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En la oscuridad del Bosque por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Aquí el cuarto capítulo ... me tardé mucho en subirlo, esque no me queda tiempo u_u espero que les guste 

Gracias por su atencion <3


- ¿¡Qué….Qué haces!?-
Exclamé exaltado mientras me apartaba bruscamente de los labios de Desmond. Su brazo rodeando mi cintura, nuestras respiraciones  mezclándose la una con la otra, todo esto me ponía nervioso, me confundía y me asustaba. Estaba completamente sonrojado y mis manos torpes temblaban. Desmond me miró un poco confuso.

- Yo…lo siento- Dijo luego de algunos segundos de silencio mientras apartaba su mano de mí  –No quería asustarte…estás temblando- Terminó apenado.

- No…no es eso- Intenté justificar pero ni siquiera yo sabía que era lo que realmente pasaba por mi cabeza. Es decir ¡Acababa de besarme con un completo desconocido! ¿Qué se supone que debo pensar? Ni siquiera lo amaba, admito que Desmond es poseedor de un rostro peculiarmente bello pero eso no era suficiente ¡Además ni siquiera tengo en mi cabeza enamorarme de alguien! El amor no es algo que vaya conmigo ¿Alguna vez me había enamorado?

Creo que sí…Pero definitivamente no dejaré que vuelva a pasar.

El recuerdo de Soul de pronto entró en mi cabeza como un relámpago, aturdiéndome. Lo extrañaba, lo extrañaba mucho ¡Cómo deseaba que él estuviese aquí, ahora! Seguramente nada de esto pasaría si él se hubiese quedado aquí, si así fuese no habría lobos, no habría muertos cada luna llena, no habría desperdiciado mi infancia entrenando para asesinar a su raptor.

Si Soul estuviese aquí…yo ahora sería feliz.

-¡Sasha!- La voz de Desmond volvía a entrar a mí y me sacaba de mi trance, le miré un poco confuso.

- ¿Estás bien?- Insistió.

- Si…Si- Dije mientras me ponía de pie y le ayudaba a levantarse, aún mantenía la herida de su brazo que cada vez se hacía más grave. Lo recosté sobre mi cama y con unos paños mojados comencé lentamente a retirar la sangre que escurría de su hombro. Él gemía mientras mordía sus labios, intentando contener el dolor. La herida era realmente profunda, un agujero de más de diez centímetros, los músculos habían sido perfectamente desgarrados y no quedaba rastro de piel en la herida. Miré hacia todos lados, buscaba algo, alguna yerba que sirviese para curarlo pero no había absolutamente nada en casa.

- Escúchame, Desmond- Comencé mientras terminaba de esparcir el último chorro de agua sobre su brazo y dejaba el paño sobre él –Iré al bosque por algunas yerbas amarillas-  La yerba amarilla, como la llamábamos nosotros, es una hermosa flor que crece en medio del bosque, sirve para cicatrizar heridas y evitar infecciones.

- Es muy peligroso- Dijo dificultosamente entre jadeos mientras intentaba contener el dolor de su brazo. Algo sabía de botánica y estaba seguro de que esta herida comenzaba a infectarse, si esto seguía así Desmond perdería su brazo.

- Los lobos acaban de irs…- Interrumpí la frase del cazador mientras posaba mi dedo índice sobre sus labios. El calló inmediatamente.

- Estaré bien…- Dije sonriendo mientras me levantaba y tomaba el abrigo color rojo –Tú descansa…volveré en un par de horas-  Terminé antes de cruzar el umbral de la puerta.

El atardecer estaba cerca, pero aún tenía tiempo. Comencé a correr en un trote acelerado para poder estar de vuelta antes de que estuviese completamente oscuro. Hacía mucho frío esa tarde, el paso rápido ayudaría a mis manos y a mis pies a descongelarse, era realmente friolento.

