Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Momentos de locura - Brothers Conflict por BlueFoxDevil

[Reviews - 30]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes y la historia original de este manga, Brothers Conflict, no me pertenecen, sino a Takeshi Mizuno (historia) y a Ukyo (dibujo)

Azusa dejó caer el libro sobre su pecho, con un suspiro pesaroso. Clavó la vista en el techo, apretando la mandíbula para no llorar.

-Maldita sea- Golpeó el suelo con el puño, se quito los lentes y los arrojo a un lado, para luego cubrirse el rostro con las manos.

Se quedó horas así, acostado en medio de la habitación, mordiéndose los labios con fuerza para reprimir las lágrimas. Últimamente eso le pasaba mucho. Se deprimía al pensar en la situación, y no sabía ya que hacer. Se estaba volviendo loco.

Al poco llegó Tsubaki, aparentemente animado, tarareando una canción mal entonada. Se detuvo en seco al ver a su hermano desparramado en el suelo. Se acerco a él, dándole unos empujoncitos con la punta del pie.

-Hey, tú ¿Sabes? La cama se hizo para acostarse en ella. – Le aconsejo con una sonrisa-

-Déjame en paz – Reprochó sin descubrir su rostro, y en un tono un poco más agresivo del que pretendía.

-¿Qué te pasa? – Tsubaki se acuclilló a su lado, le tomó las manos, apartándolas de su rostro, para observarlo con detenimiento.

-Nada

-Tienes los ojos rojos… - Tsubaki pasó el pulgar por su mejilla, con cariño. Azusa, preso del pánico, se apartó, incorporándose.

-Es que estaba dormido – Se justifico, frotándose los ojos con la manga de la sudadera.

-Ya entiendo. – Tsubaki arqueó una ceja, observando con poca convicción como su hermano tomaba sus lentes, poniéndose de pie, y, tras dejarlos en la mesita de noche junto a la cama, se dirigió a toda velocidad al baño, sin poder evitar azotar la puerta tras de sí.

Tsubaki se quedo trastornado ante la actitud de su hermano. “¿Qué te pasa hoy, hermanito?”

 

Azusa se echo agua en la cara, intentando aclarar sus ideas. Miró con recelo su reflejo en el espejo, frunciendo el ceño. Sus ojos, enrojecidos y enmarcados con grandes ojeras, su cabello negro disparado en todas direcciones, y sus fachas descuidadas, se habían convertido en su aspecto diario, y en las evidencias de todo lo que había pasado por aquellos días.

Antes solía ser un chico guapo, con carisma, dulce y tierno con todos. Se preocupaba por su aspecto, intentaba convivir y hacer sonreír a la gente que lo rodeaba. Ahora llegaba a ser realmente frío con la mayoría de las personas, no salía de casa y se ponía lo primero que encontraba en el armario… Antes, se le podía describir como el chico de shojo manga del que cualquiera se podía enamorar. Ahora, era un amargado sin chiste. “¿Qué me ha pasado?” Se preguntó, ladeando la cabeza ante su reflejo actual, intentando imaginarse como aquel chico de cuanto de hadas que era en el pasado. Y en ese momento se dio cuenta de que estaba a millones de años luz de volver a como era antes. “Tsubaki, eso me ha pasado.”

Tsubaki, su querido hermano gemelo, y él siempre habían sido muy unidos, realmente inseparables. Todos pensaban que conforme fueran creciendo irían tomando cada quien su camino. Pero, para sorpresa de todos, fue lo contrario. Mientras más crecían, más pegados estaban el uno al otro. Iban a todos lados juntos, les gustaban las mismas cosas, tenían los mismos sueños…es más, los dos aspiraban a ser seiyuus famosos. Nadie lo vio raro o fuera de lugar, ya que todos lo atribuían al hecho de ser gemelos.

Pero de un día para otro, ya no era Azusa el que paseaba sonriente al lado de Tsubaki, sino una joven bonita y de risa contagiosa. Ema era el nombre de la misteriosa chica. La madre de Ema se había casado con el padre de Azusa y Tsubaki, convirtiéndola en la nueva miembro de la familia Asahina, y por consecuencia, se fue a vivir con los gemelos y con el resto de sus nuevos “hermanos”. (Todas las chicas la envidiaban por vivir con tanto hombre tan guapo)

Al principio Azusa se comportaba indiferente por la situación de tener una nueva “hermana”, ya que tenía la cabeza muy ocupada en su meta de convertirse en seiyuu junto con Tsubaki, y en dedicarle todo su tiempo al mismo. Y, además, no le agradaban demasiado las chicas como Ema, que siempre sonreían, que siempre eran tan inocentes e ingenuas, incapaces de hacer algo bien por ellas mismas…ese tipo de personas se le hacían hipócritas y estorbosas.

