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Love Hurts por Nayen Lemunantu

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Notas del fanfic:

Holas!!! vuelve otra vez ¡la loca de la imperial! xD

 

Declaimer: los personajes no me pertenecen, son propiedad de Konomi san y asosiados

Notas del capitulo:

A todas las personas que les gusta esta pareja, pueden unirse al grupo de facebook Imperial Pair

 

Prefacio

 

 

Hay tres cosas en la vida que se van y no regresan jamás:

Las palabras, el tiempo y las oportunidades

 

 

El día había amanecido helado como era usual en esas fechas, era enero en Japón y la nieve cubría las calles y hacía que las respiraciones salieran humeantes de las bocas de los miles de ciudadanos que se desplazaban por la ciudad a esa hora rumbo a sus trabajos. Él se encontraba de pie en la esquina de la calle, esperando a que el semáforo cambiara su color y le permitiera seguir adelante, se subió un poco más la bufanda, de modo que ésta le tapó la boca y miró el grupo de gente que esperaba igual que él la señal de la luz verde en la vereda de enfrente. Pura gente gris con miradas tristes y rostros cansados aun cuando el día recién comenzaba, no pudo evitar sentirse igual de gris que los millones de personas anónimas que caminaban esa mañana por Tokio.

Mientras esperaba de pie en el semáforo para reanudar su caminata hacia el colegio no dejaba de pensar, iba reflexionando sobre su vida ¿Cómo había podido pasar eso? ¿Cómo había dejado que las cosas llegaran hasta ese punto? ¿Cómo había quedado atrapado entre las circunstancias de la vida? ¿En qué momento se equivocó tanto? Realmente no lo entendía.

Lo único que le quedaba claro era que ahora todo había cambiado. En menos de veinticuatro horas, desde la tarde anterior, su vida había dado un giro rotundo. Ya sabía, desde el primer momento que puso un pie en esa casa, que esa historia no iba a terminar bien, pero ahora que todo había terminado aún no lo podía creer.

Que ellos hubieran terminado. O más bien, que lo hayan terminado...

 

Se encontraba sentado en un cómodo sillón de terciopelo, la taza de té dispuesta frente a él en la mesita no había sido tocada aún y el calor del líquido marrón se escapada a través del vapor que salía de la taza de porcelana. Él tenía la mirada fija en el anfitrión, quien se encontraba de pie de espaldas a él con la mirada fija en un espectacular cuadro de Van Gogh que colgaba en la pared de uno de los amplios y lujosos salones de la mansión Atobe. La voz del joven heredero de la familia salió entrecortada de su boca, se notaba que las palabras formaban un nudo en su garganta.

Cuando me pediste que saliera contigo, creí que me habías escogido, que querías estar conmigo. Pero tú, siempre has amado a otro —el muchacho se dio la vuelta ahora, quedando frente a él y continuó—. No me basta con ser algo feliz. Quiero lo que tú y él tienen, quiero que me ames como a él. Pero sé que eso es imposible… Por eso quiero que te vayas… es mejor así.

La voz de Atobe se oía triste, pero decidida. Se notaba que el peliplateado había pensado mucho en lo que decía y había tomado una decisión al respecto. Él no sabía que decir, las palabras habían huido de su boca, sabía que tenía que decir algo ahora o después sería demasiado tarde, pero ¿qué decir, cuando sabía perfectamente que el otro tenía razón?

Yo nunca quise hacerte daño dijo en un susurro.

¡Por favor! Yo nunca te he importado, tú nunca pensaste en mí respondió Atobe alzando la voz con indignación.

Yo… no es así…

Claro que sí, lo único que has hecho todo ese tiempo es pensar en ti mismo… y en él esto último lo dijo en un susurro.

Atobe… yo…

¡Basta! Vete por favor… es lo mejor dijo cerrando los ojos para contener las lágrimas.

Esta vez el joven de cabello castaño no pudo responder, se limitó a ponerse de pie y mirarlo expectante, sin saber qué hacer exactamente. El peliplateado se masajeó el puente de la nariz y luego se pasó la mano por el cabello, para finalmente decir:

Por única vez en tu vida Kunimitsu, has algo por mí y vete pidió en una súplica.

 

Cerró los ojos con fuerza, forzando a su cerebro a borrar esa escena, cuando los volvió a abrir, la imagen frente a él había vuelto a la realidad.

El semáforo por fin dio su aprobación a los ansiosos transeúntes, él suspiró pesadamente, haciendo que la bufanda negra de lana que llevaba sobre la boca se humedeciera producto de su respiración haciendo contacto con el frio ambiente, se acomodó el bolso sobre el hombro derecho y avanzó hacia el colegio.  

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer =)


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