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Desde La Lesión

Descubrimientos

8.- Descubrimientos


 


Hanamichi no podía dejar de pensar en lo sucedido el día anterior. No se arrepentía, nunca se arrepentía de lo que hacía.


Si lo pensaba fríamente, todo se resumía en que había elegido al Zorro por sobre su Gundam. Pero hizo lo que en el momento le pareció, lo que sintió. Y no había mentido en nada de lo que había dicho.


Le sorprendió que su Gundam no notara que en realidad todo lo que había dicho de él era mentira. Él estaba pasando por un mal momento y ellos ni siquiera lo notaron, se creyeron sus risas y sus bromas. Se conocían hace años y no fueron capaces de ver su dolor como lo hizo el Zorro el día de su primera conversación.


Por otro lado tenía al Zorrito. La conversación que habían tenido después del incidente había sido corta, pero reveladora. Eran amigos. Y tampoco podía olvidar la sonrisa que le regalo. ¡Cuántas chicas pagarían por verla! Sonrió. Pero el Zorro solo se la había regalado a él.


De pronto recordó a Haruko. ¿Y qué había de ella? Le gustaba. Si, le gustaba. Meditó un segundo y se dio cuenta de cuanta verdad había en aquella pequeña frase «Le gustaba» en tiempo pasado. Desde hacía un tiempo las cartas habían dejado de provocarle la emoción que en un principio. Seguía interesado en saber de ella y de los demás, pero ya no con la intención del principio.


Miró la hora. Tomó un chaleco y se dirigió a la playa a encontrarse con el Zorrito.


 


˜*˜


 


Un mes después del incidente, en Gundam volvió a aparecer en la clínica para visitar a Hanamichi. Yohei se había encargado de llamarlo una semana después de eso para que supiera que entendían y que ellos querían ir a verlo para conversar personalmente y disculparse, pero por asuntos de dinero no podrían ir aún.


El pelirrojo había invitado al Zorrito, pero este se excusó diciendo que aún no era el momento. Que primero debía estar bien él con sus amigos para luego poder ser aceptado por ellos.


«Entiende que ellos piensan que les robé a su amigo. Si crees que alguien, una vez que te encuentra está dispuesto a perderte, estas muy equivocado, Torpe.»


Las palabras del Zorrito el día anterior aun daban vueltas en su cabeza. Había intentado justificar a los muchachos, pero también le había dado a entender que él no quería perderlo. Básicamente le decía que no tenía por qué elegir. Podía ser amigo de su Gundam y de él a la vez.


Cada vez que lo pensaba le causaba más gracia darse cuenta lo comunicativo que era el Zorro. Y lo sensible que era. Pensar que antes, al igual que su Gundam, lo llamaba "El Rey del Hielo". Era cerrado como una ostra con los que no conocía, pero ahora que él tenía un lugar en su corazoncito lo entendía un poco más, aunque aún no se atrevía a preguntarle por qué o por quién era como era.


Volvió al presente cuando Yohei le hizo una pregunta.


-¿Tú qué crees Hana?


-Yo... bueno... eh... creo que...


-¡Jajajajaja! -rió toda la Gundam.


-No te preocupes Hanamichi, nos dimos cuenta que no estabas atento -aclaró Takamiya.


-Lo siento.


-No te preocupes, amigo -dijo Yohei.


-Decíamos que esperamos quedar juntos en algún salón. Hoy es viernes y las clases comienzan el lunes -dijo Ookusu.


-¡Oh! Ya saben, intentaran separarnos. Con todo eso de que somos muchachos "conflictivos" -dijo con una mueca Noma.


-Tranquilos, siempre quedaran los recesos y la hora de almuerzo -dijo Hana.


-Por cierto ¿qué harás tú? -preguntó Yohei.


-El Gordito me llamó hace unos días para contarme que habló con el director. Tomaré exámenes libres mientras esté aquí.


-Esa es una buena noticia, así no te atrasaras -dijo Yohei.


