13.- Solo es amor
Llevaban una semana de novios. Aún no se decidían a decírselo al equipo. A pesar de todas las confesiones que se habían hecho ninguno estaba muy seguro de querer compartir esa noticia con los demás.
Hanamichi estaba pasando las de Caín. Al no estar enterados, su Gundam se comportaba como siempre, pero ahora él no podía dedicarles la misma cantidad de tiempo, quería estar en todo momento con el Zorrito.
Curiosamente ambos eran sacados de prácticamente todas las clases y curiosamente ambos se quedaban todas las tardes a entrenar. La realidad es que se encontraban todos los días en la azotea mientras los demás estaban en sus salones y luego del entrenamiento entrenaban un rato más para luego caminar juntos hasta un lugar cercano a la casa de Hana.
Ese día viernes decidieron cambiar un poco el panorama. Así que Hanamichi decidió acompañar al Zorrito a su casa caminando por calles poco transitadas y desconocidas. Se habían puesto a conversar y se les había hecho medianamente tarde. Ahora estaban en la entrada de la casa de Rukawa y querían despedirse decentemente con un beso, pero no podían.
-¿Quieres pasar a cenar? Mi madre tiene turno de noche.
-Está bien.
Entraron a la casa y mientras el pelinegro calentaba la cena que su madre le había dejado, el pelirrojo colocaba la mesa. Una vez estuvo todo dispuesto, cenaron. No dejaban de mirarse a los ojos mientras conversaban sobre algunas cosas que les habían quedado pendientes esa tarde. El Zorrito se había vuelto más comunicativo y Hanamichi había templado su carácter.
Luego de la cena el Zorrito le pidió que se quedara un rato más, ya luego lo acompañaría hasta su casa. Se fueron al sofá a ver una película, cómodamente abrazados disfrutaban de la televisión mientras disfrutaban de tiernos besos.
Pero los besos se fueron haciendo cada vez más frecuentes y más apasionados. En la sala, la temperatura subía lentamente y ellos ni siquiera lo notaban tan inmersos en sus besos se encontraban.
Como de común acuerdo dejaron de prestar atención a la televisión para concentrarse de lleno en lo que estaban: el otro.
El pelirrojo se encontraba levemente reclinado en el sillón con el Zorrito cada vez más encima de él, no se quejaba. Los apasionados besos ahora iban acompañados de caricias que en un principio eran tímidas para ser ahora provocativas.
Rukawa comenzó a desabrochar los botones de la camisa de su novio lentamente, provocándolo mientras continuaba besándolo. Sus manos acariciaban sensualmente esa piel dorada mientras iba descubriéndola, entones lo vio y sin pensarlo siquiera, solo por instinto acercó su dedo índice y pulgar hacia una de sus tetillas para presionarla levemente. El respingo que dio el acalorado pelirrojo le indicó que era de su agrado y continuó haciéndolo para luego dirigir su boca a la otra tetilla en cuanto quedó a la vista.
El pelirrojo se retorcía bajo sus manos y su boca que le parecían expertas a pesar de saber que no era así. El Zorro le dio un respiro a sus enrojecidas tetillas para volver a su boca y besarla con hambre.
Sakuragi aprovechó la distracción del pelinegro para levantarse y sacarle la polera que traía. Quería que disfrutara lo mismo que él y lo logró tratando con la misma delicadeza y pasión sus tetillas con sus dedos mientras su boca encontraba un nuevo lugar de placer: el largo y blanco cuello de su Zorrito. Dulces besos, húmedos lengüetazos y ardientes mordidas hacían estremecer al Zorrito que comenzaba a dejar la razón de lado para dar paso a todos sus bajos instintos.
El pelirrojo al ver que su pareja estaba disfrutando decidió continuar con su ingente tarea de darle satisfacción. Así fue que comenzó a acariciar los costados de su cuerpo mientras su boca se deleitaba dando a su torso desnudo el mismo placer que le había dado antes a su cuello.
