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Maestro en fantasmagorías por sleeping god

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Notas del fanfic:

En la semana que me mandaron al extranjero tuve el placer de conocer muchas personas que me inspiración.

Por lo cual agradezco a Raffaelle y sus ideas.

Además de siempre decir que los personajes no me pertenecen, sino que son obra de la imaginación de Tite Kubo.

Notas del capitulo:

Unas "vacaciones" de trabajo con mucho buen material a mi parecer. Logré crear 7 historias cortas que conforme refuerce y concluya quisiera subir. 

Esta se la debo a un buen amigo italiano que gusto de escucharme cuentear en un estado de embriaguez.

Sin más, espero les guste.

Conocí a la Belleza

“$1,300,000 yenes para el lunes o te vas de vuelta con tu padre” esa estúpida y desconsensuada frase mal formulada. La cantidad es correcta, dos meses de renta atrasados más impuestos, es decir $500,000 por mes y $300,000 del resto. Lo incorrecto es decir que vuelvo con mi padre, no, yo voy directo a la calle.

Pensar que ni porque trabajamos juntos me pudo dar otro mes. Estoy recuerdo que no somos los mejores amigos, ni seudo-amigos podría llamar a ese hijo de mala madre.

Esa frase retunda en mi cabeza aunque pensé que saliendo a caminar mi mente se dejaría conquistar con las lindas chicas, con los caros autos, la exagerada cantidad de perros en los patios delanteros de as casas, la única orquídea blanca en una botella de vidrio recargada en un poste. La pateo simplemente para relajarme.

-¡oye ¿Qué demonios te ocurre?!

Lo que me faltaba. No, espera, sí, justo lo que me faltaba, un problema que resolver con los puños.

-más te vale recogerlo-me dice una voz de un muchacho muy enojado al parecer.

Sonrió aun sin darme la vuelta. Sé que soy simplemente amenazador con mi 1.86 de estatura, mis amplios hombros y los brazos musculosos que luzco en una playera de manga corta.

-¿Cómo dices?-me atrevo a preguntar para ver si va enserio o sólo será un tipo que terminará disculpándose.

-¿Qué eres sordo o sólo estúpido? Dije que recojas lo que acabas de patear.

Va en serio. Me giro con mi gran sonrisa que bien conozco de todo un psicópata.

-oblígame-espeto teniendo a un par de metros a un chico de curioso cabello anaranjado, con el ceño fruncido y uniforme de escolar.

-no me hagas obligarte-amenaza con seriedad que me hace reír a grave voz.

-no, tú me hagas reír-trueno los huesos de mi cuello y camino a él sin perder el tiempo en más platica inútil. Se pone en guardia de inmediato y sin más bajo su mano derecha y lanzo un golpe a su rostro que esquiva por muy poco, él me lanza otro a las costillas más le detengo el brazo para darle con la cabeza en la frente, retrocede mareado, o eso pienso cuando me da una patada en la mejilla derecha. Sonrió más ampliamente y eso parece asustarlo.

-bien, has me relaje-le digo corriendo a encontrarnos con los puños en varios intervalos de descanso y euforia.

No se le nota feliz con la carnicería pero a mí me encanta, tiene destreza más no es mejor que yo.

-¡ustedes, basta!-paramos  un policía metiéndose en mi pelea-¿Qué ocurre aquí?

-está interrumpiendo-le digo escupiendo sangre al piso.

-me llevaré a ambos.

No dice nada el muchacho a pesar de no haber iniciado la pelea y únicamente defenderse.

Me doy la vuelta y empiezo a caminar, haciendo que el uniformado me siga realmente indignado.

-¿A dónde crees que vas?

-a mi casa.

-he dicho que vas a…-no le permito decir más para golpearlo de lleno en el rostro y dejarlo en el piso.

-no me esté jodiendo-al mirar atrás el chico se ha ido, no sin antes acomodar lo que antes deshice.

Vuelvo a mi cuarto a dormir.

 

Tengo dos días para el lunes, el primero está corriendo y sin ningún plan pienso en coger. La pelea de anoche me vino muy bien pero no me satisfago del todo.

