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Somos Fuertes por Javmay

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Notas del capitulo:

Holaaa!!!,  como mencioné en el cap anterior, aqui estoy para subir el cuarto cap, que al igual que el anterior, es más larguito que los anteriores.

Como siempre, antes POR FAVOR LEER ESTO:

"Las palabras que estén en comillas de esta manera" - Son DIALÓGOS

Las palabras o frases escrita de esta manera - Son pensamientos

"Las palabras o frases cursivas ENTRE comillas" - Son DIÁLOGOS en Inglés que AHORA estarán en español porque me lata ponerlo en inglés y luego traducirlo (lo se... soy muuuy floja)

Las palabras sólo en cursivas - Son palabras, justamente, importantes o destacables (EN EL CAP ANTERIOR ME DI CUENTA QUE LAS supuestas subrayadas que ponía no estaban saliendo, asique tuve que cambiar la modalidad...)

[Los números entre estas casillas] - Son aclaraciones y/o explicaciones que pondré en Notas Finales

Algunas ADVERTENCIAS de este cap (no se emocionen), NO hay lemon o limen... pero SI unas referencias sexuales (cortita, MUY cortita) asiq... ahora sólo lean:

"Este cap va dedicado a todos los lectores que le han dado la oportunidad a esta historia (SI A TII!! :D) y a Dan, a Riku a Gina :)..."

  1. IV.            Ganadores

 


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Jav

 

“Kaede, ten más cuidado” La reprobatoria voz de su madre sacó al casi dormido Rukawa de su estado. Su cara estaba a punto de hacer colisión con el pocillo de cereales que descansaba bajo su barbilla, por lo que la mujer se vio en la obligación de perturbar su pequeña siesta. Kaede se limpió sin cuidado el hilillo de baba que le caía por su mentón antes de retomar su desayuno. De soslayo miró el reloj de su muñeca, notando que iba ya tarde a su primera clase.

 

Afortunadamente hoy entraba más tarde, puesto que él y Sakuragi se habían quedado hasta altas horas de la madrugada analizando las cintas de video (con analizar se refiere al pelirrojo insultando y al pelinegro despreciándolo de vuelta), sin embargo, a penas bajó y se sentó en la mesa de la cocina hoy en la mañana, su mamá le informó que Sakuragi había salido temprano. Qué acaso es una maquina, pensó en esos momentos. Él a penas y podía mantenerse en pie. Terminada su comida fue que agarró su bolso y se despidió para continuar con otro día de rutina.

 

Rutina que mañana sería rota con el inminente partido contra North Carolina, State Wolfpack (un clásico). Rukawa estaba eufórico (sin demostrarlo) con la posibilidad de volver a jugar después de meses de simplemente calentar la banca; no obstante, sabía que antes debía continuar haciendo una impecable actuación; como la del entrenamiento del día anterior; demostrándole al entrenador y a todo el resto del equipo, que él venía para quedarse.

 

.

 

.

 

“Hanamichi, estás más gordo… ¿verdad que está más gordo?” Inquirió el delgado y alto chico rubio de la Gundam al resto de los jóvenes apretujados frente a la webcam.

 

“Mmm, cierto. Te noto más rellenito” Noma respondió achicando los ojos y acercándose todo lo que pudo a la cámara dejando ver sólo un ojo. El resto de los chicos le empujaron enseguida.

 

“¿Qué pasa, Hanamichi? ¿Cómo ahora no estás en ningún equipo, decidiste crecer hacia los lados?” Takamiya, siempre el payaso, le molestó apuntando a su estómago en burla. El resto de los jóvenes rieron estruendosamente, causando que el resto de las personas del ciber en Japónles callaran.

 

“¡Cállense ya, inútiles! ¡¿Qué saben ustedes, holgazanes?! ¡Apuesto que nunca han hecho un deporte en su vida! ¡Y este talentoso deportista no está engordando, es un problema visual de esta cámara barata!” Gritó irritado Sakuragi mientras intentaba acomodar la susodicha para que sólo se viera su rostro.

 

Hanamichi, después de trotar por la ciudad durante gran parte de la mañana, había decidido comunicarse con sus amigos y familia (no hablaba con ellos desde el sábado), y aprovechando que tenía dinero se acercó a un ciber que encontró en el centro. Interiormente lo agradeció, pues no quería deberles más a los Rukawa de lo que ya lo hacía.

 

A decir verdad, algo de lo que decía Takamiya era cierto. Durante todo este mes no pertenecería a ningún club deportivo, y por tanto, no estaría ejercitando en una práctica constante. Por ello es que había decidido correr en las mañanas y preguntarle al viejo Williams si podía ocupar el gimnasio para entrenar. El anciano, por suerte, no le presentó ningún problema, entregándole incluso unas llaves para ingresar cuando lo necesitara a las inmediaciones universitarias. Ayer en eso se encontraba cuando aparecieron algunos chicos del equipo que le retaron a un duelo.

 

Él, por supuesto, como el genio y talentoso basquetbolista que es, pateó del trasero de todos (…con dos de ellos tuvo un extraño problema con el clima). Gracias a eso es que podía gastar y derrochar la energía que le sobraba por no hacer nada durante horas. En la tarde, sin embargo, debía grabar al zorro, y tomar todas las anotaciones posibles del equipo (siguiendo las ordenadas instrucciones de la bendita libreta). Por ello es que estos dos días se había quedado hasta más tarde en las instalaciones del equipo, pues le había pedido al cara de guagua (uno de los tantos asistentes) que le prestara la tabla de estadísticas, la cual no era para nada pequeña.

 

“¿Y qué te parece el equipo, Hana?” Preguntó Yohei cuando los gritos y risas cesaron. Sakuragi se llevó una mano a su barbilla en una posición de profunda concentración. Sus amigos al otro lado suspiraron conociendo que esto daba para largo. No obstante, fue segundos después que el pelirrojo volvió a sí.

 

“Sólo llevo cuatro días aquí. No es suficiente tiempo como para decir si me gusta o no” Contestó rascándose con un dedo una de sus mejillas. La Gundam, ahora acostumbrada a los pocos arrebatos maduros de Sakuragi, simplemente asintió. “Pero que ese maldito de Rukawa esté aquí es un claro menos cien… Si me quedara, este talentoso jugador tendría que lidiar a diario con las presumidas y creídas jugadas de ese estúpido” Continuó rompiendo la seriedad del momento. Enseguida sus amigos comenzaron a burlarse de su supuesta superioridad.

 

“¿No mencionaste en tu email que lo estabas ayudando o algo así?” Interrumpió Noma con una clara cara de confusión.

 

“¡Uyy, siii! Ahora Rukawa y Hana son BFF! [30]” Molestó Takamiya causando las carcajadas de todos los otros chicos. Sakuragi, con un claro sonrojo en las mejillas, se limitó a gritarles por su estupidez. Él no estaba ayudándole, sólo estaba… ¿mostrándole el camino?

 

Bah, la cosa es que ahora el zorro estaba jugando mejor. Y eso dejaba en alto tanto el nombre de Japón, como de Shohoku y el gordito.

 

Con unas ultimas bromas, Sakuragi cortó la llamada prometiendo que pronto volvería a comunicarse. Pagó la cuenta del ciber y se encaminó trotando a la casa Rukawa, en donde tomaría algo de desayuno y recargaría las energías para su entrenamiento en el gimnasio de la universidad.

 

.

 

.

 

Guardando el bolso en su locker, se detuvo por unos momentos para acomodarse sus dos playeras y la fiel banda de su antebrazo antes de partir hacia el interior del gimnasio. Hoy había decidido llegar un poco más temprano de lo normal, puesto que ayer había visto a Sakuragi y a un puñado de sus compañeros también minutos previos al entrenamiento, razón por la que no creía que habría inconvenientes con él ejercitando hasta que el real entrenamiento comenzara.

 

Caminando calmadamente por el medio iluminado pasillo es que escuchó el fuerte boteo del balón y el inconfundible chillón sonido de la suela de las zapatillas contra la duela. Creyendo que se trataba nuevamente del pelirrojo en un reto contra uno de sus compañeros, se detuvo en la entrada para mirar la competencia. Sin embargo, allí, corriendo y encestando, se encontraba sólo Sakuragi. El mono estaba sudando y jadeando, pero la fuerza, velocidad y efectividad de sus jugadas no aminoraba.

