13.- Visita
Los entrenamientos del equipo habían vuelto a ser lo que fueron en un principio. Se habían acabado los problemas, se habían perdonado los errores y se habían dado segundas oportunidades. Habían vuelto a ser un equipo.
Quedaban tres semanas de clases y por tanto tres partidos. Sakuragi pensaba en la conversación que había tenido con un amigo, entrenador de otra Universidad, luego del último partido.
Flash back
-¡Sakuragi!-
-¡Ogata! No te he visto últimamente ¿Cómo estás?-
-Bah... ¿para que querrías verme?. Luego de la derrota que sufrimos a manos de ustedes lo único que pretendes es burlarte.- dijo con una sonrisa.
-¡Jajajajaja! Vamos, no seas mal perdedor.-
-No lo soy. Y te lo vengo a demostrar contándote algo de lo que me acabo de enterar.
-¿Qué es?-
-Una noticia que comentan los entrenadores, pero que aún no ha llegado a oídos de los jugadores.-
-¿Qué pasó?-
-Durante las dos últimas semanas del campeonato, estará presente un representante de la NBA, al parecer viene a buscar nuevos jugadores.-
-Vaya, eso es interesante.-
-Sí, pero como decía, los muchachos aún no lo saben. No quieren presionarlos. Que terminen jugando mal por querer llamar la atención o que sufran una decepción por no ser lo suficientemente buenos...-
-¡Ogata-sensei!- se escuchó el grito de un muchacho que lo llamaba.
-Bueno Sakuragi, me voy. Ojalá nos veamos en los últimos partidos.-
Fin del Flash back
«No quieren presionarlos. Que terminen jugando mal por querer llamar la atención o que sufran una decepción por no ser lo suficientemente buenos»
Sakuragi recordaba especialmente esas palabras. Los otros entrenadores tenían razón en ocultarles la noticia a sus jugadores. Decidió hacer lo mismo.
-¡Muchachos!- gritó el entrenador.
Una vez que estuvieron reunidos frente a él, continuó.
-Quedan tres partidos. No me conformaré solo con ganar, quiero que seamos los mejores. Así que mentalícense para lo que se viene. Jugaran con todas sus energías, disfrutaran esos juegos y saldrán de la duela siendo otros.
-¡Sí!- gritaron todos al mismo tiempo.
˜*˜
Durante la semana antes del primer partido se decidió por un entrenamiento de otro tipo. Físicamente los muchachos estaban bien, tenían la resistencia y las habilidades para jugar ese partido. Pero seguían teniendo ciertos factores débiles.
Los dividió en dos grupos para jugar, pero los cambió de posiciones. Su idea era que todos tuvieran oportunidad de estar en las mejores condiciones posibles para ese fin de semana.
˜*˜
Era lunes y la noticia había corrido como la pólvora. El equipo de basquetball de la Universidad de Kanagawa le había ganado al mejor equipo del grupo. No solo eso. Habían jugado de una manera que no se les había visto hasta ahora, habían salido a relucir habilidades que incluso los mismos jugadores desconocían.
Se hablaba de la capacidad de Jin como capitán, de la habilidad de Koshino para robar balones, la destreza de Mitsui de crear un buen juego, la pericia de Akita en los revotes y la rapidez del novato Saito.
Pero sobre todo había llamado la atención un pálido joven pelinegro: Rukawa Kaede, la sensación del partido. Tenía resistencia física y velocidad, su juego individual terminaba en jugadas magnificas y su juego en equipo le daba a los demás el ánimo suficiente como para que todos terminaran disfrutando del momento.
Sakuragi decidió continuar con ese tipo de entrenamientos. Exigentes, pero no agotadores, fortaleciendo las ventajas y corrigiendo los errores.
Por otra parte, ahora tenían cierta presión por lo conseguido en el partido anterior. Pero sabían que de ganar los dos juegos que quedaban y por una buena diferencia, se alzarían con la copa del campeonato. Por primera vez.
˜*˜
Estaban a 10 minutos de que todo terminara. Éste era el último partido. El pelirrojo no pudo evitar recordar como hace tres semanas hicieron un juego totalmente diferente luego de un cambio radical en el entrenamiento. Luego vino el penúltimo juego que habían ganado por una gran diferencia de 28 puntos, algo inusual para el campeonato nacional, donde todos los equipos eran bastante buenos. Y ahora estaban a minutos de terminar y se encontraban 17 puntos arriba de sus oponentes.
El equipo contrario acababa de pedir tiempo fuera y el pelirrojo aprovechó para dar el último consejo a sus muchachos.
-Chicos... ¿recuerdan lo que les dije? Jugamos para ganar. ¡Vayan a eso!-
-¡Si!- gritaron todos.
-Otra cosa más... disfruten este juego.- y les sonrió.
Esperó que los jugadores se alejaran un poco para par un par de pasos al frente y llamar a Rukawa. La idea era estar en medio de la cancha y el banquillo para que nadie los oyera.
-Mi niño... todo tu entrenamiento... quiero que lo demuestres ahora.- dijo con un murmullo.
-Si...- dijo algo emocionado.
-Te amo.-
-Yo también te amo.-
Y volvió a la duela, mientras el pelirrojo volvía a sentarse.
Sonrió para sus adentros. Ahí estaba su muchacho, brillando como una estrella, opacando a sus rivales y dándole de su resplandor a su equipo. Ahora tenía todo lo que le faltaba en ese primer entrenamiento cuando lo conoció: confiaba en sus compañeros, se permitía jugar en equipo y había pasión en todo lo que hacía en la duela.
El ruido del silbato indicó que el juego había terminado. La Universidad de Kanagawa había ganado y de paso se coronaba como el campeón nacional de ese año.
