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Intercambio

Catherine

6.- Catherine


 


Dos meses habían pasado desde la llegada de Rukawa a Estados Unidos. Era viernes por la noche y pasarían el fin de semana en la casa de Isabelle, pues al otro día sería su cumpleaños.


Ambos estaban de pie frente a la puerta. Hanamichi tocó el timbre y unos segundos después tenía a una muchachita colgada de su cuello. Rukawa no pudo evitar pensar que actuaba de la misma manera que Isabelle.


Cuando la chica soltó al pelirrojo, Rukawa pudo verla mejor. Era tan linda o incluso más que Isabelle y saltaba a la vista que era su hermana o algo así. Era alta y delgada como ella, llevaba su largo y sedoso cabello rubio con unas mechas rosadas y sus ojos verdes delineados con un marcado negro que los hacía resaltar al igual que su pálida piel coloreada en las mejillas.


Lucía un vestido rosado claro sin tirantes además de ser corto, lo que destacaba sus largas piernas y unos delicados zapatitos blancos con tacos y tiras que daban la impresión de que se romperían en cualquier momento. Se sacaba más partido y por eso de las dos era definitivamente la que llamaba más la atención a pesar de ser menor.


—¡Cathy! ¿Qué haces aquí? —preguntó sorprendido el pelirrojo.


—Me vengo a vivir con mi hermana —respondió con una reluciente sonrisa.


—¡Wow! ¿Y por qué ninguna me lo dijo?


—Le pedí que fuera una sorpresa.


—Y sí que lo fue.


—Así veo —dijo con una suave risilla que parecía el gorjeo de unos pajarillos.


—Deberíamos entrar, no quiero que te enfermes. Mira nada más cómo andas.


—Pero me veo bien —rebatió la chica mientras le giñaba un ojo.


—Por supuesto que sí, Cathy. Es ridículo que incluso lo digas —dijo mientras la abrazaba y besaba un costado de su frente, de pronto recordó algo—. Cathy, tengo que presentarte a alguien. Él es Rukawa Kaede, el estudiante de intercambio.


—Mucho gusto —dijo sonriente la chica.


—Zorro, ella es Catherine Dubois, hermana de Isa.


—Un gusto —dijo frío.


—Deberíamos entrar —repitió el pelirrojo.


—Hana, amigo —saludó un tipo de acento francés.


—Gerard, tanto tiempo. Me pregunto cuántas sorpresas más tendré esta noche.


—Es la última, Hana. Llegamos en la tarde con Cathy. Mi práctica se alargó, pero ya la terminé y ella se viene a terminar la secundaria.


—Me alegro, así Isa no estará más sola.


—A mí tampoco me hacía gracia la idea de que viviera sola por dos meses, créeme.


—Gerard, él es Rukawa Kaede. Zorro, él es Gerard Leblanc —dijo con rostro de fastidio.


—Un gusto, Rukawa.


—Igualmente.


—Hana… ¿cuántas veces has hecho la presentación?


—Demasiadas —no le sorprendió que notara lo aburrido que estaba de esa formalidad.


—¡Jajajajajaja! No cambias.


Isabelle y Gerard tenían todo dispuesto para la cena, así que en cuanto terminaron de saludarse pasaron al comedor. Allí la conversación siguió para ponerse al día sobre las cosas que pasaron durante sus ausencias. Ni siquiera se dieron cuenta de cómo se les pasó la hora, de pronto ya era media noche.


Se dedicaron a entregarle sus regalos a la cumpleañera y luego se retiraron a las habitaciones. Todos menos dos personas.


Hanamichi se había dirigido al límite de la propiedad para observar el mar desde el banco que estaba en ese lugar.


—En serio, no has cambiado nada —dijo una suave voz a sus espaldas.


—Siéntate conmigo —dijo palmeando un lugar al lado suyo.


Pasaron unos minutos en silencio, contemplando el mar. Escuchando las olas y sintiendo el olor a sal.


—En serio deberías abrigarte, Cathy —dijo el pelirrojo al verla tiritar, la abrazó.


—¿Para qué si tú puedes darme calor? —dijo con una sonrisa.


—Tú tampoco has cambiado nada —le sonrió de vuelta.


—Hay cosas que no cambian —dijo hundiendo su rostro en su cuello.


—Eso no es del todo cierto, el tiempo todo lo puede —dijo acariciando su espalda.


 


˜*˜


 


Debido a la oscuridad del lugar y de la casa, Hanamichi y Catherine no fueron conscientes de que un par de ojos azules miraban todo atentamente desde el principio. Solo los veía conversar, podía imaginarse de que iba la cosa más o menos. Había visto como la chica miraba a Hanamichi, era obvio que le gustaba.


