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Lazos de Sangre

Notas del capitulo:

Siento la demora u.u pero dicen que lo bueno tarda en llegar 1313 ok, no xD Estaba con muchas cosas, pero ahora se me aligeró un poco la carga, así que espero ser capaz de actualizar "un poco" más seguido, por supuesto, siempre que no me abandone la inspiración :)

Un primer paso

Hanamichi estaba en la azotea del instituto, afirmado en las barandas mientras miraba a los demás estudiantes divertidos en el patio del lugar. Estaba pensando en nada en concreto, porque el único pensamiento que venía constantemente era el de Kaede, pero inmediatamente intentaba apartarlo. No es que no quisiera pensar en él, pero si lo hacía, sabía que terminaría inevitablemente ansioso por la respuesta del pelinegro. Y no era su intención presionarlo.

Suspiró.

—¿Se puede saber por quién suspiras? —preguntó Rukawa.

—… —se volteó sorprendido, porque no lo sintió llegar. Recobró la compostura y preguntó divertido—. ¿Celoso?

—No —dijo tan rápido que su nerviosismo desmentía sus palabras.

—Jasjasjas —se rio sin poder evitarlo, luego lo miró fijamente, poniéndose serio—. En realidad, pensaba en ti.

—… —no supo qué contestar, porque estaba seguro de que lo estaba fastidiando. Aun así, no pudo evitar que sus mejillas tomaran un adorable color rosa.

—Así que… ¿vienes a darme una respuesta? —sabía que si no la tuviera aún, estaría evitándolo en lugar de hablarle.

—Si… —dijo en un murmullo.

—… —parecía que quería decir más, pero a pesar de que le dio el tiempo, nada más fue agregado—. Si, ¿qué? ¿Si tienes una respuesta o si es la respuesta?

—Ambas… —dijo mientras miraba el piso. Fue un susurro tan suavemente que apenas fue audible. El color de su rostro competía ahora con el cabello de Hanamichi.

Sakuragi estaba sorprendido, porque no se esperaba una respuesta tan pronto. ¡Si apenas habían pasado unas horas! Aun así, se sobrepuso rápidamente. 

Con pasos firmes se acercó hasta Rukawa y lo abrazó. El que la respuesta fuera un “Si” no lo alegraba solo por el hecho de lo que eso implicaba para ellos dos, si no también, porque indicaba un gran avance por parte de su primo. Un avance hacia una liberación de trancas y tabúes que él cargaba consigo mismo.

Lamentablemente, también estaba descubriendo que no era tan así, que ese “Si” de Kaede, era simplemente el primer paso: el deseo de él de cambiar.

El pelinegro mantenía ambas manos empuñadas en el pecho de Sakuragi, como si estuviera colocando una barrera entre ellos dos, como si en cualquier momento, al menor avance de Hanamichi, pretendiera alejarlo de un empujón.

—Tienes miedo, ¿verdad? —preguntó comprensivo, mientras se alejaba para verlo a la cara. Ni siquiera él mismo sabía de dónde provenía toda esa tranquilidad.

—¿De qué…? —preguntó sorprendido de que lo hubiera notado.

—No lo sé… —dijo alzando los hombros—. Dímelo tú.

—No quiero… —respiró profundamente— no quiero… —se sonrojó avergonzado, sin saber cómo decirlo.

—Solo dilo —le apremió Sakuragi.

—¡No quiero sexo! —dijo rápidamente bajando la mirada avergonzado.

—¿Qué? —preguntó confundido. No entendía la idea de tener una relación si no iba a haber sexo.

—Puedo entender lo de los besos o lo de masturbarse… —murmuró rápidamente y entre dientes—. Pero no lo de… penetrarse… no… no lo entiendo… no puedo transar con eso.

Hanamichi lo miró atentamente, tratando de comprender sus sentimientos, porque la verdad es que, debido a su vergüenza y turbación, se le estaba haciendo complicado entenderle.

—Eso… —agregó Rukawa ante el silencio de Sakuragi.

—Creo que… —dijo recobrando la compostura— eso es algo que iremos viendo en el camino.

—¿Qué? —se sorprendió ante la insistencia del pelirrojo—. ¡No!