Pero pues, mientras no lo molestara, él no se metería en el camino de su “hermana”.

Pero, a decir verdad, Azusa ahora prefería que la chica lo hubiera molestado sin descanso en lugar de acaparar toda la atención de Tsubaki. Su Tsubaki.

 

Azusa le sonrío con amargura al otro Azusa de ojos tristes que lo observaba al otro lado del espejo.

-Idiota – Masculló antes de salir del baño.

Al salir, se encontró a Tsubaki desparramado en el sillón frente al televisor, ojeando distraídamente el libro que Azusa se había encontrado leyendo momentos antes.

-Vaya, no sabía que a mi hermanito le gustaban las novelas empalagosas de amor para nenitas…

Azusa bufó con molestia, arrebatándole el libro de entre las manos.

-¿Cómo fue tu cita con Ema? – Preguntó con un nudo en la garganta, dándole un empujón a su hermano para que le hiciera espacio en el sillón y pudiera sentarse a su lado.

-¿Cita? – Tsubaki rió por lo bajo - ¿Quién ha dicho que fue una cita? – Estiró el brazo para tomar el control remoto de una pequeña mesita.

Azusa repitió el gesto, dejando el libro sobre la mesa.

-No te hagas el tonto ¿Qué otra cosa pudo haber sido? – Hizo lo que pudo por esconder su enfado.

-No es la gran cosa. Solo fue un helado. – Afirmó, mirando a su hermano de reojo. Prendió el televisor, y empezó a pasar los canales sin fijarse realmente en alguno. Cuando llego al canal que deseaba, sonrió como un niño pequeño- ¿Qué pasa? ¿Pensaste que no llegaría para ver nuestro anime favorito juntos, como siempre?

“Si, claro. Solo por eso estoy enfadado.” Pensó, con ironía.

-No me perdería por nada del mundo este momento del día tan especial con mi Azu, y lo sabes bien. –Le pasó un brazo por encima de los hombros, y lo acerco a él, obligando a Azusa a pega la mejilla en su pecho.

El corazón de Azusa comenzó a latir con fuerza, y sintió como el rubor subía desde su cuello hasta las orejas. “¿Qué es esto? ¿Qué demonios significa esta reacción?”

Azusa nunca quiso admitir que, el rencor asía Ema, el apego incondicional a Tsubaki, y muchas cosas más eran por más que puro cariño de hermanos, y no era momento para aflorar realmente esos sentimientos.

-No… - Susurró, lo suficientemente bajo como para que Tsubaki no lo escuchara. “Es solo mi hermano. Él no es más que mi hermano…” Se decía una y otra vez, todos los día.

A pesar de lo guapo que Azusa pudo llegar a ser, el auténtico imán de mujeres, el verdadero Adonis era Tsubaki. Si Azusa podría llegar a ser descrito como “el chico ideal”, Tsubaki era algo así como “La perfección incluso inalcanzable por los dioses".

Era el tipo de persona que, en cuanto entra a una habitación, todos aguantaban la respiración, y dejaban de parpadear para admirarlo. Nada de esto causo que Azusa se sintiera intimidado, comparado o menos al lado de su hermano. Al contario, era pura admiración.

Con el tiempo la admiración fue fascinación, para luego ser algo más…algo que Azusa no podía entender. O no quería.

 

Al estar tan cerca, no pudo evitar fijarse, embobado, en cada rasgo delicado de su hermoso rostro. Quería besarlo con pasión, quería saber que tan suave podía ser la piel en su torso, quería recorrerle la espalda desnuda con los dedos, quería hundir las manos en su cabello y mordisquear su cuello. Quería ser suyo…

Se turbó ante sus propios pensamientos, y empezó a temblar.

Tsubaki se dio cuenta de esto, y lo abrazó con más fuerza, acercándolo aun más a lo que, sin que el supiera en ese momento, era el tormento y tentación de Azusa, su cuerpo. Tomó a Azusa por la barbilla, obligándolo a mirarlo a los ojos.

-Ya dime, Azu ¿Qué tienes? Estas actuando raro desde hace un tiempo ¿Qué le pasa a mi amado hermanito?

