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Desde La Lesión

La Clínica

6.- La clínica


 


-Keiko-san... -dijo Hanamichi con un suspiro lastimero.


-No puedo, ya se lo dije joven -respondió.


-Por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por...


-¡Esta bien! -interrumpió la enfermera-. Hablaré con el médico y hare todo lo posible, pero no le prometo nada, ¿me escuchó joven Sakuragi?


-Sí, gracias Keiko-san -agregó con una sonrisa triunfante.


La enfermera salió de la habitación y volvió un par de minutos después. El pelirrojo esperaba impaciente la respuesta a su petitorio.


-El médico autorizó la entrada de dos personas a la vez. Es todo lo que pude conseguir.


-Está bien Keiko-san, son el doble de personas que podían entrar hasta hace una hora -dijo alegre y optimista Hanamichi.


La enfermera lo miró con una sonrisa divertida. Ese muchachito conseguía lo que se proponía como fuese.


«Si usted no puede hacerlo, no veo quien más pueda»


Recordó las palabras del médico cuando el chico le dijo que se recuperaría totalmente y antes de lo previsto, con su carácter alegre, risueño y lo testarudo que era, no dudaba de que así fuera.


 


˜*˜


 


-Hana, amigo...


-Yohei... no me trates como si me fuera a quebrar -lo interrumpió Hanamichi.


-Lo siento.


-No te disculpes, debería estar agradecido de que estamos aquí perdiendo nuestro hermoso y valioso tiempo con él cuando podríamos estar en la sala de esperas consolando a lindas chicas -dijo Takamiya.


-¡Gordo! -dijo Hanamichi con un tono con el que intentaba parecer dolido.


-¡Jajajajajajajaja! -se rieron los tres muchachos a la vez.


Eso era lo que el pelirrojo necesitaba: a sus amigos que le hicieran sentir que en realidad nada había cambiado demasiado, que pasara lo que pasara ellos seguían ahí y que juntos saldrían adelante como muchas otras veces antes.


Luego fue el turno de Noma y Ookusu.


-¡Ay Dios mío, porque nos has abandonado! -decía Noma con tono dramático.


-No seas tarado, nadie abandona a este Genio -contestó Sakuragi.


-Como quieras, pero seremos nosotros los que tendremos que viajar a Tokio para verte... ¿de dónde se supone que sacaremos el dinero para eso? -aclaró Ookusu.


-No lo sé, ese es problema de ustedes... pero quiero verlos allá -dijo Sakuragi cruzando los bazos con un tono autoritario.


-Tranquilos... algo haremos, pero ahí vamos a estar -dijo Ookusu conciliador.


Conversaron un poco más y dejaron al pelirrojo descansar por el resto de la tarde.


 


˜*˜


 


-¡Jajajajajajaja! Está claro que sin este Genio ustedes no habrían llegado a ninguna parte. Mira que perder el partido solo porque no estaba yo ahí para salvarlos -decía Hanamichi mientras se apuntaba el pecho con el pulgar.


-¡Estúpi...! -Akagi con el puño en alto no pudo terminar de hablar.


-¡No lo golpees! -gritó Ayako asustada.


-...


Akagi se puso blanco. Ayako tenía razón, casi golpeaba a un muchacho que acababa de tener una lesión y que tendría que estar 6 meses en rehabilitación. Podría empeorarlo todo si su puño llegaba a tocar su cabeza.


-¡Jajajajaja! Vamos Gori... ¿no me digas que me vas a dar carta blanca para hacer lo que quiera... solo porque no podrás pegarme? -preguntó burlón.


-¡No me llames así! No te estoy dando permiso de hacer nada, ya me lo cobrare cuando te mejores. Porque supongo que piensas mejorarte ¿cierto?


-¡Jajajajajaja! Por supuesto, por supuesto. Los Genios como yo se recuperan en tiempo record, ya lo verán...


-Así se habla, Hanamichi Sakuragi -lo alentó Ayako.


Luego de una hora en que le comentaron los pormenores del último partido y de las novedades del momento, se retiraron de la habitación.


 


˜*˜


 


Al día siguiente habían ido Haruko, Mitsui, Ryota, Kogure, Yasuda, Shiozaki, Kakuta y el resto de los reservas.


Ahora ya se había hecho de noche y recordaba todas esas visitas. En la tarde del día siguiente lo trasladarían a la Clínica Deportiva de Tokio.


-Estúpido Zorro apestoso que no vino a ver a este Genio...


Todos lo fueron a visitar, excepto él. Y eso de alguna manera lo hacía sentir algo dolido. No estaba enojado, pero si un poco decepcionado.


-¿Acaso todo lo que pasó en el partido contra el Sannoh fue producto de mi imaginación?


No lo creía posible... si hubiera sido su imaginación él sería la única estrella del equipo mientras que Rukawa resultaba humillado y aplastado por un Genio como él. Suspiró. Entonces ¿por qué no había ido? Ni siquiera había mandado saludos... nada.


