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La superstición del gato azul por sleeping god

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son obra de la imaginación de Tite Kubo.

Notas del capitulo:

Hecho por ser mi celebración favorita el día de muertos.

 

Capítulo I  De las 09:30 pm a las 10:30 pm

 

-Vamos, nos divertiremos mucho- dijeron mis amigos, que con esa frase creían me había convencido, sin embargo quería ir a esa como a otras fiestas para ver al chico que llegó hace meses y el cual no soy capaz de dirigirle más que unas cuantas palabras cordiales y algunas más escolares. La mala suerte me ha hecho imposible terminar con él como pareja para los múltiples trabajos escolares, ya que siempre hay alguien deseoso de pasar una tarde con el solitario joven.

 

Admito que no fue fácil aceptar mis sentimientos; lo peor es que con él la decisión que me caracteriza se fue al diablo pues no puedo decirle, ni mucho menos intentar algo directo sin ruborizarme.

 

Esta noche lo intento nuevamente. Me coloco el disfraz de shinigami y una katana al costado izquierdo para la fiesta de disfraces en la mansión de mi mejor amiga: Kuchiki Rukia.

 

Llego un poco tarde para encontrar la fiesta en pleno climax y con ello ya estaba consciente que ese chico estaría rodeado de hombres y mujeres totalmente indispuestos a atender su pedido de “no amigos”. ¿Y cuál fue mi sorpresa? Estaba solo. No podía siquiera creerlo, vistiendo un hakama blanco que dejaba ver sus marcados pectorales, orejas de gato azules al igual que su cabello y una cola blanca con la punta negra y líneas cada tanto, es decir, jodidamente sexy). Se encontraba abandonado en un banco bebiendo quizá una cerveza de un vaso rojo de plástico. Me acerco lentamente, fingiendo ver otra cosa aunque él permanecía con los ojos en la luna creciente.

 

A unos metros de él me detuvo Keigo, un viejo amigo, diciéndome que en el par de horas que llevaba la fiesta, ese chico peliazul había tenido una racha de mala suerte a su alrededor: que una chica se tropezó en las escaleras que subían juntos y se rompió la nariz, que a otra se rompió su vaso y cayó ponche en su vestido blanco, que otro se enfermó por un único y solitario dulce en mal estado, y por ultimo, otra chica se desmayó de la nada apenas intercambió un “hola” con él.

 

Obviamente pienso que eran estupideces, no muy raras en Keigo, sin embargo decido posponer mi encuentro y unirme a la celebración. Volteo de reojo y luce tranquilo. Siento un escalofrío. E ignoro mi reacción.

 

Dentro de la casa todos hablaban de aquellos incidentes. Temen acercársele, hasta el punto en que cuando el gato se levantó a tomar otro vaso todos se abrieron, dejándole un radio de 2 metros de camino libre. Dios, no eran mentiras ¿pero qué diablos significaba eso?

 

Al regresar afuera su rostro no revelaba tristeza ni pena por la forma en que lo discriminaban. El día de hoy era mi oportunidad así que me recordé a lo que venía, que me gustaba desde esa mañana en que frente a la clase buscó mis ojos como un refugio a lo desconocido, y yo me sentí en el cielo.

 

Claro, después de ese día jamás me volvió a mirar de esa manera, pero a mi jamás se me olvidó y por más que hice de todo para estar cerca, él resultaba muy esquivo y la única manera de estar un par de horas juntos era demostrando abiertamente a todos que me gustaba pues sería insistir e insistir, como hacia media escuela que no temía decir que querían dormir con él, con Grimmjow Jeagerjaquez. No sé si se acueste con sus seguidores, pero según los rumores no y he de decir que eso me alivia.

 

Con valor me alejo de todos y salgo con paso firme a su encuentro. Me temblaba el cuerpo entero, me sudaban las manos y estaba seguro que mi rostro lejos de expresar decisión mostraba toda mi vergüenza y amor.

 

-Los gatos blancos son de mala suerte ¿sabías que algunas personas dicen eso?- me dice a unos metros de donde él se sienta- ¿lo sabías, shinigami?

 

Trago saliva, ignorando que no me ha llamado por mi nombre. Finalmente digo que no.

 

-Según los celtas los gatos eran ayudantes de las brujas, también decían que ellas podían transformarse en felinos. Por eso los muy locos quemaban a los gatos, alegando que era para alejar al diablo.

 

Silencio.