Los veía caminar abrazados en dirección a la casa y supuso que iban a entrar. La chica seguía con su pequeño vestidito y afuera debía de hacer mucho frio. En cuanto entraran no podría ver lo que sucediera,  porque para eso debería salir del cuarto y sería demasiado sospechoso. Se resignó. Sin ninguna prisa se dirigió a la cama y se durmió.


 


˜*˜


 


Sakuragi acompañó a Catherine hasta la puerta de su habitación.


—Buenas noches, Cathy. Sueña bonito —se inclinó para besar una de sus mejillas.


—Sí, no creo que sea difícil soñar contigo —le sonrió coqueta.


—Cathy… —dijo con tono de reproche pero algo sonrojado.


—Buenas noches —se colgó a su cuello para depositar suavemente sus labios en los del pelirrojo, fue apenas un contacto, luego volvió a soltarlo para tomar el pomo de la puerta—. Sueña conmigo, Hana —y desapareció en la habitación.


Hanamichi no lo podía creer, la chica lo había hecho… otra vez.


 


˜*˜


 


Así como se fueron despertando, fueron desayunando. Estaban todos en pie, excepto Rukawa. Hanamichi subió a la habitación para hablarle. Lo encontró dormido, suavemente le habló, pero nada. Lo movió un poco, pero lo único que hizo fue girarse y seguir durmiendo. Comenzó a acariciarle el cabello y el rostro.


—Hana… —murmuró Kaede aún dormido.


Al pelirrojo casi se le detiene el corazón. El Zorrito lo estaba llamando… y por su nombre. Decidió que tenía que despertarlo antes que volviera a decir algo más. Quería que ambos fueran conscientes de lo que pasara entre ellos. Movió su hombro un poco más fuerte hasta que Rukawa abrió sus ojos.


—Buenos días, Zorrito dormilón —dijo sonriendo.


—Buenos días, Torpe.


—Yo pensaba que los zorros no hibernaban —dijo burlón.


—No lo hacen, Torpe.


—Entonces levántate, saldremos y eres el único que falta.


—Está bien, ya voy.


Media hora después estaban en el vehículo de Isabelle. Rukawa no había querido preguntar dónde iban, pero lo supo en cuanto llegaron, estaban en El Matador Beach.


Buscaron un lugar para hacer un picnic y se quedaron a la sombra de un quitasol por un rato. Luego Isa y Gerard fueron a caminar, ellos dejaron a los tortolos disfrutar de su compañía, hacía tres meses que no se veían.


Catherine podía ser muy joven, pero no era tonta. Había visto como el pelinegro miraba a Sakuragi y sabía que con él tenía competencia. Así que en cuanto vio que estaban los tres solos decidió poner en marcha su plan.


Lentamente y con movimientos sensuales fue despojándose de sus ajustados jean y su ceñida y pequeña polerita para provocar que los ojos del pelirrojo solo se posaran en ella. Cuando lo miró vio que había conseguido su objetivo. Hanamichi la miraba con la boca levemente abierta.


—¿Podrías ponerme bloqueador? —le tendió un frasquito.


—Si —logró murmurar.


Hanamichi apenas podía concentrarse en su trabajo. La chica tenía un cuerpo realmente maravilloso. Él era gay, eso lo tenía claro, pero la chica seguía moviéndole el piso como hacia un tiempo atrás.


Cuando estuvo lista, le quitó el frasquito y comenzó a aplicarlo en el cuerpo del chico justificándose con que no quería que se quemara. Se pasaron así un buen rato, sin ser conscientes de la presencia de Rukawa que miraba la escena furioso.


La mocosa esa había aparecido y en menos de un día había conseguido de Hana más de lo que él consiguiera en dos meses. Estaba enojado con él, porque era obvio que la chica se estaba esforzando por llamar la atención del pelirrojo. Tenía que hacer algo pronto, pero no sabía qué.


Después de eso, Catherine se recostó sobre la arena para tomar el sol. Apoyó su cabeza en el plano abdomen de Sakuragi y ahí se quedó, no pensaba moverse. Se quedó dormida y solo despertó a la hora de comer.


Luego de eso agarró una de las manos del pelirrojo para arrastrarlo hasta las cuevas. Mientras caminaban de un salto se montó a su espalda para que la cargara hasta que llegaran a su destino.


En cuanto estuvieron allí se sentaron sobre unas rocas para conversar. En eso estaban cuando de pronto la chica se levantó y se puso frente a él para tomar su mentón y besarlo suavemente, de forma dulce y delicada. Intentando hacerlo recordar cómo fueron las cosas entre ellos. No intentó llevar las cosas al extremo, tenía mucho tiempo. Así que por ahora y con algo de reticencia, dejó los labios del pelirrojo para tenderle la mano y que salieran del lugar.