Mientras los muchachos estaban en el vestuario, el pelirrojo los esperaba afuera. Un hombre se le acercó y le habló.
-Señor Sakuragi, soy Nick Ryan, representante estadounidense de la NBA. Me gustaría hablar con usted sobre uno de sus jugadores.-
-Un gusto señor Ryan. ¿Sobre quién quiere hablar?- al pelirrojo se le aceleró el corazón.
-Rukawa Kaede.
˜*˜
Habían llegado a casa hace unas horas. Estaban cansados de todo. El viaje de ida, el partido, la premiación y el viaje de vuelta. Se habían bañado y cenado. Ahora estaban en el sillón abrazado, simplemente descansando y disfrutando uno del otro.
-Felicidades, mi niño, estuviste fantástico. Estoy orgulloso de ti.-
-Gracias...- dijo avergonzado Rukawa.
-Te tengo una sorpresa...-
Sakuragi fue hasta su habitación para volver con una carta. Luego de unos segundos se la extendió al pelinegro.
Rukawa la miró un momento como dudando de lo que sería esa carta. La abrió y la leyó atentamente. Se puso pálido, dando la impresión de que en cualquier momento de desmayaría.
-Kaede, amor ¿estás bien? ¿Qué te pasa?-
-Yo... ¿esto es una broma verdad?-
-¡No! ¿Cómo se te ocurre que va a ser una broma? Fuiste el mejor jugador del equipo y del campeonato. Te quieren en la NBA...-
Se calló de golpe. El pelinegro estaba reaccionando como si fuera algo que no quisiera. Pensó que estaba equivocado, por supuesto que lo quería, para eso se había estado entrenando tan duro. Aún así decidió preguntar.
-¿No quieres irte a jugar a la NBA?-
-Yo... no. No quiero.-
-¡¿Qué?!-
-Lo quería cuando entré a la preparatoria y aún lo quería cuando entré a la Universidad... pero ya no.
-¿Por qué?-
-Por ti. Tú me lo dijiste. Cuando decidiste quedarte era porque tenías cosas que te amarraban a este lugar, cosas que no querías perder. Pues es lo mismo ahora. Tú estás aquí y yo quiero estar donde estés tú.
Hubo un minuto de silencio donde Rukawa se asustó de haber hablado demasiado. ¿Y si el pelirrojo volvía a su antigua manía de creer saber lo que era mejor para él y tomar decisiones según eso?
Por su lado, Sakuragi pensaba que hacer. No quería dejar a su niño, pero tampoco quería que él renunciara a su sueño de jugar en la NBA. Meditó por un momento y decidió intentar algo... pero no diría nada hasta tener una respuesta que esperaba fuera positiva. Suspiró.
-¿Hasta cuando tienes plazo para responder a la oferta?- preguntó Sakuragi.
-Hasta el lunes...- dijo algo confuso.
-Bien, no hagas nada hasta ese momento. Vamos a dormir, mañana hablaremos con más calma.-
Así subieron cada uno a su habitación, sumidos en sus propios pensamientos.
Rukawa se durmió inmediatamente. A pesar de la preocupación que tenía en ese momento, el cansancio era más grande.
En el dormitorio contiguo un pelirrojo se sentaba en la cama con el celular en la mano. Marcó un número y esperó.
-¡Gordito! Tanto tiempo que no hablábamos...-
-...-
-Sí, lo sé. La verdad es que si, necesito un favor... muy, muy grande.-
˜*˜
Era domingo por la noche, estaban cenando. Aún no habían hablado sobre la oferta que había recibido Rukawa para jugar en la NBA.
El pelinegro esperaba a que Sakuragi hablara y si aún no decía nada es porque aún no tenía nada que decir. Eso estaba pensando cuando sonó el celular del pelirrojo.
-Disculpa, ya vengo.- se excusó el pelirrojo.
A Rukawa le sorprendió que subiera a su dormitorio a hablar, pero no dijo nada. Se tardaba demasiado para su gusto... ¿con quién demonios estaba hablando su pelirrojo tan en secreto?
Cuando volvió tenía una sonrisa radiante. Ni siquiera lo dejó preguntar qué es lo que pasaba.
-Kaede, amor, nos vamos a Estados Unidos.-
-¿Qué?-
-Eso. Tienes una oferta para jugar en los Lakers ¿cierto?-
-Sí, pero ya te dije que yo quiero estar donde tú estés.-
-Pues yo me voy a Estados Unidos a jugar por los Lakers.- dijo con una sonrisa.
-...¿cómo?...-
-Cuando tenía 18 años me hicieron una oferta que rechacé. Lo hicieron durante tres años más. La última vez me dijeron que si algún día cambiaba de opinión que los llamara... idealmente antes de cumplir 30. Aún me quedan un par de años.-
-¿Por qué?-
-¿Por que qué?-
-¿Por qué aceptaste ahora?-
-Porque haría cualquier cosa por ti. Todas las cosas que me atan a este lugar jamás van a ser ni la mitad de importantes de lo que tú lo eres para mí.-
Rukawa se había lanzado a los brazos de su pelirrojo. Cada vez que lo pensaba estaba más convencido de que ese pelirrojo había sido un ángel en su vida. Había llegado a iluminarlo todo y ahora lo ayudaba a cumplir su sueño. Lo amaba como sabía que nunca podría amar a nadie más. Y se lo dijo.
-Te amo, te amo tanto, tanto...-
-Yo también te amo mi niño. Mañana llamarás a ese representante. Luego iremos a la Universidad, yo debo presentar mi renuncia y tú congelar tu carrera. Ya estudiaras algo allá... por cierto ¿te dije que te amo?-
-¡Jajajaja! Te amo.- volvió a repetir feliz de la vida.
Con un beso se demostraron cuanta verdad había en estas palabras.