", como los llamaba el pelirrojo, se sentían incómodos. Querían integrar a sus dos nuevos compañeros, especialmente a Saito que se estaba esforzando por conocer a los muchachos... pero la cosa simplemente no se daba. El pelirrojo estaba seguro que si hubiera otro novato junto al muchacho la cosa sería más fácil. Pero el papel de ese novato le correspondía al pelinegro, y saltaba a la vista que no tenía intenciones de integrarse a ningún grupo.


Suspiró frustrado. El muchachito se estaba convirtiendo sin quererlo en la piedra de tope de muchos.


 


˜*˜


 


-Bien, se acabó el entrenamiento, pueden ir a las duchas.- dijo Sakuragi.


Era viernes. El momento había llegado.


-Rukawa, luego de que se duche y se cambie de ropa diríjase a mi oficina.-


El pelinegro pestañeó confundido, pero hizo lo que el entrenador le decía.


-Aquí estoy Sakuragi-sama.-


El aludido levantó la cabeza de unos papeles que tenía. Ya estaba ubicado tras su escritorio. Con un gesto de la cabeza le indicó al recién llegado el lugar frente a él.


-Rukawa, toma asiento. Hay algunas cosas que me gustaría saber. Últimamente he visto que has cambiado tu estrategia de juego, me gustaría saber por qué ¿Qué pasó?-


-Bueno... hice lo que usted me dijo. Cambié lo que según usted estaba mal. Ahora doy pases y me entrego en el juego.-


El tono con el que habló el pelinegro sonó a claro reproche. Aún estaba sentido con lo que le había dicho su entrenador. Y ahora le hablaba a la defensiva. También estaba confundido ¿Qué no era eso lo que le había comentado el pelirrojo en su primera conversación? ¿Tan mal había entendido, acaso?


Sakuragi sentado frente a él lo miró fijamente y negó con la cabeza.


-Rukawa, me malentendiste. Yo no te pedí que le dieras pases a todos tus compañeros. Yo te pedí que confiaras en ellos. Tú aún no confías en nadie dentro de este gimnasio. Cada vez que entregas un pase tu mirada se vuelve analítica y tu cuerpo reacciona, quedando en la posición perfecta para correr en caso de que tu compañero falle. Sigues desconfiando tanto como en un principio, pero ahora además de cargar con ello, debes cargar contigo, te abandonaste por demostrar algo que no existe. Juegas bien, pero no te destacas... no eres tú.-


El pelinegro se quedó de piedra. Si había entendido bien, y así creía que había sido, le estaba diciendo que estaba peor que en un principio. A pesar de su cara de espanto, el pelirrojo decidió continuar.


-Además... me dices que te entregas por completo en el juego. Puede que sea verdad hasta cierto punto. Pero aún no hay pasión en tu juego, en tu entrega más parece haber... rabia. Estas molesto con algo y te desquitas de ello en la duela. No te entregues por completo aquí, hazlo en la vida. Haz del basquetball una pasión, pero no hagas de ello tu vida. Hay muchas cosas más afuera.-


-¿Eso es todo?- dijo el pelinegro.


Sakuragi bufo frustrado. Este era realmente un muchacho difícil. Y no había pasado por alto que se molestó.


-Sí, eso es todo Rukawa.-


-Bien, me voy de este equipo.-


Sakuragi se puso de pie en un segundo y antes de que el pelinegro pudiera abrir la puerta le dijo lo que podría cavar su propia tumba. Sabía que no era un comentario profesional.


-Eres un cobarde ¿siempre huyes cuando las cosas se ponen difíciles?-


No lo vio venir. Rukawa le asestó un fuerte golpe en la mejilla que le hizo perder el equilibrio. Cuando fue capaz de incorporarse y mirar a su alrededor ya no había rastros del pelinegro.


 


˜*˜


 


Rukawa estaba recostado sobre su cama. El idiota pelirrojo que era el entrenador del equipo de basquetball le había dicho cosas de él que ni siquiera él mismo sabía. Lo conocía como nadie y no entendía cómo lo había logrado.