De un nuevo salto volvió a subirse a su espalda para volver hasta donde los esperaban los demás. Mientras estaba ahí se dedicaba a dejar castos besos en su cuello y espalda, de vez en cuando se acercaba un poco a su oreja, pero no tentaba a su suerte. Sus manos se encargaban de acariciar su pecho apenas rozándolo.


 


˜*˜


 


Rukawa estaba algo incomodo. El único momento en que había tenido la atención del pelirrojo había sido en la mañana, cuando despertara. Luego, Catherine se había encargado de hacer, de diversas maneras, que la atención de su Torpe, estuviera en ella.


Cuando estaban aplicándose bloqueador, literalmente se olvidaron de él, que estaba a dos pasos de ellos. Y ahora se habían ido a recorrer las cuevas que dos meses atrás él recorriera con el pelirrojo. Suspiró frustrado.


Miró hacia las cuevas y creyó que su vista lo engañaba. Debía de ser así, pues estaban demasiado lejos como para ver algo claramente, pero tenía la impresión de que los dos chicos se estaban besando.


Se dijo que eran tonterías. Que era producto de su imaginación, sus celos y su frustración. Con esta idea volvió a sentarse bajo el quitasol. No estaba de ánimos de nada.


 


˜*˜


 


Cuando estuvieron los cinco reunidos a la sombra del quitasol se dedicaron a conversar otro poco todos juntos. Terminando de contarse las aventuras para las cuales no tuvieron tiempo la noche anterior. El tiempo comenzó a correr de prisa hasta que notaron que la marea estaba subiendo y era hora de irse.


Una vez en la casa cenaron juntos. Desde que empezaran a conversar no se habían detenido, por eso el tiempo seguía pasando rápidamente. Estaban todos cansados así que igualmente se fueron a dormir temprano.


 


˜*˜


 


Desde que fuera por primera vez a ese lugar, Hanamichi iba todas las noches a sentarse un rato al banco para observar el mar. Pero hoy no podía ir, necesitaba un poco de tiempo para pensar y a aquel lugar ella lo iría a buscar.


Conoció a Catherine hacía dos años atrás. Él tenía 17 y ella 14. Era una chica hermosa, dulce y simpática, le provocaba cierta ternura. Un año después y sin siquiera saber muy bien cómo, estaban de novios.


Una vez que la tuvo como pareja se dedicó a pensar un poco en lo que había pasado y se dio cuenta de que la chica había estado durante todo ese tiempo intentando conquistarlo. Desde que se conocieran un año antes en las vacaciones de verano, fue más atenta con él que con cualquier otra persona que conociera. Hasta las vacaciones de verano siguiente, cuando se hicieron novios, solo habían mantenido contacto por teléfono y carta, pero lo seguían manteniendo. Y era ella la que se esforzaba mayormente.


Le gustaba la chica, claro que sí. Tendría que ser ciego y además tonto para que no fuera así, pero solo eso: le gustaba. Jamás se iba a enamorar de ella, porque ya estaba enamorado de otro, otro que intentó sacar de su cabeza con esa chica y no lo logró.


Si se puso de novio con Catherine fue porque aparte de gustarle, había sido la primera persona, chica o chico, que se fijaba en él e intentaba conquistarlo. Pero las cosas nunca iban a ser más que eso.


Dos meses después de iniciar su noviazgo, lo rompió, explicándole que las cosas a la distancia no resultaban y que él se sentía atraído por otra persona mucho más que por ella. Catherine lo entendió.


Pero aquí estaba ahora, haciendo las mismas cosas que hace dos años, intentando por todos los medios posibles llamar su atención. Y lo peor es que lo conseguía y no sabía por qué. Se dedicó a pensar en ello por mucho rato, hasta que dio con una respuesta medianamente satisfactoria.


Ella seguía llamando su atención porque seguía siendo la única persona que hacía de todo por conseguirla. Le gustaba la chica tanto como hace un año, pero como hace un año seguía teniendo bastante claro que las cosas no iban a pasar de eso: un simple “me gusta”.


Por otro lado, estaba enamorado de Rukawa, pero él no hacía mucho por llamar su atención como lo hacía Catherine, o como lo había hecho él mismo por llamar la atención del pelinegro. Quizás era esa la razón por la cual incluso se olvidaba de su presencia cuando Cathy estaba cerca.


No sabía nada en concreto y estas eran sus únicas suposiciones. Correctas o incorrectas, por de pronto era lo único que tenía. Agotado de tanto pensar en lo que pasaba, se durmió.


 


˜*˜


 


Al otro día se despertó y se quedó un rato en la cama, levantándose tarde con la excusa de haber dormido mal y no haber descansado lo suficiente. Por eso se saltó el desayuno para almorzar temprano y volver a casa luego de eso. Por ahora no quería toparse con Cathy y saber que tenía a Rukawa a un lado, prácticamente solo.