 

-Es noche de brujas, es una basura que hablemos de sexo y tareas, deberíamos contar historias de terror ¿no lo crees?

 

-Sí, eso creo- digo un poco más seguro. Volví a humedecer mi garganta y digo- dicen que el shinigami puede poseer a la gente. Hay una historia que dice que había una prostituta que fue poseída por uno y al encontrar un cliente logró convencerlo de que se mataran juntos; aunque también dicen que puede ayudar al meterse en una mala persona, hacerle ver todo lo malo hecho y hacerlo sentir tan mal que se quite la vida el mismo.

 

-No lo sabía- menciona sin beber nada- durante el diluvio… No, olvídalo- doy un paso más- se sale totalmente de contexto, no sé en qué pensaba-muestra una sonrisa de vergüenza un poco fingida, de quien se sabe será animado a continuar.

 

-No importa.

 

-Bien… Al final del diluvio que dicen cubrió a la tierra, Noé notó que la pareja de ratones que llevaba se había reproducido y eso sería un problema para cuando volvieran a tierra, así que dios le dijo que acariciara tres veces la cabeza del león, cuando lo hizo, el felino estornudó y así nació la primera pareja de gatos, que se comieron a todos los ratones excepto a los dos que estaban enjaulados-da una risita un tanto ronca-lo que se llegan a inventar-y entonces me mira.

 

Sonrío y parece que sin querer él hace lo mismo con algo de pena de lo que contó, siendo obvio que no es ningún creyente. Me acerco otro paso y habla velozmente.

 

-También dicen que el gato negro es de mala suerte, ¿tú qué piensas?

 

-Que… Bueno, no creo en nada de eso-digo resuelto, pensando que la conversación va por buen camino.

 

-¿Y si te dijera que hay uno que de verdad es de mala suerte?

 

-¿Cuál? ¿El atigrado?- río, mi broma no le saca ni una sonrisita, por lo que me callé.

 

-El azul, una vez al año, en Halloween, todo lo que se cruce en su camino pasará una mala jugada- eso lo dijo como si lo creyera- es verdad- menciona como leyendo mi mente.

 

-Es imposible, ni siquiera hay gatos azules- comento, queriendo relajar el ambiente que él puso denso.

 

-Lo sé, es una broma cruel a mi naturaleza felina- me sonríe pero con maldad- será mejor que lo creas. Así que aléjate.

 

Doy un paso atrás por la tristeza del rechazo pero entonces me armó de valor y voy hasta quedar frente a frente, bueno, frente a cuello, dios, jamás estuve tan cerca para ver que es muy alto.

 

-No te muevas- me ordena, sosteniéndome de los brazos- quien se cruce frente a mi le pasara algo malo… Y el número seis- baja sus ojos azules… De verdad como de gato- eres un imbécil- gruñe con enojo- porque el número seis muere- sólo por un segundo se me detiene el corazón, mas vuelvo a creer que son patrañas- no tientes la suerte, shinigami, que todo tiene un final y quiero pensar que la muerte también. He matado a 16 personas a lo largo de que cada año de mi vida, el número seis hace eso, así que tendrás que estar frente a mí el día entero si no quieres morir.

 

-Basta ya con eso- le digo enojado. Esto es demasiado.

 

-No miento.

 

-Eso es estúpido.

 

-¿Entonces cómo explicas lo que le pasó a esas cinco personas?

 

-Coincidencia.

 

-¿Crees que soy un mentiroso?

 

-No… Pero no te creo eso.

 

Gruñe y luego menciona.

 

-Sólo no te quites de enfrente mío, ¿tienes algún problema con eso?

 

¿Qué si tengo problema? Al contrario, huele bien y qué vista tan agradable tengo de unos pectorales muy bien trabajados.

 

-No, ninguno…

 

Me quedo en silencio al igual que él, mirándolo a la cara de vez en cuando hasta que une a nuestras miradas y la vuelvo a esconder.

 

-Si… Si sabes que el seis es quien muere ¿Por qué no salvaste a otras personas?- cuestiono para entrar en charla, no porque yo le crea.

 

-Porque no me importaban esas personas- dice secamente y me hace sonrojar.

 

-¿Y cuánto tiempo se supone que debo estar así?

 

-Hasta pasar la media noche.

 

-Bien- suspiro y al verlo sentado me dan ganas de hacer lo mismo, sin embargo me abraza cuando planeaba girarme.

 

-Te dije que no te movieras.

