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San Valentín Escolar por Roronoa Misaki

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Notas del fanfic:

Sé que ha pasado un siglo desde San Valentín, pero no había podido terminar este pequeño one-shot, y como no quería esperar hasta el siguiente año, decidí subirlo ahora, después de todo, ¿Qué son unos cuantos días de retraso? Espero que lo disfruten. 

Notas del capitulo:

Killer x Sabo, no pude evitarlo XD

Bueno pues, ya dije lo que tenía que decir, así que sólo queda ¡A leer!

 

Todos los personajes de One Piece pertenecen a Eiichiro Oda

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San Valentín Escolar

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14 de febrero, mejor conocido como el día de los enamorados, la fecha en la que las parejas están más acarameladas que nunca, en que las chicas regalan chocolates a sus novios o los chicos que les gustan, los hombres compran flores o animales de peluche con moñitos en las cabezas y se los regalan a sus novias, y el día en que los adolescentes sin pareja se quedan en casa o salen a divertirse con sus amigos. 

Éste año, el 14 de febrero da lugar en un día viernes, y la mayoría de los institutos ha decidido que celebraran con el hecho de cancelar clases antes de tiempo para que los chicos puedan salir a divertirse y pasarla bien, pero, como he dicho antes, ha sido sólo la mayoría…

 

<Instituto Grand Line - Clase 3-A>

-Una más y moriré- se quejó un chico rubio desparramándose en toda su extensión sobre su puesto.

-Ni lo menciones- secundó un pelinegro a su lado, quien estaba con los brazos extendidos sobre la mesa y la frente pegada a ella.

Mientras en el resto de la ciudad las clases ya habrían terminado para eso de las 12:00, en el instituto Grand Line todo sigue su curso normal de trabajo, o al menos eso debería ser, pero para los estudiantes de la clase 3-A pareciera que los maestros decidieron un complot para hacerlos trabajar hasta desfallecer.

A primera hora de la mañana, un examen sorpresa con la maestra de Historia Universal. En la clase de Software, una exposición que determinaría el 60% de la calificación del parcial. En Biología, una rana esperando para ser diseccionada sobre cada mesa del laboratorio. Y ni hablar de la maestra de Español, por un profesor que les había hecho el favor de no encargar tarea el día anterior, ella les encarga 60 conceptos que tendrían que escribir en su libreta. Ah, por no olvidar la maqueta de un bosque forestal para la clase de Ecología.

Y, para colmo de males, la escuela, por ser San Valentín, colocó cerca de la entrada principal un buzón de Cupido, donde los y las estudiantes colocaban cartas de amor, en su mayoría anónimas, para la persona que les gusta, y al final del día un representante de cada clase acudía para recoger las correspondientes a su grupo y entregarlos a sus destinatarios.

Y, como siempre, los alumnos de último año recibieron todos entre 2 o 3 cartas, ya que la mayoría de las estudiantes quería salir con alguien mayor que ellas. También como todos los años, cada clase de último grado tiene tres o cuatro chicos que destacan sobre los demás con respecto a cuántas cartas reciben. Éste año, en la clase 3-A los destacados han sido tres chicos, y en realidad a nadie le sorprendió quiénes eran…

-Por favor dime que ya no hay más- pidió el pecoso casi suplicante.

-Al parecer, han sido todas- respondió el rubio con un suspiro.

15 cartas habían recibido cada uno, en su vida había tenido que abrir tantos sobres de color rojo con corazoncitos y brillitos que se te pegan en los dedos por todas partes. Lo único bueno, era que todas habían sido anónimas, así se evitaba el tener que rechazar de frente a todas las chicas que le habían escrito con tanto esmero.

En ese momento, el celular del pelinegro comenzó a sonar desde su bolsillo.

