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Turn off the light (TaoRis) por Yasmine

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Notas del fanfic:

Bueno, es un Taoris con MPReg.

Como es de esperarse, hice el ridículo una vez mas. Salí a la calle a ganarme unas cuantas monedas, mientras Jongin tocaba la guitarra, yo bailaba tektonik como si mi vida dependiera de ello, pero no parecía gustarle a nadie, así que lo cambie por locking, ¿Funcionó? No, no lo creo… ¿Deberíamos bailar vals?

-Tao.-Susurró Jongin, dejando de lado su plumilla.

Lo ignoré, seguí intentando saltar como me enseñaron en la academia de ballet, pero no funcionó, ningún desgraciado se dignó a dejarnos una estúpida, ¡Ni una jodida moneda por nuestros servicios! Idiotas, todavía después de que venimos a alegrarles el tedioso día en su trabajo, no agradecen nada, ni si quiera se dignan a regalarnos una sonrisa, nada.

-¡Tao!-Jongin elevó considerablemente su tono de voz. Apreté los ojos, mientras daba una vuelta, craso error, caí sobre mi trasero al suelo.

-Mierda.-Me sobé las posaderas, haciendo visajes de disgusto.

-Tao, esto es estúpido, ya vámonos.-Se levantó tendiéndome la mano.

Ni madres! Yo no estuve ensayando todo el mes esta estúpida coreografía tan solo para que me digas “Ya vámonos” No me rendiré, ¿Me oyes? ¡Rendirse es de mediocres! ¡Y yo no soy un mediocre!

- Pero Tao…-Su fastidio era inminente.-¡No hay nadie en esta calle, esta vacía!-Confundido, volteé a ver a mi panorama, haciendo acopio de que el negro tenia razón, ese maldito con labios sexys tenia razón.

-Carajo.-Pateé el suelo desganado.-¿Por qué no lo dijiste antes?

-Te lo advertí.-Se giró la guitarra, atrás de su espalda.-Pero tu insististe, y estabas tan ilusionado que no supe decirte que no.-Se tomó del codo con una sonrisita burlona.-Ja, bailas ballet.

-Calla, idiota, tu tambien.-Fruncí el ceño molesto, tendré que regresar a la facultad de medicina a estudiar, pensé que lo logaría como bailarín, pero…-No quiero irme.

-Debemos hacerlo, es tarde.-Indicó señalando el cielo

-¡No me iré hasta que me paguen!-Di un fuerte pisotón en el suelo, muy furioso.

-De acuerdo.-Un individuo salió detrás de Jongin  y me aventó un billete a los pies.

-¡No necesito tu maldita caridad!-Agité mi puño como viejita, viéndolo darse la vuelta, pare recoger su billete.

-De acuerdo.-Se agachó tomándolo entre sus manos, se levantó parsimoniosamente, hasta quedar a escasos centímetros de mi cara, sin expresión aparente.

Le observé detenidamente. Tenía rasgos muy finos, unos labios delicados, ojos taciturnos, profundamente negros, el choque eléctrico cuando me miró a los ojos, y atreviéndose a sostenerme la mirada, hiso que casi me desmayara, atiné a relamerme los labios que comenzaban a secarse con el frio.

Pestañeé un par de veces, con la boca entreabierta. El pintó una media sonrisa en su boca, tomándome del mentón, dejándome helado con su simple roce que me puso la piel de gallina.

-¿Qué me miras?-Su cuestionamiento me sacó de mi ensimismamiento.-¿Te gusto?-Enarcó una ceja incrédulo, mientras me soltaba suavemente. Juro que estuve apunto de tomarle su mano de vuelta, jalarlo hacia mi, abrazarlo por la cintura, echarlo hacia atrás, y susurrarle un “Si, ven aquí mi amor” Pero fue mas complicado que eso.-Lo tomaré como un si.

Se dio la vuelta dándome la espalda, Jongin miraba la escena, boquiabierto, sacó su celular, dejándome mirar mi propio reflejo con su funda metálica, donde yo yacía rojo como jitomate.

-¡Espera!-Gimoteé casi ahogándome. El volteó pletórico.

-Sabia que nadie se resistiría ante mis encantos.-Un calor insano recorrió mis mejillas cuando me dijo eso. ¿Pero quien se cree este? ¿Pos que?-¿Qué desea, joven doncel?

-No soy un doncel.-Gruñí.

-Seguro.-Ladeó su cabeza irónico.-Dime pequeño, ¿Cómo te llamas?

¿Pequeño? ¡¿Pequeño?! ¡¡¡Soy mas alto que el!!! Ah no, esperen, esta mas que de mi tamaño, es mas alto… ¡Demonios!

-Si, este, yo salgo sobrando aquí.-Jongin decidió dejarme solo a mi suerte, abandonado, a morir de hambre,  y dormir junto al basurero, hasta que el regresara a mi rescate, pero no, lo tomé del hombro, obligándolo a mirarme. Mas el se soltó, se despidió, y le tocó el hombro al joven frente a mi, y se fue.

