5.- Despertar
Un muchacho pelirrojo de casi 1metro 90 se encontraba sedado en la habitación de un hospital luego de haber sido operado la tarde del día anterior.
Hanamichi se removió en la cama algo incomodo, luego abrió los ojos. Sentía que había despertado de un largo sueño, si bien su cuerpo le decía que aunque así fuera, no había sido un sueño reparador.
Se encontraba algo desorientado. Miró por la ventana y vio que era de día. Intentó recordar algo, con mucho esfuerzo lo logró.
-Jugamos contra Sannoh y ganamos -meditó unos segundos-. Yo anoté los últimos puntos -una boba sonrisa se formó en su cara-. Fue un pase del Zorro... -calló de golpe, aunque parecía imposible, era lo que recordaba- y sentí... sentí como si... -no pudo seguir, no encontraba las palabras para describir todas aquellas emociones que lo embargaron en ese momento-. Chocamos nuestras manos.
Se detuvo un momento para reflexionar que es lo que había pasado. No estaba muy seguro de eso. Miró a su alrededor. Aquello no era la posada, eso estaba claro. Entonces ¿dónde estaba? Sentía que estaba olvidando algo importante, tenía que haber algo más.
-Nos duchamos y... -silencio-. Me lesioné... en medio del partido me lesioné.
Recordó el dolor que sintió al caer sobre la mesa, el que sintió cuando volvió a jugar y sobre todo el dolor que sintió en las duchas.
-Zorro... -no sabía porque había dicho eso-. ¿Por qué me acuerdo del estúpido del Zorro apestoso? -dijo algo molesto con él por evocar a su rival cuando estaba intentando saber qué es lo que le había pasado-. Solo estábamos nosotros -dijo con algo de pesar al recordar que todos se habían retirado del vestuario excepto el Zorro.
«Zorrito... ayuda»
No volvió a pronunciar palabra, pero fue perfectamente consciente de que lo último que dijo antes de caer en la oscuridad, fueron esas palabras para su "rival". Empezaba a preguntarse si aún tenía derecho a llamarlo así.
Recordó todo lo que sintió en los últimos segundos del partido. Recordó también el choque de manos. Pero sobre todo recordó la mirada de su compañero. Suspiró algo frustrado. Estaba confundido.
Volvió a mirar a su alrededor. Antes de perderse en sus ideas intentaba saber donde estaba. Creyó saberlo -un hospital- se dijo. Todo demasiado blanco, demasiado pulcro. No le gustaba esa sensación de limpieza excesiva. Le hacía pensar que las personas que habían estado antes que él no habían dejado nada en ese lugar.
-Cuando yo me vaya será lo mismo. Borraran cualquier huella que demuestre que alguna vez estuve aquí. Nadie me recordará.
Todos lo veían como un muchachito alborotador y algo atolondrado. Casi lo prefería así. La verdad no era tan simple. Su vida no había sido fácil y había aprendido de la manea difícil. Solo que había decidido reservarse una parte de si para él mismo, su lado "filosófico" como solía llamarlo. De alguien "alborotador y atolondrado" nadie esperaba mucho. No quería decepcionar a los demás... ya suficiente lo habían decepcionado a él.
Volvió a mirar a su alrededor para seguir en sus cavilaciones.
-Las personas entran en la vida de los demás por alguna razón. Nadie pasa solo así... sin pena ni gloria. Conoces a alguien por alguna razón. Nada es al azar -miró las paredes y las sabanas -demasiado blanco- se dijo, suspiró-. Es como conocer a alguien y el día que sale de tu vida borras cualquier recuerdo de esa persona, cualquier memoria -miró por la ventana-. Si es así cada vez que alguien se va... solo estás perdiendo el tiempo, estás perdiendo tu vida... si borras cada hecho, cada lugar, cada fecha donde estuvo esa persona... te quedas sin nada.
Cerró los ojos y disfrutó del silencio. Estaba algo inquieto y se preguntaba el por qué de todo lo que acababa de pensar.
˜*˜
Minutos más tarde entró una enfermera a ver si el apuesto joven pelirrojo había despertado. Hanamichi abrió los ojos al sentir la puerta abrirse.
-Buenos días, joven Sakuragi -saludó amable la enfermera-. Soy la enfermera Keiko.
-Buenos días Keiko-san -dijo Sakuragi-. ¿Qué me pasó?
-Bueno... -la joven enfermera lo pensó unos segundos y luego dijo- hablaré con el médico para que venga.
˜*˜
Media hora más tarde entró el médico.
-Joven Sakuragi -dijo satisfecho-. Me alegra que haya despertado -sonrió al decirlo-. Lleva más de 16 horas dormido, aunque se le hayan administrado sedantes, eso es bastante, aunque entiendo que seguramente estaba cansado -lo miró comprensivo-. Primero me gustaría examinarlo, luego hablaremos de lo que pasó.
-Si -Hanamichi no pudo evitar notar que esa afirmación no admitía replicas a pesar de haber sido dicha con un tono muy jovial.
El médico revisó a Hanamichi exhaustivamente. Hizo lo mismo con los medicamentos administrados vía intravenosa y la ficha clínica que le fue facilitada por la enfermera.
-Keiko-san -dijo el médico dirigiéndose a la enfermera- retírele la vía al joven Sakuragi. El tratamiento antibiótico, la hidratación y la alimentación se harán vía oral. El control de signos vitales que sea cada 6 horas, cualquier cambio que se me informe en seguida.
-Sí, doctor -dijo la enfermera. Mientras ella hacia lo indicado, el médico escribía en la ficha de Sakuragi.