-Cómo va a ser una buena noticia. Con lo tarado que está, si no aprendía en clases menos lo hará acá -saltó Takamiya burlón.


-¡Gordo! ¿Con quién crees que estás hablando? Los Genios como yo no tienen problemas para aprender... al año pasado solo pasó que no puse atención, eso es todo -se defendió Hana.


-¡Jajajajajajaja! -rieron todos.


Al parecer los problemas de los celos por la amistad de Hana se habían acabado.


 


˜*˜


 


Al otro día Hana se encontraba hablando con el Zorrito. Era, hasta el momento, la conversación más personal que habían mantenido.


-¿Y tu familia? -dijo Hana.


-Mi madre está en casa. Ella haría lo que fuese necesario para que yo esté bien. Nos tenemos mucha confianza, lo es todo para mí. Todo lo que soy es gracias a ella.


-¿Y tu padre?


-Yuki nos abandonó cuando tenía 2 años. A los 6 quise verlo, pero me dejó en claro que yo era "un problema del pasado", él ya se había casado. Cuando tenía 14 apareció de la nada e intentó comprarme con regalos, luego de un tiempo dejó de insistir, aunque dejó la puerta abierta para que lo busque si algún día así lo quiero o si llegase a necesitar algo...


Hanamichi lo observaba preocupado, era obvio que el Zorrito aún no perdonaba a su padre. Salió de sus pensamientos cuando Rukawa le formuló una pregunta.


-¿Y tu familia?


La pregunta estaba de más. Uno de los amigos del Torpe ya le había contado la historia en el Hospital, aún así él quería escucharla de su boca. Saber que confiaba en él y que no le mentiría.


-Mi madre murió al darme a luz y no recuerdo nada de ella. Solo lo que decía mi padre, hablaba de una mujer maravillosa, alegre, la luz en la vida de todos quienes tenían la suerte de toparse con ella...


Rukawa no pudo evitar pensar "como tú". Decidió sacarlo del silencio en el que cayó de pronto.


-¿Y tu padre?


-El falleció de un ataque al corazón cuando aún estaba en la secundaria... fue mi culpa. Una banda me detuvo para pelear cuando iba a buscar al doctor. Al llegar ya era tarde.


-Lo siento, yo...


-¿Zorrito? -lo interrumpió Hana.


-Dime.


-Deberías perdonar a tu padre. Sé que te callaste muchas cosas de su historia, pero no puede ser un mal hombre. Tal vez solo tomó malas decisiones. Piensa en esto: tú aún lo puedes recuperar. A mí me gustaría haber conocido a mi madre en persona, también me gustaría tener una conversación con mi padre... son cosas que yo no puedo tener, la gente no vuelve de la muerte. Tú aún puedes recuperar a tu padre, la gente si vuelve de sus errores, y vuelve para enmendarlos.


Rukawa se quedó mudo por todo lo que le dijo el Torpe. Había mucho de razón en sus palabras, pero no era eso lo que lo tenía así, no creía que él fuera capaz de hablar así: con esa profundidad y esa seriedad.


El resto de la tarde lo pasaron cada uno en sus pensamientos.


 


˜*˜


 


Luego de volver de la playa Hana se había dirigido a la oficina del Traumatólogo que leía atentamente una carpeta que contenía todos los documentos de Hanamichi.


-Vaya, Sakuragi-kun... vas muy bien. Me sorprende que hayas conseguido en dos meses los avances que normalmente tardan cuatro. Te haremos un par de exámenes nuevamente para comprobar que no pasamos nada por alto...


El doctor fue interrumpido por un pitido del teléfono que estaba sobre la mesa. Era una enfermera.


-Señor, es una emergencia. El paciente de la sala 45 tuvo un pequeño accidente, usted es el médico más cercano.


-Voy de inmediato.


El médico contestó pulsando un botón. Se levantó del escritorio. Y antes de salir se dirigió al muchacho que quedaba en su oficina.


