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Mis 5 guardianes y el destino. por KeikoHikari

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Notas del capitulo:

Aquí os traigo el segundo capítulo de este fic :D

 

Todos parecían buenas personas, pero me inquietaba ese tal Daiki. Tenía ganas de saber como iba a ser mi quinto guardián.

Después de que mi abuela me presentara a aquellos chicos, nos dejó tiempo para conocernos. Nos mirábamos todos, nadie se atrevía a decir nada. Así que lo único que hice fue  despedirme de ellos y salir a reconocer el exterior de la casa de mi abuela. Estaba escondido entre cipreses. Se estaba muy tranquilo allí, solamente se escuchaban el viento rozando las hojas de los árboles. Cerré los ojos un momento y apoyé mi espalda en el tronco de uno de los cipreses. Al final me quedé durmiendo, cuando abrí los ojos me vi rodeado de Onis.

-         ¡V-Vosotros otra vez! D-Dejarme... Por favor... – rogué retrocediendo, pero estaba lejos de casa de mi abuela, y ellos me alcanzarían si corría...

-         Sangre... – susurraron todos a la vez.

-         ¡Callaos! ¡No he despertado como príncipe, no tenéis que hacer nada conmigo! – exclamé.

-         Tu sangre..., la queremos... – siguieron balbuceando.

-         ¿Este es mi fin? Un momento... Mis guardianes... ¿Dónde están? – Los busqué con la mirada pero no estaban, antes de salir les había dicho que me dejaran solo. Estúpida decisión. Volví a la realidad cuando uno de los Oni me cogió del cuello y me levantó en peso.

-         Vas a morir, como todos tus antepasados... – dijo aquel Oni.

-         S-Suéltame – pedí dificultosamente. De repente los chicos aparecieron delante del Oni.

-         Eres cabezota Shinji – interrumpió Takumi.

-         Te dijimos que no fueras solo – respondió Kaito.

-         No debimos dejarte solo – soltó Aiden. Idaína se limitó a asimilar.

-         C-Chicos... Yo... – El Oni empezó a apretarme más.

-         ¡Oni, como uno de los guardines de la casa Shuriken te ordeno que lo sueltes! - gritó Takumi, pero el Oni no le hizo caso, tan solo se rió de él. – Está bien, como tú quieras... – Le lanzó dos llamas, pero Kaito las paró.

-         ¡Estúpido, podrías quemarlo! – exclamó Kaito. – Idaína, te lo dejamos en tus manos.

-         Estaba esperándolo... Prepárate Oni... ¡Que aquí voy! – Le dio un puñetazo tremendo en la cabeza, inmediatamente el Oni abrió la mano y yo caí, pero antes de tocar el suelo Kaito me cogió en brazos. Los demás se ocuparon de los otros Oni y así acabaron con todos.

-         Lo único que estamos haciendo es enfurecerlos más. Será mejor que nos vayamos – dijo Aiden.

-         Es cierto. – afirmó Takumi. – Volvamos... Iria nos estará esperando.

-         Te has metido en un lío – dijo Kaito.

 

Al llegar allí mi abuela me echó un gran puro. No le gustó nada que yo saliera a investigar y negara a los guardianes su vigilancia. Por ello me castigó una semana sin salir de la casa, tan solo concentrándome en mi poder, para intentar que despertara lo antes posible para calmar a los Oni. Pero por más que me concentraba no pasaba nada. Un día pensando en la leyenda se apareció ante mí una mariposa de color rosa, había atravesado la pared como si no hubiera nada. Extendí mi mano y la mariposa se posó en mi dedo índice. Batía las alas con calma; yo podía notarlo. Era preciosa, su color me dejó prendado. Noté un cosquilleo en el brazo y la curiosidad por saber a qué se debía aquella sensación me hizo quitarme la chaqueta y pronto descubrí que en mi brazo había aparecido un dragón que rodeaba mi brazo en espiral, como si de una serpiente enrollada se tratase. Se tiñó de color negro y yo me asusté. ¿A qué venía aquel tatuaje? La corona lo entendía, era muy fácil adivinar que simbolizaba a la realeza, pero el dragón no tenía ni idea y decidí comentárselo a mi abuela, pero ella no quiso verme.

 

No quería volver a mi habitación a estar pensando en la nada, así que decidí conocer las instalaciones que habían en la casa. Fuera había un gimnasio donde mis guardianes se entrenaban. Allí estaban Aiden y Takumi, estaban peleándose entre ellos, parecía que Aiden iba perdiendo ya que lo noté más cansado que a Takumi. Al salir fuera escuché el sonido del agua y no sabía de donde venía, no tardé en averiguar que provenía de un pequeño lago natural que había detrás del edificio de mi abuela. Estaba Kaito practicando con el agua, ésta parecía obedecerle, hacía como dragones formados por agua y sabía manejarlos perfectamente. Le rodeaban, hacía piruetas con ella e incluso hacía que le atacaran a él para esquivarlos. De pronto, vi como uno de aquellos dragones, que parecían serpientes, salía del agua e iba hacia mí a toda velocidad, y antes de que tocara mi cara paró inmediatamente. Yo me asusté tanto que caí de culo al suelo.