-Solo soy parte de su vida porque compartimos la duela.


Y estaba seguro que el Zorro preferiría a cualquier otra persona en su lugar. De hecho estaba seguro que si pudiera jugar solo, lo haría.


-Pero ya no nos veremos... hasta en 6 meses más.


Tenían dos meses de vacaciones y luego volvían a clases. Pero si el Zorro no había aparecido ahí, menos lo haría en la clínica.


-Debería alegrarme...


Peleaban cada vez que tenían oportunidad... y cuando no, también. Entonces no entendía el por qué en lugar de sentirse aliviado, sentía... tristeza.


Se cansó de darle vueltas al asunto. Tenía muchas dudas y aún no encontraba una respuesta, así que decidió dejarlo de momento. Mañana sería trasladado a Tokio, debía estar descansado.


 


˜*˜


 


Estaba sorprendido, maravillado, asombrado. No podía creer que eso fuera posible. Estar en un lugar como ese era mejor que estar en su casa.


Se encontraba en el sexto piso, el último, de la Clínica Deportiva de Tokio. Al abrir la puerta se encontró con una salita de estar donde había dos sillones individuales y uno de dos cuerpos separados por una mesita de centro que contenía un teléfono inalámbrico. Al fondo vio una puerta, tras ella se encontraba la habitación: una cama de plaza y media, a un costado un velador, al otro un armario y a los pies una mesa con un televisor por cable y un reproductor de video. Una de las paredes tenía un ventanal que daba a una pequeña terraza con vista al mar. Abrió la última puerta y descubrió el aseo de un impecable blanco, una ducha y bajo el lavamanos un mueble lleno de toallas, jabones y shampoos.


-¿Quién demonios es ese tipo?


Se había hecho esa pregunta muchas veces, quién era su benefactor, por qué lo ayudaba y si lo conocía. Además, ahora se preguntaba por qué no solo le pagó la rehabilitación en una clínica deportiva, sino por qué le pagó la mejor habitación en la mejor clínica deportiva del país. Ese tipo no se andaba con las cosas a media: todo o nada. Y en este caso había sido todo.


Esa tarde había sido trasladado en helicóptero, supuso que eso también se lo debía a ese hombre misterioso, cuando solo quedaba en Hiroshima el Gordito para hacerle compañía. Los muchachos habían viajado de vuelta a Kanagawa la tarde anterior. Sabía que no podría ver a su Gundam a menudo, pero esperaba que lo llamaran o que por lo menos le escribieran. Haruko se había comprometido a escribirle todas las semanas contándole de las novedades del equipo que seguiría entrenando durante las vacaciones. Y los chicos del equipo le habían prometido entrenar para que cuando él volviera se encontraran en buen camino para clasificar para el campeonato nacional de ese año y visitarlo de vez en cuando.


Se encontraba tendido en la cama, divagando por sus pensamientos sin dirección alguna, cuando alguien golpeó su puerta.


-Adelante -dijo.


-Joven Sakuragi... le dejaron una carta.


La enfermera le tendió un sobre blanco que el pelirrojo recibió y observó atentamente por unos momentos. Cuando se disponía a dar las gracias a la enfermera, notó que estaba solo. Suspiró y abrió la carta con curiosidad.


 


"Hanamichi Sakuragi:


Supongo que estará preguntándose quién ha sido la persona que le está ayudando. No se canse. Si ambos tenemos suerte de conseguir aquello que nos une, algún día nos conoceremos.


Disfrute de su habitación todo el tiempo que sea necesario. No se preocupe de nada. Ese lugar es una especie de hotel, así que cualquier cosa que necesite no dude en pedirla a las enfermeras.


Deseo, sinceramente, que pueda recuperarse y volver a jugar basquetbol.


No olvide que el verdadero poder para conseguir algo, está en usted. No se dé por vencido.


PD: No dude en usar el teléfono, que para eso está ahí. Comuníquese con sus amigos, serán un buen apoyo en estos momentos."


 


Miró la carta un par de veces, la volteo, revisó y examinó el sobre con curiosidad. Nada. Ni un nombre, ni dirección, ni pista de ningún tipo que le indicara de dónde o de quién provenía.


Se preguntaba qué demonios era «aquello que nos une». En verdad estaba comenzando a cansarse de darle vueltas al asunto, lo peor de todo es que no conseguía nada.


Decidió que de momento lo mejor era dormirse de una vez. Descansaría, despejaría su mente y al día siguiente comenzaría con su rehabilitación.


Pensando en eso y con energías renovadas, apagó la luz y se metió bajo las sabanas para cerrar poco a poco los ojos.

Notas finales:

Gracias por los Review que han dejado. Me gusta leerlos y saber que pasa por sus cabezas luego de cada capítulo, espero que lo sigan haciendo. Ojala les esté gustando cómo va la cosa.


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