-Sakuragi-kun, ya vuelvo. No tardare más de 15 minutos, por favor ten un poco de paciencia.


Cuando estuvo solo, Hanamichi suspiró. No se caracterizaba precisamente por su paciencia. Se levantó de su asiento y comenzó a curiosear por el lugar. En las paredes se hallaban varios certificados, diplomas y cosas por el estilo. No entendió mucho, pero comprendió que el doctor tenía bastante conocimiento en su tema.


Miró una repisa que había en una pared. Varios libros de títulos extraños, ni siquiera se molestó en sacar alguno, era obvio que no entendería nada.


Se dirigió entonces a la ventana que estaba tras el escritorio. Las oficinas de los médicos tenían vista a la ciudad, a diferencia de las de los pacientes que veían hacia el mar. Tokio era una gran ciudad aunque la clínica se encontraba alejado del centro urbano. Volvió la vista hacia el escritorio y le llamó la atención una fotografía, la tomó. En ella estaba el doctor junto a la que supuso que era su mujer y su hija. Sonrió y luego la dejó en su lugar. Y entonces lo vio: su carpeta.


Le llamó la atención ¿Qué dirían en realidad los otros especialistas de él? ¿Le estarían ocultando algo? Se sentó en la silla y comenzó a mirar las hojas con calma.


El inmunólogo decía "se desprende de los exámenes realizados que... blablablá... no se detectan problemas inmunes de ningún tipo". Lo mismo pasaba con toda esa sarta de doctores a los que solo vio una vez para escuchar que no tenía nada. Pasó esas hojas rápidamente, no le interesaban.


La psicóloga. ¿Qué diría la loquera de él? Bah... no necesitaba leer nada para saber que no estaba loco. Ignoró olímpicamente sus apuntes.


Leyó al fisioterapeuta, el kinesiólogo y el traumatólogo y lo único nuevo que encontró fue que pensaban darle más tiempo de masaje y comenzar con hidroterapia. Eso era todo. No tenía más médicos.


Pero dentro de su carpeta, había una pequeña carpeta que llamó su atención. Se encontraba al final de todos los otros papeles, casi escondida. La observó un minuto y la sacó para ver su contenido.


Se sorprendió. Era algo así como una ficha de ingreso a la clínica, una de traslado del hospital de Hiroshima, un papel que indicaba quien era su tutor legal y finalmente un documento que hablaba de la pieza y los gastos realizados.


Eso último fue lo único que llamó su atención. Ahí debía estar el nombre de su benefactor. Leyó atentamente todo el documento, en algún lugar debía indicar quién estaba a cargo de pagar la cuenta al final del tratamiento.


Blablablá blablablá... ¡¿dónde estaba el maldito nombre?!... por más que leía no lo encontraba. Pasó a la siguiente hoja y ahí estaba, un formulario legal sobre el responsable económico de Hana durante su estadía en la clínica: Yuki Rukawa.


Si no hubiese estado sentado, se hubiera caído. Sentía como le temblaban las piernas y las manos. Ese hombre era el padre del Zorrito. ¡Pero si ellos no se hablaban! o eso le dijo el Zorro hacia un momento.


Pasó a la tercera y última hoja del documento. Esa solo era una nota a nombre del director de la clínica, de su benefactor y el médico que llevaba su caso donde se pedía, aunque a Hana aquello le pareció una orden, que el nombre de Yuki Rukawa se mantuviera en secreto, pues todo esto era un acto anónimo.


Guardó todos los papeles tal y como los había encontrado y se acercó a la ventana para pensar. Unos minutos más tarde volvía el traumatólogo para continuar con lo que estaban. Lo notó algo distraído, pero no hizo comentario alguno.


Una hora después, Hana salía del despacho del doctor con una idea fija: quería saber la verdad. Toda la verdad.

Notas finales:

Gracias por los Review dejados. Siento la demora, espero que entiendan. Por favor sigan escribiendo para saber si les va gustando.


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