-         ¿Quién anda ahí? – preguntó Kaito acercándose a mí en guardia.

-         S-Soy yo... – tartamudeé.

-         Oh Shinji, perdóname no sabía que eras tú – dijo tendiéndome la mano. Yo la cogí; me ayudó a levantarme. – Sentía que alguien me observaba, y por simple impulso te he atacado... Lo siento, de verdad....

-         ¡No te preocupes! E-Estoy bien, no me has llegado a tocar, o sea, ese bicho tan enorme... – Kaito le hizo un gesto y aquellas extrañas serpientes de agua volvieron al lugar de donde habían salido, el lago. – Es increíble lo que haces con el agua, Kaito.

-         Gracias, es el don que tiene mi familia, el del agua. Todos los guardianes procedemos de familias que se dedican a un elemento en especial. Mi familia tiene el elemento del agua, manejamos el agua perfectamente. Conocerás a los demás poco a poco.

-         Entonces... Takumi... – musité.

-         El elemento de Takumi es el fuego, es más, creo que pudiste comprobarlo el primer día que llegaste aquí, ¿no?

-         S-Sí, despistó a los Oni con unas bolas de fuego que aparecieron de la nada, pensaba que estaba soñando. Hasta en este momento nunca he creído en la magia, siempre pensé que todo formaba parte de los cuentos de hadas. Me gustaría saber qué clase de poderes duermen en mi interior – dije admirando mi mano.

-         Pues ya sabes lo que tienes que hacer, tienes que esforzarte en despertar lo antes posible porque yo también tengo curiosidad en saber qué clase de poderes son. Me gustaría ayudarte, pero eso es trabajo de tu abuela, yo tan solo tengo la misión de proteger y cuidar de ti, es decir, del príncipe Leo. – explicó.

-         Te dije que me llamaras Shinji, todavía no soy ese príncipe.

-         Está bien. Un guardián como yo tiene que satisfacer a su protegido en todo, así que cuando tengas problemas, ya sabes a quién puedes llamar. Además nosotros notamos cuando estás en peligro, es algo que sentimos muy poco debido a la inexperiencia, ya que es nuevo, pero aun así lo notamos, no sé como explicarlo. – compartió conmigo.

-         Es increíble. Kaito... Quiero conocer mejor a mis guardianes... ¿Te importa si te pregunto?

-         Para nada, adelante.

-         ¿Cómo supiste que eras guardián? – curioseé.

-         Verás, yo me crié con esa idea ya en la cabeza. Mis antecesores fueron fieles al príncipe y le juraron lealtad y fidelidad a cambio de poderes para poder protegerle. Fue cuando el príncipe Leo le concedió el don de poder manejar el agua. A mí me entraron desde pequeño para saber manejarlo con perfección y aquí me tienes...

-         Vaya es increíble... ¿Y tú lo aceptaste? Podrías haberte negado a ser un guardián, pero aun así...

-         Es cierto, podría haber escapado de ese destino, pero tenía curiosidad de saber qué se sentía al ser un guardián de verdad.... Y si te digo la verdad, nunca me arrepentí de haber escogido este camino. Me alegro de ser tu guardián, una persona tan torpe como tú necesita a alguien como yo para cuidarte. – expresó guiñándome un ojo.

-         ¡Oye! Yo no soy tan torpe... – corregí.

-         Estuviste a punto de morir a manos de los Oni, tan solo con quedarte durmiendo fuera de nuestro alcance y aun encima nos negaste que te acompañáramos. – reprochó. Y era cierto, era muy torpe.

-         L-Lo siento. No lo hice queriendo.

-         ¡Kaito! Necesito que me ayudes con unas cosas, ¿puedes venir? – gritó uno de los otros chicos.

-         Sí, ¡ya voy! Bueno príncipe, quiero decir, Shinji, tengo que irme, nos vemos luego. – exclamó alejándose.

 

Aquel chico me parecía algo interesante. Siempre me había gustado mucho el agua y me gustaría saber tanto como pudiera sobre ella, y no había nadie mejor para que me enseñara sobre ella. Tenía que conocer a la perfección a mis guardianes, quería saber sobre sus familias y cómo había llegado a ser un guardián. Quería saber el que manejaba cada uno, ya que cuanto más supiera más preparado iba. También esperaba que mi abuela me contara más sobre los Oni y su pasado. Necesitaba algo de información para poder lidiar con ellos. Esto no iba a ser fácil, en absoluto.

A la mañana siguiente, después del desayuno, quise hablar con Takumi, todavía no le había agradecido que me salvara el primer día que llegue a esta casa. No lo encontré lo único que avisté fue la mariposa que había estado en mi habitación y que había hecho aparecer el dragón en mi brazo. La seguí y me llevó ante un gran árbol, donde parecía haber alguien... ¿Ese era Daiki?

Notas finales:

¿Qué os pareció?


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