Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El momento exacto

Decisiones

11.- Decisiones


 


Esa mañana hicieron lo mismo que habían estado haciendo hasta ese momento. Pero las palabras no fluían. Ambos sabían que no era el momento.


Esa mañana, al igual que el día anterior, Rukawa no iba a asistir a clases. Tenía en el rostro diversos hematomas, rasguños y muestras de una pelea. Además de que su cuerpo estaba resentido. No tenia huesos rotos, pero los músculos estaban bastante adoloridos por haber recibido golpes y patadas.


Luego del desayuno, el pelirrojo fue al baño a buscar su maletín. Rukawa ya lo esperaba tendido en la cama, sin polera, listo para recibir un masaje con crema analgésica y antiinflamatoria.


El pelirrojo se mordía el labio mientras sus manos recorrían esa perfecta espalda que tanto se le apetecía probar. Marcar con su boca y sus dientes y que nadie más se atreviera siquiera a mirarla. Intentó pensar en otra cosa para distraerse, en los problemas que tenían 6 de sus muchachos. Suspiró, él no podía hacer nada para ayudarlos, dependía de ellos buscar una solución.


Como en el problema que él tenía ahora con el pelinegro. La solución dependía solamente de ellos dos.


Se había pasado bastante pensando en que hacer. Aún no lo tenía claro, así que decidió empezar por algo más simple: ¿qué sentía por Rukawa? Le gustaba, sin duda. Pero ¿era esa frase lo suficientemente grande como para abracar todo lo que sentía? Creía que no: el miedo cuando vio que lo iban a violar, la angustia de la noche anterior de no saber donde estaba, la inquietud al ver dónde y cómo vivía, la necesidad de cuidarlo, de abrazarlo, de besarlo... de hacerlo feliz. ¡Perfecto! Se había enamorado... suspiró.


Ahora que sabía lo que sentía ¿qué hacer? Esa era la parte difícil de la cuestión. Lo quería junto a él, pero para eso debería ofrecerle una relación. Hasta ahí bien, solo que nadie podría enterarse. Sería algo así como una relación puertas adentro. Nada de muestras de cariño fuera de la casa. Eso sería difícil... suspiró.


No sabía nada más por ahora. Eso era todo lo que tenía claro. Cualquier otra cosa... no lo sabía. Y no pretendía entenderla ahora. Su cabeza hervía producto de la confusión.


Terminó de aplicarle la crema y se levantó de la cama.


-Te espero abajo...- dijo antes de salir.


El momento de la verdad había llegado.


 


˜*˜


 


Ahí estaba él, Rukawa Kaede, tendido sobre la cama esperando que su hermoso pelirrojo le fuera a dar un masaje con crema antiinflamatoria. Cualquier cosa por sentir sus manos en mi cuerpo, se dijo.


Mientras recibía ese masaje, no pudo evitar que su mente merodeara por lo que estaba pasando... y lo que iba a pasar.


La tarde anterior el pelirrojo lo había besado apasionadamente y él, obviamente, le había respondido. Pero cuando más interesante se iba a volver la situación, se detuvo. ¿Por qué? Eso es lo que llevaba horas preguntándose.


«No te gusto, no me quieres, no me deseas...»


Esa fue la primera idea que tuvo, y se la dijo. Pero en realidad no estaba tan seguro de eso. El pelirrojo lo había ayudado mucho y se preocupaba por él. Lo había cuidado y mimado en todo momento.


Entonces ¿por qué se había detenido? No lo sabía, por ahora esa era una pregunta sin respuesta. Ya se encargaría de averiguarlo.


«Creo que estas confundido y no me voy a aprovechar de ti. No soy de esas personas»


¿Sería esa la razón por la que se detuvo? Es posible, pero él tenía claro lo que sentía. Había llegado a esa casa sintiéndose fuertemente atraído por el pelirrojo, pero éste, con toda la atención que le había dedicado había hecho que terminara enamorado... suspiró.