Comencé alejándome del sendero que era marcado por el bosque, debía tomar otro camino para llegar a las flores silvestres. Me adentré en un espacio un tanto oscuro, las frondosas copas de los árboles eran mucho más grandes en esta zona que con la humedad que producía la falta de luz solía verse algo pantanosa. Todo era cubierto por un completo silencio que daba miedo y ningún pájaro cantaba en esta área del bosque, incluso podía  oír a mi corazón frenético, que marcaba el ritmo de mis pasos con aceleradas pulsaciones. El lodo bajo mis pies más el verdor de las hojas regalaban un olor húmedo que desde hace poco había comenzado a gustarme, de alguna forma esto me tranquilizó un poco.

Llevaba poco más de media hora caminando, ya debía faltar poco para llegar. Vi un pequeño riachuelo que comenzaba a correr a mi lado, cortando el silencio en el que estaba, estaba cerca.

Una pradera abierta me indicaba que había llegado, dejando atrás todas las espesas copas verdosas de los árboles. Solo un prado que era iluminado por las resplandecientes flores amarillas que se meneaban con el viento que soplaba fuertemente y hería mi rostro.

Me sentí sumamente alegre y corriendo con todas las fuerzas que mis piernas podían dar me aproximé a las flores. Quedaba poco menos de cuarenta minutos para que todo estuviese completamente oscuro. De alguna forma estaba tranquilo, hoy no habría luna. Comencé eligiendo solo las mejores, las más coloridas, las más húmedas. La herida de Desmond era muy grande y necesitaría muchas para curarle. Las envolví en una pequeña manta que traía conmigo, con unas veinte flores era suficiente, me puse de pie para retirarme.

Demoré mucho mientras seleccionaba las yerbas y  el atardecer se avecinó de pronto, topándome frente a frente con él. El sol se escondía majestuosamente anaranjado en el horizonte, más grande que cualquier otra tarde. La llegada del ocaso es algo tan hermoso y dura tan poco tiempo, no podía perdérmelo, me quedé parado, pasmado, atónito viendo como terminaba de ocultarse aquella esfera rojiza y poco a poco todo comenzaba a oscurecer en una particular penumbra que me encantaba en lo más profundo de mí. Desde hace ya mucho tiempo que un atardecer no me parecía tan bello ¿Desde cuándo? ¿Cuándo fue la última vez que no disfrutaba un momento como este?

 Ah, es verdad, desde la última vez que lo vi junto a Soul.


Negué con la cabeza varias veces, recordarlo tanto me hacía sentir incómodo, me devolvía la angustia y la tristeza que sentí cuando se fue ¡No quería sentir nada de eso!

El atardecer ya había pasado y las primeras estrellas comenzaban a iluminar el ya oscuro cielo. Me encaminé nuevamente de regreso a casa, con el amargo recuerdo de Soul a mi lado, no me dejaba en paz, no permitía descanso ¡No podía sacarlo de mi cabeza!

Recordé de pronto cuando éramos pequeños. En ese tiempo, cada vez que uno pensaba intensamente en el otro, de alguna u otra forma el otro aparecía. Algunos le llaman telepatía, nosotros le llamábamos conexión.  Pero Soul no está aquí, desde hace mucho tiempo, el no iba a aparecer ¿Entonces por qué no podía dejar de pensar en él?

No me dí cuenta cuando me perdí, el estar distraído hizo que me separara del camino y me alejara ¿Dónde diablos estaba? Todo el paisaje que se mostraba  ante mí era completamente desconocido para mis ojos. De alguna forma, me desesperé, Desmond esperaba mi ayuda y yo no tenía idea dónde estaba parado. Di media vuelta e intenté retroceder en mis pasos. Cuando caminaba por más de diez minutos en una misma dirección, cambiaba el rumbo creyendo que así podría llegar a mi antiguo sendero ¡Pero solo me estaba perdiendo más aún! Ya ni siquiera escuchaba el sonido del pequeño riachuelo.