-¿Bueno?... Sí, estoy ahí en un segundo- dijo antes de colgar. Se levantó de su asiento y se dedicó a guardar rápida, pero cuidadosamente, las cartas que estaban en su escritorio, después de todo no iba a desperdiciar el esfuerzo de esas chicas, por más que no fuera a corresponder sus sentimientos.

-¿Marco?- preguntó Sabo, sacando sus propias conclusiones sobre la llamada.

-Sí, está afuera esperándome- contestó cerrando su mochila y colgándosela al hombro. –Nos vemos en casa-.

-Claro-. Se despidió de su hermano y lo vio desaparecer tras la puerta. Esperó unos momentos antes de levantarse y comenzar a guardar sus cosas.

En momentos como ese, envidiaba un poco a su hermano, no tanto por tener novio, sino más bien por el tipo de relación que habían desarrollado. Marco y Ace llevaban un poco más de dos años saliendo, y sabía a la perfección lo mucho que se querían el uno al otro, lo había comprobado más de una vez.

Como aquel día en el que Marco se presentó frente a su abuelo como el novio del pelinegro sin vacilar ni un poco ante la imponente figura del hombre, o cuando se pasó una semana entera cuidando de él porque estaba enfermo. Ah, y aquella vez en la que Ace le había hecho una cena sorpresa para celebrar su cumpleaños, sí, lo recordaba perfectamente, sobre todo porque, de no haber aparecido en el momento apropiado, su hermano habría terminado explotando la cocina por tratar de hornear un pastel él solo.

En fin, el caso era que, hoy 14 de febrero, mientras su hermano y su novio salían a divertirse por ahí, él se dirigía a la biblioteca como todos los viernes.

No había preparado nada especial para ese día, no tanto porque no hubiera alguien importante, de hecho sí que le gustaba una persona, Killer, el tercer chico destacado por recibir cartas de amor en su clase, y también uno de los más codiciados de la escuela, pero era alguien totalmente inalcanzable y fuera de oportunidad.

-Hola Sabo- saludó la bibliotecaria, Nico Olvia, desde su escritorio cuando lo vio entrar. -¿No deberías de estar divirtiéndote por ahí?-.

-No tenía nada interesante que hacer, así que decidí venir- contestó encogiéndose de hombros mientras caminaba a una de las mesas y dejaba caer su mochila en la silla. -¿Qué hay para hacer ahora?- preguntó volviéndose hacia ella.

-Pues en realidad, hoy llegó un nuevo cargamento de libros- contestó revisando unos papeles que tenia frente a ella. –Están en el almacén, ¿crees que podrías traerlos?- pidió amablemente al momento en que le tendía las llaves del almacén.

-No hay problema-. Se acercó a recoger las llaves y salió del lugar.

Recorrió los solitarios y silenciosos pasillos, para esas horas ya todos habían salido corriendo hacia la libertad fuera de la escuela, y el lugar estaba completamente desierto.

Tardó unos cuantos minutos en llegar al almacén, ya que éste se encontraba bastante alejado y se había tomado su tiempo al caminar, después de todo no tenía nada mejor para pasar el tiempo.

Una vez estuvo frente a las puertas del lugar, introdujo la llave en la cerradura y se adentró en el interior, andando a tientas por unos momentos hasta que por fin logró encontrar el interruptor de la luz, y la iluminación inundó el lugar. Buscó con la mirada el cargamento de libros, y lo encontró en medio del espacio; eran cuatro cajas medianas que tenían escrito “Biblioteca” en una de sus caras.

Cuatro cajas, lo más fácil sería hacer dos viajes, pero no podía dejar el almacén abierto sin alguien que vigilara, por más que la escuela estuviera desierta, y tampoco tenía ganas de regresar sólo por un par de cajas más. Decidido.

De dos en dos, sacó las cajas del almacén y las dejó a un lado de la puerta mientras regresaba para apagar la luz. Cerró las puertas con llave, colocó las cuatro cajas una sobre otra y, a cómo pudo, las levantó del suelo.