 

Con un enloquecedor y complejo dribleo, Sakuragi se paseó la pelota a mitad de cancha, para luego lanzarla con todas sus fuerzas al tablero cercano. Antes de que el balón siquiera rebotara, el veloz pelirrojo ya se encontraba corriendo hacia allá. Pareció volar por los aires durante esos segundos en los que se elevó, agarró el balón y lo clavó con todas sus fuerzas. Tablero, canasta y pelirrojo temblaron por unos momentos.

 

Rukawa ni se había dado cuenta que se encontraba mirándolo con la boca ligeramente abierta. Sakuragi aterrizó y pretendió limpiarse el sudor de la frente con su antebrazo. Suspirando se dirigió nuevamente hacia el balón.

 

El pelinegro no supo cuánto tiempo estuvo ahí parado, admirando y observando las casi imposibles jugadas de ese tonto. Fue al final el bullicio de sus compañeros el que le distrajo y despertó a la realidad nuevamente. Como pudo pretendió que venía recién llegando y se adentró a una esquina del gimnasio para calentar solitariamente.

 

Sakuragi lo notó y cuando estaba a punto de retarlo a un juego, el resto de los chicos entraron a la cancha con el entrenador y los asistentes detrás. Como una señal, el pelirrojo se retiró a los camarines para cambiarse de ropa y agarrar la cámara. Se me están acabando las cintas, pensó el pelirrojo al contar las pocas que guardaba en su bolso. Haciendo un recuento, lo más probable es que en el juego de mañana ocupara la última. Pero para mañana el zorro ya tendrá todo claro, concluyó secándose con una toalla y bebiendo agua de su botella.

 

Se dirigió luego a las gradas superiores para instalar allí la cámara de video; sacó además enseguida la libreta negra de su bolsillo y comenzó a anotar todo lo interesante que veía de los jugadores que más le habían llamado la atención estos últimos días. Hanamichi estaba seguro que ninguno de los presentes siquiera se acercaba a sus asombrosas habilidades, pero sí debía reconocer que muchos de ellos le inspiraban respeto y euforia por enfrentarlos en la duela.

 

Durante todos estos días se había sentido como en las nacionales; viendo y enfrentándose a jugadores de otra categoría; chicos que excedían el nivel escolar. No podía esperar para unirse a un equipo de este nivel, de esta excelente categoría.

 

Además de esta universidad, tenía pronto que viajar para conocer al equipo de Duke y de Kentucky, pero a penas y podía contener su entusiasmo. Quizás qué tipo de jugadores se encontraría allá.

 

Casi al final de la jornada de entrenamiento, Sakuragi vio como el entrenador reunía a los chicos para las últimas instrucciones y comentarios. Esta charla duró más de lo normal, pero era entendible, pues el partido era mañana miércoles.

 

Cuando Hanamichi reunía sus cosas para irse, escuchó desde la entrada como personas ingresaban al gimnasio. Bajó la mirada y notó que se trataba de periodistas (lo supuso pues uno de los individuos iba con una cámara). El pelirrojo gruñó y se dirigió a los camarines para buscar sus cosas. Éste aun se encontraba vacío, asique no tardó demasiado en arreglarse y cambiarse. Viendo que aun era temprano, y fijándose que las cosas del zorro aun estaban ahí en su correspondiente locker, decidió esperarlo junto a la bicicleta para ir juntos a casa.

 

 .

 

.

 

…Rukawa… buen trabajo.

 

Las firmes palabras del entrenador Williams resonaron una vez más en la mente de Kaede mientras éste se encaminaba a su bici. Hoy, al igual que en la práctica anterior, demostró todo lo que había aprendido en sus años de preparatoria y junto a ellos este último año universitario. Muchos de sus compañeros le miraron asombrados, otros tantos ni siquiera se volvieron a él. Sin embargo el que verdaderamente importaba para el pelinegro, era el entrenador. Y lo hizo. El hombre, luego de dar una breve entrevista a prensa local y nacional sobre el esperado partido del día siguiente, se acercó al joven japonés, y con una mano sobre su hombro, le felicitó.

 

…Rukawa… buen trabajo.

 

El corazón de Kaede latió desbocado hasta que salió de los camarines. Ahora, con el viento rozándole la cara, podía sentir, al fin, que se estaba sosegando.

 

“¡Hasta que al fin apareces, zorro! ¡Me estaba congelando!” Escuchar el grito de su ex compañero de equipo le sorprendió, puesto que al verlo salir de la duela más temprano, pudo haber jurado que se había ido a la casa. Asique de nuevo se quedó en las gradas, pensó sintiendo como su corazón se estrujaba en su pecho… Ugh, al parecer las palabras del entrenador me afectaron más de lo que pensé…

 

“Estamos a mitad de verano, imbécil; el aire está cálido” Como si el viento quisiese ponerse de su lugar, una tibia ventisca corrió entre ellos revolviendo sus cabellos. Rukawa ahí comenzó nuevamente a caminar (ni siquiera había notado que se había detenido cuando vio al pelirrojo)

 

“Es que tu estás todo sudoroso, perdedor” Replicó Sakuragi esperando a que el pelinegro sacara la cadena que rodeaba a la bicicleta; hecho esto, Hanamichi enseguida se montó en el asiento como si fuera a pedalear como el conductor principal. Rukawa inmediatamente le lanzó una fría y dura mirada que no amedrentó para nada al otro chico. “Ni loco me voy apoyado en tu espalda mojada, estúpido. ¡Apuesto a que además apestas! Nyahahahaha” Rukawa se limitó a suspirar antes de montarse detrás de su ex compañero de equipo; se colocó el bolso en la espalda y pasó ambos brazos por la cintura del idiota. Sakuragi se tensó por unos momentos, pero enseguida le atribuyó la bizarra acción al cansancio y extenuación del flojo zorro.

 

Poco después comenzó a pedalear rumbo a casa con lentitud y tranquilidad. Rukawa durante todo el camino apoyó su rostro en la ancha espalda de Sakuragi y cerró los ojos disfrutando de la calma del viaje.

 

(Se repitió durante todo el trayecto que se sentía agotado)

 

.

 

.

 

Después de que ambos se dieran un baño y cenaran con la mamá de Kaede, los chicos, saltándose la etapa que habían interpuesto el día anterior, se encaminaron directamente al cuarto de Rukawa, donde se sentaron en la cama e instalaron la cámara al televisor.

 

El pelinegro, al ver lo mucho más compenetrado y en sintonía que se veía jugando junto con sus compañeros de equipo, no pudo evitar mover los labios en un intento de sonrisa. Sakuragi, sin embargo, demasiado concentrado en criticar cada movimiento y despotricar contra cada canasta o asombrosa jugada, ni siquiera se percató del relajado humor que rodeaba al otro ocupante del cuarto.

 

“¡Uy, pero que mala jugada, zorro! ¡Se nota que todo ese tiempo en la banca te oxidó los músculos! Nyaahahahhahahah” A pesar de lo cruel que era el comentario, Rukawa no sintió nada oscuro en su cuerpo, como enfado, furia, irritación o frustración; no obstante, sabiendo que su falta de respuesta llamaría la atención del pelirrojo, decidió responder con un golpe, a lo plan Gori, gracias a lo cual de le dio un contundente porrazo en la cabeza. En mono enseguida se quejó y lloriqueó.

“¡¿Cómo te atreves a golpear a este genio, zorro apestoso?!... ¡Ya verás! A penas termines con tus entrenamientos, te retaré a un juego que te dejará llorando de humillación... ¡Jaja! Si, zorro tonto… ¡Ya verás!” Gracias a esa respuesta, es que Rukawa supo que Sakuragi tampoco estaba hablando taaaan en serio, puesto que si así fuese, no hubiese dejado ese golpe sin su apropiada respuesta. Ambos, luego del inofensivo intercambio, terminaron de ver el video para después, en vez de dormir (como lo habían hecho los dos días anteriores), comenzar a comentar, entre insultos y más golpes (mansos), el posible y actual desempeño del equipo, y por tanto, cómo podría ser el partido del día siguiente.

