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Lazos de Sangre

Notas del capitulo:

Le dejo las explicaciones al final para no arruinarles el capítulo y spoilearlas ;)

La propuesta

Kaede se removía inquieto en su cama. No podía conciliar el sueño, le era imposible. Después de todo lo que le había dicho Hanamichi, sentía que tenía muchas cosas que pensar, muchas cosas que resolver. Y eso era un problema. Porque aún hoy, a sus 17 años, nunca había sido capaz de hacerlo.

Suspiró mientras se daba una vuelta en la cama.

Además de todo estaba molesto. Entre muchas otras sensaciones y emociones, sentía una leve molestia, también, por todo lo que le había dicho el pelirrojo.

¿Por qué siquiera estaba pensando en aquella propuesta?

Es cierto que algo de razón tenía ese estúpido pelirrojo que era su primo, pero el problema, el gran problema, seguía radicando precisamente ahí: era su primo. En realidad ese era todo su “pero”.

Aunque si era sincero con él mismo, aunque fuera un poco, tenía que reconocer que algo de razón tenían sus palabras. Volvió a suspirar. ¿A quién demonios quería engañar? La verdad es que a sus ojos y oídos Sakuragi tenía mucha razón, demasiada, tal vez.

Se dio vueltas una vez más en la cama. Hasta antes de ese fin de semana, ni siquiera lo hubiera pensado, y no solo eso, le hubiese dado tremendo puñetazo a Sakuragi por siquiera atreverse a proponerle algo así.

Bueno, lo cierto es que hasta antes de ese fin de semana nada más que el básquetbol los unía, así que en realidad no había razón para que le hiciera esa propuesta, pero aun así, de haberlo hecho, ni siquiera hubiera gastado palabras en un “No”, simplemente lo hubiera golpeado por su atrevimiento.

Pero ahora todo era distinto. Y confuso… muy confuso.

No entendía cómo es que el pelirrojo podía tomarse esta situación tan tranquilamente. Todo era ya bastante complicado como para querer complicarlo aún más, tal como quería hacerlo él.

A pesar de los gritos de su mente y su corazón, pudo oír perfectamente el sonido de la puerta principal al cerrarse. Miró el reloj de su velador, que estaba a punto de dar las 11 de la noche. Cualquier otro día, a esa hora, él ya estaría durmiendo, quizás por eso es que su madre salía sigilosamente en ese momento. Un pensamiento pernicioso cruzó por su mente: con toda seguridad no era la primera vez que lo hacía. 

Cerró los ojos y suspiró. Rápidamente hizo un resumen mental.

Hasta ese viernes, su vida era ya bastante difícil. Ni hablar de cómo se complicó ese fin de semana cuando conoció a su familia o de hasta qué grado la fastidió cuando permitió que su primo le hiciera todo lo que le hizo. Y ahora, para peor, Hanamichi quería dificultarlo todo aún más con su estúpida propuesta.

Trató de recordar lo que Sakuragi había dicho… ¡y cómo lo había dicho! De alguna extraña manera había hecho que todo sonara demasiado fácil y bonito.

 

Flash Back

—¿Sabes, Kaede? Las cosas no son blanco o negro como tú las quieres ver. Todo es un poco más complicado que eso… y más fácil a la vez. Lo que pasó este fin de semana no es bueno o malo. Esos son conceptos que la sociedad ha inventado para hacernos actuar de una manera ideal, de una manera en la que sea más fácil manejarnos. ¿Te imaginas a todo el mundo corriendo desnudos por la calle? A pesar de que eso nos haría las cosas mucho más fáciles, a la sociedad no le conviene que seamos tan libres. ¿Te imaginas si todos lucharan por la persona a la que aman? Habría muchas parejas homosexuales, de diferentes clases sociales, de diferentes edades. ¿O te imaginas si fuéramos amigos de quien en verdad queremos serlo? Un niño no puede saber nada de malas juntas o pobreza, pero aun así los separan y discriminan. Todo eso es algo que está mal visto, es algo “malo”. Dime, Kaede, ¿qué hay de malo en ser libre? ¿Qué hay de malo en estar con la persona que amas? ¿Qué hay de malo en frecuentar a las personas que quieres? Dime, ¿qué puede haber de malo en hacer lo que quieres hacer, lo que te hace sentir bien?