Un par de minutos después, Hanamichi se estaba empezando a exasperar. Quería saber que había pasado... o qué pasaba. No entendía por qué el médico no se lo decía y le daba tantas vueltas a conversar con él.
-Vengo de inmediato, joven Sakuragi -dijo el médico y salió de la habitación antes que éste pudiera procesar lo que le había dicho.
Por suerte para los nervios de Hanamichi el médico volvió prácticamente al minuto. Pero no venia solo y eso le sorprendió. El Gordito caminaba a su lado con una expresión mezcla de preocupación y de tranquilidad a la vez. Hanamichi se preguntó si eso era posible.
-Bien... -empezó el médico- no podía hablarte de lo que sucedió estando tú solo, era necesario que estuviera presente la persona que en este momento está a cargo de ti por ser menor de edad -miró al entrenador Anzai y continuó-. Ayer en la tarde un joven te trajo a urgencias luego de que sufrieras una lesión en la espalda.
Se detuvo un segundo para ver si Sakuragi seguía su explicación. Este asintió, pero antes de que pudiera seguir, se vio interrumpido.
-¿Quién me trajo? -preguntó Hanamichi, más a su entrenador que al médico.
-Rukawa -el Gordito, preciso y conciso como siempre.
Sakuragi asintió, eso es lo que había pensado... y en el fondo deseaba que hubiera sido el Zorro el que lo trajera a este lugar. Hizo una mueca ante el pensamiento de -este lugar-.
-No debiste volver a jugar -el médico no pudo evitar el comentario-. Si hubieras venido de inmediato luego de haberse producido la lesión no hubiera sido nada grave, lo controlaríamos en un par de semanas con una terapia simple de ejercicios con un kinesiólogo cualquiera -tomó aire-. Pasó demasiado tiempo desde la lesión hasta que llegaste aquí y eso le dio tiempo a tu cuerpo de resentirse y de reaccionar ante el cambio que se produjo, además de los excesivos cambios posturales y el sobreesfuerzo que hiciste durante este tiempo, sufriste una infección.
El médico guardo silencio durante unos segundos. Dándole tiempo a Sakuragi de entender lo que le estaba diciendo y esperando que en el fondo comprendiera lo que quería decirle -debe aprender a priorizar su salud por sobre otras cosas-.
-Te operamos, todo salió bien, aún así necesitarás de al menos 6 meses de rehabilitación en una clínica especializada en lesiones deportivas... -se vio interrumpido por el joven.
-No lo puedo pagar -dijo con voz firme, pero con la mirada perdida en algún punto de la habitación. Recordó que sus padres no vivían y que su actual tutor legal no estaba en condiciones de hacerle un préstamo del valor que podía más o menos imaginar que costaría su estadía en una "clínica especializada en lesiones deportivas" como había dicho el médico. No pudo evitar pensar que para él era fácil decir algo así, seguramente con su trabajo ganaría mucho dinero.
-Ya nos lo dijo el joven Mito que no podían pagarlo -el Gordito volvió a hablar- pero un hombre que pidió mantener su nombre en reserva se hará cargo de todos los gastos que tengas en la clínica además del tratamiento y cualquier improvisto que se presente hasta tu recuperación.
Hanamichi no lo podía creer. Pero de pronto recordó algo.
-Dijo... ¡¿6 meses?! -se alteró, fue un dato que pasó por alto al pensar primero en que no podría pagar la rehabilitación.
Si todo ese tiempo de rehabilitación le parecían exagerados tenía que esperar a saber la noticia completa. Lo que le diría ahora podría derrumbarlo y acabar con sus esperanzas y con esa energía que irradiaba a raudales.
-Con el tratamiento adecuado de la lesión es el tiempo mínimo de recuperación para una persona normal.
Sakuragi asintió y el médico no pudo evitar preguntarse qué es lo que estaba pensando. Saltó a la vista que una idea le cruzó por la cabeza. Sus ojos brillaron ilusionados. No es que quisiera arruinarle el momento, pero decidió continuar con lo que tenía pensado.
-Además... -el médico tomó una gran bocanada de aire- es bastante probable que no pueda volver a jugar basquetbol, joven Sakuragi.
Hanamichi lo miró como si no lo hubiera visto hasta ese minuto. Y lo que pasó a continuación dejó aturdido al médico. Hanamichi se rió, se rió con eras energías propias y características de él.
-¡Jajajajajajajaja! -no podía dejar de reír- por favor... no se comporte como un medicucho de cuarta ¿sí? -la mirada en sus ojos era fuego, pasión y determinación a niveles increíbles-. Usted no me conoce, se nota que no sabe que yo soy un genio del basquetbol... me mejoraré mucho antes de lo previsto y ni hablar de dejar de jugar.
-Bueno... -el médico recordó algo y Sakuragi lo miró con curiosidad- el joven que lo trajo a urgencias tenía exactamente el mismo pensamiento que usted.
Hanamichi se ruborizó levemente ante este comentario. Si el Zorro se enteraba que el doctor ese había dicho lo que dijo, sería capaz de entrar a su casa durante la noche para matarlo lenta y dolorosamente. Sonrió mentalmente ante esta idea.
-Sinceramente, espero que lo logre joven Sakuragi... si usted no puede hacerlo, no veo quien más pueda- el médico le sonrió y salió de la habitación con este último comentario.
-Jojojo- el Gordito se retiró siguiendo al médico con un inusual brillo en su mirada.
Hanamichi se quedó pensando, no era la primera vez que el Zorrito confiaba en él.