Curvó sus labios en una mueca similar a una sonrisa. En la preparatoria lo llamaban "el rey del hielo" porque era un muchacho frío que no demostraba emociones. Y ese hombre había logrado no solo ver a través de su máscara de hielo, sino también descontrolarlo de tal manera con sus palabras que había perdido el control de sí mismo hasta el punto de golpearlo


Le gustaba el basquetball. Por Kami que le gustaba. Y por supuesto también le gustaba el pelirrojo. Suspiró.


Luego de haber atacado al entrenador era más que obvio para él que ya no pertenecía al equipo de basquetball. Y también era más que obvio que el pelirrojo no querría saber de él ni siquiera para recibir unas disculpas, disculpas que en todo caso no le pensaba dar, ya se había rebajado lo suficiente al descontrolarse como para más encima tener que tragarse su orgullo.


Era consciente de que le había pegado con todas sus fuerzas. Fue un golpe desmedido. Comenzó a gruñir.


-¿Por qué demonios parece conocerme tanto?-


Suspiró.


-Seguramente conoce a todos los integrantes del equipo... no te creas tan especial, Kaede.-


No quería pensar cosas que no eran. De nuevo. Era imposible que el pelirrojo lo viera como algo más que un buen jugador, quizás si tenía suerte, como alguien que podía llegar a ser importante para el equipo... pero no para él.


Las chicas lo seguían a todas partes como bobas y con corazoncitos en sus ojos y baba en sus bocas. Proclamaban a los cuatro vientos que estaban enamoradas de la estrella del equipo de basquetball, pero la verdad es que ninguna de esas molestas chiquillas lo conocía ni siquiera un poco.


De los chicos, la mayoría lo detestaba porque era adorado por todas las chicas y eso los dejaba sin posibilidades de conquistar a la que le gustaba. La minoría a veces se le acercaba con la intención de hacerse llamar su "amigo" y llamar la atención de algunas muchachitas.


¿Su familia? pues no tenía. Sus padres habían sido hijos únicos y sus abuelos habían muerte antes de que él naciera. Su madre había muerto cuando él era un niño y su padre un par de años atrás, dejándole como herencia una deuda que se encargaba de asegurar un hogar para alguien de quien no conocía su existencia, olvidándose completamente de su hijo.


No tenía a nadie en el mundo que se preocupara por él y dudaba mucho de que fuese el pelirrojo el primero en hacerlo. Durante años se había refugiado en el basquetball. Nunca sería algo más que un buen jugador y si tenía suerte podría llegar a considerarse parte de un equipo. Lamentablemente, a estas alturas tampoco estaba muy seguro de esta afirmación.


-Solo soy uno más...-


Con esa idea en la cabeza se metió bajo las frazadas de su cama. Tenía frío, el invierno estaba cerca. Bufó. Como si no tuviera suficientes problemas ahora debía pensar cómo conseguir algo más de calor... porque ni soñar con calefacción de ningún tipo.


Luego de un par de minutos de dar vueltas en la cama, se quedó dormido.


 


˜*˜


 


En otro lado de la ciudad, un pelirrojo seleccionaba unas prendas de su armario y las guardaba en un pequeño bolso de viaje que tenía sobre la cama. En solo un par de días habían pasado muchas cosas y ahora necesitaba un tiempo para poder pensar. Y para que se le pasara la hinchazón del rostro.


En cuanto terminó con su tarea decidió meterse a la cama. Ya mañana llevaría las cosas al auto.


Tendría que encargarse también de llamar al director de la Universidad para pedirle unos días de descanso, esperaba que le diera lo que quería sin preguntar mucho. No le gustaba mentir, pero si tenía que hacerlo, lo haría sin dudar.


Con este último pensamiento cerró los ojos para descansar. Ya mañana seria otro día.

Notas finales:

Gracias a las personas que han dejado sus Review. Sigan haciéndolo y leyendo. Ojalá les este gustando.


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