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Príncipe de cuento de hadas por Majo Walles

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I capítulo: Obviando lo que me pasa

 

Y aquí vamos…

—¡Deja de fastidiar, hurón!

Como siempre. Las peleas matutinas de Ron ya me tenían francamente cansado.

Sabía que esta vez él se disculpó con Malfoy, pero al parecer eso sólo acarreó más problemas de los que ya había entre nosotros y el “príncipe de las serpientes”

—¿Por qué debería hacerte caso, comadreja? —le dijo parándose de manera petulante, como siempre lo hacía —Y mejor apártate de la entrada. Tu sola presencia enloda este lugar.

Tuve que sujetar a Ron para que no se fuera contra el estúpido ese.

¿Es que no entendía que él no era el centro del universo?

Entramos a clases y Slughorn, delirando, como siempre, entre el poder de las pociones y todo lo demás. Para ser sinceros, extrañaba a Snape. Sí, extrañaba al demonio de mis siete años en Hogwarts y creo que mientras más avanzaban las clases con Slughorn más lo echaba de menos.

—Bien, alumnos, es momento de que empecemos a realizar pociones un poco diferentes —se paró frente a nosotros y yo ya presentía que sería una completa tortura.

Pasamos más de una hora creando una poción que no entendía para qué nos podría ayudar en el futuro.

—Hermione —llamé a mi amiga, esperando que ella me pudiera responder. La vi volteando lentamente con sus ojos brillantes, lo cual no entendí muy bien — ¿Me podrías explicar para que demonios nos va a ayudar esta poción?

—Oh, Harry, eres tan limitado —enarqué una ceja, ya que no entendí el comentario—. Puede ser muy útil para persuadir a las personas.

— ¿Y esto nos serviría como para que?

—Por ejemplo: Ron —vi a mi amigo saltar en su puesto y tratar de seguir en lo suyo, sin poner demasiada atención a su novia—. Él es un completo troglodita y muy pocas veces se comporta como un caballero, esta poción lo transformaría en el novio ideal.

—No soy un troglodita —le dijo un poco molesto.

—Sí lo eres, cariño —Hermione siempre lograba insultar a Ron y cambiar su estado de ánimo con una sonrisa.

—Aun no entiendo para que demonios puede servir.

—Como dijo Granger —habló alguien desde el puesto a mi derecha —, eres un limitado.

—Deja de molestar, Malfoy —Ron se había puesto de pie y provocó que mi rubio rival se pusiera de pie también—. No te permito que insultes a Harry.

— ¿Y que harás al respecto? —se paró más petulante que de costumbre, sin ver muy bien en donde se apoyaba.

Luego fue todo muy rápido. Malfoy se había recargado en su mesa y el caldero con su poción se volteo sobre él.

—¡Todos al suelo! —gritó el profesor Slughorn.

Creo que todo el mundo lo hizo, pero me preocupó un poco el que Malfoy no parecía reaccionar.

Me acerqué con cuidado y creo que a lo lejos escuche al profesor diciéndome que me agachara, pero realmente me preocupaba el estado en el que se encontraba.

—¿Te encuentras bien? —sé que fue la pregunta más estúpida que pude haber hecho, pero no se me ocurrió otra cosa.

—Joven Potter, le dije que abajo.

La voz preocupada del profesor me hizo dar un paso atrás, pero en ningún momento deje de ver a Malfoy. Su mirada se veía perdida, como si tratara de encontrar algo en la oscuridad.

Sentí como alguien me jalaba del brazo y me hacía caer al piso. Logré divisar al profesor Slughorn que me miraba entre preocupado y molesto.

Lo que pasó después no se como describirlo muy bien.

De un momento a otro sentí como alguien me hacía levantar de golpe y me sostenía en brazos. Volteé mi rostro y enarqué una ceja al ver que era Malfoy quien me sostenía.

—¿Qué pretendes?

Si bien quería decir algo más, su mirada intensa me perturbó por un instante.

—Os ruego disculpéis mi atrevimiento, divino joven.

Lo miré con cara de espanto.

¿Me acababa de llamar “divino joven”?

Traté de zafarme de su agarre y logré que me dejara en el suelo y prácticamente volé en dirección al profesor que sólo negaba con la cabeza.

—¿Qué? —le dije un poco molesto— Yo no hice nada.

—Oh, claro que lo hizo —dijo negando—. Le dije que se mantuviera agachado, joven Potter, pero al parecer usted no entiende de palabras.

—Os pediría, solemne anciano, que no hostigara a tan tierna criatura.

Por Merlín que esto pare. Yo sólo pretendía saber si el maldito de Malfoy se encontraba bien.

—Joven Malfoy, siéntese por favor.

Slughorn parecía realmente molesto, al parecer no contaba con que alguien se viera afectado con esta tonta poción y de ser así…

¡¿Por qué demonios nos la hizo preparar?!

Vi que Malfoy no me quitaba los ojos de encima y francamente ya me estaba empezando a poner nervioso.

—¿Qué es lo que haremos ahora, profesor?