Una vez en sus manos, se dio cuenta de que la última caja tapaba por completo su rostro, por lo que no podía ver nada frente a él, por suerte conocía bien el camino y no sería tan difícil recorrerlo, si lo hacía con cuidado, así que comenzó a caminar.

Pero no se había dado cuenta de que sus deportivos estaban desamarrados, y a medio camino, en un intento por evitar que las cajas se cayeran, terminó pisando uno de los cordones, perdiendo el equilibrio. Sólo que, en lugar de estamparse contra el suelo, como había pensado que pasaría, chocó contra algo frente a él que impidió que cayera, o más bien alguien…

-¿Estás bien?- preguntó aquella persona. Era una voz masculina, bastante familiar pero no estaba seguro de quién era.

-Sí, gracias- contestó aún sin poder verlo detrás de las cajas.

-Déjame ayudarte con eso-. El chico tomó las dos últimas cajas, permitiéndole así recuperar su campo de visión por completo.

-¡Killer!- exclamó sorprendido.

Frente a él se encontraba aquel chico, parado cuan alto era, con su tan característico flequillo que le cubría medio rostro, y su tan larga melena rubia que se dejaba caer por su espalda.

-Hola- dijo dedicándole una sonrisa.

-¿Qué haces aún aquí?-. Pensaba que ya se había ido, igual que todos, lo vio salir del aula en cuanto el último profesor se había retirado.

-Podría hacerte la misma pregunta-.

-Ah, bueno yo, estaba llevando estos libros a la biblioteca- contestó alzando un poco las cajas en sus manos para dar énfasis a sus palabras.

-En ese caso te acompaño, no queremos que termines rodando por las escaleras- comentó un poco divertido. –Pero primero, creo que deberías amarrarte los deportivos, digo, por si acaso-.

-Ah sí, creo que tienes razón- secundó con un ligero sonrojo.

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-Killer, hace tiempo que no te veía- dijo Olvia al ver al rubio entrar por la puerta acompañando a Sabo. –Parece que has estado bien-.

-Lo mismo digo Nico-san- correspondió mientras se acercaba a una de las mesas para dejar las cajas.

-Gracias por ayudarme- dijo Sabo una vez que dejó las cajas en la superficie de madera.

-No hay de que-.

-Supongo que ahora hay que ordenarlos- comentó el menor dirigiéndose a la peli blanco.

-Te lo agradecería mucho- contestó con una pequeña sonrisa. –Killer, aprovechando que estás aquí, ¿Por qué no le ayudas?- propuso amablemente.

-Por mí no hay problema- contestó el nombrado.    

Olvia les entregó una pequeña navaja para que abrieran las cajas, y entre los dos comenzaron a ordenar los libros. Sabo iba de un lado para otro con los libros en mano, conocía perfectamente la clasificación de la biblioteca y, por tanto, el lugar en el que debería de colocar los nuevos libros, después de todo llevaba un año completo ayudando en la recolección y organización de los préstamos. Mientras que Killer, ciertamente estaba un poco familiarizado con el formato, pero no tan bien como el menor, por lo que había tenido que preguntarle más de unas pocas veces dónde dejar tal libro, y después de un rato decidió que él llevaría los libros en sus brazos mientras que Sabo los colocaba en los estantes.

-Oigan chicos- dijo Olvia acercándose a ellos. –Surgió algo y tengo que irme, ¿Puedo encargarles que cierren la biblioteca cuando terminen?-.

-Claro, no hay problema- contestó Killer.

-Gracias, dejaré las llaves en el escritorio, ya me las entregarán el lunes- informó antes de retirarse.

-Bueno, sólo falta una caja- comentó Sabo acercándose a la mesa donde se encontraba el último cargamento.

Mientras lo abría se descuidó un poco y terminó cortándose en el dedo.

-Ay- expresó.

-¿Qué ocurre?- preguntó el mayor al escucharlo.

