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Tú y yo por Chris Yagami

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Notas del fanfic:

Después de eras!! de no escribir, esto fue lo que me salió :C mi cabeza no dio para mas

Basado en la canción "Tu y yo" de La oreja de Van Gogh

El viento frío soplaba sobre la ciudad de Tokio, el gélido invierno anunciaba su entrada triunfal de ese año, aunque aún faltaban un par de días para tal fecha. La gente abrigada totalmente para soportar el clima casi ártico de ese lugar, hacía las compras de la temporada navideña, algunos otros solo caminaban rumbo a sus casas; después de un día más de trabajo arduo; y el resto se refugiaba del frío en las cafeterías y restaurantes de la zona.

Ese era el caso de una pareja de jóvenes. Las manos del más delgado; de cabello castaño y perfil fino de piel blanca, acompañando un par de ojos esmeralda; temblaban sin control al aferrarse a la pequeña taza de chocolate que había pedido intentando por todos los medios no derramarlo. A pesar de todo, ese temblor ligero no se debía a las bajas temperaturas, sino a causa de las palabras recién escuchadas de los labios del chico rubio que lo acompañaba.

Lo había llamado y citado en esa cafetería en particular, donde se habían conocido más de cinco años atrás. En esa época, el joven de cabello castaño trabajaba a medio tiempo, mientras que el rubio se había convertido en un cliente frecuente solo con la idea de poder ver a la persona de quien se había enamorado.

Lentamente esas visitas dieron frutos para el rubio siberiano, el muchacho japonés le atendía cada vez que iba, y las sonrisas que le dedicaba le hacían saber que sus muchas insistencias por una oportunidad para invitarlo a comer, estaban dando resultados. Así fue por un par de meses de cortejo, hasta que finalmente el joven mesero aceptó una relación con él, lo que le hizo sumamente feliz. Desde entonces, esa cafetería se había convertido en un lugar especial para los dos.


Sin embargo, en esta ocasión no estaban ahí para disfrutar de un romántico encuentro, tampoco para charlar de cómo les iba en sus respectivas carreras, pues desde que ambos habían comenzado la universidad apenas tenían tiempo para ellos. Nada de eso, ese día la cita traía como programa dar de manera “oficial” vuelta a la página, algo que los dos sabían que desde hace tiempo se venía dando, sin poder controlarlo.

 

El silencio se había plantado entre ellos desde hacía más de diez minutos, el rubio mirando por la ventana a la gente pasar y el menor conteniendo las ganas insoportables de soltarse en llanto y suplicar. Aquellos que los conocían; empleados más que nadie; se preguntaban el porqué de esa situación, era extraño no verlos acaramelados como todo el tiempo, aunque tomando en cuenta que no se presentaban en el sitio desde un mes atrás, sabían que muchas cosas pudieron haber pasado.

 

Lo que más quería el joven de cabello castaño era poder tomarlo de la mano y lograr que se quedara así por siempre; con él; y tener la facultad de borrar las palabras que le había dedicado unos minutos atrás... incluso, poder decir que solo las había imaginado; o en el mejor de los casos; afirmar que eran una de esas bromas de mal gusto del que aún era su novio. Después de todo, a él le gustaba hacer ese tipo de bromas, siempre las hacía.

Pero por más que lo miraba deseando ver en sus ojos que de verdad estaba pasando, él lo esquivaba. Cuando acercó su mano helada para tomar la cálida de él, la alejó a toda velocidad logrando esconderla dentro de su chaqueta. El silencio se hizo más pesado y sentía que lo ahogaba, su pecho tenía dificultades para robar una bocanada de aire que le fuera suficiente. Y fue peor cuando sin tocarlo, sin verlo; pudo sentir claramente como posaba sus penetrantes ojos azules en él, que aún mantenía la mirada en la taza, la que comenzaba a enfriarse.

 

Cada vez le era más difícil mantener sus lágrimas prisioneras, le rogaban rodar por sus mejillas y así conseguir liberar un poco esa angustia y el dolor desgarrador que se alojó en su corazón. No sabía cuánto más podía resistir a eso.

 

—Shun— Fue suficiente con escuchar su voz llamándolo de nuevo, pidiendo con ese simple acto que lo mirara. Sin poder contenerlo más, una lágrima rodó por su mejilla y sollozó —. Por favor, yo…

 

—Lo sé, lo sé — repitió llevando los dedos a sus labios para cubrirlos y acallarse con ello —. Perdona...— pidió apretando sus ojos con fuerza para derramar el mar de lágrimas que ahogaba a sus ojos.

 

Escuchó el suspiro pesado de Hyoga y sintió que el mundo se le venía encima. Hablaba muy en serio, las pocas esperanzas de que fuera una broma se habían desvanecido y ahora quedaba solo la seguridad de que; tal vez; esa era la última vez que se sentaban juntos en esa cafetería para charlar, o la última vez que se veían.

 

—Por favor, tratemos de estar bien — pidió acercando finalmente sus manos a las de Shun, quien las aferró con fuerza pero siguió con la vista perdida en la taza, aun derramando lágrimas rebeldes —. Quiero recordarte sonriente, como siempre.