—Está bien, no habrá penetraciones… —“por ahora” agregó mentalmente.

Rukawa volvió a colocarse completamente rojo ante el comentario de Hanamichi. A él le daba demasiada vergüenza solo con pensarlo y el pelirrojo iba y lo soltaba como si hablara de cualquier cosa.

Sakuragi decidió que tenía que ir con calma, entonces se acercó lentamente hasta el pelinegro para pasar uno de sus brazos por su cintura y abrazarlo suavemente.

—Ahora que llegamos a un acuerdo, supongo que puedo hacer esto.

Puso su mano libre bajo su barbilla y la alzó levemente para tener sus labios a su disposición. Con calma, porque nada ni nadie los apuraba, comenzó a acercar sus labios a los de Rukawa a una velocidad sorprendentemente lenta, sin apartar en ningún momento su mirada de la del pelinegro, viendo reflejada en sus azules pupilas la sorpresa. En cierto modo se estaba haciendo de rogar, y conseguía lo que buscaba. Rukawa estaba deseando ese beso como si fuese el primero que se dieran. A pesar de tener su mirada posada en la de Kaede, podía ver como tragaba saliva por los nervios y como sus labios tiritaban ansiosos.

Estaban a punto de consumar el beso cuando escucharon un fuerte sonido: la campana que indicaba que debían volver a clases. Sakuragi soltó a Rukawa como si quemara y caminó rápidamente hacia la puerta sin dirigirle ni siquiera una mirada.

—¡Nos vemos en el entrenamiento! —gritó mientras alzaba la mano, luego abrió la puerta y desapareció de la vista del pelinegro.

Kaede se quedó plantado en el piso, en el lugar exacto donde lo había dejado Sakuragi. Estaba sorprendido, no entendía qué había sido eso. Después del discurso que le diera el día anterior y de su insistencia a que irían viendo el tema del sexo en el camino, iba y lo dejaba ahí sin siquiera darle un beso.

Inconscientemente se llevó una mano hasta sus labios. Sentía como si quemaran, como si tuvieran un latido independiente. Bueno, no tan independiente en realidad, porque su corazón latía desbocado, demasiado fuerte y rápido, porque sentía que la cabeza comenzaba a darle vueltas. Aunque no sabía si era por este hecho o por los nervios que había sufrido en el momento y la ansiedad con la que ahora lo dejaba.

Suspiró profundamente para llenar de aire sus pulmones. Miró el cielo, estaba despejado, agradable y no supo por qué sonrió, podía darse ese lujo, pues estaba solo en la azotea. Luego, con la misma sonrisa tonta, siguió los pasos del pelirrojo para volver a sus clases.

 

~*~

 

El entrenamiento de ese día se hizo sin ningún problema, estaba especialmente tranquilo si se comparaba con la tarde anterior. Y para mayor sorpresa de los miembros del equipo, el pelirrojo capitán estaba de buen ánimo. Tanto así, que el entrenamiento fue mucho menos agotador.

Luego de dar por terminado el entrenamiento de ese día, y sin que mediaran palabras entre ellos, Hanamichi y Kaede se quedaron a ordenar el gimnasio.

Sakuragi fue el primero en terminar su parte, así que rápidamente se dirigió a los vestuarios. Para cuando Rukawa terminó y lo alcanzó, el pelirrojo ya estaba bañado y vestido.

Fue tan inesperado que Kaede no lo vio venir, pero de repente estaba contra una pared siendo brutalmente besado por Hanamichi. No se resistió. Ese era también su deseo, el que había quedado insatisfecho cuando se encontraron en la azotea.

Intentó llevar sus manos a la cabeza del pelirrojo para profundizar aún más el beso, si es que era eso posible, y en ese momento se dio cuenta de que, por sobre su cabeza, Hanamichi estaba sosteniendo con una de sus manos sus muñecas. No había nada que él pudiera hacer… solo disfrutar del beso.

Solo porque la falta de aire les apremiaba, el pelirrojo cortó el beso. Se separó levemente de su compañero para mirarlo, aun así no le soltó, porque aún no había terminado.

