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Amor Platónico por RushanaChan

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Notas del fanfic:

Hola a todos~

Bueno este fic surge principalmente de mis clases de filosofía haha. Obviamente, 'platónico' proviene de las ideas de Platón xD -nomedigas(?)-. Y bueno básicamente su idea podría resumirse así: Para él, la realidad estaba dividida en dos mundos: el aquende, o sea el mundo terrenal, y el allende, es decir el mundo de las ideas y de las verdaderas esencias y espiritus. El amor platónico es generalmente entendido como un amor idealizado, lejano e inalcanzable, como el allende. Pero esto no es del todo asi si leen la parte final de la sinopsis del fic~

La última parte de la sinopsis corresponde a varias definiciones que saqué de algunos sitios de internet, más que nada para resumir qué entendían Platón y otros filósofos, acerca del amor, y a qué corresponde la idea de "amor platónico".

Volviendo al fic(?) como habrán notado, es BangHim ewe hahaha, y bueno, presento como protagonista a un Yongguk soñador, pero frustrado por las cosas que le pasan. Esto puede hacer que se vea algo apático frente a las cosas. Un Yongguk que siempre se haya en situaciones donde debe ceder para el bien del otro. Por otro lado, nunca se ha enamorado sino hasta ahora.

EN FIN (? xD Zico es su mejor amigo :') y otros harán también apariciones estelares (?)

 

Notas del capitulo:

Algo de la historia del protagonista, a modo de introducción.

Espere que les guste mucho ^u^

El amor es la motivación o impulso que lleva al conocimiento de la forma de la belleza, así como a la contemplación de la misma. Esta orientación se produce en un proceso […] que comienza con la apreciación de la apariencia de la belleza en una persona…

 

 

I

A diferencia de otros, no me sentía emocionado por ingresar a la Universidad. Sería seguramente porque aquello que estaba por estudiar no era algo que me gustara, pero la situación lo demandaba. Salí de una oficina del edificio luego de entregar los últimos papeles que faltaban para mi ingreso definitivo. Caminé por un largo pasillo, observando la exquisita arquitectura del interior.

La Universidad de Kyung Hee era espléndida. Sus enormes edificios hacían una perfecta combinación con el verde paisaje. Caminando ahora por el campus, puedo observar la magnífica fachada del edificio de Medicina, donde en un mes estaría teniendo mis primeras cátedras. Mis excelentes calificaciones en la secundaria me habían obsequiado la oportunidad de asistir a la prestigiosa universidad. Nunca me imaginé estudiando en una universidad privada, ni tampoco estudiando medicina. En realidad, mi sueño había sido estudiar música. Pero el año pasado, todo había cambiado en mi vida, todo había dado un giro de ciento ochenta grados. Un año nefasto en mi opinión. La muerte de mis abuelos, la quiebra de la empresa de mi padre, la depresión de mi madre, y lo que aun atormentaba a la familia: el divorcio de mis padres. Este último no se figuraba como una separación calmada y en paz. Mi padre había hecho las cosas más difíciles, intentando quedarse con la mayor parte de los bienes, lo poco que había quedado luego de la quiebra, sin preocuparse por mi madre o por mí y mis hermanos. Allí mostró quién realmente era. Y esto decepcionó hasta tal punto a mi madre que la llevó a sumergirse en un pozo depresivo. Con mi madre enferma y mi padre empecinado en sacar adelante sus negocios y en los trámites del divorcio, mis sueños de dedicarme a la música y al arte parecían alejarse. Mis padres siempre habían estado en contra de aquel deseo, pues mi madre especialmente me había confesado una vez que su sueño era verme convertido en un prestigioso médico. Pero habíamos llegado a un acuerdo: si yo obtenía un promedio excelente en la secundaria accederían a enviarme a la Universidad Nacional de Artes de Corea o a cualquier otra donde mis sueños pudieran concretarse.