Seguía recorriendo la línea media de su abdomen cuando apareció un pequeño hoyuelo que llamó su atención. Lo observó un segundo para luego jugar con él usando su lengua para hacer movimientos de mete y saca y luego movimientos rotatorios. Su Zorrito hace bastante que había comenzado a gemir, pero el chillido que dio en ese momento le indicó que su ombligo era un gran punto erógeno en él. Sonrió y continuó bajando para encontrarse con los fastidiosos pantalones.
Los miró algo molesto por una milésima de segundo mientras se apresuraba a sacarle esa importuna prenda y hacer luego lo mismo con el suyo, le impedía moverse cómodamente sobre su Zorrito.
El pelirrojo no podía creer lo que sus ojos veían. Su hermoso Zorrito se encontraba totalmente tendido sobre el sofá con sus ojos cerrados y sus mejillas sonrosadas, a estas alturas solo estaba cubierto por un bóxer negro que resaltaba increíblemente bien su pálida piel. Claro, que esta única prenda no ocultaba para nada la excitación que había alcanzado gracias a sus besos y caricias.
Comenzó a besarlo sobre el bóxer mientras el pelinegro se retorcía ante lo que le hacía sentir. Luego de entretenerse así un rato y mientras acariciaba el interior de sus muslos, decidió que era momento de continuar. Lentamente retiró esa única prenda para dejarlo completamente desnudo.
Quiso observarlo un momento, pero su mente estaba perdiendo la batalla y como si su boca tuviera vida propia se acercó a su sexo para besar suavemente la punta. La sacudida del cuerpo de su novio le indicó que necesitaba más que eso. Con ese pensamiento engulló su pene con su boca succionándolo de vez en cuando, besándolo otras veces o aplastándolo con su lengua.
-Hana... no... no puedo más...-
Pero el pelirrojo no se detuvo, todo lo contrario. Apuró el tratamiento que le estaba dando, llevando inevitablemente a su novio a la liberación final. Se preguntaba si había algo de su Zorrito que no le gustara, en este momento se encontraba tragando todo su semen y estaba seguro que no permitiría escapar una sola gota, era realmente delicioso y se lo hizo saber.
-Un manjar de los dioses.
Luego lo besó, dándole a probar su propio sabor. Solo se separó para decirle las palabras necesarias. Él también necesitaba liberarse de esa presión que para este momento comenzaba a ser un poco dolorosa.
-Ahora me toca a mí. Lo haré con cuidado te lo prometo.
El sonrojo de su novio fue adorable. Se dio la vuelta dándole la espalda, él no dijo nada, ya luego lo arreglaría. Comenzó a besar su espalda, apreciando sus vértebras mientras una mano traviesa se dirigía a su sexo flácido para estimularlo. En base a besos y lamidas, fue bajando lentamente hasta llegar a aquel lugar que sería su premio. Pensó cual sería la mejor manera de dilatarlo.
Su instinto lo guió. Su lengua llegó sola intentando entrar, pero saliendo antes de conseguir nada. Siguió así unos minutos hasta que sus esfínteres se abrían al menos contacto de su lengua. El Zorrito intentaba no gemir, pero no lo estaba logrando. Lo giró nuevamente para quedar de frente.
-Quiero verte a la cara Zorrito.
Vio como asentía y decidió que era el momento. Con todo ese juego de caricias él estaba realmente excitado, pero iría con calma para no dañar a su novio. Chupó sus dedos mientras ubicaba las piernas del pelinegro sobre sus hombros para tener un mejor acceso a su entrada.
Metió uno de sus dedos sin problemas, lo giró y movió un par de veces para introducir un segundo. Vio una mueca de molestia en el rostro del Zorrito y decidió masturbar un poco más su miembro hasta que sus facciones solo demostraron placer. Ni siquiera notó cuando incluyó el tercer dedo a los otros dos.