Ambos estaban agitados, intentando recuperar el ritmo normal de su respiración. El beso los había dejado a ambos sin aliento, porque lo habían extendido incluso más de lo que les era posible.

Hanamichi miró fijamente al pelinegro, mientras pasaba sensualmente su lengua por sus labios, humedeciéndolos. Ante esta erótica visión del pelirrojo, Kaede no pudo atinar a nada más que a tragar el nudo que se le había hecho en la garganta. Hanamichi lo estaba seduciendo, y él, como idiota, estaba cayendo rendido a sus pies.

Sakuragi volvió a posar sus labios en los de Rukawa, pero esta vez el beso fue un beso suave. Esta vez quería que lo disfrutaran al máximo.

Comenzó a besarlo con delicadeza, masajeando con sus labios los de Kaede, jugando con su labio inferior, estrujándolo y succionándolo como si de un dulce se tratara. Repitió este procedimiento un par de veces, hasta que decidió comenzar a morder suavemente el labio inferior del pelinegro, mientras jugaba con él y lo estiraba entre mordida y mordida.

Como era un beso más suave, habían sido capaces de acompasar su respiración al movimiento de sus labios, sin tener la necesidad de cortar el beso.

Por eso es que Hanamichi podía continuar jugando sin ningún problema. Había decidido saborear su interior, así que con su lengua, comenzó a bucear dentro de la cavidad de su compañero.

Tanteó sus encías con su lengua, y en un pequeño suspiro de Rukawa, terminó de introducirse en su boca. Recorrió absolutamente toda la húmeda cavidad del pelinegro, buscando con su lengua hasta los más pequeños recovecos. Cuando se sintió satisfecho con su tarea, decidió dedicarse a atender a su compañera. La lengua de Kaede estaba pidiendo atención desde hacía ya un rato, intentando buscar la suya, seguirle el ritmo para conseguir algo de sus cuidados. Pero el pelirrojo la había ignorado completamente.

Ahora, ambas lenguas se encontraban en una lucha por hacerse con el control. Por supuesto, fue el pelirrojo el que venció. Ganándose el derecho de continuar con su juego en el interior de la boca de Kaede, saboreando y explorando todo a su alrededor.

Sakuragi había mantenido su mano libre bajo la nuca de Rukawa, obligándolo a levantar su cabeza, manteniendo así una posición más cómoda para él, para satisfacer sus deseos. Pero ahora, su mano comenzaba a bajar lentamente, recorriendo con cuidado su columna, tocando cada una de sus vertebras, haciendo que Rukawa vibrara bajo sus manos.

Kaede estaba comenzando a agitarse, el pelirrojo sí que sabía qué hacer. ¡Dios! Sus besos, sus besos lo estaban volviendo loco. Cuando días atrás había llegado a la conclusión de que él sabía dónde y cuándo tocar, no estaba equivocado. Pero ahora descubría que no solo sabía tocar, sino que también sabía besar.

Sintió como el pelirrojo comenzaba a bajar su mano, que estaba en su nuca, por su espalda. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, pero no era de frío, sino todo lo contrario, era una sensación totalmente placentera.

Estaban disfrutando totalmente de esta actividad, cuando de pronto…

—Hanamichi… ¿estás aquí? —se escuchó que alguien llamaba desde la puerta del vestuario.

Por suerte para los ambos basquetbolistas, ellos estaban ubicados a una distancia prudencial y no se veían desde la entrada. Kaede, tan rápido como había sido aprisionado, fue soltado.

—¡Ya voy! —gritó, luego se acercó a Rukawa para susurrarse suavemente—. Hoy quedé de salir con los chicos…

—… —solo pudo asentir, indicando que había escuchado.

—Deberías ir a darte un baño… relajante —dijo sonriendo travieso.

Rukawa no entendió del todo su comentario, hasta que siguió la vista el pelirrojo: su entrepierna que mostraba un notorio abultamiento debido a su excitación. Se avergonzó, vergüenza que se evidenció en el rojo color de su cara.

Hanamichi por su parte, tomó un polerón que ató a su cintura, evitando así que su erección fuese más notoria. Aunque en todo caso, la suya era mucho menor que la del pelinegro. Se hubiese largado a reír por la vergüenza de su compañero si no hubiese sido porque Yohei lo esperaba en la puerta.