¿Qué haría para demostrarle que lo que sentía por él era algo serio? No lo tenía muy claro, pero sería capaz de hacer lo que él le pidiera. ¿Y si le pedía que se olvidara de él? O peor ¿si le pedía que se fuera de la casa? ¿Sería realmente capaz de hacer lo que le pidiera? Si, haría lo que el pelirrojo quisiera si eso lo hacía feliz... suspiró.


Eso era todo. Tenía mil preguntas y ni una respuesta, porque las respuestas a todo lo tenía su pelirrojo. Todo dependía de él, de lo que él le dijera.


Sintió como el pelirrojo terminaba el masaje y se levantaba. La última frase que dijo antes de salir lo hizo colocarse un poco tenso.


-Te espero abajo...-


El momento de la verdad había llegado.


 


˜*˜


 


Ahí estaban. Frente a frente y sin decir nada. La situación se estaba volviendo algo tensa, pero ninguno de los dos sabía muy bien cómo empezar. Hasta que uno se animó a hacer la pregunta que más le atormentaba.


-Ayer en la tarde... ¿por qué te detuviste?- dijo Rukawa.


-Ya te lo había dicho, no era mi intensión aprovecharme de tu confusión.


-No estoy confundido ¿cómo quieres que te lo demuestre?-


-No te canses...-


-¿Qué sientes por mí?-


-...-


-¡Dime!


-¿Y qué sientes tú por mí?-


-Me enamoré... me enamoraste. Llegué aquí sintiendo una fuerte atracción por ti, pero con tus cuidados y mimos lograste que me enamorara... ahora dime ¿Qué sientes tú por mi?-


-También me enamoré de ti...- dijo con pesar.


-¿Cuál es el problema? ¿Por qué no podemos estar juntos?-


-Eres mi alumno...-


-¿Y eso qué?-


-En mi último año ocurrió un incidente que dejó al equipo de basquetball sin su entrenador. Él fue sorprendido por un grupo de chicos teniendo relaciones con una muchacha. Llevaban varios meses juntos, pero después de este incidente él fue despedido y a ella se le canceló la matricula. El rumor corrió rápidamente y en un par de días toda la ciudad estaba enterada. Se les miró mal a ambos. Pasaron por muchos problemas y la que era una relación fuerte y estable se terminó, si no me equivoco ella se fue a Fukuoka y él a Akita. En resumen: arruinaron sus vidas por nada... a fin de cuentas terminaron separados por kilómetros y kilómetros de distancia.-


Rukawa se sorprendió. Así que era eso.


-¿Tienes miedo de perder tu trabajo?-


-No. Eso es lo de menos. Tengo miedo de que tú pierdas tu posibilidad de estudiar. ¿Sabes? Aún puedes ir a jugar a la NBA. No me permitiría arruinarte tu futuro. No sabes los impedimentos que tendrías de conseguir algo si se enteraran que eres gay y peor aún, que sales con tu entrenador.


El pelinegro se sorprendió ¿era posible que amara más a ese testarudo pelirrojo?


-¿Por qué no me dejas a mí elegir mi futuro?-


-¿Eh?-


-¿Crees que sería feliz jugando en la NBA sabiendo que por eso dejé escapar al que pudo ser el amor de mi vida? Déjame a mi decidir qué es lo que quiero para el resto de mi vida y que estoy dispuesto a sacrificar para conseguirlo. Te amo y quiero estar contigo.-


-Yo... dame un minuto.-


El pelirrojo dejó caer su cabeza en el respaldo del sillón y cerró los ojos. Meditó lo que le decía su niño. Tenía razón en muchas cosas, estaba decidiendo por él. ¿Y si lo que él creía que era lo mejor para el pelinegro, resultaba no serlo? Tenía que dejar que tomara sus decisiones y que se equivocara. Aunque sabía que si ambos estaban dispuestos a poner de su parte, esto no tenía porque ser una equivocación. Por ahora esa era su respuesta.