La voz de mi amiga me trajo de vuelta. Quería que todo terminara rápidamente.

—Bien —el profesor empezó a retorcerse en su puesto, como si así nos quitara los nervios a todos—. La única manera de deshacer los efectos de la poción es que se cumpla la mayor parte del cortejo.

—¿Cortejo?

Creo que mi voz sonó más preocupada de lo que pretendía.

—Así es, Joven Potter —vi que no me miraba con tanto agrado. Obviamente estaba molesto—. Por lo mismo le dije que se mantuviera abajo.

—Lo lamento.

Me sentí mal por el reto del profesor, pero realmente no quería hacer nada malo, sólo le pregunté si es que se encontraba bien.

—Oh, hermosa joya de los mares —escuché los intentos de la mayoría por no reírse y lo único que quería es que me tragara la tierra—, no dejéis que la tristeza nuble el fulgor de vuestra mirada.

—Por favor —creo que acabo de rogarle al profesor y vi un halo de preocupación en su cara.

—No dejes que los males del mundo desciendan sobre vuestra hermosa persona e inunde de angustia vuestro corazón.

Vi que se me acercaba y casi por instinto me escondí tras Ron, que estaba a mi lado, cosa que pareció no agradarle para nada a Malfoy, por que de ser un romántico empedernido, paso a un celoso arrogante.

—Retiraos, bellaco, y dejad en libertad a mi amado.

—¡¿Tu amado?!

Creo que Ron estuvo apunto de desmayarse, al igual que la mayoría de los presentes en la sala.

—Creo que sería bueno que sacáramos a Harry de aquí —dijo mi amiga.

—Sí —dije apurado—. Hermione tiene razón, no quiero estar aquí.

—Haremos algo —dijo el profesor, creo que al ver mi cara de ruego —, señorita Granger, llévese al joven Potter y manténgalo alejado del joven Malfoy hasta que encontramos la solución, sino, tendremos que hacer valer la regla de la poción y dejar que el joven Malfoy lo corteje.

Creo que en ese momento agarré la mano de Hermione y salí corriendo de la sala de pociones.

Llegamos a la sala común de Gryffindor y cerré la puerta con temor.

—Cálmate Harry —me dijo mi amiga—. Encontraremos la solución.

Vi que estaba apunto de carcajearse y me irrité.

—No le veo el chiste, Hermione.

—Lo siento, Harry, pero es que es muy divertido.

—¿Ah sí? Me podrías decir ¿Qué es lo tan divertido?

—Es que si no encuentran una solución, tendrás a Malfoy  tras tus huesos hasta que respondas a sus sentimientos.

—Yo nunca lo haría.

—Oh vamos, Harry, te conozco y sé que no estarías para nada molesto con que un hombre te cortejara.

—Un hombre cualquiera quizás sí —no había para que  negar el hecho de que me gustaban más los hombres que las mujeres—, pero Malfoy no es un hombre cualquiera.

—Oh, claro que no lo es —dijo sentándose frente a la chimenea que se mantenía apagada —. Creo que es mucho mejor.

—Hermione, no termino de entenderte…

—Oh, Harry, como bien he dicho, eres demasiado limitado —la miré de mala manera y creo que lo notó—. Hagamos un ejercicio.

—No entiendo para qué.

—Sólo hazlo —me alcé de hombres tratando de quitarle todo la importancia del mundo al dichoso asunto— ¿Crees que Malfoy es un tipo feo?

—Bien… creo que feo no es, pero…

—¿Te gusta verlo en su actitud de romántico empedernido?

—No… prefiero que se comporte como el cretino de siempre.

—Cuando lo vez en los entrenamientos de Quidditch ¿Te gusta lo que vez?

— ¿A quien no?

—Bien, creo que con eso es suficiente —me dijo de manera burlesca—. Te gusta Malfoy y sé que te encantaría el que te cortejara.

—Una cosa no tiene nada que ver con lo otra —mi voz sonó tan molesta como yo mismo lo estaba — ¿Cómo se te ocurre que me gustaría el que anduviera tras de mí, dando obsequios, preocupándose por mi bienestar, ser el objeto de envidia de muchos y muchas…? —de repente me quedé callado y vi como Hermione se aguantaba el reírse en mi cara—Bien, quizás si me gustaría.

—Sabía que en algún momento admitirías el que te atrae el Dragón presumido y ahora podrías aprovechar la situación… no sé… ¿Dejar que te corteje?

—No podría, Hermione —le dije yendo hacía la ventana—. No creo que pueda hacerle algo como eso, además, sólo lograría que el efecto de la poción se debilitara y terminaría por recuperar su conciencia.

—Oh… ya entiendo —sentí como se acercaba a mí—. Temes el enamorarte y terminar herido cuando él descubra que no está tan enamorado de ti y que todo lo que sentía era por la poción que le cayó encima.

—Algo así —le dije sonriendo—¿Por qué todo lo que dices tiene que sonar como salido de un drama?

—Supongo que por que soy más sensible que tú.

No pude hacer más que sonreír y esperar que lo que fuera a pasar… pasara ya.

 

Continuará...


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