Obtuve el mejor promedio de hecho, empero algo en especial, además de todo aquello que mencioné, hizo que mi más grande proyecto de vida se volviera un nostálgico sueño del pasado, y fue un día que nunca olvidaré. Me hallaba solo en la cocina, comiendo un rudimentario ramen, cuya receta eran meros retazos que recordaba de aquel exquisito ramen que hacía mi madre. Pero ella ya no cocinaba, ni hacía las labores de la casa. Hace días que no salía de su cuarto sino para comer algo o ir al baño.  Me preocupaba en sobremanera, y ese día decidí ir a verla, por más que ella dijera que quería estar sola. Lo que veía a continuación era deprimente. Se hallaba en su cama, arropada en numerosas frazadas. Todo era un desorden y las cortinas estaban cerradas, sin la más mínima luz ingresando al cuarto. Le llamé un par de veces,  pero no me escuchaba. Me acerqué aun más y ella notó mi presencia. Le ayudé a incorporarse levemente hasta sentarla en la cama. Le traje algo del ramen y agua por más que ella no quisiera, y me mantuve a su lado. Le conté acerca de mis notas, del cuadro de honor, para subirle el ánimo. Le conté que iban a darme una beca para estudiar en Kyung Hee. Qué orgullosa me siento de ti, Gukkie..., había dicho con un hilo de voz, y con expresión melancólica y taciturna. Verla en aquel estado desmoralizante me rompió el corazón. Y una vorágine de sentimientos y pensamientos me llevaron a decir algo insólito.

Estudiaré medicina, mamá.

Pienso que... Es mejor y me gusta más…

Obviamente había mentido en aquello último. Pero no se puede volver el tiempo atrás. No sé si aquello había subido el ánimo de mi madre o no, sin embargo, al día siguiente le anuncié al director de mi escuela que había cambiado de opinión acerca de la carrera de música. Que cambiara mi beca hacia la carrera de Medicina. Sin comprender muy bien el repentino cambio, el director efectuó mi pedido de todos modos.

Mi hermano gemelo, Yongnam no podía entenderlo. Debes cumplir tu deseo, no el de mamá. Ella estará mejor si tú te sientes mejor. Pero no era así. Conocía a mi madre y sabía que eso le pondría mejor. Porque mi deseo era solo una expresión de rebeldía, demasiado ambicioso, que quizá solo se me ocurrió para contraponerme a la actitud conservadora de mi familia. ¿En qué estaba pensando? No era tan fácil triunfar en el mundo de la música. La competencia era muy cruda y severa, y eso lo sabía cualquiera. Las empresas eran demasiado exigentes y buscaban la perfección, en el canto, en el baile y en la imagen visual. Yo más bien me enfocaba en la letra de las canciones que solía componer. Me centraba en su mensaje, en su ritmo. No encajaba con la idea de bailar, salir en programas de variedades, ni en que las empresas manipularan mis creaciones hasta tal punto de convertirlas en puro contenido comercial.

¿Y si me convertía en uno de esos idols que cantan melodías repetitivas y siguen coreografías un tanto ridículas?  Obviamente habían excepciones, pero ¿y si yo no lo era? ¿Y si lograban convencerme de hacer tales cosas solo para seguir con una moda? Esos eran mis argumentos para aceptar que no estudiaría música.  Aceptar que ahora sería un médico.

A pesar de esto, la música seguía llamándome. Seguía escribiendo letras y componiendo alguna que otra melodía. También continuaba asistiendo a Amuse Booze, un bar al cual consideraba mi segundo hogar. Allí había descubierto mi gran pasión: el rap. Todo había comenzado cuando tenía 15 años. Sorprendentemente, mi madre había accedido a que saliera a pasear con mi media hermana, Natasha. Ella era hija de mi padre, de parte de un primer matrimonio que había tenido. Si bien mi madre le permitía vivir en su casa, le miraba siempre con recelo, y Natasha tampoco ayudaba. Su forma de ser, orgullosa, transgresora y astuta, chocaba con el temperamento de mi madre.

Sin embargo aquel día logramos salir de paseo. Para mí ella era una hermana, por más que no compartiéramos la misma madre, y admiraba su estilo y su forma de pensar. Se ganaba la vida haciendo tatuajes, y era muy habilidosa. No parecía la hija de un empresario, no al menos si uno ingresaba al negocio donde trabajaba, u observaba la ropa de colores oscuros que vestía, en conjunto con sus collares y cintos adornados con exageradas tachas. Con esto, sumado a algunos mechones de su cabello que solía teñir de diversos colores, uno podría pensar que era una de esas chicas dark o punk. Pero ella siempre decía que simplemente era Natasha, ni dark, ni punk, ni nada. Solo soy yo, y listo. Siempre me decía que había que ser original, buscar el estilo propio, y no dejarse llevar por estereotipos. Su originalidad se plasmaba especialmente en los tatuajes que hacía. Eran diseños propios, limpios, creativos y con mucho estilo. Quería verla hacerlos en vivo, por eso le pedí que parte del paseo comprendiera una visita a su negocio. A tu madre no le gustará eso me decía, pero yo le respondía que no se enteraría. Y así fue, visité su tienda y afortunadamente pude presenciar su labor. Aquel cliente le había pedido un fénix en su espalda, y a Natasha le salió magnífico. Esa tarde le insistí que me hiciera uno, como ese fénix, y que mamá no se enteraría, pero obviamente ella no accedió. ¿Estás loco? Tu madre me mataría.