 

Que bueno que mañana no tengo clases, pensó Kaede al ver uno de los muchos relojes de su cuarto, el cual marcaba las 3:17 de la mañana. Sakuragi había salido de su habitación hace sólo un par de minutos alegando que un talentoso jugador como él necesitaba al menos seis horas de sueño.

 

Yo necesito doce… pensó sin demasiada coherencia mientras se quedaba dormido.

 

.

 

.

 

Al abrir sus azules ojos, lo primero que le saludó fue el techo blanco de su habitación. Pestañeó un par de veces antes de voltear hacia sus relojes. Todos marcaban las 10:42 de la mañana. Gruñó y se revolvió entre las sábanas. Él había dejado la alarma a las 12 del día.

 

Como no tenía clases, no tenía necesidad de levantarse tan temprano. Además de lo anterior, el entrenador les había ordenado reunirse recién a las 14 hrs, fuera del gimnasio asique… Maldición. Su mente tenía sueño (extraño) pero su cuerpo parecía demasiado alerta como para relajarse con la somnolencia.

 

Con un suspiro resignado decidió bajar a comer algo y luego verificar si podía dormir un poco más antes de partir. Pasó antes al lavado para mojarse la cara y lavarse los dientes. En su camino hacia la escalera, pasó fuera de la habitación destinada al pelirrojo. Ésta tenía la puerta abierta de par en par, por lo que Kaede no creyó que estuviese espiando cuando miró adentro para encontrarse con un cuarto totalmente ordenado y vacío. Creyendo que estaría abajo devorando todo lo que podía encontrar en el refrigerador, bajó y entró a la cocina.

 

La blanca habitación estaba abandonada...

 

¿Dónde está ese tarado? se preguntó mientras se servía su siempre nutritivo y delicioso cereal.

 

“Buenos días, hijo” Saludó de repente su madre entrando a la cocina cargada de bolsas de supermercado; desocupándolas y guardando los víveres en sus correspondientes estantes, es que volteó hacia el chico medio dormido en una de las sillas de la pequeña mesa. “¿Qué haces levantado tan temprano?... creí que tendrías que salir como a las una” Continuó guardando unas barras de chocolate en un cajón escondido (tenía pensado hacer un queque para esta noche). Rukawa se limitó a levantar los hombros al tiempo que continuaba con su cereal. Mamá Rukawa no le preguntó más, presintiendo que no recibiría ningún tipo de contestación.

 

Kaede, a penas terminó, subió para darse un baño. Vestido y limpio es que se tiró  nuevamente sobre su blando y cómodo colchón (la cama aun estaba deshecha) esperando el adormecimiento; a pesar de ello, enseguida imágenes del posible partido de esta tarde llenaron su mente.

 

¿Jugaré esta vez? ¿Saldré de la banca…?... Quiero jugar… necesito jugar…

 

Gruñó antes de sentarse y observar el balón junto a uno de los muebles. Estoy haciéndolo bien. Estoy jugando mejor. Ver esos videos de verdad le había servido para notar cada uno de sus errores. Rukawa recordó vagamente que el tonto había mencionado que esa técnica la había aprendido del profesor Anzai. Asique así es como le enseñaba... Pues claro, un idiota como el mono necesitaría de extra ayuda, como es el mirarse una y mil veces antes de notar en qué diablos estaba fallando. Tirándose nuevamente sobre las mantas, pensó en la práctica solitaria de pelirrojo que había visto ayer en la tarde ante de su propio entrenamiento. Eso es lo que hace en las tardes, concluyó; no obstante, ¿acaso estaba desde la mañana practicando allí?

 

No me extrañaría, se dijo suspirando. Subió la mirada leyendo las 11:28 en uno de sus relojes. Sin sueño y con energía corriendo por su cuerpo, decidió agarrar su balón y jugar un poco en la cancha cercana; lo suficiente para hacer tiempo y no agotarse innecesariamente. Satisfecho con su idea, bajó las escaleras.

 

Colocándose las zapatillas es que lo encontró su madre.

 

“Oh, Kaede, que bueno que estás despierto. ¿Me haces un favor?” La mujer ni siquiera esperó a que su hijo abriera la boca cuando continuó hablando. “¿Puedes ir a la tienda a comprarme esto?” Preguntó/ordenó alargando su pequeña mano con un papel enrollado hacia el resignado chico. Rukawa asintió con desgana antes de dejar el balón sobre uno de los sillones.

 

Con su bicicleta el camino fue mucho más rápido, pero no menos aburrido (especialmente porque el condenado negocio estaba lleno). Tomó todo lo que su madre le pidió y partió a casa. A penas cruzó la puerta su progenitora le asaltó para quitarle las cosas de las manos alegando que quería hacer un rápido almuerzo para que él y Sakuragi compartieran antes de salir, o después (todo dependía de la hora).

 

¿El tonto llegó? Se preguntó mirando hacia las escaleras.

 

“Llegó hace sólo unos minutos. Se está duchando” Contestó su madre partiendo hacia la cocina. ¿…Lo dije en voz alta?, pensó Kaede antes subir los escalones rumbo a su cuarto. Al pasar fuera del lavado, escuchó efectivamente como el agua corría junto con la desafinada voz del idiota. Cantas pésimo, estúpido, se dijo negando con la cabeza.

 

12:03, marcaba ahora le reloj. Respirando profundamente, se tiró nuevamente a la cama (esta vez boca abajo) sin saber qué hacer para matar tiempo, pues su cuerpo al parecer estaba demasiado ansioso para dormir, pero tampoco tenía mucho tiempo como para ir a la cancha a jugar un rato.

 

“¿Me prestas tu laptop, zorro?” Con prisa el pelinegro volvió el cuerpo, encontrándose con Sakuragi en la entrada de su habitación. El pelirrojo se abrochaba los pantalones con una mano, al tiempo que la otra sobaba con una toalla su húmedo cuello. Idiota, pensó el pelinegro sentándose sobre las mantas.

 

“¿Acaso no tienes, torpe?” Replicó con el ceño fruncido.

 

“¡Ah, zorro egoísta! ¡Ya sabía yo que no se puede contar con malditos como tu!” Gritó Hanamichi volteando el cuerpo.

 

“Ocúpala, idiota” Interrumpió del zorro rápidamente con desgana. Se tiró nada delicadamente a su cama nuevamente viendo como Sakuragi se ubicaba en su escritorio y encendía el aparato.

 

“¿Contraseña?... Jajaja, déjame adivinar… ¿Básquetbol?... ¿Baloncesto?...” Se preguntaba y escribía Sakuragi mordiéndose la lengua que salía entre sus labios y dientes. Rukawa simplemente le miraba desde su posición, no dispuesto a dársela por el momento.

 

…Concentrado se ve-

 

“¡Ja! Nyahahahhaahaha ¡Soy un genio! ¡Que predecible eres, zorro tonto! ¡Mira que poner Michael Jordan! … Nunca serías capaz de ocultarle una contraseña a este talentoso deportista Nyahahahaha” Kaede pareció despertar de un sueño al ver como su sistema operativo daba paso al inicio y al escritorio, donde una fotografía de su equipo favorito llenaba la pantalla.

 

¿De verdad es porque soy predecible… o sólo es que… me conoces muy bien?...

 

Maldito idiota, pensó al tiempo que fruncía el ceño al techo. Vio como Sakuragi se metía a internet y abría su correo.

 

“Um, mi bandeja de entrada está repleta ¡Bueno, es que soy tan popular! Jajajajajjaj…. Mmmm... Veamos…” El pelirrojo frente a Rukawa parecía incapacitado para callar los pensamientos que corrían por su mente. No tiene filtro, Kaede concluyó escuchando como leía en voz alta los emailes que había recibido. Al pelinegro no le sorprendió que el mono continuara en contacto con prácticamente todo el equipo original de Shohoku; con su personalidad era fácil crear y conservar amistades. Y tampoco le asombró que a cada uno de ellos le haya comentado su victoria frente a él el sábado pasado. Tu sí que eres predecible, quiso decirle; pero no venía al caso en realidad, puesto que el pelirrojo parecía demasiado absorbido por lo que le mostraba el monitor.