Me siento frente a una preparatoria para ver a los deliciosos pedazos de carne que visten faldas cortas o entallados pantalones. Sí, admito que puedo tirarme a una chica o un tipo indiscriminadamente, no soy quisquilloso mientras tengas buena vista que ofrecer. A punto de lanzarme a un chico apetecible salen un par de chicas, una con enormes tetas y la otra la llamaría más bien un intento de mujer por ser tan plana como una banqueta, sin embargo puede que me divierta con ambas. Camino tras de ellas hasta acercarme  y sin ninguna vergüenza saludarlas. La tetona con gran sonrisa me responde cortésmente más la otra me mira con desconfianza y cuestiona molesta.

-¿Qué quieres?

-platicar-respondo secamente, pasando mis azules ojos a la más fácil-¿A dónde te diriges?

-vamos al centro comercial.

-está anocheciendo. No deberías ir sola-comento sacando de esta conversación a la otra muchacha.

-¿quieres acompañarnos?

-sí, me encantaría-digo con una sonrisa sádica pero la otro jala a la pechugona pelinaranja, diciéndole en voz baja que no confía en mí. La otra argumenta que parezco un buen sujeto y discuten demás cosas hasta decidir irse cada quien a su casa y dejar las compras para otro día. Me arrepiento de no haber seguido al primero que vi, sin embargo mi presa va en dirección contraria a la otra mujer, lo que me permite ir a arribarla nuevamente.

-vayamos ahora al centro comercial.

-¿pero y Rukia-chan…?

-ella no quería ir. Vamos, yo voy a cuidarte muy bien-me atrevo a poner mi mano alrededor de sus pequeños hombros, bajando mi lujuriosa mirada a sus pechos que cubren la playera.

Acepta finalmente y tengo que decir que fue la conquista más larga, tediosa y que estuve a punto de abandonar pues en mi vida me topé con chica tan más rica y estúpida a la vez. Al final de la “cita” comienzo a ponerme intenso y ella con torpeza no nota mis intenciones, a lo cual aprovecho para llevarla al piso que en posible día y medio ya no me pertenezca.

-¡que linda casa tienes!-me reafirma la razón por la cual gasto casi todo el dinero que logro, pues aunque no me interesa tener un lugar acogedor para llamar hogar si reconozco que un lugar elegante hace que las posibles víctimas me crean un hombre más serio y por tanto un buen partido.

Paso al baño donde me lavo la cara y al salir a verla revisarla inspeccionar el maneki neko que tengo sobre el escritorio.

-parece que te gustan mucho los gatos-me dice al notar la colección de felinos que poseo entre peluches, juguetes y adornos.

-los felinos en general. Me gustan sobre todo las panteras-le digo revisando si es posible un acercamiento directo pero no parece dispuesta, por tanto abro mi closet y saco otra playera con la excusa de cambiármela y quedar semidesnudo. Ahora me mira y se sonroja.

-¿te ofrezco algo de tomar?-le pregunto para no vestirme ahora.

-… no, no gracias.

-pareces nerviosa-le digo con mi típica sonrisa, acercándome para encerrarla contra la pared-¿te pongo nerviosa?

Ella no me mira y  hasta ahora doy con que no sé su nombre, quizá me lo haya dicho y no le presté atención.

-quiero irme-me dice, rechazándome vilmente. Pasa por un lado y la encierro con mi brazo.

-¿A dónde? ¿No confías en mí?

No responde y sé que no tiene esas intenciones conmigo.

-quiero coger un rato. Si quieres sólo una mamada-digo sin pena alguna, mostrándome un poco más amable, mientras mi paciencia dure.

-… no ¡no!-se zafa y corre a la puerta, donde vuelvo a detenerla.

-no actúes como una virgen. Te vas a divertir.

Intenta soltarse de mis brazos y empieza a llorar, a lo cual le libero. Me vuelvo serio, me pongo la playera y tomo su mochila para dársela mientras abro la puerta.

-lárgate-le pido con mal humor.

-¿eh?-cuestiona secándose las lágrimas con total actitud de niña estúpida.