Cuando ya había decidido que estaba lo suficientemente dilatado y que él no podía esperar más sacó sus dedos para reemplazarlos por su pene. Ubicó la cabeza en su entrada y comenzó a presionar despacio. Fue sorprendente que no haya encontrado la más mínima resistencia en el interior del Zorrito, ni muecas de dolor en su rostro. Lo había preparado a conciencia y al parecer había hecho un buen trabajo.
Cuando ya estuvo adentro tuvo la sensación de estar totalmente complementados. Como si se pertenecieran y su destino fuese estar siempre así. Se tomó un segundo para besarlo antes de comenzar a embestirlo lento al principio para terminar totalmente descontrolado. No es que a su novio le molestara, era obvio por su rostro y sus gritos que lo estaba disfrutando como quizás nunca hubiera disfrutado algo.
-Hana... más... ah... más... por favor... no te... ah... detengas...
-Zorrito... eres... eres genial... ah... estrecho... caliente... ah... perfecto.
El pelirrojo siguió embistiendo una vez tras otra sin detenerse. No hubiese podido aunque hubiese querido. Sentía que alcanzaba el cielo y lo único que podía pensar es que lo lograba junto a su Zorrito.
-Hana... no puedo más...
-Yo tampoco... Zorrito...
-¡Ah... Hana... te amo!
-¡Kaede... ah... te amo!
Llegaron al orgasmo al mismo tiempo dedicándose palabras de amor. El Zorrito se derramó entre el vientre de ambos y la mano del pelirrojo que aún lo masturbaba y Hanamichi alcanzó la liberación en el interior de su novio.
Luego de su acalorada actividad se dedicaron a recuperar el aliento. Hana se recostó junto al Zorrito y estiró sus brazos para acercarlo. Éste se dedicó a descansar en su pecho, sintiendo el fuerte golpeteo de su corazón.
El Zorrito era perfectamente consciente de lo que ambos habían dicho en el último momento. Y sabía que por su parte era cierto, pero ¿y Hana? Hasta hace unos días estaba confundido. Lo que había dicho entonces ¿era verdad o mentira? Tenía que saber.
-¿Hana?
-Dime Zorrito...
-Lo último que dijiste cuando... bueno, cuando...llegamos al orgasmo... fue verdad? -dijo algo turbado.
-¡Por supuesto que lo fue! Te amo, Kaede... te amo demasiado.
Antes que pudiera decir algo más fue callado con un beso. El pelinegro estaba emocionado. Su Torpe lo amaba, al igual que él. Aunque seguía teniendo ciertas dudas.
-Yo también te amo... ¿Hana?
-Dime...
-Hace una semana me habías dicho que estabas confundido.
-Sí, eso es porque nunca había sentido esto, nunca me había enamorado de alguien. Cuando... bueno, llegamos al orgasmo lo tuve claro. Fue como alcanzar el cielo, junto a ti, de tu mano. Y supe que no quería intentarlo con otra persona que no fueras tú. Te lo repito Zorro inseguro: te amo mucho. Grábatelo en tu dura cabecita.
-Gracias por todo lo que me haces sentir. Por todo lo que me has dado. Dime que te quedaras aquí esta noche y que dormiremos juntos, por favor.
-¿Y tu madre, Zorrito?
-Te lo dije. Tiene turno de noche, llega como a las 6 y duerme hasta la hora de almuerzo. No despierta antes aunque le pase por encima un camión.
-Está bien, Zorrito.
Se volvieron a besar para luego recoger sus cosas e ir a la habitación. A Rukawa se le ocurrió una idea y se lo hizo saber al pelirrojo.
-Se me acaba de ocurrir un plan para el día de mañana.
-¿A sí? ¿Y qué sería?
-Mañana lo sabrás. Te gustará, lo sé.
Con un nuevo beso cerraron la puerta del dormitorio del pelinegro para pasar así su primera noche juntos.