 

“¿Dónde estabas en la mañana?”

 

 

…¿Qué?

 

 

Todo el cuerpo, incluyendo músculos, nervios y cada célula del contorno de Rukawa Kaede, se paralizó. Tenso se quedó en la cama sin saber dónde mirar.

 

¿Qué mierda fue eso…? ¿Por qué abrí la boca…?

 

“Este talentoso deportista estaba trotando. Un genio como yo no puede quedarse sin actividad, zorro. Algo que tu no entenderías con tus mediocres fuerzas Jajaajjajaa…” Sakuragi respondió sin mirarle y sin notar la guerra interna que se estaba desatando dentro del chico tras suyo.

 

Hanamichi, en cambio, se debatía si en el email que estaba redactando para Haruko debía o no comentar sobre el zorro apestoso. Una parte de él, la inmadura y celosa, se rehusó vehementemente; no obstante, su yo actual, el maduro (sólo un poquito más) y tolerante, ganó la batalla. Sin importar si a Haruko-san le sigue gustando o no ese imbécil, ella le admira… y… le agradará escuchar de él, se dijo mientras le escribía cómo estaba Rukawa (en sus propios términos, por supuesto, como señalando que “el maldito zorro seguía igual de egoísta e indiferente a todo” “que él, el genio Sakuragi, le había pateado el trasero en la duela” “que él, con sus talentosas habilidades, tuvo que ir en ayuda de ese mediocre jugador”)

 

Trotando… sólo ha estado trotando, repitió tontamente Rukawa. Con el cuerpo ya relajado, volteó nuevamente hacía uno de los relojes. 13:08. Kaede miró a Sakuragi y luego de vuelta al reloj. Debía irse si pretendía ir rumbo al gimnasio caminado, pero el pelirrojo aun no terminaba con lo que sea que estaba haciendo… asique…

 

“Kaede” Su madre le llamó desde la puerta cargando dos bentos. Rukawa se sentó y le observó interrogante. “Recuerda que tu padre y yo iremos esta noche con el auto, asique no lleves tu bici” Le dijo entrando y echando una extrañada ojeada al mono que seguía sentado en el escritorio. “Da lo mejor, hijo” Terminó con un ligero beso en la pálida frente del jugador. Rukawa se volvió deprisa hacia Sakuragi, quien aun estaba pendiente de la pantalla. Suspirando escuchó la discreta risa de su progenitora.

 

“¿Qué?” Le preguntó irritado.

 

“Nada, sólo que… estás creciendo” Le respondió con una pequeña sonrisa antes de entregarle en las manos el almuerzo que estuvo preparando antes de subir. “Nos vemos más tarde, Sakuragi-kun” El pelirrojo inmediatamente volteó con una mirada extrañada.

 

“¿Qué? ¿Por qué se despide, mamá Rukawa?” Casi gritó al tiempo que se paraba.

 

“Tengo que ir al gimnasio, idiota” Respondió Rukawa en lugar de su madre. Su mamá le miró alegre nuevamente, pero el pelinegro ya tenía su atención desviada.

 

“¡Ah, cierto! ¡¿Y bueno?! ¿Qué estás esperando, zorro? ¡Levanta tu perezoso trasero!” Ordenó el pelirrojo olvidando el correo que estaba redactando. Kaede hizo lo mandado con flojera, provocando aun más los alaridos del pelirrojo, que terminó empujando a un muy cómodo Rukawa, fuera de la habitación.

 

Tal y como había pensado, y su madre le había recomendado, el zorro decidió ir rumbo a la universidad a pie (por suerte vivía cerca) junto con Sakuragi.

 

“¿El partido será en el gimnasio?” El pelirrojo preguntó mientras caminaban a un ritmo constante rumbo las instalaciones.

 

“No. Ellos son locales” Respondió bostezando. Ah, claro, ahora me da sueño. Grandioso, y lo peor, es que por la expectación que siempre le invadía antes de un juego, no podría cerrar ni un ojo. Al menos me iré comiendo, se consoló mirando los bentos que su madre les había preparado a él y al mono.

 

“¡Lástima que tu equipo no tiene a este talentoso jugador entre sus filas, zorro! ¡Si así fuera, este genio garantizaría la victoria! Jajajajjaajjaj” Rió escandalosamente Sakuragi atrayendo las miradas de diversos transeúntes.

 

“Tonto” Le llamó. No tiene idea, pensó mirando de reojo al sonriente chico junto a él. La verdad, es que Rukawa ya quería que Sakuragi viese el inminente partido; no para lucirse frente al idiota, sino para que de esa manera el pelirrojo se diese cuenta de lo distinto que era este baloncesto con el que estaba acostumbrado. Se quedará mudo. Rió internamente recordando que así quedó él mismo la primera vez que presenció un juego en vivo y en directo. El ambiente, los gimnasios, la gente y estilos de juego, eran cosas dimensionalmente distintos; parecía incluso otro planeta. Si al torpe de verdad le gusta el baloncesto..  entonces después de ver un partido no querrá irse de Norteamérica...

 

Con los vanidosos y estruendosos gritos de Sakuragi es que llegaron a la plantación universitaria al rato después (13:49). El tiempo sobrante lo aprovecharon comiendo lo que mamá Rukawa les había preparado (comida que Hanamichi se tragó casi en segundos)

 

A las 14:10 el entrenador llegó junto con su comitiva. Ya todos los chicos se encontraban fuera del gimnasio esperando por él. El entrenador acostumbraba a dar un discurso antes de salir, y antes del partido en sí. Sakuragi, al tiempo que escuchaba las palabras del viejo Roy, aprovechó para curiosear el gran autobús que estaba estacionado al lado. Terminada la charla, se acercó al hombre para pedirle (exigirle con una sonrisa) que lo llevaran a él también; el entrenador no presentó inconvenientes.

 

Secretamente el experimentado entrenador, estaba esperando que el joven japonés eligiera quedarse con los Tar Heels, pues según lo que había escuchado de sus asistentes y jugadores, el chico era una maquina en la duela (Por eso tantas regalías). Sakuragi al subir, enseguida se sentó junto a Rukawa.

 

Para Kaede este era el momento en el que normalmente sacaba su discman y con ayuda de la música se desconectaba del mundo. Ahora, no obstante, con Sakuragi hablando, molestando y bromeando con todo el autobús, era imposible concentrase en otra cosa que no fuera él.

 

¿Pero qué dices cuatro ojos 2? Cara pálida tuvo ventaja sobre este genio sólo porque el clima no me favorecía. Este talentoso jugador nunca hubiese fallado esa canasta de otro modo

 

Que me llamo Bryan” Se quejó en inglés también el castaño mirando con el ceño fruncido al chico sonriente en el asiento justo al frente del pasillo.

 

¡Oye! ¿A quién le dices cara pálida, pelirrojo?”Gritó un joven rubio que se reconoció en el relato que comentaban su compañero de equipo (Bryan) y el nuevo japonés.

 

Este idiota siempre pone sobrenombres” Interrumpió Rukawa mirando hacia fuera por la ventana. Sus dos compañeros de equipo le observaron parcialmente sorprendidos (el tipo nunca hablaba), al tiempo que Sakuragi se volteaba con la cara arrugada.

 

“¿A quién le dices idiota, bastardo? Mejor cuida tus palabras si no quieres que te incapacite para el partidoCuatro ojos y cara pálida se sorprendieron con la agresividad del muchacho. Emocionados se quedaron viendo el intercambio, esperando ver una pelea a golpes o al menos una reacción de parte del chico de hielo.

 

A ti, idiota. Y cállate que quiero dormir” Rukawa, sorprendentemente, y sin darse cuenta, cayó dormido poco después de esa conversación. Sakuragi alegó un poco más por ser ignorado, pero rápidamente olvidó la afrenta para volver hacia los otros dos chicos. Estos le miraban con la boca abierta.

 

¿Qué…?

 

.

 

.

 

Con cuidado guardó su bolso en el locker prestado (o de invitado) luego de vestirse con la ropa de su uniforme celeste. Acomodó su azul banda en su antebrazo antes de cubrirse con la chaqueta y pantalones largos del equipo; terminado ello, se dispuso a salir del camarín junto a sus compañeros. El entrenador les había hablado en los camarines por sus buenos minutos, por lo que ahora llegaban justo para el grito de presentación de ambos equipos. Llamados, alaridos, cámaras, luces y celebración llenaban al gimnasio de los State Wolfpack, que con sus uniformes rojos ensayaban jugadas a un lado de la cancha.