-Nada, es sólo un pequeño corte- contestó al momento en que se llevaba el dedo a la boca y succionaba ligeramente, un escaso sabor metálico chocó con su lengua.

-Espera un momento-. Se acercó a su mochila y comenzó a rebuscar entre sus cosas, cuando encontró lo que quería se acercó al contrario. –Dame tu mano.

Sabo obedeció y el mayor cubrió su herida con una bandita.

-Listo, ya está-.

-G-gracias- dijo sintiendo un poco de calor instalarse en sus mejillas. –Bueno, mejor seguimos trabajando-.

<Minutos después>

-Toma, éste es el último- dijo mientras le pasaba el libro.

-Gracias-. Lo colocó en el estante y suspiró. –Bueno, por fin hemos terminado- comentó. Ambos comenzaron a caminar hacia la mesa donde habían dejado sus mochilas.

Killer se acercó al escritorio para tomar las llaves de la Biblioteca y salieron del lugar. Mientras el mayor cerraba las puertas y verificaba que estuvieran bien aseguradas, Sabo recibió un mensaje.

«¡Sabo, tenias razón! Zoro me ha pedido que salga con él, y he aceptado. Aún no entiendo cómo es que lo supiste, pero no importa ¡Estoy tan feliz! Nos vemos en casa hermano.

Luffy»

Sonrió en cuanto terminó de leerlo. Luffy le había confiado de los sentimientos que tenía hacia su amigo hacía unas cuantas semanas, y él, en un intento por ayudar a su hermano menor, se había vuelto mucho más observador cuando se trataba de que estuvieran juntos, y en sólo unos días llegó a la conclusión de que Zoro parecía sentir lo mismo, y había tratado de convencer al pelinegro de que le hablara de sus sentimientos, pero él no estaba tan confiado y prefirió no hacerlo. Al parecer el peli verde decidió dar el siguiente paso, y eso le alegraba mucho por su pequeño hermano.

-¿Quién es?- preguntó Killer al ver la sonrisa del menor.

-Mi hermano- contestó guardando su teléfono. –Al parecer se ha conseguido pareja-.

-Ya veo-. Ambos comenzaron a caminar hacia la salida. -¿Y tú no tienes pareja?- preguntó después de un rato.

-No, no tengo- contestó el menor encogiéndose de hombros.

-Pero, sí has recibido bastantes cartas hoy- señaló insistente.

-Tú también, de hecho no dudaría en decir que más que yo-.

-Tal vez, pero en realidad no importa. La mayoría eran anónimas- dijo en tono indiferente.

-¿Y las que no lo eran?- preguntó curioso.

-Pues, en realidad no estoy interesado en ninguna de esas chicas-.

-Ya veo- comentó pensativo, dirigiendo su mirada hacia el suelo. 

Cuando ya estaban cerca de la puerta principal, Killer dejó de caminar. Sabo se paró al percatarse de ello, y al levantar la mirada pudo ver el por qué. Recargada en la pared a un lado de la salida y mirando hacia el suelo, estaba una chica de hermoso pelo azul celeste recogido en una cola, con un bello conjunto de blusa blanca y falda negra que le llegaba arriba de las rodillas.

Nefertari Vivi. La conocía perfectamente, la mejor alumna en la clase 3-B, una chica bastante popular, y también la ex-novia de Killer. Según él había escuchado, ellos habían salido juntos desde la secundaria, por lo que, cuando terminaron poco antes de las vacaciones de invierno, la noticia se expandió como si de una epidemia se tratara por todo el instituto, pero no se sabía muy bien lo que había pasado realmente, la historia iba cambiando conforme de una persona diferente la escucharas, y al final la razón de su ruptura terminó en misterio.

Vivi levantó la mirada, y al ver a Killer rápidamente se separó de la pared y comenzó a acercarse.

“*no estoy interesado en ninguna de esas chicas*”. Tal vez con eso había querido decir que, aún la quería a ella. Pensarlo de esa manera lo hizo sentir un poco triste, un recordatorio de que sus sentimientos no serían correspondidos. 