-Aun no me has dicho como quieres que te llame.-Se irguió.

-¡¿Me dijiste pequeño?!

-Mph, aparte de pequeño, estas sordo. -Carraspeó sobándose el cuello de una manera tan inocente que me dieron ganas de demostrarle quien mandaba en ese momento, pero no aguanto la violencia.

-Vaya, y tu estas ciego.-Traté de recuperar el control de la situación, pero casi me tenia a sus pies.-Por que estamos del mismo tamaño. Casi.

-¿Qué edad tienes?

-Em, diecinueve.-Dudé unos segundos, no estaba seguro de si decirle la verdad, por que aparento ser mas grande.

-Vaya.-Arqueó ambas cejas.-Pensé que tenias quince.

¡¿Quince?! ¡¡Quince!! ¡¿Enserio?!

-Entonces eres no mayor que yo.- Rió puerilmente, agitando de vez en cuando su mano derecha en el aire, cerca de su cara.

-¿De verdad?- Traté de hacerme el indiferente.

-Si. Pero solo bromeaba, es natural que se que edad tienes, solo quería romper el hielo. Luces sorprendido.

-¿Enserio?-Realmente era evidente mi caso.-Espera, ¿Qué edad tienes? ¿No oscilas entre los veinte?

-No me jodas, aun no llego.-Apretó su puño.-Tengo dieciocho, casi diecinueve.-Me tomé de la barbilla, haciéndome el que lo analizaba mirándolo de arriba abajo, de aquí hacia allá, de un lado a otro.-Siento que me miras mucho, ¿Por qué? ¿Qué haces?

-Desnudarte con la mirada.- Mi boca no lo pudo haber descrito mejor… ¡Maldita sea! ¡¿Por qué dije eso?!-Digo…-Me sentí por demás avergonzado con tal confesión, que me quedé sin palabras, cualquier cosa que mi boca evocara habría salido en forma tartamuda, así que mejor no dije nada.

-Ya veo.-Se quedó serio unos instantes. Se alejó unos pasos hacia atrás, pensé que huiría, yo lo abría hecho, súper casual que le dejas propina a un bailarín y este te sale con que estas buenísimo, ni si quiera yo lo creo.

Me barrió con la mirada, moviendo su cabeza lentamente hasta arriba.

-Pues tu no estas nada mal- Se acercó nuevamente.

Esperen, ¡¿Qué?!

-Acaso tu…-Hablé quedamente sin terminar la oración.

-Así es, te imaginé en ropa interior. –Sonrió de nuevo, pero esta vez de oreja a oreja.

Esa imagen me embelesó.

Esa hermosa imagen. Imponente, perspicaz, me dejó traspuesto. Se veía tan masculino, esa manera tan suya de actuar, tan segura, es lo que yo había estado buscando reflejar cada día, en cada presentación, mas el miedo siempre me corría, me envenena hasta los dedos. El simple roce de ellos con mi barbilla es mortal, me hace titubear. Pero con el, era distinto, era fácil ser yo mismo, y a la vez era vergonzoso.

Fruncía sus labios, mientras yo me imaginaba delineándolos con mis dedos, temiendo envenenarlos como yo lo hacia a diario con los míos. El quebrantar tan perfecta imagen me hacia palpitar frenéticamente el corazón por pensamiento tan atrevido e impertinente.

Mis dedos temblaron casi imperceptible, bajé la mirada mirándolos tambalearse, me estaba enfriando, ya los tenía helados. Mas los suyos, se veían tan suaves y firmes, a comparación de los míos que ya se estaban resecando.

Suspiré para mi, mordiéndome los labios. Nunca conseguiría ser tan perfecto como el, nunca. Y a eso vino el, a restregarme en la cara que a el se le dio ese don por naturaleza, hay quienes luchamos día a día por ser así, auténticos. El simple hecho de que el haya nacido así me enferma, me agobia, me cala hasta los huesos, y me cansa. Debería superarlo, mi único enemigo soy yo, al único que debo vencer es a mi, a nadie mas.

Continúe sumido en mi soliloquio, mientras el notaba el preludio de mis labios moverse armónicamente, musitando palabras inentendibles…

-¿Sigues hablando conmigo? ¿O estas hablando solo?

-¡¿Eh?!-Me sacó de mi bucle de elucubraciones.-Yo…-Otra vez ese maldito calor rodeó mis mejillas.

-Pero espera, no te sonrojes.-Me tomó del hombro y yo sentí que mi cuerpo entero ardía en ese momento. Me vi absorto en una inesperada contingencia que nunca creí capaz de nacer en mi.

Su actitud me perturbaba de diversas formas diferentes. Pero me encantaba.

Quería mas, quería saber hasta donde era yo capaz de llegar. Sin pensarlo, ni preverlo, le tiré un puñetazo en la cara, dejándolo caer de una trompada. Fue lo primero que se me ocurrió, golpear a alguien libera una tremenda adrenalina inmensurable, te sientes fuerte, poderoso, nada te turba.