—Nos vemos… —susurró junto a su oído—. Descansa.

Kaede se llevó ambas manos a su boca para tapar el gemido que estuvo a punto de escapársele. Con su última frase, el pelirrojo le había dado una leve mordida en el lóbulo de su ojera. ¿Cómo se supone que descansara si lo único que hacía era provocarlo? Vio como Sakuragi cogía rápidamente su bolso y salía de su vista.

—Hola, Yohei —saludó a su amigo que estaba en la entrada del vestuario.

—Hola, Hana —respondió a su saludo—. ¿Estás listo?

—Sí, vamos —dijo mientras se disponían a salir, pero luego se volvió como si olvidara algo—. ¡Hoy te toca cerrar, Zorro!

—¿Eh? —le preguntó Yohei.

—Pues eso, que hoy le toca cerrar —dijo alzándose de hombros—. Generalmente cierro yo, pero eso no significa que no haya días en que sea él el que deba quedarse hasta más tarde —explicó como si nada.

—Ah… —dijo dando por cierta su explicación. Él no estaba ni siquiera en la mitad de los entrenamientos, así que no podía saber que eso era una mentira.

Juntos, los dos amigos se dirigieron a la salida. Ahí los esperaba el resto de la Gundum. Este era uno de esos pocos días en que los todos podían coincidir, por eso es que iban a disfrutarlo aún más. Su destino para esa tarde era Danny’s.

 

~*~

 

Estuvieron conversando y fanfarroneando hasta bastante tarde. Ahora, aún alegres por ser capaces de encontrar un momento para reunirse, se dirigían juntos hasta sus casas. A medio camino se detuvieron para separarse. Takamiya aún debía seguir recto por un corto trecho. Por su parte, Ookus y Noma doblaban hacia la derecha, mientras que Hana y Yohei lo hacían hacia la izquierda.

Caminaban bajo el cielo nocturno, sumido cada uno en sus pensamientos. Se encontraban en silencio, pero no les era un silencio totalmente incómodo. Cada uno tenía cosas en las que pensar, cosas que se guardaban, pero que al mismo tiempo querían hablar.

—Yohei… —con algo de timidez, el pelirrojo fue el primero en llamar.

—Dime… —contestó. Sintió la necesidad de Hanamichi, solo que se hizo el desentendido, sabía que si no lo presionaba todo sería más fácil.

—¿Por qué no… te quedas hoy en mi casa? —dijo mientras miraba al cielo.

—Que me pidas eso no es algo muy… común —continuó hablando como si nada. Sabía que el pelirrojo le hacía esa petición solo en contadas ocasiones, cuando necesitaba algo, cuando solo necesitaba una cosa.

—Sí, bueno, hoy por hoy nada es muy común, ¿no? —dijo misteriosamente.

—¿A qué te refieres? —preguntó algo confundido por sus palabras.

—Empezando por el hecho de que nos ocultamos cosas… a todo, en realidad —no sabía de qué otra forma podría decirlo, porque sentía que en eso se resumía todo.

—Bien… me quedaré esta noche contigo —dijo accediendo a su petición.

—Sé que la sabremos aprovechar —dijo mientras sonreía.

—Siempre lo hacemos —contestó devolviéndole la sonrisa.

—Ya lo creo…. —y se largó a reír— amigo.

—“Amigo…” —dijo imitándolo—. Solo porque te conviene.

La característica risa de Hanamichi se hizo más sonora. Aún caminando al lado de Yohei le dio un “amistoso” abrazo mientras le palmeaba la espalda.

Ambos sabían que esa iba a ser una noche muy, muy larga.

Notas finales:

Sé que tal vez no hay tanta "acción" como Dada lo pidió, pero tampoco quiero precionar al pobre Zorrito xD Aún así, espero que les haya gustado :)

Muchas gracias a todas aquellas personas que se dan el tiempo de dejarme un mensajito, especialmente aquellas que lo han hecho en más de una ocasión, me motivan para seguir escribiendo :D

Nos vemos, espero que pronto, mis queridas lectoras y por qué no, lectores :D


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