El corazón de Kaede latió acelerado por las palabras de Sakuragi. Se sentía maravillado por todo lo que había dicho el pelirrojo. Especialmente por la vehemencia con la que se expresaba, dejando en claro que lo que estaba diciendo era algo que realmente pensaba… y sentía. No eran solo palabras dichas al viento.

Se vio brutalmente seducido por ese nuevo Hanamichi. El pelirrojo no era tonto y eso él lo sabía, pero escucharlo hablar así era una experiencia totalmente nueva para él… y le había gustado.

Pero el monologo de Hanamichi no había terminado ahí. Para bien o para mal, el pelirrojo continuó.

—Dices que el problema de todo esto es que somos primos. Y tal vez sea un problema para ti, que quieres verlo así. Para ti, que quieres verlo cómo algo malo. Pero yo no creo que lo sea, no si eso nos gusta y nos hace sentir bien. Y no puedes decirme que te obligué a nada, porque sé que lo disfrutaste.

Kaede bajó la vista avergonzado ante su última frase.

Con calma, Hanamichi se acercó nuevamente para ubicarse frente al pelinegro. Colocó su mano bajo su mentón y lo obligó a levantar la vista.

—Deja de hacer eso, deba de evitar mi mirada como si te sintieras culpable por estar haciendo algo malo. Porque no es así.

—Pero es que… —Hanamichi le interrumpió colocando de nuevo su dedo sobre sus labios.

—No. Sé lo que te han dicho, lo que te han hecho creer. Que esto no es bueno, que no es normal. Ya hablamos sobre lo que es “bueno” y lo que no, pero ¿sabes realmente lo que es normal? Lo normal es simplemente lo que es más común para todos. Por eso es que lo “normal” es lo “bueno” —hizo una pausa y luego se puso de pie—. Solo quiero agregar una última cosa.

—¿Qué es? —preguntó interesado en lo que el pelirrojo le estaba diciendo.

—La libertad… —dijo mientras sonreía, comprendiendo que Kaede estaba siguiendo atentamente su explicación.

—¿Qué hay con ella?

—Te hice una pregunta, ¿recuerdas? Te pregunté que qué podía haber de malo en hacer lo que quieres, lo que te hace sentir bien.

—Si… —contestó sin comprender.

—Pues eso, eres libre de hacer lo que tú quieras sin tener que verte amarrado a conceptos sociales como “bueno” o “normal”. Pero si tienes que tener en cuenta una cosa: tu libertad termina ahí donde empieza la de los demás.

—… —no supo qué decir ante este nuevo comentario de Hanamichi, pues no lo entendió del todo.

—Puedes hacer lo que quieras siempre que eso no afecte a los demás, y lo que te propongo es algo que no le hace daño a nadie. Tu vida es tuya y de nadie más, no permitas que alguien que no seas tú decida sobre ella.

—… —iba a protestar, pero Sakuragi volvió a presionar sus labios.

—Creo que deberías ir a casa a descansar, sé que debes tener muchas cosas para pensar por hoy. Además, me tienes que dar una respuesta a la propuesta que te hice.

—Si… creo que debería irme —murmuró casi apenado por tener que dejar la conversación.

—Jajajaja —rio suavemente ante la reacción del pelinegro.

—Nos vemos mañana —dijo mientras se ponía de pie y tomaba su bolso para retirarse.

—Nos vemos mañana —contestó acercándose rápidamente hasta el pelinegro, al que besó dulcemente en la frente, luego susurró—. Buenas noches.

—B-buenas noches —dijo levemente sonrojado mientras salía del lugar.