 

¿Pero estaba de broma? ¿Cómo iba a sonreír? Si sentía que se moría por dentro, cada lágrima le hacía reconocer que ese dolor era de verdad y no una cruel pesadilla. Hyoga estaba consciente de eso, y era por esa misma razón que no quería dar más vueltas al asunto, quería ser suave con el muchacho ya que era alguien muy dulce y; aunque ya no lo amaba; aún sentía un fuerte aprecio por él.

 

—Shun, fue muy lindo lo que pasó entre nosotros, pero ya pasó— Suspiró de nuevo, al escuchar un nuevo sollozo del más joven —. Es necesario separarnos, ya no quiero hacerte más daño…

 

Shun intentó retirar la mano para que no sintiera como comenzaba a temblar de nuevo, pero Hyoga no se lo permitió, la apretó con fuerza aunque no más de la necesaria.

 

— Lo nuestro ya no es amor, se convirtió solo en una rutina y eso no es el amor — Esta vez, el menor consiguió apartar su mano colocándola lejos de su alcance —. El amor tiene que alimentarse y nosotros dejamos de hacerlo desde hace mucho tiempo.

 

—Podemos volver a intentarlo — rogó mirando por primera vez sus ojos, desde que escuchó de sus labios que el amor se había acabado.

 

—No, ya no podemos — sonrió con ternura al ver la esperanza en esos ojos soñadores, lo primero que le había atraído de su persona: sus ojos verdes y claros. Ya no recibió respuesta de parte del menor, quien volvió a desviar la mirada a la taza de chocolate que ya no humeaba.

 

—Si hice algo…

 

—No es tu culpa — se apresuró a decirle. Se sentía terrible al hacerle eso, escucharlo sollozar con cada una de sus respuestas le dolía más de lo que el menor podía imaginar —. Shun, la gente nos está mirando.

 

Y en efecto, los empleados murmuraban entre sí; entre orden y orden; sobre lo que alcanzaban a escuchar cuando pasaban cerca de la mesa, haciendo teoría tras teoría, algunas más alentadoras que otras, unos sólo por diversión y otros por sentir cierta empatía con Shun. Pero de entre todos destacaban un par de meseros que al final terminaron por no atender ninguna mesa, por la oportunidad de no perder detalle.

 

—Te amo — Le escuchó decir de pronto, lo que le sorprendió —. Te amo tanto…

 

—No, no me amas.

 

Shun apretó los puños furioso y dolido por esas crueles palabras. Lo que hubiera pasado por el corazón de Hyoga, aquello que desapareciera el amor que le dijo le tendría siempre, no había pasado por el suyo, seguía amándolo, se estaba haciendo pedazos con cada segundo y cada palabra. No tenía ningún derecho a decir que no lo amaba. Eso era amor.

 

—Mírame — Pidió de manera firme, pero Shun no respondió —. Por favor, mírame.

 

El menor contuvo un sollozo cuando lo hizo, sus ojos verdes, húmedos e hinchados, se fijaron en los impasibles de Hyoga

 

— ¿Qué ves?

 

Al principio no entendió su pregunta, pero no tardó demasiado en comprender que le preguntaba qué era lo que veía en sus ojos azules. Tampoco le tomó mucho tiempo descubrir lo que tanto tiempo había estado negando, el brillo que había descubierto cuando le dirigió la palabra por primera vez, ya no estaba. Y sobre todo, veía su propio reflejo... ahí descubrió su propia mirada rota y la expresión lastimera que tenía su rostro, entonces soltó en llanto de nuevo.

 

—No quiero lastimarte más — repitió limpiando sus lágrimas con su pulgar derecho.

 

—Tú y yo nos amamos — dijo firme, intentando convencerlo de ello.

 

—No, Shun, ya no somos “tú y yo”. Yo no te amo y tú puedes ser feliz con alguien más que pueda corresponderte.

 

—¿Por qué?, ¿Qué fue lo que hice? — preguntó desesperado. Lo que fuera podía corregirlo, no deseaba que su historia terminara así.

 

—Nada, no hiciste nada mal, no es tu culpa — repitió un poco fastidiado. Sabía que esa conversación no los llevaría muy lejos, al menos ya había dicho todo lo que debía —. No quiero seguirte dando un falso amor, no te lo mereces.

 

—Pero…

 

—Hay alguien más — Soltó cerrando los ojos, no quería ver lo que su confesión iba a causar en su ex pareja —. Perdóname.

 

Sin más se puso en pie y tomó su chaqueta, dio un par de pasos a la salida, pero se detuvo al pasar a un lado de Shun que seguía con la mirada en la mesa.

 

— Te deseo suerte... Te quiero, Shun — Ahora era su turno de contener el llanto, después de todo el menor siempre sería alguien importante para él.

 

Shun le miró con el dolor contenido en sus pupilas, apreció por última vez su sonrisa; aunque dolida; y le vio partir. Lo único que pudo hacer fue esconder su rostro con sus brazos y comenzar a llorar tan silencioso como le fue posible.

Notas finales:

Espero puedan dejarme un rev *w*

Y ya se que les debo los otros dos fics T_T tenganme paciencia


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