Ese mismo día, el paseo terminaba, así que Natasha me llevaba en su auto de regreso a casa. En un momento, detuvo de repente el vehículo en frente de un edificio mal pintado, lleno de graffitis y basura en la calle. Supuse que eran departamentos, y me pidió que me quedara en el auto, que ella volvía de inmediato. Necesito hablar con alguien. Le obedecí en un momento. Pero una riña en la calle del frente llamó mi atención. Divisé a un tipo golpeando a un joven de más o menos mi edad. El tipo tiró al joven al suelo, tomó su mochila y huyó. El chico pedía ayuda, pero nadie pasaba por esa calle. En un arrebato, me bajé del auto y corrí a ayudarlo. Estaba malherido, y le ayudé a levantarse. Saqué mi teléfono para llamar una ambulancia, cuando él me pidió que no lo hiciera, que solo le ayudara a entrar a un lugar que señaló. Accedí, en tanto veía un cartel ubicado en aquel lugar. El letrero decía  The Amuse Booze Bar, apenas legible.  El lugar era un antro a primera vista, oscuro casi en su totalidad a pesar del día. Cuando ingresamos muchos nos miraban de reojo. No les presté atención, es más, podría decir que el lugar me había agradado, no sé por qué. Continué ayudando al chico, cuando un tipo nos gritó desde la barra y se acercó a nosotros.

-¡Hey! ¿Qué mierda te pasó Zico? Por estas cosas te digo que no deberías venir aquí hahaha, ¡eres una niña!-dijo burlonamente.

-¡Cállate, imbécil! Era un borracho- contestó el joven, quien ya se mantenía de pie sin mi ayuda.

-Un borracho que robó tu mochila- dijo en aquel tono socarrón.

-Iré a limpiarme- dijo pasando por su lado y empujándole con el hombro apropósito.

Consideré que era hora de volver al auto y que aquel tipo iba a encargarse del tal Zico. Me estaba yendo cuando escuché que me llamaba.

-Oye, tú. Gracias por traer a mi colega- dijo con una sonrisa ladina. Pude observar ahora su extraño peinado y la campera y pantalones anchos que vestía.

-No es nada-

-¿Primera vez que vienes? Tengo el presentimiento de que te había visto antes por aquí-

-Nunca he venido aquí-

-¿Cómo te llamas?

- Bang Yong Guk-

-Ya veo que nunca estuviste aquí. Dime Rap Monster. La niña que se dejó golpear es Zico- dijo burlonamente otra vez.

-¡Niña tú, imbécil!- dijo Zico, quien ya regresaba con un algodón en una de sus fosas nasales.

Siguieron discutiendo y yo debía encontrar un modo de marcharme. Natasha se enfurecerá conmigo. Y como si acaso la invocara, entró por la puerta del bar y pudo verme.

-¡Te dije que no salieras del auto!-

-Hey, tú tranquila, que está con nosotros- intervino Rap Monster.

-Le habían golpeado allá afuera y solo le ayudé- dije en mi defensa, señalando a Zico.

-Fue un borracho-

Natasha suspiró. –Vámonos-

Me estaba dando la vuelta cuando Zico tomó de mi hombro. –Hey, gracias por lo de hoy, viejo. Te invito unos tragos la próxima vez.-

Volví a ese bar, y fue allí donde presencié la primera demostración de rap underground. Realmente me había gustado, y empecé a ir más y más a aquel bar. Había encontrado en el rap una forma de expresarme, de crear aquel estilo propio del que Natasha me hablara. Y no tan solo había sido el inicio de una de mis pasiones, sino también, de una de mis más valiosas, y la única quizás, amistades que tendría. Hablo de aquella “niña” que salvara ese día. Zico y yo nos hicimos muy amigos. Rap Monster también era mi amigo, pero él era mayor que yo, y me veía más identificado en el otro chico, con el cual compartíamos más gustos.  Aprendimos el arte del rap y él mismo escogió mi apodo. Jeep Blackman. También me dijo que el primer día, había cometido un error grande. Le dijiste tu nombre real a RapMon. Nunca vuelvas a hacerlo, a nadie. De ahora en más, utilizaras el apodo que te propuse. Le pedí que me dijera su nombre real, ya que él ya sabía el mío. Woo Ji Ho. Pero no se lo digas a nadie ¿eh?