 

El entrenador Williams se paró llamando a los titulares (entre los que no estaba Kaede) dándoles las últimas instrucciones de juego. Rukawa, mientras, miró alrededor del estadio buscando una cabellera rojiza entre el público, sin embargo no la encontró por ningún lado.  

 

Dónde está ese idiota. La última vez que le vio, fue cuando se bajaron del autobús (luego de que él se haya despertado todo babeado en el hombro de Sakuragi, quien le gritó por marcharlo) No puede perderse el partido;… él tiene que estar aquí… pensaba al tiempo que corría y hacía maniobras junto con sus compañeros. Tiene que ver… Tiene que ver al equipo… ¿No es por es que vino hasta aquí?... Imbécil… Finalizó justo cuando los árbitros se presentaban, señalando quien sería el principal y quienes los que custodiarían los laterales.

 

Soplado el silbato, el partido se dio por fin iniciado.

 

Los primeros veinte minutos pasaron como una ráfaga de aire para todo el estadio [31]. Ambos equipos estaban ardiendo en la duela. Los Tar Heels, que normalmente se lucían y arrasaban con este equipo, ahora se encontraron con serias dificultades frente a una poderosa defensiva; entrar en ella era como esperar que Sakuragi se callase por más de 10 minutos (imposible). El entrenador, por ello, se vio en la obligación de llamar varias veces a tiempos libres, para darle respiros y descanso a los agotados jugadores. Sin embargo, en la segunda parte, el entrenador quería el cierre; quería demostrar la clara supremacía de su equipo. Hizo cambios y bramó instrucciones, pero los resultados no se reflejaban en el marcador.

 

“Rukawa…” Le llamó el mayor entre los bramidos y música de fondo. El corazón del pelinegro bombeó agresivamente. “… es tu turno de entrar…

 

Jugaré…

 

…Jugaré

 

¡JUGARÉ!

 

Se dijo levantándose de su lugar y deshaciéndose de la chaqueta y pantalón. Tom, a su lado, le recibió la ropa y le sonrío; Kaede le asintió en respuesta.

 

Sólo pisando la duela y mirando las emocionadas, pero sudorosas caras de sus compañeros, le trajo de vuelta a la realidad.

 

Ganaremos… Esta noche ganaremos…

 

Su determinación, como ha sido desde el principio, encendió los ánimos del equipo. Con sus grandiosas asistencias y canastas fue que el desconfiado público de Tar Heels comenzó a cantar de nuevo por la gloria y victoria de sus jugadores. La defensa del otro equipo se quedó corta con los precisos pases y las escurridizas y rápidas entradas del zorro. La gente del estadio gritaba eufórica con la actuación.

 

Con sólo unos segundos de tiempo para gritar el final del partido, Rukawa recibió un pase de Tom (quien había entrada a los pocos minutos después de él). Boteó por unos segundos cerca de mitad de cancha, cuando un recuerdo le vino a la mente.

 

Mira bien esto, torpe. Notando que sus compañeros estaban exitosamente logrando sus pantallas, Kaede lanzó con moderada fuerza el balón hacia el tablero contrario; y con solo tres segundos en el tiempo, alcanzó la pelota y la clavó con ímpetu.

 

El silbato que marcaba el final del encuentro sonó, y el estadio estalló en gritos. Sus compañeros corrieron hacía él y chocaron manos. Rukawa respondió por inercia los gestos. Subió la mirada buscando algo entre el público; no estaba seguro de qué. Miles de personas le miraban y saludaban con grandes sonrisas. Sus padres le miraron y le guiñaron también (su madre hizo además un corazón con sus dedos). Pero lo que sea que buscaba, no lo encontró.

 

En la banca, el entrenador le palmeó los hombros, al igual que casi todos sus compañeros. La prensa incluso se acercó y le acosó hasta sacarle unas cuantas palabras (Dan le había insistido que necesitaba aprender como comunicarse con los medios)

 

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Ya cállate, pelirrojo; apuesto mi vida a que nunca hubieras anotado esa canasta” El especialista de tres puntos del equipo le alegaba al bruto riendo frente a él; en circunstancias normales, se irritaría por las estupideces que decía este japonés, pero ahora estaba demasiado eufórico y emocionado como para responder con verdadera mala leche.

 

Nyaahahahha, ¡Hay, crespo! ¡Eso lo dices porque no conoces las verdaderas y secretas habilidades de este talentoso jugador! ¡Ya te quiero ver cuando veas a este genio en acción!” Respondió Sakuragi en inglés echando la cabeza atrás por la fuerza de su risa. Los chicos a su alrededor simplemente rieron negando con la cabeza.

 

Hanamichi aun podía sentir como su corazón latía desbocado en la caja que creaban sus costillas.

 

Eso… eso fue increíble… no dejaba de repetirse una y otra vez recordando el partido recién observado. El lugar, el estadio, los jugadores, las maniobras. Todo era impresionante. Grandioso. Perfecto. Y Sakuragi no podía esperar a unirse a un equipo de aquella envergadura. Su cuerpo y mente vibraban de anticipación y excitación. Todo esto era demasiado. Y el zorro… Hanamichi gruñó un poco en su interior, pero debía reconocer que el pelinegro lo había hecho increíble. Cada asistencia, cada canasta y cada jugada fueron hechas con maestría. Viéndolo jugar, el pelirrojo se sintió como un niño pequeño, como un principiante (aseveración que no diría en voz alta ni aunque le ofrecieran el amor eterno de Haruko)

 

A penas y se había bajado del bus, sacó su cámara y recorrió el estadio en busca del lugar que le ofreciera el mejor ángulo. Las galerías, llenas ya a esa hora, le advirtieron que brazos y cuerpos completos se cruzarían en el lente, asique renunció a aquella posición. El único lugar que le quedó, entonces, fue la mismísima entrada a la cancha; donde pudo llegar cuando el silbato ya había sido soplado.

 

Terminado el encuentro, se encaminó al pasillo de los camarines para esperar al zorro, sin embargo éste no aparecía, encontrándose en cambio con los animados y alegres miembros del equipo, con quienes comenzó a comentar el juego.

 

“Idiota” Interrumpió en japonés una voz desde atrás. Sakuragi inmediatamente volteó.

 

¡Por fin apareces, zorro! Creí que me iban a momificar antes de que aparecieras Nyahahahahha” Todos los muchachos que rodeaban al pelirrojo se carcajearon con la ocurrencia de su comentario. 

 

Asique aquí estaba, pensó Rukawa al verlo todo amigable con el resto de sus compañeros.

 

Hey, y ¿vienen con nosotros a celebrar?... Mañana no tenemos clases ni entrenamiento” Uno de los chicos preguntó con el rostro alegre.

 

Yo me voy” Respondió enseguida Kaede golpeando bruscamente con su bolso el hombro de Sakuragi camino a la salida. Hanamichi, sobándose el lugar golpeado, también declinó la oferta para luego correr tras su compañero.

 

 “¡Oye, zorro! ¡Espera!” Llamó el pelirrojo dándole alcance al pelinegro que caminaba deprisa hacia la salida.

 

“¿No vas con ellos?” Dijo Rukawa sin mirar al otro. Sakuragi metió las manos en sus bolsillos mientras levantaba los hombros

 

“¿Para que voy a ir, si ni siquiera soy del equipo?” Y qué vas a celebrara, si ni siquiera viste el partido, quiso replicarle Kaede, pero se contuvo a tiempo. Maldito idiota que le arruinaba el humor. Todo estaba bien, todo estaba perfecto hasta que él llegó… Estúpido… tarado… tonto. ¿Acaso no le bastó al torpe con mostrarle las cintas, sino que ahora tenía que molestarle? Para qué le hacía gastar comida, luz y agua si ni siquiera hacía lo que vino a hacer: ver los malditos juegos. Es un inútil, insultó de nuevo aumentando aun más la velocidad de sus pisadas.