Fin del Flash Back

 

El pelinegro volvió a rodar por la cama, quedando de espaldas en ella. A pesar de que la luz estaba apagada, levantó uno de los brazos para taparse los ojos, como si estuviera avergonzado.

Sentía cómo su corazón latía fuerte y rápido por todo lo que había dicho Hanamichi, tal como lo había hecho cuando las pronunciara unas horas atrás. El hecho de que ahora fueran solo un recuerdo no cambiaba en nada la reacción de su cuerpo ante ellas.

Lamentablemente ahora, y luego de darle vueltas y vueltas al asunto, se sentía además de todo, un estúpido. Nunca, en toda la conversación, Sakuragi lo atacó. Aun así comenzaba a sentir que vivía en una mentira, que su vida no era su vida y que le pertenecía a otro. A cualquiera en realidad, menos a él.

Se dedicó a pensarlo por un momento y no le fue difícil dar con la respuesta. Lo único que él había decidido en su vida, total y absolutamente por él mismo, era el hecho de jugar basquetbol.

Suspiró. A cada minuto que pasaba todo le parecía aún más complicado, sentía que su vida era depresiva… y de forma inconsciente, una lágrima rodó por su mejilla.

Abrió los ojos y miró la oscuridad, buscando quizás en ella alguna de las respuestas que tanto necesitaba. Lamentablemente, no sabía las preguntas. Sí, todo era demasiado confuso.

Lo meditó un segundo. Todo lo que le había dicho Sakuragi habían removido algo dentro de él. No estaba contento con su vida, nunca lo estuvo. Lo único que tenía algún valor para él era el básquetbol, por eso se entregaba por completo a él, dejando en medio de la duela algo de todo lo que él sentía que tenía para entregar.

Siempre quiso que su vida fuese distinta, pero nunca tuvo idea de por dónde empezar… o el valor suficiente para intentar cambiarla de algún modo. Ahora el pelirrojo le estaba ofreciendo una oportunidad. Pero, ¿era esa la oportunidad que él realmente estaba buscando? Tampoco quería tomar una decisión basado en la desesperación.

Suspiró y se decidió a meditarlo.

Trató de olvidar por un segundo que Hanamichi era su primo. De pequeños siempre sintió un cariño especial por él y cuando dejó de verlo, estuvo extrañándolo por meses y meses, esperando encontrarlo algún día en su casa o en alguna esquina. Buscando inconscientemente a alguien que se le pareciera y encerrándose en sí mismo cada vez que se decepcionaba porque no había otro que se la pareciera siquiera un poco. Porque simplemente nunca iba a encontrar a otra persona como él.

Toda esa energía que vio en él cuando lo conoció en la azotea la achacó a su fama de violento y pandillero. Luego, cuando comenzó a sentirse maravillado por su presencia, llegó a la conclusión de que se debía a su forma de jugar básquetbol, a su progreso y esa capacidad de levantar al equipo cuando los ánimos encontraban alicaídos. Si, silenciosamente lo admiraba.

Ahora comienza a creer que en el fondo de sí, siempre supo que Hanamichi era su primo, que en el fondo de su corazón lo reconoció, pero que no fue capaz de identificar esa sensación de calor en su pecho cuando lo veía jugar o reír, tan alborotador y energético como lo recordaba de niño.

Sintió entonces que muchas cosas dentro de sí hacían clic. Y que ya teníd la respuesta que necesitaba. Mañana mismo buscará al pelirrojo para darle una respuesta.

Se dio vueltas una vez más para acomodarse de forma definitiva y dormir. Mientras, en su mente resonaba la propuesta de Hanamichi:

“¿Quieres tener una relación conmigo”.

Notas finales:

Un poquito más corto y quizás algo confuso. Me fui en la profunda como dicen xD espero que eso no les moleste, pero era la única forma que encontré para explicar en algo la forma de pensar de cada uno :) 

Cariños y gracias por leer :)


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