Cinco años habían pasado de aquel encuentro y aun seguía yendo a aquel bar, y Zico seguía siendo mi único y mejor amigo. Ambos nos habíamos vuelto muy buenos raperos, tanto, que hasta Rap Monster nos había dicho una vez que nos volveríamos millonarios si nos dedicábamos a eso. Pero nosotros queríamos seguir siendo raperos underground.

Zico estudiaría en la misma Universidad que yo, pero él sí tendría la oportunidad de estudiar música. Debería alegrarme, pensé. Pero no iba a mentirme a mí mismo. No estaba feliz, no estaba emocionado. En realidad no sentía nada más que admiración por el paisaje que observaba.

Y ahora me hallaba allí, parado en frente del edificio de Música y Bellas Artes. Solo observando. Ni siquiera sin animarme a entrar. Sabiendo que no sería allí donde mi futuro académico se desarrollaría. Había estado caminando sin prestar atención hacia dónde me dirigía y terminé allí. Tsk, vaya determinación del destino, pensé irónico. Luego de un debate interno, decidí que realmente tenía curiosidad por ver el interior del edificio, por lo que me dirigí hacia la entrada. A pesar del estilo helénico de la fachada en su exterior, parecido al de los demás edificios, por dentro era digno de llamarse Universidad de Música y Bellas Artes. El interior estaba decorado con esculturas inmensas. Subí las escaleras al siguiente piso y este era como un laberinto, con muchos pasillos y salas, las que supuse eran donde las clases se daban. Las salas y los pasillos eran como de nunca acabar, hasta que me topé con la entrada del comedor. El interior era completamente distinto a lo que había visto al principio. El decorado era de arte moderno, con colores vivos y diseños novedosos. Quizá no fue buena idea entrar aquí, pensé, pues todo esto me estaba tentando de alguna manera. Me encontraba muy inmerso en mis cavilaciones cuando sentí un leve toque en uno de mis hombros. Me di vuelta abruptamente, como si me despertara de un sueño, para toparme con un chico. Al parecer había estado hablándome pero yo no le había escuchado.

-Siento molestarte pero, ¿sabes dónde presento estos papeles para mi inscripción?- preguntó.

Sentí como mi corazón se aceleraba de la nada. Su piel era tan blanca como la nieve, y sus ojos, negros como la noche. Sus rasgos eran tan finos que me vi obnubilado. Su voz era grave, no tanto como la mía, pero mis oídos disfrutaron escucharla. Sus labios formaban una curva perfecta. Su ropa era sencilla pero perfectamente combinada. Tenía unos papeles en sus manos, levantadas a la altura de su ombligo. Su rostro mostraba la expresión de alguien que demanda una respuesta. Y aquella corta pregunta hacía eco en mi cabeza, solo para imaginarme nuevamente el sonido de su voz.

Él era una obra de arte.  

-No... No lo sé. Yo no estudio aquí- atiné a responder tan rápido como pude.

El chico suspiró. –Suena tonto pero, me perdí- dijo y luego una leve y simpática risa escapó de su boca.

-Es… entendible- respondí desviando la mirada, temiendo lo que pudiera seguir pensando si continuaba mirándolo.

-Uhm, bueno, supongo que seguiré buscando- dijo dando un leve bufido. –Gracias de todos modos-

-No es nada-.

Me saludó con la mano y vi cómo se iba alejando, dudando de hacia dónde debía ir. Debería haberlo acompañado, pienso ahora, pero en aquel momento, ese minuto de charla que había tenido con aquel chico desconocido ocupaba mi mente por completo.

Tenía ganas de saber su nombre, de saber quién era, de saber de dónde venía. ¿Volvería a verlo alguna vez?, pensé, pues su piel y sus rasgos un tanto inusuales e inverosímiles me hicieron pensar que quizá todo había sido producto de mi imaginación, de haber visto tanta belleza en el edificio. Pero si este era real, probablemente sí lo vería, pues al menos sabía dónde tomaría sus clases. Hasta podría pedirle a Zico que me diera información acerca de él.

Nunca antes me había sentido así. Nunca.

Me costó admitirlo, pero creo que fue amor a primera vista.  

Notas finales:

Bueno >< espero les haya gustado~ Es la primera vez que hago un fic exclusivamente romántico. Por lo general, doy algo de vueltas con descripciones y eso(?) como veran en el otro fic que tengo xD (solo tengo dos en esta página(?) )

Si les ha gustado, comentenlo! :) me gustaría saber qué les pareció~ O si tienen dudas.

Muchas gracias por leer c:

Hasta el próximo capítulo~!


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