 

Hoy jugué. Hoy jugué, maldita sea…y ese imbécil, y este torpe no…

 

“¡Que aburrido eres, zorro! ¡Ganaste el juego! deberías celebrar. Aunque bueno, todo lo que hiciste fue gracias a este genio Nyaahahahhaha” Llegando a los estacionamiento del recinto, se encontraron con papá y mamá Rukawa parados junto a un vehículo.

 

“¡Kaede! Lo hiciste magnifico” La madre, orgullosa y a punto de llorar, se enterró las uñas en las manos para no correr hacia su retoño y estrujarlo entre sus brazos. Sabía que con eso sólo lograría incomodar a su hijo, especialmente si Sakuragi estaba presente. Rukawa le miró y le asintió con una mirada suave y agradecida… Ella siempre ha creído en mí…

 

“Fue perfecto” Añadió su papá con una pequeña sonrisa. Sakuragi, sintiéndose fuera de lugar en aquel íntimo intercambio familiar, decidió acomodarse en los asientos traseros del vehículo. Kaede le asintió también antes de abrir la puerta del auto, sin embargo antes de subirse su padre le agarró el brazo “Estamos orgullosos” El pelinegro inmediatamente se volvió hacia él con la boca ligeramente abierta, el mayor le sonrió una vez más antes de subirse.

 

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.

 

Después de limpiarse y cenar junto con su familia (y el estúpido) Rukawa subió a su habitación para dormir por fin. Dejando el bolso y balón al lado de su cama, se cambió de ropa y se lanzó sobre las mantas. Su plan hubiese dado resultado sino hubiese notado una parpadeante luz proveniente de su laptop. Le frunció el ceño hasta que recordó que el tarado estaba ocupando el aparato antes de salir. Sin pensarlo más, se levantó y activó la pantalla.

 

En ella se veía el correo del pelirrojo abierto en la plena redacción de un email. Querida Haruko-san, se leía al comienzo. ¿Y quién coño es Haruko?, se preguntó sentándose en la silla del escritorio.

 

Este genio está bien, gracias por preguntar :D, espero que tu también lo estés. Recuerdo que antes de irme tenías un montón de exámenes que rendir u.u ¡Pero sé que te irá bien! No conozco a una persona más inteligente que tu… sólo Gori y cuatro ojos se acercan Jjajajajajajja… hablando del Gori; ya le mandé algo a él, asique no te preocupes.

 

Estos días he estado viendo al equipo, ¡Al que sin este talentoso jugador aun le falta mucho! ;)… y además estoy anotando todo lo que el gordito me dijo. Aun no he tenido oportunidad de conocer la ciudad, excepto las calles que me aprendí mientras he salido a correr. Y no, no me estoy quedando en un hotel, sino en la casa de Rukawa… Si. Ese maldito Rukawa. Sus padres han sido muy amables con este genio, pero tú sabes como puede ser ese engreído; sigue siendo el mismo zorro egoísta e indiferente a todo. Pero ahora sabe quién es mejor, J, porque yo, el genio Sakuragi, le pateé el trasero el otro día. Jajajajjajja, ¡me hubieras visto, Haruko-san! Fue increíble. El zorro quedó todo humillado-

 

Humillado su abuela, pensó Rukawa llegando hasta el final del correo. Luego de leer el email, creía recordar a la chica en cuestión; era la hermana menor del ex capitán; la chica castaña que fue la manager del equipo durante sus dos últimos años. A la que Sakuragi seguía como perro faldero, se dijo frunciéndole el ceño a la pantalla.

 

“¡Oye, zorro!” Rukawa enseguida cerró la laptop y volteó hacia el pelirrojo; éste, con toda la libertad del mundo entró y conectó la cámara al video, sentándose relajadamente en el piso.

 

“No quiero ver las cintas de nuevo” Dijo parándose junto al otro chico.

 

¿Qué soy engreído? ¿Qué soy egoísta?... ¿Indiferente?

 

“¿De nuevo? Pero si éstas son del partido de hoy” Alegó Sakuragi viendo con el ceño fruncido al pelinegro que le observó por largos segundos. Sin recibir respuesta, Hanamichi se levantó y comenzó a tomar sus cosas “¡Sh!... ¡Y yo que te hago el favor de grabarte-”

 

“Cambié de opinión” Interrumpió Rukawa al tiempo que le arrebataba la cámara de las manos, para instalarla él mismo. Con el sistema listo, el zorro empujó al pelirrojo causando que éste se cayera sobre la cama.

 

“¡Ten más cuidado, tarado! Le pudiste romper algo a este talentoso deportista” Vociferó rebotando en el colchón. El pelinegro se sentó a su lado sin prestarle atención. 

 

“Siéntate aquí o me ensuciarás el piso con tu estupidez” Antes de que el gritón pelirrojo pudiese comenzar con su sarta de insultos, Kaede apretó play y se dedicó al observar el partido. Por suerte la intensidad del juego era la suficiente como para atrapar complemente la atención del bullicioso ese. Rukawa, que ya se sabía de memoria la primera parte (en la cual él no jugó) se dedicó a adivinar desde donde grabó el video. Por el ángulo, éste no había sido filmado desde la altura, sino desde el mismo nivel de la duela. Además de ello, parecía que estuviera en una de las puntas de la canchas, no en los asientos más cercanos.

 

Parece la entrada, concluyó mirando de soslayo al pelirrojo que miraba con la boca abierta el televisor. Entonces si fue, sólo que se rezagó a la entrada…

 

“¡Sh! No sé por qué el viejo Roy te hizo entrar” Bufó al apuntar a la pantalla que ahora mostraba como Rukawa entraba en reemplazo de uno de sus compañeros “Pudieron haber ganado sin tu cara de zorro” Kaede no le respondió, simplemente se dedicó a mirar el video. Puede insultarme todo lo que quiera, pero aun así la cámara solo me sigue a mí…pensó al fijarse que, efectivamente, en algunas escenas el pelirrojo censuró al resto de los jugadores para seguirle a él… Aunque bueno, se supone que el video es para mí, continuó ahora arrugando los labios. Sakuragi se semi acostó en la cama, levantando un poco la cabeza para continuar viendo el televisor. Kaede le imitó, estirando cuan largo era su cuerpo  junto al del pelirrojo.

 

“¡Ja! ¡Me copiaste la jugada, perdedor! Jjajajaj… ¡No podías ganar sin imitar pobremente las asombrosas habilidades de este genio! Nyhahahaha” Hanamichi rió al ver la última jugada de Kaede, y con la cual se dio por finalizado el partido. Cuando el pelirrojo la había visto en la duela, su primera reacción fue de enojo dirigido al copión del zorro, pero luego simplemente admiró y felicitó (mentalmente) la jugada, pues nunca había visto a Rukawa practicándola, y no era una maniobra que pudieses llegar y hacerse. De la nada la pantalla se puso en negro. “Esa era la última cinta” Comentó sin ganas de levantarse.

 

“Ya no las necesito” Dijo Kaede viendo como Sakuragi cerraba los ojos y bostezaba con poco recato.

 

“Que bueno, porque no pensaba comprarte más” Provocó abriendo un ojo y encontrándose con la mirada del pelinegro sobre su cara (él estaba acostado y Rukawa de lado). Los ojos azules del joven se veían… en paz. Para Hanamichi fue extraño verlos así, pues estaba acostumbrado a sus miradas de desprecio o en blanco; ahora, en cambio, se veía- “Tengo hambre” En realidad no mucha, pero las palabras simplemente habían resbalado de sus labios.

 

“Yo también” La verdad, es que el pelinegro no quería comer, pero la idea de dormir no era demasiado atractiva en estos momentos. Estar aquí, en cambio, sólo disfrutando el silencio y escuchando cualquier estupidez que saliera de la boca del mono rojo, parecía lo único que tenía sentido y sonaba verdaderamente… aceptable.

 

“Y… ¿No vas a traerle comida a este genio?” Inquirió Sakuragi con una mirada de pura confusión. Kaede le levantó una ceja.

 

“¿Por qué tendría que hacerlo?” ¿Qué cree que soy, su sirvienta?  El pelirrojo se levantó apoyando su cuerpo en los codos quedando de esa manera a sólo centímetros del rostro de su ex compañero.