-que te vayas ¿no escuchaste? Quiero coger, no violar a una vieja- la saco y azoto la puerta para tirarme en la cama y empezar a sobarme sobre el pantalón, sin embargo no logro excitarme, pasado un rato decido salir a encontrar otra presa fácil.

Voy a un centro nocturno de mala muerte a tomar una cerveza y buscar entre las chicas que bailan una con buen trasero. Dejo mi bebida a la mitad y me dirijo a la pista donde una delgada japonesa no tarda en bailar muy pegada a mí, yo la imito, comenzando a poner mis manos en sus caderas, acariciando sus piernas desnudas hasta el short corto, tocando su vientre bajo la playera y finalmente meter una mano y apretar un seno mientras su cara se contrae con placer. Me agacho a comentarle al oído que nos vayamos pero entonces me empuja un sujeto y en su rostro leo el golpe que esquivo.

-¡eres un hijo de puta! ¡¿Qué haces tocando a mi novia?!

Sonrió sabiendo la perra que resultó ser esa chica y obviamente eso era lo que quería para mí.

Más que el sexo me gusta pelear, por lo que no respondo y me lanzo a la pelea contra ese tipo con cabello decolorado y en poco tiempo compañeros de este entran a defenderlo, en unos minutos nos sacan a todos. Un grupo de estos decide continuar la riña, nos retiramos a un lugar oscuro y retirado donde sin problema recibo pero sobre todo reparto golpes, sin embargo me doy cuenta que el grupo se redujo y que los desmayados no suman la cantidad contra la que planeaba desquitar mi enojo. Sigo a uno que se retira para verlos reunidos en un callejón lastimando a alguien que parecía tener problemas.

Mi primera molestia fue que me consideraran tan débil que la mitad podría contra mí y la segunda fue ver que atacaban a mi presa de ayer, a ese que aún me debe una digna confrontación.

-les voy a demostrar lo que pasa cuando atacan a la presa de otro-dije y algunos alcanzaron escucharme, sonrió y varios vienen contra mí. Al final llego hasta el pelinaranja que con pesar se levanta del piso, ya con su playera rota y sangrando por la boca. Su mirada me reta. Odio esa mirada.

-vamos, levántate-le rugo y así lo hace, sin quitarme esos ojos castaños de encima-vete, no peleare contra alguien que no está a mi nivel-le espeto con desdén. Me pongo en marcha y me pongo a escuchar sus pasos que arrastra y como maldice la hora.

-regrésate en taxi-le digo y en voz baja me responde:

-me quitaron la cartera.

Me giro a verlo y sé que no llegara a ningún lado en ese estado y me niego a perder a una presa que me debe una batalla.

-sígueme-no ruego más y empiezo a caminar. Unos segundos después va tras de mi hasta mi piso, le abro la puerta y le dejo pasar al desordenado lugar.

Esos malditos ojos me siguen desconfiados. Gruño y mejor prendo las luces, me quito los zapatos y me recuesto en la parte derecha de mi cama.

-¿Dónde dormiré?-me cuestiona y pongo una almohada en el otro lado. No tengo sillón así que no hay de otra. Se quita los zapatos y los calcetines para recostarse con un gemido de dolor. Me levanto a apagar los focos y por la ventana abierta la luz de una luminaria nos impide estar completamente a oscuras. Al recostarme el muchacho se queja de que la cama se hunda más hacia mi lugar. Sin pensarlo mucho le observo completamente y su playera rota me deja saborear un cuerpo exquisito.

-salí a buscar alguien para coger ¿sabes?-no le doy tiempo de nada y me monto encima-¿te gusta el sexo por diversión?-me acerco a su rostro y da un golpe a la mandíbula.

Quisiera sacarle esos putos ojos.

-no te creo virgen-digo regresando mi cabeza a su lugar-¿nunca lo has hecho por hacerlo, por el simple placer?

