Amo como ama el amor. No conozco otra razón para amar que amarte. ¿Qué quieres que te diga además de que te amo, si lo que quiero decirte es que te amo?
Fernando Pessoa
TE AMO
Por: Eruka
Te amo
Sacudes la cabeza, porque sabes que no es el momento de decirlo. Naruto continúa hablando de su intensa afición por el ramen y tú gruñes de vez en cuando para mostrar que coincides con su punto de vista. O para rechazarlo. También para pedir cambio de tema, en realidad, quizás gruñes para todo. Pero no querrías decir te amo si Naruto no entendiera, comprendiera, aceptara y soportara tus horrorosos defectos de la misma forma en que toma todas esas cosas buenas que te salvan del infierno.
Naruto continua saboreando su gigantesco bol de ramen y parloteando de todo un poco (un poco demasiado, quieres decir) mientras tú te conformas (toleras) un bol más pequeño y lo escuchas con atención. Salir de clases y dirigirte a ese local se ha convertido en uno de los salvavidas de tu mundo, que es todo tormenta y agua irascible. Supiste que de verdad lo amabas cuando lograste aceptar, tolerar y comprender todos los horrorosos defectos de Naruto del mismo modo que saboreas las virtudes que le granjean, de plano, su entrada al cielo.
Y supiste que nunca, jamás, por nada en el mundo, sin precio, sin excusas y sin caminos perversos, dejarás de amarlo cuando te diste cuenta que no importaba lo que dijera o hiciera, siempre quieres decirle “Te amo”.
-Amo el ramen –parlotea con su voz chillona y quejicosa.
-Y yo te amo a ti –completas mentalmente. Quizás también le sonríes mentalmente.
-Hola –saluda por las mañanas, sin honoríficos y con esa simpleza que da la pereza de levantarse temprano.
-Te amo –podría salir de tu boca sin esfuerzo, pero a cambio le regalas otro gruñido. Para Naruto está bien, porque una de las virtudes maravillosas de las que antes hablabas reside en que no necesita de ti más de lo que le puedes dar.
Naruto asimila el mundo como si todo llegara en un flujo constante y predecible, lógico dentro de su incoherencia, así que está bien si su mejor amigo en todo el planeta sólo gruñe o habla poco, si es hiriente o si es profundamente antipático, para Naruto está bien.
Todo el tiempo es todo el tiempo, porque ni siquiera necesitas tenerlo delante para pensar en lo mucho que lo amas, basta con evocar su recuerdo más profundo, su esencia más allá de su presencia. “Te amo” se ha convertido en una mantra constante y puramente mental, que repites a veces sin darte cuenta, pero que te da fuerzas y te permite nadar en las aguas tormentosas que, ya has dicho, son tu mundo.
Naruto podría o podría no saberlo, pero has aprendido de él la primorosa habilidad de no necesitar de aquellos a los que amas más de lo que te pueden ofrecer, porque exigir es lastimar, y cuando amas a una persona al punto que no dejas de pensarlo, herirlo te hiere.
Y así “Te amo” no pierde sentido aunque lo repitas mil veces, sino que se vuelve más profundo, menos turbio, a veces más inocentes hasta que por fin ya no vives en aguas tormentosas, sino en un flujo rosado (porque al parecer el amor es de ese color) y aunque es dulce y odias los dulces, no te empalaga ni aun cuando te envuelve.
Te amo, te amo.
Y no es cursi ni bobalicón, sino real.