 

“Tu eres el dueño de casa, zorro” Se quejó pareciendo un niño pequeño. A Rukawa le pareció de lo más divertido que incluso a su edad pudiese actuar de manera tan inmadura.

 

“Y tu eres el que quiere ir a buscar algo. Yo puedo aguantarme” Le respondió tirándose al colchón y cerrando los ojos en una pose relajada.

 

“¡Ah! ¡No sé como eres pariente de mamá Rukawa! Tu ni sabes como tratar a los invitad-”

 

“Yo no te invité, te impusieron, idiota” Le interrumpió cuando sintió como un brazo intentaba empujarlo de la cama. De verdad que se parece a un niño, pensó enfocando sus zafiros en los cansados ojos marrones que le devolvían la mirada. Rukawa pensó que el chocolate de los ojos contrarios parecían derretidos cuando estaba así de tranquilo. Adivinando que el pelirrojo no resistiría mucho más este calmado intercambio de palabras, el pelinegro se preparó para ponerse de pie.

 

“Pues es lo mismo, zorro apestoso. Yo podría morir de hambre y tu-”

 

“Vamos” Le dijo sentándose en la cama. Pestañando rápidamente para sacarse el sueño, se levantó y se dirigió a la entrada de la pieza.

 

“¿Qué?” Rukawa no lo pudo ver, pero se imaginó la cara desconcertada del torpe.

 

“Vamos a la cocina a buscar algo” Repitió saliendo de la habitación rumbo a las escaleras. El pasillo estaba a oscuras asique adivinó que sus padres probablemente estuviesen durmiendo, o al menos intentándolo.

 

“¡Sh! Y encima me manda. ¿Quién ese cree ese tonto Rukawa? Nadie trata así a este talentoso jugador” Refunfuñaba Sakuragi mientras comenzaba a erguirse en la cama.

 

“Te escucho desde abajo, tarado. Apúrate”

 

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.

 

Un fuerte golpe en su costado le obligó a abrir los ojos. Casi por instinto fue que alargó el puño en alto para golpear a quien sea que le haya molestado, pero su mano no tocó nada. Volteó los ojos a penas y enfocando, cuando se topó con la cara dormida de Sakuragi a su lado. El pelirrojo tenía todo su rostro relajado; desde la frente hasta su barbilla. Sus negras pestañas acariciaban parte de su piel bronceada, mientras que sus labios se encontraban un poco arrugados (como si esperase recibir un beso) [32]. Era tan extraño verlo de aquella manera... Tan silencioso, tan calmado.

 

No insultándome… Agregó bajando la mirada a su cuerpo. Hanamichi estaba acostado boca arriba con ambas manos abrazadas sobre su estómago, mientras que sus piernas estaban totalmente abiertas. Por suerte la cama es grande

 

Ayer en la noche, después de comer casi todo el queque de chocolate que mamá Rukawa había preparado, se quedaron despiertos hasta tarde simplemente hablando (Sakuragi presumiendo, Rukawa atacando, Sakuragi alterándose, Rukawa contestando) hasta que finalmente cayeron dormidos. Ambos vestían lo mismo de ayer, sólo que ahora sus cuerpos se encontraban más cerca, casi pegados, posiblemente buscando calor.

 

(Aunque antenoche fue una de las calurosas del mes)

 

Kaede no supo cuanto tiempo estuvo ahí, sólo mirando. Su distracción duró, sin embargo, hasta que escuchó ruidos abajo en la cocina; sólo allí fue consciente de que el sol se traslucía por las cortinas. Gruñó al sentir una pequeña vibración en su estómago avisándole que necesitaba comer algo. Con lentitud y calma se levantó para sacar ropa de su closet. Al mirar las prendas entre sus manos, encontró mucho más atractiva la idea de vestirse en su cuarto que en el lavado, por lo que dejó la ropa sobre la cama, junto al aun durmiente pelirrojo.

 

Con toalla en mano es que entró al baño, se desvistió e ingresó a la ducha. Su cabello (más corto que en la época de preparatoria) fue lo primero que recibió el impacto del agua. Disfrutó de la tibiez de las gotas cayendo por su cuello y pecho, sin embargo, aquella misma sensación le hizo recordar el relajado rostro de Sakuragi. Como su laxo cuerpo en estos mismos instantes se encontraba estirado en su cama. Imaginó su bronceado cuello y la clavícula y músculos que se asomaban por la abierta polera. Lo recordó también en el gimnasio el otro día, mientras entrenaba ardorosamente. Como su piel brillaba de sudor, mas su cuerpo continuaba trabajando. Incluso recordó la sonrisa socarrona que le regalaba cada vez que le mencionaba esa vez que ganó en la cancha.

 

“Ese tonto” Susurró agarrando el jabón junto a él para pasarlo sobre su piel. No fue sino hasta que llegó a sus abdominales que notó lo sensible que se encontraba su parte inferior. Un calor, un fuego vibraba en su parte baja clamando por atención. Rukawa bajó la vista notando inmediatamente su erecto miembro. Frunció el ceño mientras continuaba bajando la mano.

 

No era la primera vez que le pasaba, por supuesto. No importa lo que el resto dijese, él si escuchó a su profesor de biología en la preparatoria (algunas veces), por lo que sabía que esta situación era completamente normal en un chico sano de su edad. Durante la escuela le pasó incontables veces al despertar después de un sueño que no recordaba, o incluso luego del entrenamiento. Solo una vez le había pasado en los camarines de Shohoku. Lo recordaba porque ese día había tenido un uno-contra-uno especialmente agotador contra Sakuragi. Rukawa, como pudo, se acomodó la ropa y salió de allí como alma que sigue el diablo.

 

(Hasta el día de hoy lo catalogaba como el momento más vergonzoso de su vida)

 

Por ello es que no le importó enjabonarse las manos y bajarlas hasta su necesitado amigo. Con suaves apretones al comienzo, inmediatamente su cuerpo comenzó a disfrutar las corrientes y contracciones que se esparcían desde su parte baja. Se mordió los labios sin pensar en nada especial (como siempre hacía), aumentando paulatinamente la velocidad y la fuerza que ejercía. Normalmente lo haría rápido, como un trámite. Pero extrañamente ahora quería disfrutarlo. Quería prolongar las punzadas de placer que le hacían gemir y temblar; se contentó con sólo jadear y apoyar la frente en la húmeda pared de la ducha.

 

Masturbándose ahora con especial dureza, alzó una de sus manos hasta su boca. Sus labios inconscientemente se arrugaron como si esperasen un  beso; ello le hizo gruñir. Aumentando considerablemente ahora la velocidad, no fue suficiente con jadear, asique consintió que roncos gemidos escaparan de su garganta.

 

“Torpe…”Susurró antes de correrse con fuerza. Su semilla se esparció por la blanca pared del frente, siendo limpiada enseguida con la fuerza del agua que aun caía. Rukawa frunció el ceño al pensar en la palabra que había escupido su boca. No significa nada… se tranquilizó alzando la mano para alcanzar la regadera y limpiarse concienzudamente.

 

Con la toalla agarrada a su cintura es que salió rumbo a su cuarto, esperando encontrar al pelirrojo aun dormido sobre las revueltas frazadas; no obstante la cama, completamente desecha, ahora estaba vacía. Kaede frunció el ceño mientras asía los puños; luego de ello se sentó con cierta brusquedad en la orilla sobre el colchón y comenzó a vestirse.

 

Con unos pantalones deportivos y una polera de su equipo favorito, es que Rukawa entró a la cocina encontrando en ésta al pelirrojo comiendo como desesperado todo lo que su mamá había colocado sobre la pequeña mesa.

 

“Te vas a ahogar, idiota” Le dijo tomando asiento a su lado. Su madre, que estaba pensando qué hacer de almuerzo mientras miraba los estantes, volteó enseguida hacia su sigiloso hijo.

 

“Buenos días, Kaede” Su retoño le asintió en respuesta sin despegar la vista del glotón que tuvo que golpearse el pecho unas veces antes de poder hablar.