-Ngh.-Se sobó la nariz ya en el suelo, denotando sangre escurrirse por sus dedos, la degusto sin dudarlo entre su lengua, saboreándola cual placer sencillo.-Esta tibia, pero salada.-Trastabilló riendo como un imbécil. ¡Maldición! ¡Aun con sangre en la cara no pierde el estilo!

Me fui encima de el, comenzando a zarandearle de la ropa. Pero el me tiró, dejándome debajo de el, sentado en mi regazo, levantando su puño, listo para devolverme el golpe.

Donde la fuerza sobra, la razón estorba. Me di cuenta de aquello, cuando estaba apunto de golpearlo, sus respiraciones chocaban contra las mías. Ambos mirábamos cada instante los labios del otro, con las bocas entre abiertas, sin decir nada. No le daría el gusto, no lo besaría, ni por un millón de dólares americanos.

Se comenzaba a alejar, y yo, como por acto de inercia me aferraba mas a el, tomándolo de la cadera, siguiendo su boca con la mía, como si mi respiración dependiera de lo que el exhalaba, cada vez la abría mas. Entonces el tomó mis manos.

-Me caes bien- Recuperó compostura, volviendo a su maldita seriedad.-Vamos, acompáñame al centro comercial

-¿Por qué habría de hacerlo?

-Por que yo te gusto.-Sonrió victorioso.-Mentira, pero puedo divulgarlo y hacerte quedar como un pervertido si no lo haces.

Le miré con reproche. Pero era divertido todo lo que decía a fin de cuentas.

-Pero si venias solo, no creo que me extrañes.

-Pero ahora ya te conozco, y es natural que lo haga.-Frunció el ceño, jalándome hacia arriba.-No me gusta estar solo.-Confesó mirándome detenidamente a los ojos, expectante de alguna reacción mía.

-Bien.-Al fin y al cabo, no tenía con quien regresarme, Jongin me había abandonado.

Caminamos unas cuantas cuadras, nadie decía nada, pero no me sentía incomodo; me sentía a gusto.

Pasamos cerca de una tienda de electrónicos, había muchas pantallas en las vitrinas, todas a muy buen precio.

Miré unos audífonos en descuento,  funcionaban con bluetooth.

-¡Que belleza!-Me recargué en la vitrina, posando mis manos en ella, y restregando mi cara en ella.-Tienen que ser míos.

-Son únicos, ¿Cierto?-Me miró, sacando una billetera de su bolsillo.

-Ou, pero que romántico, ¿Me los vas a comprar?

-No.-Contestó oscamente, pidiendo asistencia, e indicando que estaba listo para pagarlos.

Mi mejillas se desinflaron en ese momento. Quería volverle a soltar un puñetazo, otra vez.

-Me rompiste el corazón.-Me posé junto a el, de manera dramática, mientras le daba dinero al cajero. Instintos asesinos rodeaban mi aura.

-Ni modo, únelo con cinta adhesiva.-Le entregaron la caja, e inmediatamente los sacó y se los puso, sin importarle si todos mis sueños se me iban con esa fulminante y decidida acción.

Me giré otra ves a ver los televisores.

-¿Qué hay en la tele? –Pregunté sin querer saber realmente.

-Agh, otra vez ese estúpido reality show, son un fraude, solo eso.- Se aclaró la voz.-Odio los reality shows, ni a quien le gusten

-Si que horror.-Traté de fingir que los odiaba por igual, aunque instintivamente me empezaron a temblar los labios. Perdí todo glamour en ese momento. Fingí demencia.

-Oye, espera-Me dio un manotazo en el pecho, mirando hacia delante, justo donde estaba el televisor mas grande.-¡Es una competencia de eructos!

-¡Quítate, quiero ver!-Nos peleamos por ver quien llegaba primero al sillón. Los dos caímos como reces azotando contra el suelo, llevándonos el sillón con nosotros.

 

-Eres despreciable.-Intenté amarrar mis agujetas, mientras con otra mano sacaba mi teléfono que comenzaba a vibrar de que se le acababa la pila, pero tropecé dándome una marometa, y mi teléfono salió deslizándose hacia delante.

-Hacer una cosa a al vez.-Se puso en cuclillas y tomó mi teléfono, luego me lo entregó.

-Pero…

-El orden será la clave de tu éxito.-Me guiñó un ojo. –Nos vemos.- Sonrió, despidiéndose don un ademan, mientras se perdía entre la multitud.

-No me dijo su nombre.-Balbuceé sintiéndome cabreado, ¿Qué fue todo esto?

 

Notas finales:

Yupi, han llegado hasta las notas finales, ahora lo importante, ¿Les gustó? Si, o no, o nada…díganlo por favor, de verdad que sus comentarios son lo que motiva a una a escribir n.n

Diría que actualizo mañana, pero realmente no considero que me vayan a pedir eso.


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