En la oscuridad solo destellaban la luz de las estrellas, la luna se encontraba completamente ausente esta noche. Apenas podía divisar a algunos animales que corrían por todos lados, pero todo lo demás era igual, los mismos árboles, los mismos arbustos, las mismas rocas una y otra vez ¿¡Acaso estaba dando vueltas en círculos!?

De pronto, un ruido llamó mi atención. Una rama pequeña era rota por los pies de alguien, alguien que apenas me vio comenzó a correr despavorido en dirección contraria a la mía, eran pisadas humanas. Fuese quién fuese esa persona me ayudaría a encontrar el camino de vuelta a casa. Di media vuelta y comencé a correr en dirección a los pasos, dando una frenética carrera por alcanzar a la persona que corría delante de mí. Apenas podía distinguir una silueta en la oscuridad, iba a torso desnudo y llevaba el cabello alargado y suelto, llegando hasta su cintura, era un hombre. El joven se movía ágilmente entre los árboles, como si conociese el bosque como la palma de su mano, veloz como un lince, silencioso como un búho, apenas podía sentir sus pasos y esto me hacía mucho más difícil su persecución.

Llevaba poco más de diez minutos de seguimiento y mi respiración agitada y el palpitar acelerado de mi corazón indicaba que mi cuerpo comenzaba a cansarse. Pero nada de esto me importaba, estaba cada vez más cerca y definitivamente no iba a rendirme, ya había llegado a la módica distancia de un metro y medio y estaba muy cerca. De un momento a otro, en un impulso desenfrenado aceleré hasta mis límites y me acerqué mucho más, lanzándome hacia él con la intención de embestirle, lo logré, una perfectamente ejecutada tacleada lograba derribarlo.

Caí sobre su espalda y en el suelo intenté tomarle los hombros y girarle, para poder ver su rostro pero me fue imposible. Él se resistía enormemente en no voltear hacia mí, entre los dos comenzó a darse un fuerte forcejeo, mientras yo intentaba mirarle, él se levantó elevándome sobre sus hombros e intentó que me quitara de encima, mientras que yo con suma fuerza me aferraba a su espalda e intentaba no apartarme de él, pero definitivamente él era más fuerte. En un movimiento rápido hizo que mis manos soltaran sus hombros y me lanzó disparado hacia el suelo, pero yo tendí mi mano antes de caer y lo jalé del cabello, me golpeé la cabeza con una roca, quedando sumamente aturdido, mientras él caía sobre mí.

Sentí una fuerte punzada en la nuca, pero no me importo en absoluto, esta era mi oportunidad. Levanté mis manos y las dirigí a su cabeza, levantándola de mi pecho, permitiendo ver su rostro.

- ¿¡Qu…Qué!?- Mis manos comenzaron a temblar sin que yo pudiese controlarlas, obligándome a apartarlas de su rostro. Todo mi cuerpo comenzó a estremecerse y a ser víctima de un sinfín de escalofríos desde mis pies hasta el último cabello. Mi corazón se aceleró desenfrenado, pensé que iba a estallar dentro de mi pecho, incluso podía sentir la piel de mi torso palpitar al ritmo de los anormales latidos. Estaba estupefacto, todo en mí pareció detenerse.

Su cabello oscurecido que salvajemente brillaba como ningún otro, su piel suave, tersa, que me electrizaba con tan solo rozarla, sus ojos, esos ojos color verde, como las hojas de los árboles, esos ojos que recordaba tan inocentes y puros y que ahora se alzaban ante mí feroces y rebeldes.

- N…No puede ser…- Murmuré con la voz temblorosa y jadeante. Sin haberme dado cuenta mi respiración se aceleró y apenas me permitía hablar.