Kaede no entendía porque el pelirrojo llegó a, según él, dormir y luego estudiar. No lo vio hasta la hora de la cena, luego de la cual volvió rápidamente a su cuarto de nuevo.


 


˜*˜


 


Catherine comenzó a visitarlos con frecuencia. Estaba prácticamente colgada del pelirrojo y él no sabía muy bien cómo explicarle la situación. No quería que ella se hiciera ilusiones. Su corazón estaba ocupado. Tenía un dueño y siempre lo tendría, debía rechazarla ahora por la misma razón que hace un año terminara el noviazgo.


Además, debía explicarle que la rechazaba por un chico y debía intentar en el proceso que no se molestara en exceso. Sabía que no sería algo fácil de asimilar.


Por miedo a la reacción de la chica fue aplazando su decisión sin ser consciente de ello, hasta que pasó un mes desde que llegara. Estaban a principios de diciembre y él aún no hacía nada por aclararle la situación a la chica ni por conseguir el corazón del Zorrito.


 


˜*˜


 


Había pasado un mes y Rukawa sentía que no existía. Cuando Catherine estaba cerca, el pelirrojo solo la atendía a ella; en la Universidad solo se veían al llegar, al irse y durante los entrenamientos; y finalmente cuando la chica no estaba, parecía que lo evitaba.


No entendía qué demonios pasaba. Tenía que averiguarlo, fuera como fuera. Con esa idea salió de su habitación sabiendo que la chica estaba abajo con Hanamichi en la sala.


Lentamente comenzó a bajar por las escaleras, lo primero que asomó fue la cabeza. Casi se desmaya. La chica estaba besando apasionadamente al pelirrojo mientras éste la sostenía con fuerza de sus caderas. Lo que escuchó después fue otro golpe bajo.


—Hana… —dijo con cariño— deberíamos volver a ser novios. Como antes ¿no lo crees?


No necesitó escuchar más. Tan silencioso como había bajado, volvió a subir hasta su habitación. Luego de cerrar la puerta, afirmó su espalda en ella, no pudo evitar resbalar hasta llegar al piso. Sorprendentemente, incluso para él, estaba llorando por ese Torpe pelirrojo que seguramente ahora se haría novio de Catherine.


 


˜*˜


 


Se dirigía nuevamente a casa de Sakuragi. Este día se jugaría todas sus cartas. Llevaba un mes buscándolo y provocándolo de toda forma posible. Con 16 años, creía que podía hacer cosas que hace dos años no. A fin de cuentas, Hanamichi era un hombre y si sabía seducirlo, lo tendría solo para ella.


Le sorprendió que luego de un par de minutos, él le dijera que tenía cosas importantes que hacer y que no podría atenderla, por lo tanto debía irse. Se espantó, prácticamente la estaba echando. Pero aún no estaba todo dicho.


Al mirar hacia la escalera vio asomar levemente un zapato. Seguramente era Rukawa, que celoso, quería saber qué hacían. Lo molestaría un poco para alejarlo de Hanamichi y de paso se jugaría la carta que tenía pensada.


Cuando se levantaron ella llevó sus manos al rostro del pelirrojo para inclinarlo un poco y dejar su boca a su alcance. Tomó posesión de sus labios como nunca lo hiciera. Fue un beso apasionado, con fuego, que intentaba despertar en él todos sus bajos instintos. Pero no estaba siendo correspondida, aún así, el pelinegro no tenía por qué saberlo.


—Hana… —dijo con cariño— deberíamos volver a ser novios. Como antes ¿no lo crees?


Vio como cerraba y abría la boca sin poder articular palabra por la sorpresa. Miró hacia las escaleras y Rukawa había desaparecido. Esperaba por lo menos haberse deshecho de él.


—Catherine —rara vez la llamaba por su nombre completo— esto tiene que acabar. Debes dejar de hacer eso, no quiero hacerte daño, tú no me gustas.


—¿Por qué? —dijo con algo de angustia, las cosas no estaban resultando con ella quería.


—Estoy enamorado de otra persona, la misma persona que hace un año. Espero que no te lo tomes muy mal, pero estoy enamorado de Rukawa… soy gay.


Ahora fue el turno de la chica de quedar muda de la sorpresa. Lo único que pudo hacer fue dar media vuelta y salir de la casa.


Y a su vez, lo único que a Hanamichi le quedó por hacer, fue ver como se iba.

Notas finales:

Esa… bruja arribista! Y Hana tan… hombre para sus cosas! Agg!


Tengo que admitir que me estrujé los sesos por este capítulo, pero cuando tuve la idea salió más rápido de lo que imaginé. Cariños mis queridas lectoras, por favor dejen sus Review para saber que piensan de todo esto :D


PD: Espero que no me quieran colgar xD 


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