 

Qué bueno que soy más bajo que él o vería mi sonrojo.

-Perdón… Lo olvidé.

 

-¿Qué quieres?

 

-Sentarme- me arrepiento inmediatamente de decir eso pues me suelta , caminando en reversa, donde se sienta con las piernas en escuadra y con toda mi sorpresa hace que me siente con las piernas abiertas en su cintura, frente a frente, ante sus imponente ojos que me devoran vivo.

 

Al desviar la vista, casi toda la fiesta está viendo hacia donde estamos con sorpresa de la escena casi sexual que hacemos.

 

-Son unas tres horas así que ¿estás cómodo?

 

-No- digo en automático- digo, sí… Bueno…

 

-Sí.

 

-Sí- repito ¿acaso afirmó en vez de preguntar?

 

-Excelente.

 

Cuando creo tener paz me doy cuenta de mi error con su comentario.

 

-Ya se enfrió la cerveza, vamos por más- con eso, sin pedir ningún permiso me vuelve a guiar, esta vez sosteniendo mis manos y llevándome en reversa al centro de la fiesta donde todos me miran con celos y aun así Grimmjow parece inmutable…como si esto no significara nada para él.

 

-¿Quieres una cerveza?- me pregunta, sacándome de una penumbra que se colocó sobre mí ante la realidad.

 

Afirmo.

 

Lo veo abrir ambos brazos a mi costado para tomar las cosas de la mesa que hay tras de mí, dejándome oler su aroma a cítricos, se acerca y queda totalmente pegado a mi pecho, mientras me ruborizo no me doy cuenta de las fotos que toman. Regresan sus brazos por mi cintura, donde la lata fría en mi cadera me hace girarme hasta que me vuelve a abrazar fuertemente.

 

-Que no te muevas, shinigami.

 

-Perdón… Es que…- esto es demasiado, la gente, el rumor, la música, su voz… No puedo más, debo irme- no puedo seguir con esto- empujo sus brazos y me sostiene con fuerza frente a él.

 

-No quiero avergonzarte. Vayamos afuera, lejos, donde nadie nos vea hasta media noche- aprovecho su cercanía para dejar caer mi cara contra él, queriendo enfriar mi rostro.

 

Volvemos fuera, hasta quedar tras unos árboles.

 

Es en ese momento que pienso que no miente.

 

-¿Cómo es posible?

 

-No lo sé. A mi padre le ocurría lo mismo.

 

-Entonces de verdad…

 

-Sí, no recuerdo a las primeras tres víctimas, aunque dicen que fueron familiares míos- con amabilidad me guía a que me recargue en un árbol mientras prosigue- a los cuatro fue un chico de mi salón, se cayó de el columpio y se rompió la cabeza; después una niña que la atropelló el autobús escolar, una anciana de paro cardiaco repentino, un maestro que lo atacó un perro callejero, un desconocido que en una fiesta se atragantó con un hielo, a la novia de mi mejor amigo la mataron en un asalto, un tío se colgó... Quemado, ahogado, de un disparo, resbalado de un barranco, ingesta de veneno y asfixia. Toda mala suerte y unos minutos después de ser la sexta persona en cruzarme conmigo este día.

 -Entonces… ¿Cómo sabes que esto funcionará?- pregunto… ¿convencido? Creo que sí pues estoy temblando.

 

-No lo sé. Sólo espero que funcione.

 

Bajo la cabeza con miedo.

 

-Me dijeron que así conoció mi padre a mi madre. No los conocí pero según mi abuelo, a mi padre le pasaba lo mismo y así salvo a mi madre… También así se conocieron.

 

Y así nos unimos.

 

Maldita pregunta directa.

 

-Porque hace calor.

 

-Faltan dos horas- dice sin razón aparente hasta que…

 

Lejos de todos y con una maldición que me seguirá más horas, parece que me ha dejado un pedazo de cielo al besar mi boca.

 Su saliva deja húmedos mis labios y apenas puedo creer que mi corazón lata tan rápido. Lo extraño es que no digo nada… Nada… No sé qué decir.

 

-Eh… Shinigami…- lo escucho tragar saliva- …

 

Se hace un largo, monótono y muy incómodo silencio.

 

-Te abriré tu cerveza- así lo hace, quedando únicamente ese sonido de gas como una leve explosión en mi mente que deja a ese felino con la cara llena de vergüenza y miedo a lo que me hizo.

Notas finales:

Gracias por leer.


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