Agacha por un segundo su mirada y eso lo interpreto como un “sí”. Me lanzo a su labios y le sostengo las muñecas con una mano y con la otra le acaricio la entrepierna, apenas puedo besarle por quererme reír de su necedad a acceder. De un momento a otro deja de patalear y gritar, me alejo y lo miro a los ojos y él a mí. Tiene el ceño fruncido pero extrañamente cuando suelto sus muñecas, pues nunca he violado a nadie, relaja su rostro y conozco a la Belleza. Su rostro cambia completamente y mi sorpresa la nota, esquivando mi atención y yo mismo  no comprendo mi necesidad de conectar nuestras miradas.

-no te escondas-susurro con una ternura que no me conocía-mírame… mírame…-al fin lo hace y me relajo quizá demasiado.

Me rindo, puede irse si quiere. Apunto de retirarme de encima pone su palma en la mejilla que me golpeó y sus ojos, sus ojos no se quitan de encima. Que bella mirada. Le beso con calma y él hace lo mismo, me falta el aire, es como si me lo robara, nos separamos y volvemos a darnos algunos más.

-me llamo Grimmjow-le comento en un impulso.

-soy Ichigo-sonrió y se sonroja. Eso me obliga a morderle los labios por la excitación, él también aumenta la euforia, abriendo su boca y busca con su lengua la mía en una lujuria que se me va de las manos, gimiendo aun sin desvestirnos-tengo dos hermanas menores-me dice dando repetidos besos en mi mejilla.

-tengo un hermano menor. No nos llevamos bien.

-sólo tengo a mi padre-me dice en un suspiro mientras le beso la cara, las orejas y el cuello.

-igual… yo…

-mi cabello es natural-me alzo y le sonrió sin maldad.

-el mío también.

Tengo un cierto miedo a avanzar, por lo cual al quitarme la camisa me enfoco en verlo otra vez. No sonríe y me dan ganas de injuriar a la Belleza. Sin embargo pasa sus manos a mi espalda y sin más lo abrazo, huelo la suciedad de su cabello y escucho su dificultoso respirar al tenerme encima. Digo una disculpa en voz muy baja para levantarme y retirar la camisa deshecha, le doy un beso en los labios y desciendo a su cremallera, sin embargo una hace mueca de complacencia y nuevamente quiero insultarlo pero en vez de eso beso su barriga, a lo cual ríe y me pierdo en ser tierno con su tórax hasta embriagarme con sus pezones que le hacen escapar leves y acallados gemidos.

-no te guardes la voz-pido egoístamente y pensando en su espacial trato que cree merecer sé que no me complacerá, sin embargo lo hace, sin exagerar pero tampoco siendo casto. Él mismo se baja los pantalones y me muerde la oreja a lo cual gruño, luego se recuesta,  de ahí me saco el resto de la ropa y empiezo penetrarlo hasta el fondo, saliendo casi por completo y volviendo al fondo. Unas lágrimas salen de sus ojos y me asusto sin entender, me tiemblan los brazos que tengo a cada lado de su cabeza casi cayendo sobre él.

-¿te duele?

Afirma y responde:

-hace mucho… que no lo hago-me quedo quieto y sin pensarlo beso sus ojos.

Sonríe y sonrió. Ambos reímos.

Vuelvo a empezar y pronto nos sumimos en el éxtasis del placer y a la vez tengo miedo de concluir, un miedo fuerte que me hace parar de pronto. Empieza fruncen el ceño y reanudo para no enojar a la Belleza, a Ichigo. Gemimos, gritamos y finalmente concluimos.

Estoy sumido en un pánico de ver sus ojos y volverlos a odiar. Me abraza fuertemente, temblando de cansancio y comprimido por el orgasmo. No lo suelto ni al salirme de él. Tengo tanto miedo.

-no hablemos-pido volviéndole a besar y gozando que no se muestre hostil-mañana hablamos.

-sí, Grimmjow-no nos liberamos y así espero que el día siguiente lo encuentre amargo y lo injurie.

 

Notas finales:

Tanto el título como los nombres de los capítulos los obtengo de un pequeño libro que leí durante el vuelo. Si les interesa- y yo recomiendo- se llama Una temporada en el infierno de Jean Arthur Rinbaud.

Gracias por leer.


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