 -¿Quieres… que los deje solos?- preguntó Sabo sin saber bien qué hacer. 

-No, no es necesario- contestó el mayor.

-Killer- dijo Vivi una vez había llegado hasta él. -¿Crees, que podríamos hablar?-.

-Lo siento pero, en éste momento no puedo- contestó amablemente.

-Por favor- insistió la chica. En ese momento se percató de la presencia de Sabo. -¿Tú quien eres?- preguntó curiosa.

-Él…-

-Soy el novio de Killer- interrumpió Sabo al mayor. Llegados a éste punto, estaba claro que Killer no quería hablar con ella, por lo que decidió tratar de ayudarlo a salir de esta.

-¿Novio?- preguntó Vivi, tratando de asegurarse de haber escuchado bien.

-Sí, y estábamos a punto de ir a una cita. Se nos hace tarde- dijo tomando de la mano al mayor, que al parecer todavía no salía de la sorpresa inicial por las palabras del otro, y comenzando a caminar hacia la salida.

-Lo siento, será en otra ocasión- dijo por fin Killer dirigiéndose a la chica, para después dejarse guiar por Sabo.

El menor comenzó a caminar en dirección de un pequeño parque cercano al edificio, y mientras más se acercaban, más se ponía a pensar en lo que acababa de hacer.

Le había dicho a Nefertari Vivi, una de las chicas más populares del instituto, que era el novio de Killer, la mentira más grande de toda su no tan larga vida, y eso podría traer problemas al mayor después, cosa en la que no se había parado a pensar cuando lo dijo.

Llegaron hasta el parque, y Sabo dejó de caminar, soltando también la mano del otro en el acto.

-Lo siento- dijo sin poder voltear a verlo de frente.

-¿Por qué?-.

-Por lo que dije. Seguramente para el lunes toda la escuela se habrá enterado, y será muy difícil aclarar el mal entendido, no lo había pensado y…-. La mano de Killer sosteniendo firmemente la suya le hizo olvidar lo que estaba diciendo. Volteó hacia el mayor, con la interrogativa escrita en el rostro.

-No hay problema, si no hay mal entendido que arreglar- dijo posando su mano en la mejilla del menor.

-¿Qué?- preguntó confundido, ¿acaso había escuchado bien?

Killer decidió no contestar a su pregunta, al menos no con palabras. Se acercó a él lentamente, y al ver que no trataba de alejarse, terminó de cortar la distancia, besando sus labios delicadamente.

Mil y un emociones lo invadieron. Primero confusión, seguido de un poco de vergüenza, pasando por incredulidad, y al final una inmensa alegría. Correspondiendo por fin al beso, entrelazó los dedos de su mano con los del mayor, y pasó su otro brazo por detrás de su cuello, acercándose aún más a él. Aunque el contacto era más bien dulce y tierno, a ninguno se le pasó por la mente separarse, hasta que sus pulmones rogaron por aire.

-Me quedé en la escuela, porque quería hablar contigo- explicó Killer. –Pero, creo que eso ya no será necesario-.

Sabo sonrió ampliamente, no, definitivamente no sería necesario.

-Entonces, ¿Qué habías dicho acerca de una cita?- preguntó el mayor.

-Que estábamos a punto de ir a una- contestó antes de acercarse a besarlo nuevamente. 

En fin, la tarde aún no acababa, y tenían bastante tiempo para pensar a dónde ir. 

 

Fin

Notas finales:

¿Qué les parecio? Espero que les haya gustado. 

Me gustó mucho escribir esta pequeña historia, en realidad lo disfruté y espero que ustedes tambien lo hayan hecho. 

Bueno pues, eso ha sido todo por el momento, estare esperando por si alguien apetece de enviar un review con sus opiniones.

Muchas gracias por pasarse a leer, cuidense y besos. 

Misa-chan


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