-Kaede, te amo. Me gustaría poder darte todo lo que quieres, pero de momento solo puedo ofrecerte una relación en secreto, dentro de la casa y para nuestros amigos. En la Universidad no se pueden enterar... no por ahora, por lo menos ¿qué dices?-


Rukawa lo meditó unos segundos. Conocía a ese pelirrojo. Era llevado a sus ideas. De momento sabía que era todo lo que podría conseguir de él. Quizás no tendría otra oportunidad mejor. Ya más adelante se encargaría de ver cómo iba la cosa y mejorar lo que estuviera mal.


-Está bien...- dijo con una sonrisa.


El pelirrojo le sonrió de vuelta, mientras sus ojos brillaban emocionados y le tendía los brazos en una clara invitación.


Rukawa se arrojo a sus brazos, esos que tanta seguridad le daban. El pelirrojo lo apretó firmemente con la silenciosa promesa de cuidarlo. Luego se besaron, lentamente, solo un roce, una caricia, algo dulce y tierno. No estaba presente el fuego de la última vez. Ahora solo disfrutaban del momento, se saboreaban y reconocían. Así estuvieron largo rato. Solo se detenían para mirarse a los ojos y luego volvían a continuar.


 


˜*˜


 


Sakuragi estaba dirigiendo el entrenamiento de ese día. Le parecían que las cosas habían cambiado. No sabía si para bien o para mal. Koshino y Mitsui parecía que estaban por la paz, a diferencia de Sendoh y Akita.


La actitud de Miyagi y Takashi, aunque más sutil, seguía siendo básicamente la misma. Creían que la principal víctima era Michi y el gran culpable el Puercoespín. Era obvio: Sendoh sabía perfectamente que le gustaba a Mitsui y se había aprovechado. Ryota lo apoyaba porque era su mejor amigo en el campus y Takashi porque el pelirrojo estaba seguro que sentía algo más que amistad por Michi.


Durante el entrenamiento les exigió al máximo. Era martes y el sábado tendrían un partido de práctica. Debía conseguir que esos muchachos jugaran medianamente bien juntos o se vería en la obligación de usar a Jin, Hanagata, Endo, Saito y Rukawa. Claro, si Rukawa se encontraba en condiciones de jugar para ese día.


Cuando los muchachos ya no eran capaces de mantenerse en pie, los dejó libres con un simple "a las duchas".


 


˜*˜


 


Cuando llegó a la casa, el pelinegro tenia la cena preparada. El pelirrojo lo premió con un apasionado beso que dejó tembloroso al muchacho. Luego cambió de tema como si nada.


-¿Estas muy adolorido?- preguntó mientras le tocaba un costado.


Una casi imperceptible mueca le hizo saber la respuesta.


-Un poco ¿por qué?-


-Pensaba decirte que jugáramos un uno a uno en la cancha, pero veo que no se podrá. Aún así podemos practicar los tiros a canasta y los pases. Me gustaría que estuvieras en forma para este sábado.


Rukawa asintió. De un tiempo a esta parte estaba llevando un ritmo irregular en cuanto a entrenamientos. Tenía que recuperarse. Además le llamaba la atención la idea de jugar un uno a uno con su pelirrojo. ¿Sería bueno? Por supuesto, su Hana era perfecto. Sonrió.


Luego de la cena, reposaron unos minutos y se dirigieron a la cancha, donde estuvieron practicando una hora. Luego de bañarse, el pelirrojo volvió a aplicar antiinflamatorio al pelinegro y lo arropó en su cama. No quería acostumbrarse a dormir junto a su niño tan pronto.


Besó apasionadamente sus labios, lo miró fijamente a los ojos y se despidió.


-Buenas noches, mi niño, te amo.- y besó su frente.

Notas finales:

Gracias a las personas que han dejado sus Review. Sigan haciéndolo y leyendo. Espero que les este gustando.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).