-¿S…Soul?-  El me miró confuso, con ojos sorprendidos y asustados.  Guardó silencio, quizás me estaba equivocando ¿Cómo saber si era él? Quizá solo se parecía físicamente. Yo solo conocía al Soul niño ¿Quién imaginaría que se transformaría en este joven ágil, con unos hombros tan fuertes y potentes y unas manos tan enérgicas y suaves a la vez? Su rostro levemente alargado y su mirada hostil le daban un aspecto maduro. No se parecía en nada al Soul que alguna vez conocí ¿Entonces por qué?

- Sa…Sasha-  Su voz era grave y masculina pero sumamente suave y tranquila ¡Definitivamente era él!

- ¡Soul! – Grité nuevamente, emocionado ¿Cómo era posible que estuviese vivo? - ¡Soul! ¡Soul! - Exclamaba repetidamente mientras que sin que yo lo pudiese evitar mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. Sentí como la vida volvió a mí en un respiro que me invadía y me llenaba de nuevo, sentí mi corazón latiendo desesperado, intentando escapar de mí para llegar hasta él.

- ¡Soul! ¿Cómo?- Y sin pensarlo envolví su cuello entre mis brazos y lo abracé fuertemente, sin querer soltarlo, con pasión y con egoísmo. Solo quería quedarme allí, estrechándolo contra mí, sin que volviese a separarse de mi lado ¿Acaso esto era un sueño? Si así era no me importaba, por favor ¡No quiero despertar nunca más! Solo deseaba estar así, de esa forma, sintiendo su calor chocar contra mi cuerpo frío que anhelaba su calidez  desesperadamente.

- Soul…- Volví a murmurar luego de un rato de silencio, era la única palabra que hablaba dentro de mí y la única que mi voz balbuceante podía pronunciar ¡Soul! ¡Cuánto tiempo estuve esperando esto! Volví mis manos hacia su cara y la tomé entre ellas con decisión, atrayéndola hasta la mía. Pude ver su rostro, sus ojos acuosos me miraban con una mezcla que por un momento me aterrorizó, me miraban con dulzura, con la dulzura del Soul que conocí y también me observaban con ansias, con ansias de devorarme. 

Y yo también deseaba ser devorado.

Lo aproximé más hasta mí, hasta que en un movimiento veloz y un poco brusco lo atraje hasta mis labios, besándonos ¡Cuantos años estuve esperando esto! Soul, de la única persona que me había enamorado, del único al que deseaba besar, sus labios estaban siendo míos ahora mismo. Un beso apasionado, lleno de violento febril e impulsivo frenesí. Sentí su cuerpo estremecerse y sacudirse producto de un escalofrío, nuestras respiraciones comenzaron a acelerarse jadeantes, mientras que sus manos apretaban nerviosamente mis hombros, intentándome atraerme aún más hacia él. Pero no podíamos estar más unidos, la carne, la piel y los músculos estorbaban entre nosotros.

Finalmente apartaba sus labios de los míos, entre respiraciones entrecortadas por la emoción y la delirante dulzura de ese beso. Clavó sus ojos fijos en mis pupilas azules, hipnotizado ¡Definitivamente era Soul Mond el que me estaba mirando!

Pasó sus manos alrededor de mi cuello y dirigió su rostro nuevamente hacia el mío, pero algo le detuvo. Apartó sus manos de mí y las extendió frente a mis ojos, estaban cubiertas de sangre, llenas de ese líquido espeso color carmín, aún ardiendo por su frescura. Entonces solo en ese momento lo recordé, me había golpeado en la cabeza. El dolor llegó hasta mí en una punzada que no pude contener, llevé las manos hacia mi nuca, estaba sangrando considerablemente. Los insensibles ojos de Soul parecieron intranquilizarse un poco. Por un momento pareció separar sus labios, para decir algo, una palabra breve que no alcancé a oír, porque simplemente dejé de escuchar. La visión de Soul se comenzó a tornar borrosa, estaba desapareciendo ¡Se estaba alejando de mí!  todo quedaba en penumbras.

Hasta llegar a la más profunda oscuridad.


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