“Amado” Esta palabra golpeteó con persistencia en su cerebro por un momento, pero quedo bloqueada al instante por la que le siguió. “Hermanito”

 

Azusa acercó un poco más su rostro al de su hermano, ya a punto de perder el control “No quiero que me llames así.” Y, justo en ese momento, se fijo en los labios de Tsubaki. Los tenía de un color rosado brilloso, y, además, estaban hinchados. Ya algo alarmado, Azusa agudizó el olfato, y percibió un aroma a Vainilla que le resultaba algo familiar. Hizo memoria unos segundos, y una chica de risa pegajosa fue la imagen que se le vino a la cabeza. Claro, era el perfume de Ema.

Ema…

“¿Se han besado?” Al mismo tiempo que se formulaba la pregunta, sintió como si un ser invisible le diera un golpe en el estomago, sacándole el aire de los pulmones. Al ver un peculiar brillo en los ojos de Tsubaki, ya no fue una pregunta, estaba seguro. “Se han besado”

Apartó un poco a Tsubaki, apoyando sus manos en el pecho de este.

-¿Qué hiciste? – Preguntó con voz temblorosa - ¿Por qué me has hecho eso, imbécil?

-¿Qué? ¿De que hablas? He venido a ver nuestro anime a tiempo…no veo razón para enfadarse.

-Imbécil – Repitió, dándole un empujón más fuerte al chico, apartándolo definitivamente. Se puso de pie de un salto, y corrió a la puerta con las manos temblándole. “¿Cómo pudiste?”

-¡Azu! – Escuchó como gritaba su gemelo a su espalda, con el tono de voz demostrando confusión y... ¿tristeza?

Azusa no hizo caso alguno, y camino a grandes pero inseguras zancadas por el pasillo, sin saber realmente a donde se dirigía. Clavó la vista en el suelo, apretando los puños con rabia y dolor.

 

Un choque lo hizo retroceder con torpeza, casi perdiendo el equilibrio. Una cálida mano le sujeto con firmeza pero con delicadeza del brazo, ayudándole a estabilizarse.

-¡Cuidado! ¿Estas bien...?

Azusa levanto la mirada, para toparse con el rostro preocupado de Natsume, uno de los hermanos mayores.

-¿Azusa? ¿Qué ha pasado? –Natsume tomó el rostro de su hermano con ambas manos, mirándolo fijamente.

En ese momento Azusa fue consciente de que estaba llorando, y de que ya tenía las mejillas marcadas por el camino que las lágrimas tomaban hasta su barbilla. Al tropezar con los ojos angustiados de Natsume, no pudo aguantarlo más, y soltó un sollozo lleno de pena, mientras se lanzaba a los brazos de su hermano, hundiendo el rostro en su pecho.

-Soy un idiota, un verdadero idiota. Lo siento mucho, onii-chan, no quería que fuera así….Soy un idiota – Decía entre lágrimas.

Natsume lo rodeo con los brazos con fuerza.

-Tranquilo. No pasa nada. – Le acarició el cabello, intentando calmar las sacudidas que daba el chico mientras lloraba. – Aquí estoy…

La mirada de Natsume se clavo en algo por encima del hombro de Azusa. Mejor dicho, alguien.

-Tsubaki…

Natsume pudo sentir como el cuerpo de Azusa se tensaba al escuchar su nombre, incluso, dejó de llorar de golpe.

-Azu… ¿Qué te hice? Sea lo que sea, lo siento…

-Esta bien. No es nada. No te preocupes… - Azusa se giró para mirarlo, adoptando el semblante serio, frío y calculador que solía usar cuando quería intimidar o alejarse de alguien. – Son puras tonterías mías – Se encogió de hombros, aparentando indiferencia – Estoy practicando, ya sabes. Tengo una audición, y quería meterme en el papel. Eso es todo. – Mintió-

-Azu… aun si me sales con eso ahora… - La verdad, Tsubaki no le creía ni una sola palabra.

Y tampoco Natsume. Pero decidió apoyar a su hermanito.

-Es verdad. Azusa me pidió que lo ayudara – Aseguró Natsume con una sonrisa – ¡Ah! Por cierto, Azusa, espero que no hayas olvidado que hoy te quedarías a dormir en mi habitación – Dijo, como si lo recordara de repente.

Azusa frunció el ceño, algo confuso. Pero, en cuanto capto de que trataba el asunto, forzó una sonrisa, asintió con falso entusiasmo y tomó a Natsume de la mano.

-Cierto, cierto ¿Cómo olvidarlo? – A decir verdad, se sentía aliviado. No iba a poder soportar quedarse en la misma habitación que Tsubaki después de semejante escenita que había armado. – ¡Vamos, onii-chan! – Jaloneó a Natsume, obligándolo a apresurarse a marcharse.

Y así, se alejaron en silencio, dejando a un Tsubaki atónito en mitad del pasillo, observándolos desaparecer con cierto aire melancólico.  


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).