 

“¡Cállate, zorro! Tú no entiendes el metabolismo de los talentosos deportistas como yo. Un jugador de mi categoría necesita alimentarse bien. No como tu, que pareces un fideo blanco Nyahahahah” Sakuragi rió antes de engullirse otro buen pedazo de panqueques a la boca. Rukawa le frunció el ceño. No soy tan delgado, pensó mirándose discretamente los brazos; lo que pasa es que al lado de ese monstruo era obvio que se vería un poco más escuálido, pero no era su culpa.

 

“¿Vas a ir a entrenar ahora, cariño?” Preguntó distraída la madre antes de voltear al pelinegro que le lanzaba una envenenada mirada. Ups, mi culpa. Cariño es ahora una palabra vetada… Por suerte para la mujer, el pelirrojo no estaba prestando atención al intercambio, sino que estaba tosiendo de manera exagerada por un pedazo particularmente grande que le obstruyó la garganta por unos instantes.  

 

“Te lo dije, tarado” Respondió Kaede como quien no quiere la cosa al tiempo que le robaba comida (el mono tenía suficiente para alimentar a un regimiento)

 

“¡Ya cállate, zorro apestoso! Y si vas a entrenar, entonces yo también voy. ¡No puedo esperar a humillarte de nuevo! Jajajajajajaj”

 

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.

 

“¡Agh! ¡Maldito Rukawa! ¡Hiciste trampa!” Vociferó Sakuragi luego de dos horas de un juego ganado limpia y estrechamente por el pelinegro. Ambos estaban igual de sudados y cansados, pero no lo dejaban demostrar a su adversario. Kaede simplemente le ignoró mientras bebía de su aun fría botella de agua. “¡No ignores a este genio, maldito! ¡Ya verás! Te derrotaré la siguiente vez y te obligaré a admitir mi superioridad”

 

“Primero muerto” Murmuró vistiéndose con sus pantalones largos y chaqueta. Sakuragi, no obstante aun así le oyó y por ello continuó con su parloteo.

 

Durante todo el camino al cruce, Hanamichi se abocó a marcar todos los momentos del juego recién compartido, donde él estaba seguro que el zorro había hecho trampa. Rukawa tuvo que controlarse varias veces para no rodar los ojos.

 

Este imbécil es insufrible, pensó negando imperceptiblemente con la cabeza.

 

“¡Oye, zorro!” Rukawa, creyendo que el pelirrojo quería hacerle un gesto obsceno o seguir con su sarta de estupideces, se negó a contestarle, pero el mono, siendo la bestia que era, lo tomó como una afirmación, por lo que con violencia agarró de un brazo al pelinegro. “Mientras trotaba el otro día vi un restaurante que se ve barato… ¡Vamos, acompáñame!” Kaede, en circunstancias normales, le ignoraría, le golpearía o le diría que no de frente; ahora, en cambio, cuando se disponía a efectuar la tercera opción, quedó atrapado en la deslumbrante, infantil y emocionada sonrisa de Sakuragi.

 

Fue allí que recordó el email que leyó anoche:

 

Aun no he tenido oportunidad de conocer la ciudad, excepto las calles que me aprendí mientras he salido a correr… El tonto llevaba en Norteamérica casi una semana y aun no conocía nada, excepto la universidad y el barrio donde Rukawa vivía.

 

Argh, me arrepentiré de esto, estoy seguro, pensó antes de asentir y dejarse arrastrar por el monstruo pelirrojo.

 

Con razón se ve barato, se dijo Kaede al ver la fachada del restaurante al que le había traído el mono. Al entrar su opinión y desconfianza no cambiaron, al contrario, parecían confirmarse; todo parecía en pésimo estado. Las sillas se veían viejas, al igual que las mesas, las paredes e incluso la gente que atendía. Si fuera por el pelinegro, desde el primer paso que dieron hubiesen girado y salido casi corriendo del lugar, pero al ver la cara relajada y sonriente del pelirrojo decidió darle una oportunidad. Una oportunidad que quizás nos mate de envenenamiento, pensó mientras tomaba asiento. Sakuragi, que estaba ubicado frente suyo, tomó la carta intentando decidir qué se serviría; Rukawa enseguida le imitó.

 

Ambos al final se decidieron por unas hamburguesas y malteadas.

 

“Uh…” Se quejó Hanamichi mientras se tocaba los costados de la chaqueta, el pantalón y revisaba con prisa su bolso.

 

“¿Qué?” Inquirió Rukawa con una ceja levantada.

 

“Que se me olvidó la billetera, asique tendrás que pagarme tu, zorro” Respondió con una sonrisa nerviosa mientras se rascaba la nuca. El pelinegro negó con la cabeza suspirando.

 

“Tonto” Le llamó agradeciendo internamente que se le hubiese ocurrido sacar un poco de dinero antes de salir. Al parecer los dichos de su madre sobre dinero de emergencias le habían golpeado más de lo que pensaba.

 

“¡¿A quién llamas tonto, zorro apestoso?! ¡Fue un error inocente!... ¡Como si yo quisiera que tu me invitases a comer!” Sakuragi estuvo todo el tiempo de espera por la comida bufando sobre que no olvidó el dinero a propósito, y que le daba su palabra de genio que para la próxima vez, el pagaría donde sea que fuesen (con tal que ello no saliese muy caro)

 

Cuando la comida llegó, no obstante, cualquier rencilla terminó. Las hamburguesas gigantes y jugosas, sin importar la apariencia del lugar, estaban deliciosas. Rukawa tuvo que contenerse para no dar fuertes y rápidos mordiscos o incluso gemir por el sabor; Hanamichi, en cambio, no se privó de hacer exactamente eso.  Kaede de un momento a otro se quedó viendo lo sucio que estaba Sakuragi, con salsa en el borde de los labios y restos de comida en la barbilla y polera.

 

Esta decidido, este mono es un niño, pensó riendo.

 

“¡¿De qué te ríes, zorro?!” Gritó alterado el pelirrojo sin caer en cuenta del obvio hecho de que Rukawa Kaede, el proclamado rey de hielo… estaba ahí (frente suyo) riendo con los labios ligeramente separados, la punta de su lengua asomando entre ellos, unos profundos y perfectos hoyuelos en sus mejillas, y un brillo resplandeciente en sus azules ojos.

 

“De ti, torpe” Respondió entre risas; ignorando también el hecho de que él, Rukawa Kaede, el apodado Rey de Hielo, se estaba carcajeando en público, frente nada más y nada menos, que Sakuragi Hanamichi.

 

“¡¿Cómo te atreves?! Ya verás…”

 

Ambos simplemente no lo notaron…

 

.

.

Notas finales:

Y hasta aqui llega :)

Ahora sí la cosa está avanzando (creo...) y algunas emociones se están dejando entrever, sólo que los protagonistas no quieran aceptarlas o reconocerlas aun... pero para todos es OBVIO! y Rukawa, ya está agarrando el ritmo con el equipo... les hubiera gustado un relato más detallado del partido??.... decidí dejarlo así, porque.. no se.. creo que es suficiente.. uds me dicen..

AHORA... elprox capítulo creo q lo subiré ya en marzo (que ¡vamos! falta muy poco) pues estoy a punto de entrar a clases a la U T-T y quiero disfrutar de mi ultima semana.

Por último, las Aclaraciones:

[30] BFF à Es la sigla en inglés de “Best Friends Forever”, es decir, "Mejores Amigos por Siempre".

[31] En internet, cuando comencé a leer sobre el baloncesto universitario (del cual no sabía naaaadaaa), me salió en varias partes sobre algunas diferencias de juego con la NBA, y entre una de ellas era que; un partido NO ESTÁ dividido en 4 cuartos de 12 minutos, sino en 2 tiempos de 20 minutos cada uno. Además de que los segundos reglamentarios NO SON 24 segundos, sino 35… Sin embargo, como saben, no hay que creer en todo lo que dice internet, asique, para asegurarme, descargué un partido (Duke versus Georgia Tech), en el cual comprobé que efectivamente eso era cierto… por lo que no crean que esta autora está loca o confundida cuando habla de DOS MITADES.

 [32] Esta escena se me ocurrió viendo el capítulo 94 de la serie de anime (minuto 1:55), en donde Hana, después de un día duro de entrenamiento, se queda dormido y despierta en el camarín junto con sus amigos.

 

 


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